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33

Aang

Mis ojos están centrados en ella, mi pene duro en mis pantalones. En el momento en que se aleja, soy despojado de mis básicos instintos masculinos, reducido a un hombre que quiere a la mujer más bella de la habitación. Desde lejos contemplo a Thais quien está entretenida en una conversación con Anjoly.

—Maldición, esa mujer puede ser una diosa venerada si quisiera.

Me detengo ante el sonido de una voz profunda, reconociéndolo a pesar de que solo lo había escuchado un puñado de veces. Con mi vaso en la mano, lentamente me vuelvo hacia el hombre que había venido a mi lado. A casi siete pies con un brillo maníaco en los ojos, mira a mi pequeña como si tuviera los mismos pensamientos que yo.

Mi corazón se acelera, mis dedos aplastan mi vaso con demasiada fuerza. Mis ojos se centran en los dientes blancos que son visibles en su sonrisa carnal. Realmente no esperaba que él apareciera, pero cuando se trata de dinero, no importa cómo se gane. Finalmente vuelve su mirada hacia mí, sus ojos azules como la profundidad del mar.

—Entiendo por qué no estabas ansioso por venderla y por qué la tomaste antes que yo.

No llevo un arma, e incluso si la tuviera, destruiría mi reputación si la hubiera sacado en una fiesta como esta. Todo lo que puedo hacer es sostener su mirada y verlo sonreír de alegría, disfrutando el hecho de que estoy claramente desprevenido por haber pensado que tendría mínimo la decencia de no venir al saber que Thais había afirmado todas mis dudas sobre él.

Theodore sostiene una copa de champán como si fuera un hombre decente que merece estar allí. Solo lo he invitado por su apellido falso. Cuando hago presentaciones las invitaciones deben estar dirigidas a un grupo selecto de personas influyentes y relevantes en diferentes áreas tales como Sumilleres y Enólogos Renombrados, Chefs y Restauradores de Alta Gama, Distribuidores y Minoristas, Celebridades y Personalidades del Espectáculo, Representantes de Hoteles y Resorts de Lujo entre otros, para mi desgracia, si no invitó a un miembro de los Alexander los medios pensarían que le temo a la competencia.

—Te haré una oferta...

—Si crees que puedes quitármela de nuevo, estás equivocado. Crúzate en mi camino, y te las verás con todos mis hombres. Entrarás en un campo de batalla y comenzarás una guerra sin fin. Ambos sabemos que eso no es algo que quieras —mantengo mi voz baja para que la multitud que me rodea no me escuche.

Él sonríe levemente, como si esto fuera una especie de broma.

—No voy a quitártela, Aang. Vamos, pensé que nos teníamos más respeto que eso. —sus palabras no significan nada porque sé que esto sigue siendo una amenaza, simplemente velada. —Estoy dispuesto a ofrecerte un precio justo de valor de mercado.

Tal vez es solo un asunto para él, pero es increíblemente insultante para mí. —Ella no está a la venta.

Suspira.

—Cuarenta millones —toma un trago de su champán y luego muestra una sonrisa merodeadora.

Cuarenta millones es una cantidad astronómica para un ser humano y este psicópata quería comprarla como una vaca, como buen bistec. ¡Dios, tengo ganas de matarlo!

—No.

—Cincuenta.

—No.

—Sesenta...

—No está a la puta venta —me acerco a él, listo para romperle la mandíbula justo en el medio de la habitación. —Vuelve a hablar de ella como si fuera una mercancía y me veré en la obligación de dejarte sin diente.

—¿Por qué no está a la venta? ¿No sabes que Viktor y su madre Aleksandra la vendieron desde que nació? ¿Qué de no ser por qué su padre se la llevó ahora estaría casada con un mafioso, con Matteo Verdi? —dice todo en un tono burlón—. ¿Qué crees que pasaría si él supiera que ella está viva? ¿La dejaría ir así de fácil?

—¿Cuántas veces tengo que decirlo? Tendrás que quitármela porque nunca la venderé —digo entre dientes—. Y cualquier hombre que se le ocurre venir a reclamarla, terminará con un tiro en la cabeza.

Se ríe entre dientes.

—Wow... ese debe ser una buena vagina después de todo. ¿Sabes que mis ganas de romper a tu juguete aumenta más al saber que realmente te importa? —confiesa. —Cada vez que te niegas, alimentas algo en mí, tengo más ganas de lastimarla.

—Si dices una palabra más sobre mi mujer, si la miras, si piensas siquiera en ella, te mato —gruño. —Realmente lo haré, te mataré de igual forma por haberla tocado.

—Aang... —me muestra una sonrisa de cortesía mientras sus ojos dicen otra cosa. Siempre es inteligente al elegir estos tipos de fiesta como telón de fondo para nuestra conversación, porque estoy paralizado por hacer algo y no es la primera vez. —Tarde o temprano terminaré por matarla. Es mejor si me la vendes y te ahorras el sufrimiento.

Mi mandíbula está tan apretada que puede chasquearse y romperse. La idea de que Thais sea esclava de este bárbaro me hace ver tanto rojo que me vuelvo ciego a todos los demás colores. Todo esto esta sucediendo debido a su madre de mierda. Ni siquiera puedo decir que no porque estoy demasiado enojado.

Theodore puede leer la respuesta en mi cara.

—Tomaré eso como un no.

—Ella no está en venta. Ella nunca estará a la venta. Pasa a otra cosa, Theodore. No voy a cambiar de opinión, si te acercas a ella, me veré en la obligación de matarte, pero primero tomaré un tiempo para torturarte.

—Espero que lo hagas. Realmente odiaría que las cosas se pongan más feas... —gira su cuerpo hacia el mío, mirándome a los ojos. Theodore me mira durante mucho tiempo, sus ojos se mueven de un lado a otro mientras evalúa mi reacción. —Y sabes cuán fea se vuelven estas mierdas.

—No me digas que Verónica es tu as bajo la manga para lo fea que se va a volver esa mierda.

El cinismo se apodera de su rostro. —¡Bravo! Me has atrapado —finge estar sorprendido y agrega en un tono jocoso. —La voy a manipular tanto que su voluntad será mía y terminará rogando que la coja. Luego ella misma me va a entregar a tu amada Thais.

—¿Así como la voluntad de Anjoly fue tuya? —me burlo.

—Anjoly era voluble, Verónica no. Ella es tan ingenua y predecible —dice con desdén—. Es de las que creen que el amor es un centro de rehabilitación y universidad a la vez.

—¿Y te parece bien usarla así? —pregunto—. ¿Ese es tu gran plan?

—Desde los inicios de la literatura y las películas, hemos tenido al típico personaje bueno, a la doncella en apuros, y al villano. O el "malo" que cambia por amor. Olvídate de todo eso. En esta novela, nosotros somos los malos, Aang.

»Aquí, absolutamente todos los personajes son grises, como el Yin y el Yang. Todos tenemos múltiples caras, dependiendo de la situación. Podemos cometer locuras tanto por amor como por nuestras luchas internas. La vida es irónica. A veces somos nuestro peor enemigo, otras veces, alguien más nos deja cicatrices que nos transforman. Esas personas dejan solo una sombra... una nueva versión de nosotros.

»Entonces, pasa. Renacemos de las llamas como un ave fénix, una y otra vez. Pero no siempre renacemos mejores; ha veces estamos tan rotos, que sufrimos una metástasis, una corrupción que se extiende. Nací en un mundo de pecadores que van a la iglesia los domingos, y confiesan sus pecados para ser perdonados. Incluso el asesinato. Nacimos para pecar. Si no, Eva no habría mordido la manzana.

Se ríe.

—Es mucho más fácil pedir perdón que permiso, Aang. Así que, cuando la mate... cuando la torture... y vea tu destrucción final, te pediré perdón. Luego iré a la iglesia y le diré al padre: "Perdóname padre, porque he pecado".

Y, como si nada, se va.

Terrence se acerca a mi lado, luciendo elegante con traje y corbata. Ya tengo una copa de champán en la mano. El cuarteto de cuerda toca música para que todos la oigan.

—Guau... este lugar es agradable —silba por lo bajo.

—¿Estás usando un traje que no se parece a tus trajes de jefe amargo y mandón? —le digo con burla.

Se pasa la mano por el hombro. —Sí. Y me veo bien en él como todo lo que me pongo.

—No me di cuenta de que te veías bien.

—Cállate. No quiero golpear tu trasero en tu propia fiesta.

—Y no quiero apuñalarte tan cerca de tomar una semana de descanso por intentar patearme el trasero.

Toma un trago de champán y luego examina a la multitud de personas que se mezclan. Vestidas con trajes de gala y con alcohol en el vientre, de alguna manera disfrutan de las fiestas y no se cansan de ellas. Esta fiesta apenas ha comenzado, y ya estoy cansado.

—¿Dónde está la señora Briand?

—Mi madre, por ahí.

—No idiota, me refiero a Thais. ¿Dónde está?

Me encojo de hombros.

—Arrastrando a alguien a sus pies, supongo.

—Ustedes dos se llevan bien —se ríe. –No me has corregido.

—Las cosas están mejor.

—¿Ella todavía quiere estar contigo después que le mentiste sobre su nombre y familia?

No solo quiere estar conmigo todavía, sino que también está disfrutando todo lo que tiene que ver conmigo.

—Supongo que sí.

—Agárrate a ella, Aang. No muchas mujeres se quedarían después de esa mierda que arrastras y cómo fue qué sucedió —dice mientras sus ojos examinan la multitud.

—¿Te invité a mi fiesta?

—Sí y aunque no fuera invitado a ella por ser tu mejor amigo, lo sería por ser un Wade.

—¿Cuando me emborraché tanto que no podía recordar nada?

—Solo la presencia de Thais te emborracha. Además, está noche solo vine para recoger a una dama elegante para la noche.

—La mayoría de ellas están casadas. Sus esposos te van a patear el trasero.

—La mayoría —enfatiza—, pero no todas.

—Y las que no, se acuestan con alguien.

—¿A quién le importa? —pregunta—. Los que son fieles solo conocen el lado trivial del amor; es el infiel quien sabe de sus tragedias —dice citando su frase favorita—. "Óscar Wilde decía que: Los hombres se casan porque están cansados; las mujeres, porque son curiosas: ambos se decepcionan." —suspira y agrega—. Los amantes son el único consuelo que les queda a los dos.

Mis ojos se estrechan en su rostro cuando la ofensa va directamente a mi corazón. Me imagino a Terrence moviéndose sobre Thais cuando no estoy en la habitación.

Me molesta hasta el fondo.

—Ve quitando algunas en tu lista, como a mi pequeña. Es importante para mí. Thais es mucho más que un simple acostón o un contrato...

Vuelve su mirada hacia mí, sus labios se alzan en una sonrisa. —Lo es, ¿eh?

—Sí.

—Entonces, ¿las cosas van bien con ella, entonces? ¿Es tan buena en el sexo?

Cuando estamos en la cama todo sucede sin parar. Todas las noches hacemos que la cabecera golpee contra la pared, y todas las mañanas estamos follando rápidamente antes de comenzar nuestro día, bueno, eso fue antes de su secuestro. Le confiaría esos detalles si Thais fuera una mujer cualquiera... pero ella es mía.

—No te interesa saber eso. Aquí está una viuda llamada Elissa. Ella es tu tipo.

—¿Viuda?—pregunta. —¿Es ella vieja?

—De mi edad.

—Oh... una mujer solitaria. Eso suena exactamente como mi tipo.

—Ella fue la mujer que coqueteó conmigo hace un par de semanas.

—Ah —él asiente levemente. —Así que, definitivamente yo no soy su tipo. Los látigos no van conmigo.

—A ella le gustan los hombres ricos. No estoy seguro de si eres lo suficientemente rico —comento en burla; porque la familia de Terrence son los segundos más ricos del país. A Elissa le gustaría llevárselo a la cama y no solamente por su cuenta bancaria, aunque eso fluye en algunas, pero su físico basta para llevar a cualquier que quiera a la cama.

—Puede que no poseen varios miles de millones de dólares en riqueza como tú, pero tengo mucho que ofrecer —dirige sus ojos hacia sus paquetes en el pantalón y le enseñó el dedo medio.

—Estás siendo infantil.

Se ríe, sus ojos se mueven por la habitación y se detienen cuando nota algo.

—Maldición, ¿esa es Thais con el vestido rosa?

Mis ojos siguen su mirada. Está de pie con un corte profundo en el frente que acentuaba su torso perfecto, parece una reina que vive en mi castillo. Lleva el pelo negro recogido y el vestido se arrastra hasta el suelo, encajando muy bien con sus curvas. Ella se destaca de todas las demás porque es tan hermosa.

—Sí... la única.

Terrence vuelve a silbar.

—No es de extrañar que te pongas cursi está noche porque desde que te conozco jamás hubieras defendido la fidelidad.

—Lo defiendo porque estoy seguro que Thais sería capaz de castrarme si me ve coqueteando con otra. Tenemos un acuerdo y lo estoy respetando.

Se ríe entre dientes. —Y parece que estás felizmente respetando ese acuerdo.

—Sí... creo que sí —la veo hablar con personas cuyos nombres ni siquiera puedo recordar.

Parece que ella es la anfitriona de la fiesta porque se acerca a todos y los hace sentir bienvenidos. Nunca había sido particularmente divertida, pero logra hacer reír a la gente muy fácilmente. Incluso la veo hablar con mis padres.

—Supongo que si estuviera con esa mujer, también sería feliz.

—Bueno, no lo estás —digo sombríamente. —No lo olvides.

Me empuja suavemente a un lado. —No te preocupes, sé que ella está fuera de los límites. Regla número uno: No perder el tiempo con la hermana, la madre, la ex y la mujer que tu amigo ama, pero todas las demás están permitidas.

—Te olvidaste de la amante.

—Mujer que amas... es lo mismo.

Thais

Reconozco a Lou a una milla de distancia. Con un vestido azul apretado y una sonrisa tan falsa, es desagradable solo mirarla. La mujer persigue a mi hombre como si estuviera disponible para solicitarlo.

No soy violenta, pero me dan ganas de arrastrarla.

—Es tuyo —me dice Anjoly al ver que asesino a Lou con la mirada. —Si él quisiera estar con ella ya lo hubiera hecho, pero te eligió a ti. No es necesario que trates llevar un letrero que diga soy la dueña del jodido Aang Briand.

—Ni siquiera la vi.

—Mentalmente ya le has dado un tiro en la cabeza —asegura.

Tomo el buen camino y la ignoro. Solo le daría más satisfacción saber que se metió debajo de mi piel. Aang no se dejó engañar por su seducción, por lo que no hay razón para sentirme amenazada por ella. Solo deseo que no la hubiera invitado porque si Theodore es un lobo, ella es la serpiente del jardín.

—Está bien, no le digas a Aang que te dije esto —Terrence aparece a mi lado, luciendo un poco diferente porque lleva corbata en su traje de tres piezas y tiene el pelo peinado hacia atrás. — Pero te ves malditamente sexy esta noche.

—Definitivamente no le dirá eso —afirma Anjoly. —Rompería su vaso contra el cráneo de Terrence y haría una gran escena en medio de la fiesta.

—Perdería los estribos muy rápido. Y gracias —digo.

—De nada —choca su vaso contra el mío y luego con el de Anjoly. —¿Encuentras estas fiestas tan aburridas como yo?

—No son tan malas. Creo que nací para esto. He conocido a muchas personas interesantes a través de Aang.

—Interesante es una bailarina exótica en tanga.

Pongo los ojos en blanco.

—Tú y Aang no se parecen en nada. No estoy segura de cómo es que son amigos.

—Ahí es donde te equivocas. Somos parecidos. Bueno... solíamos serlo. Las cosas han cambiado para él. Solía ser el imbécil. Desde que te conoció se ha suavizado mucho. No más clubes de striptease, voyeur. No más mujeres en general. Se ha convertido casi en un marido dominado que prometió que nunca sería.

—No está dominado.

—Confía en mí, lo está aunque no lo admita. Ese tipo te ama.

Esa es una palabra aterradora para nosotros.

—¿Te dijo eso...?

—No, pero es obvio. Lo he visto mirar a las mujeres durante más de diez años. Ni una sola vez las ha mirado como te mira a ti.

—Tiene razón —interviene Anjoly.

Bajo la mirada, tocada por lo que dijo. —Él no estaría jugando a las casitas a menos que quisiera. Ese es el indicador más grande. Rechaza a otras mujeres que se han ofrecido... un hombre es así solo por una razón específica. Tú eres esa razón específica.

Yo ya estoy perdida por él y no quiero ilusionarme si luego Aang niega todo. Así que solo asiento.

Justo cuando suena un vals aparece Aang.

—Bailemos —dice sin darme opción a negarme.

Vamos hacia la pista de baile mientras suena los compases del vals.

Aang pone sus manos en mi cintura. Son grandes y firmes. De las que pueden dar fuertes abrazos o asesinar con facilidad.

Lo miro a los ojos mientras bailamos, porque no quiero tenerle miedo a mis sentimientos, porque ahora es mi desafío. Mi reto por superar.

Tiemblo y odio mi debilidad.

Su presencia me intimida tanto, me gusta cómo huele, que me recuerda al rocío de la mañana que cae sobre un bosque inexplorado a esas horas.

Nos movemos por la sala como dos bailarines expertos bailarines, como dos personas que llevan toda la vida bailando juntos. En medio de todo me roba unos cuantos besos en todas las partes que encuentra.

El resonar de mis latidos es más fuerte que la música y cuando acaba estoy aturdida.

Una vez que termina la fiesta y los invitados salen de la casa, Aang y yo nos dirigimos escaleras arriba a la cama. Son casi las tres de la mañana y me muero de sueño.

Cuando llega el momento ambos nos dividimos a nuestra respectivas habitaciones con un "buenas noches".

Tengo ganas de seguirlo, pero no lo hago. Había pasado toda esa semana metiéndose a mi cama, y si ahora no lo hace es porque quiere estar solo.

Es mejor no sofocarlo.

Me cambio con un pijama de pantalón corto color azul, la blusa es de tiritos y luego meto en la cama. Una hora después mi puerta se abre sigilosamente, finjo estar dormida cuando se mete a mi cama, me abraza la cintura y deja un beso en mi cuello.

—Te quiero tanto pequeña —susurra, aferrándose a mí. —Tanto que me da miedo.

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