4
Thais
Llevo un mes trabajando para Theodore y poco a poco siento las nubes grises del horizonte despejarse. En el trabajo cada vez hago las cosas mejor, aún me queda mucho por aprender, pero estoy emocionada por todo lo que he ido aprendiendo. Hoy he recibido mi primer sueldo y estoy muy feliz.
Anjoly ha pasado varias veces a la empresa a hablar conmigo y me he acostumbrado a ella, y a su forma de ser. Quién me iba a decir que seríamos muy buenas amigas. También me ha dado ropa suya que según ella no usa porque le quedan pequeñas y gracias a eso tengo algo decente que ponerme para salir a trabajar. En cuanto a Verónica y David había intentado ponerme en contacto con ellos, pero nada. Incluso les he enviado un correo electrónico pero no hay señales de vida.
En cuanto a esos días sin Aang han sido fatales. No voy a negar que al principio de la cuarta semana empecé a sentir los síntomas de la abstinencia. Me arde la entrepierna con agresividad cada noche y mis labios solo desean los suyos. Jamás pensé que su ausencia me afectaría tanto.
Y qué pasaría las noches llorando por haberlo apuñalado.
Aang se ha vuelto mi mayor fantasía cada noche; sueño con él encima de mí, pentrándome con aquella pasión y fuerza que solo él me ha dado.
Me lo he imaginado desnudo en mi cama, conmigo a horcajadas encima de él mientras le riego cera en el pecho, luego le arrastro la lengua encima, lo devoro a besos y termino cabalgándolo con desesperación. He extrañado los azotes, mis manos esposadas.
Y eso es absurdo.
¿Quién extrañaría que le azotarán?
Es demasiado absurdo pensar en Aang de esa manera, pero no lo puedo evitar.
—Es hermoso —Anjoly me está ayudando a meter una de las dos cajas que poseo dentro de mi nuevo departamento.
Es un estudio muy lejos de la habitación horrible donde vivía antes. Tiene una cama amplia y sábanas limpias, un aseo pequeño pero con ducha y váter reluciente, una salita con televisión y una pequeña cocina. Además, Anjoly y yo somos vecinas, pero la suya está en el último piso y es más grande porque todo el piso de arriba es suyo.
—Eso hay que celebrarlo —dice emocionada. Pero luego parece acordarse de algo. —¿Está todo subido?
—Sí, solo eran cuatro cajas —le digo avergonzada de que todas mis pertenencias quepan en cuatro cajas. —No tenías que ayudarme, ya que no había mucho que subir.
—Quiero que estés cómoda, además ¿qué clase de ex novia sería si no te ayudo? —se burla.
Hago una mueca y me pongo tensa.
—¿Una común y corriente?
Anjoly se ríe.
—Seguir deseando a su ex, está bien y es normal que aún quede alguna chispa donde hubo pasión, pero odiar a la nueva novia de tu ex solo por eso es absurdo.
—Nunca fui su novia. Solo nos acostamos sin compromiso —digo con amargura. —Y además, todo está perdido.
—No lo creo —me dice segura. —Créeme, él aún siente cosas por ti.
—No quiero hablar de él —digo.
Ella mira su reloj.
—Me voy a cambiar. Tú deberías hacer lo mismo. Nos vemos aquí dentro de... ¿una hora?
Asiento y aparto la mirada antes de que se vaya, oigo que cierra la puerta y dejo escapar un sollozo. Me siento miserable, Anjoly debe sospechar que oculto algo porque cada vez que nombra a Aang evitó la conversación y le digo que tengo cosas que hacer.
Me doy una ducha agradecida por el agua caliente, con ilusión y miedo de empezar de nuevo. Está noche estoy decidida a sacar a Aang de mi piel para siempre, quizá nunca lo pueda hacer con mi memoria pero necesito borrar sus caricias y lo necesito urgentemente.
Salgo de la ducha y me pongo una toalla en el pelo tras secarme. Me pongo una minifalda de mezclilla, una camiseta corta sin mangas, una chaqueta y unas zapatillas, ¡estoy más que lista para una noche de pasión sin compromiso!
Me desenredo el cabello.
Casi una hora y media más tarde, después de un estridente golpe al timbre, Anjoly entra al apartamento con unos zapatos altos con tiras y un vestido ajustado color rosa, la parte alta de su vestido es muy escotado y atrae a más de una mirada a detenerse en ella aunque no tenga mucho seno.
Ella se coloca en el taburete.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunto.
—Salir y olvidar los estúpidos hombres.
—¿Qué pasó?
—Te voy a contar algo totalmente loco. Hace un mes en la editorial un tipo muy... Como decirlo... Joder, está suuuuperbueno. Moreno de ojos grises, alto con el cabello medio largo. En pocas palabras un latino caliente como el infierno, vino a verme para hablar sobre el contrato de su libro.
—¿Y? —pregunto.
—Es un arrogante... —parece alterada. —Se negó a aceptar un cambio en el final de la historia, pero en realidad pienso que es porque otra editorial le ofreció algo mejor. Sin embargo, ha intentado hablar conmigo del tema cuatro veces cuando está claro que no tiene interés en firmar conmigo.
Levanto una ceja. —A mí me parece que le interesas.
—Y no te equivocas. Hace dos días me acorraló contra la puerta de mi oficina. Dios mío, me derretí como mantequilla ahí mismo.
—¡Dios! ¡Cómo me gustaría que Aan... ejem... Hum! ¡Qué excitante! ¿Qué pasó después? —exclamo, viendo como ella finge no entender el nombre que estuvo a punto se salir de mi boca traidora.
—Lo fue, su gran mano se había desplazado hasta la parte baja de mi espalda, cubriendo casi toda la zona con sus anchos dedos. Me dio un ligero apretón en las nalgas, pegándome el vestido más de la cuenta. Me acercó más a él, su cara casi pegada a la mía. Nunca había deseado tanto ser besada, pero el muy maldito no me beso —Anjoly suspira con desgana. —Me soltó y simplemente se fue mientras yo estaba temblando como una gelatina.
Yo suspiro. —Vaya. ¡Qué calor!
—Fue lo mejor —dice de repente. —Yo nunca mezclo los negocios con el placer, además, es un niño.
Tomo mi bolso.
—¿Cuántos años tiene?
—Veintiuno —comenta como si eso fastidiara sus planes.
—Solo le llevas cinco, no es para tanto.
—Nunca funcionaría. No es mi tipo —dice mientras salimos.
—¿Qué no es tu tipo? —le pregunto incrédula.
—Vamos, es solo es un idiota—finge desinterés. —No pienso perder el tiempo con él y sus estúpidos juegos de poder —me rio al ver lo molesta que está por no haber sido besada. —¿Quién es tan cruel para dejar a una mujer con ganas luego de encenderlo como un motor? —niego con la cabeza, evitando soltar una carcajada. —Ves, nadie.
Cuando llegamos al bar, nos ponemos en la barra. Tomamos algunas copas y se nos acaba uniendo a nosotras un par de chicos. A los pocos minutos el castaño saca a Anjoly a la pista para bailar. Niego con la cabeza y me dejo llevar por la música junto al rubio.
Anjoly está bailando un poco sensual con el castaño y el pobre está peor que un tomate y no sabe qué hacer con las manos, pero ella los toma y lo deposita en su cadera.
Cierro los ojos, y me dejo llevar por la música y me olvido de todo. Todo está en moverse y sentir esa adrenalina que emana en mí, me hace sentir diferente y mantener mi mente viva.
—¿Quieres bailar? —me pregunta el rubio en francés.
Asiento y agradezco mentalmente que Anjoly me haya ayudado con mi francés en todo este mes. Él agarra mi cintura y yo me alejo algo desconfiada.
—Me llamo Ambiorix.
—Thais.
Noto que Ambiorix posa de nuevo su mano en mi cintura y me acerca un poco a él.
—Eres muy preciosa —sonrío para no poner los ojos en blanco.
Dime algo que no me hayan dicho.
De inmediato mi mente vuelve a irse a Aang, dudo mucho que me estuviera tratando de engatusar para llevarme a la cama, me diría lo que quería y como lo haría; lo mejor de todo es que me lo hubiera hecho sin más.
Me muerdo el labio inferior con fuerza hasta hacerme daño con tal de sacarlo de mi cabeza.
—¿Tienes pareja? —le pregunto a Ambiorix al oído.
A mí me encanta bailar y él es atractivo, justo hoy había decidido sacar a Aang de mi piel. No es que me guíe por el físico; no me gusta ser superficial, pero la verdad es que Ambiorix es guapo y sería el candidato perfecto. Pero no me gusta comerme nada que tenga dueño.
Necesito a alguien esta noche, tengo que olvidar de... realmente he olvidado su nombre.
—No estaría aquí contigo si fuera así.
Todos dicen eso incluso cuando tienen, pero por mi bien, solo espero que no tenga.
Nos miramos y se nos escapan unas risas. Giro la cabeza y veo a Anjoly comiéndole la boca al castaño.
—Creo que está noche mi amiga va a pasársela muy bien —le digo.
—¿Te gustaría pasarla igual? —pregunta coqueto.
—¿Siempre estás así o soy yo la causante? —cambio de pregunta al sentir un duro bulto presionar contra mi vientre.
—Es por ti guapa.
—Me halagas, ¿y si nos vamos a un lugar más privado para que te ayude con eso? —le propongo y él asiento contento.
Buscamos a Anjoly en la pista, me acerco a ellos para despedirme.
—Me voy con él —le susurro en el oído.
Anjoly me mira seria y me dice que no con la cabeza.
—Eso no es buena idea, Thais.
—No haré nada malo.
—Nada bueno tampoco saldrá de eso.
—Sé lo que hago.
Ella sonríe rápidamente cuando los chicos vuelven hacia nosotros.
—Ten cuidado, ¿sí? —me dice al oído.
—No te preocupes, me sé cuidar sola —le respondo. —Pásatela bien.
—Igual tú... espero no te metas en problemas con ya sabes quien —hago una mueca. —Me llamas cuando llegas a casa.
Ambiorix y yo salimos del local. Apenas hemos puesto el pie en la calle él pone su boca sobre la mía. No besa mal, es una sensación extraña. Su boca no es nada parecida a la de Aang. Tomo el mando y le introduzco la lengua en la boca mientras Ambiorix me acaricia el trasero y yo su espalda.
—¿Tú casa o la mía? —pregunta contra mi boca.
Lo cierto es que no me apetece llegar a mi casa con un desconocido.
—La tuya.
Avanzamos unos cuantos pasos y sin darme cuenta hemos llegado hasta un auto. Nos metemos dentro y él arranca. Observo un sedán negro detrás de nosotros, ya lo había visto varias veces, pero esta noche no le doy importancia. Veinte minutos después soy aprisionada contra la puerta de un apartamento consecuencia del ataque de pasión de Ambiorix. Mi cuerpo ansía ser tocada, así que le tomo de la cara y junto mi boca con la suya. El beso se hace más fuerte a medida que avanzamos hasta el sofá.
Me subo encima de él a horcajadas, presionando mi pecho contra el suyo y succionándole el labio inferior. Le paso los brazos por el cuello, frotándome lentamente contra su erección a través de los vaqueros y no puedo evitar compararlo con Aang, y las sensaciones que produce en mi cuerpo.
Le desabrocho los vaqueros y le bajo la cremallera. Su bóxer se interpone y tiro de él hacia abajo para liberar su pene. Le coloco un preservativo yo misma, me subo la falda y aparto a un lado las bragas. Apunto su pene hacia mi entrada. Él me hace descender lentamente sobre su erección, gimiendo desde el fondo de la garganta al sentirme a su alrededor.
Hasta que la imagen de otros ojos; unos verdosos, vuelven a dibujar en mi cabeza. Lo aparto y pienso en el color miel de Ambiorix. Omito un gruñido moviendo las caderas más rápido y aprieto las manos en su pecho.
—Dios, nena —gime. —Eres increíble.
Me corro en un grito después de unos cuantos movimientos más, la verdad es que ha estado bien. Pero no es como me imaginé, aún extraño las embestidas rudas de Aang.
Me aparto de él y me tumbo a su lado, recuperando el aliento. Me siento satisfecha, pero una parte de mí anhela que hubiera sido él, estoy segura que me hubiera follado contra la pared sin contemplación.
Barro una lágrima y sacudo la cabeza.
Cuando veo a Ambiorix con los ojos cerrados y escucho la respiración cambiar sé que se ha quedado dormido.
¿Dónde está esa resistencia que dicen que tienen los jóvenes?
Bufo. Y entonces arreglo mi ropa y me marcho del lugar, tomando un taxi.
Llego a mi apartamento y meto la llave a la cerradura. Mi corazón advierte que hay alguien dentro de la casa. De alguna manera siento aquel aire abrazar y erizar mi piel.
Giro el pomo y entro con el corazón latiendo a toda velocidad.
Las luces están apagadas y el apartamento está a oscuras.
Enciendo rápidamente la luz de la cocina para no estar a ciegas.
Cuando vislumbro la sombra de un hombre en la sala de estar puedo ver sus hombros fuertes y su enorme constitución, sentado en una silla que hay enfrente de la televisión.
Me quedo paralizada a punto de tambalear sobre mis zapatillas.
No hace falta verle la cara para reconocerlo.
Aang Briand.
El corazón me late a toda prisa, y mi pecho se expande por la profundidad de mi respiración. Estoy nerviosa y aterrorizada, asustada del hombre que creí haber matado y seguramente desea hacerme lo mismo. Pero al mismo tiempo esa humedad tan familiar en mis bragas aparece. Estoy excitada.
Él no se mueve.
Miro la puerta pensando en salir corriendo, pero no puedo y odio que aún tenga ese efecto en mí.
Decido quedarme cerca de la encimera negándome a acercarme a él y a salir corriendo.
¿Qué les parece la actitud de Anjoly con Thais?
¿Qué piensan que hará Aang a Thais?
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