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xxxvi. vestigios del pasado


RUINAS,
capítulo treinta y seis: vestigios del pasado!



          MIENTRAS QUE LA MISIÓN EN PARTE HABÍA SIDO UN ÉXITO Y UN FRACASO, Irina no sabía si el nuevo plan era una buena idea. Hank Pym alguna vez trabajó para SHIELD en el pasado, junto al padre de Tony. Los tres hicieron memoria, pero Irina no iba más allá del año 95. Tony miró a un lado y luego al resto—Una vez...Tengo una idea vagamente exacta.

          —¿Qué tan vaga?—preguntaron Irina y Steve al mismo tiempo.

          —¿De qué hablan?—preguntó Scott confundido.

          Irina tocó la frente de Tony, observando una imagen mental del lugar en ese tiempo. Los años 70. Irina intentó recordar la fecha exacta en la que sus padres nacieron y supo que ellos se reclutaron en el ejército en ese tiempo. Irina miró a Tony—¿Estás seguro que quieres ir a esa fecha?

          —Parece que improvisamos—dijo Steve mirando a sus compañeros.

          Tony miró a Irina—Tus padres, ¿sabes cuándo nacieron?

          —Mi madre nació en el año 55 y mi padre en el 53—respondió la rubia—. SHIELD tenía sus archivos. Así que...ellos se reclutaron en los 70, mi madre quería ser una científica química y Hank la tomó como su alumna, mi padre era un agente que ayudó a tu padre alguna vez. Se conocieron en el 71.

          —¿De que diablos hablan?—exclamó Scott.

          Irina le quitó el cetro a Steve, entregándoselo a Scott—Tú mueves el trasero y lo llevas de vuelta al complejo. Nosotros no nos tardaremos.

          —¡Pónganse los trajes!—dijo Tony y miró su guantelete—. 0-4. 0-7. 1-9-7-0.

          Steve miró a Tony—¿Estás seguro?

          —Si hacen esto, no podrán volver—dijo Scott.

          —Gracias por darnos ánimos, don nadie—exclamó Tony.

          —¡Tony!—lo reprendió Morgan.

          El millonario miró al matrimonio Rogers—¿Confían en mí?

          —Sí—respondieron los dos al mismo tiempo.

          —Aquí vamos.

          Los tres tocaron sus guanteletes y sus trajes blancos se extrajeron, cubriendo sus cuerpos y se encogieron delante de Scott. Sin dejar rastro alguno.




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Campamento Leigh, Nueva Jersey, año 1970.

          Irina Morgan-Rogers no creía el simple hecho de viajar aún más al pasado. Sin embargo, sus ojos andaban bien y por fortuna no vomitó una segunda vez por el camino. Los tres aterrizaron en un lugar que estaba un poco alejado, pero la presencia militar estaba allí. Irina se quitó el traje blanco con el guantelete y se sintió feliz por no sentirse mareada esta segunda vez. Tony estiró sus brazos y miró a la castaña—¿No has vomitado? Qué desgracia.

          Irina le enseñó el dedo medio—Gracias por preocuparte, imbécil.

          Steve retrajo su traje blanco, dejando su uniforme del Capitán América. Los tres se escondieron cuando vieron pasar a un par de soldados. Irina miró por uno de los costados, descartando la posibilidad de que otro dúo de soldados pasase pronto, pero nadie lo hizo así que eso era una luz verde para buscar otro refugio y crear un plan. Los tres se movieron silenciosamente hasta llegar a un almacén con uniformes, donde Irina rebuscó para lanzarle un uniforme de soldado a Steve, a Tony uno de agente con rango de SHIELD y Morgan un atuendo militar de mujer – la falda realmente le molestaba, pero si quería estar a tono con el resto...debía hacerlo. Mientras los hombres se cambiaban ella terminaba de colocarse su falda, metiendo la camisa dentro. Terminó por colocarse su chaqueta y tomó la gorra entre sus manos.

          Al girarse, se encontró con Steve mirándola de reojo y la muchacha rodó los ojos. Tony sofocó una carcajada—¿Te quitarás el cabello castaño?

          —Oh, gracias—declaró ella quitándose la corona diminuta, la cual se contrajo, dejando ver el cabello rubio corto—. Me va mejor como rubia, no castaña.

          —No esperaba decir esto, pero ver a mi esposa con un traje militar—dijo Steve esbozando una sonrisa de suficiencia—. Es bastante ardiente.

          —Cap, son las doce del mediodía—añadió Tony haciendo una mueca—. Horario de protección a menores.

          Irina soltó una carcajada, acercándose a su esposo, rodeando su cuello con sus brazos para atraerlo y besar sus labios suavemente—Siempre tan romántico, capitán idiota.

          Los tres salieron a la intemperie, actuando de forma natural entre los soldados y agentes del campamento. Irina recordaba este campamento como algo desolado, teniendo en cuenta que lo visitaron con Natasha cuando HYDRA había atentado contra el orden que SHIELD había impuesto. Caminaron por un pasillo descubierto mientras soldados vestido de la misma forma cargaban cajas, armamento y otras cosas. Tony miraba con completa curiosidad todo lo que estaba a su alrededor.

          —Obviamente no naciste aquí en realidad, ¿no?—preguntó el millonario.

          —La idea sobre mi sí—respondió el rubio ajustando sus lentes de sol—. Pero biológicamente, no nací aquí sino en Brooklyn.

          —Bien—añadió Stark mirando las oficinas de SHIELD por una ventana—. Supón que eres de SHIELD, dirigiendo una organización de inteligencia casi fascista...

          —Tony, sé más respetuoso—acotó Morgan golpeando las costillas de su amigo con su codo—. SHIELD siempre buscó el balance en el mundo, nunca supieron que HYDRA se convertiría en un troyano.

          —¿Un qué?—preguntó Steve mirando a su esposa.

          —Un troyano, un virus de computadora—respondió Irina mirando el entorno—. Hace alusión al caballo que entró a Troya y mató a todos, solo aplicado a términos más modernos.

          —De acuerdo—dijo Tony mirando hacia atrás—. ¿Dónde lo esconderías?

          Steve se detuvo y miró hacia el frente—A la vista de todo.

          Irina sonrió al ver que se trataba del propio bunker subterráneo que ellos atracaron cuando buscaban respuestas con el dispositivo USB que Natasha sacó cuando fueron a la misión en el Lemurian Star. Tony registró el deposito y vio que un ascensor bajaba con dos personas así que el trío no perdió el tiempo en ir y entrar en ese lugar para buscar el Teseracto – además de las partículas Pym y volver a casa a salvo.

          Al detenerse frente al ascensor, Irina abrió una conversación telepática entre los tres, ya que había una mujer junto a ellos en el ascensor.

          —De acuerdo, ¿cuál es el maldito plan?—preguntó Irina a los dos.

          —¿Acaso podemos hablar mediante telepatía?—declaró Tony asintiendo—. Vaya, podría ayudarnos muchísimo en las misiones.

          —Tony, concéntrate—bramó Steve mirando al millonario de reojo—. Yo iré a buscar las partículas Pym y ustedes buscarán el Teseracto.

          —¿Estás seguro, cielo?—preguntó Irina mirando a Steve.

          —Sí, la prioridad es encontrar el Teseracto y extraerlo sin ser notados—respondió el rubio antes de darle un apretón de su mano.

          El ascensor emitió un pequeño pitido y las puertas se abrieron en el piso indicado, Tony se hizo a un lado e invitó a Morgan a salir primero mientras era seguido. Ella miró por última vez a su esposo—Buena suerte con tu misión, Capitán.

          —Buena suerte en su proyecto, señorita.

          Las puertas se cerraron frente a ellos y Morgan soltó un suspiro tembloroso, el millonario posó una mano contra su hombro a modo de reconforte y los dos héroes comenzaron a caminar en dirección a un pabellón. Tony activó sus anteojos y empezó a buscar una presencia gamma positiva, al entrar entre los pequeños depósitos. Buscaron por varios pasillos y Morgan chocó con Tony, quien estaba mirando fijamente un depósito.

          —Lo encontré—miró a Irina—. Busca un maletín.

          Mientras Irina buscaba el maletín, Tony se ocupó de abrir el pequeño depósito donde se encontraba el objetivo, abriendo el compartimiento e iluminando un poco la sala con un tenue azul. Él soltó una carcajada y suspiró—Volvemos a tener oportunidades.

          Irina encontró un maletín que tenía carpetas apiladas—Y yo tengo el maletín.

          —¿Estás ahí, Arnim?—una voz se escuchó en la entrada y los dos entraron en pánico. Tony guardó el Teseracto en su maletín y lo cerró, atrayendo la atención de dos hombres, uno vestido de traje y otro de soldado—. ¿Arnim?

          Irina no podía creerlo: Howard Stark, el padre de Tony, estaba parado a pocos metros de ellos. Ellos se hicieron los desentendidos y salieron caminando a un paso rápido, pero no sospechoso. Se detuvieron cuando Howard los llamó y los dos se giraron, mirando a los dos hombres—La puerta está por aquí, colegas.

          —¡Oh, somos realmente estúpidos!—se excusó Irina sonriendo y tomó el brazo de Tony—. Te dije que nos habíamos perdido.

          El hombre que lo acompañaba miró a la rubia, él llevaba un atuendo de soldado e Irina calculó que el muchacho tendría al menos unos 17-18 años de edad—Buscamos al doctor Zola, ¿lo vio?

          Están buscando a un traidor, pensó Irina.

          —No, no vimos a nadie—declaró Tony con completa seguridad, siguiéndole el juego a Morgan, repentinamente se chocó con una silla, acercándose a ellos—. Disculpe.

          —¿Los conozco?—preguntó Howard.

          —No, señor—respondió Tony quitándose los lentes—. Somos visitantes del MIT, ella estudia ciencias tecnológicas—ambos mostraron sus credenciales falsas.

          —El MIT—dijo Howard impresionado—. ¿Cómo se llaman?

          —Howard—añadió Tony e Irina no sabía se golpearlo o llorar por su pésima actuación, sin embargo, supo que su compañero realmente lo intentaba. Solamente que no era suficiente—. Potts. Ella es mi hermana Irina Potts, mi hermanita querida.

          —Será fácil de recordar—declaró el hombre y extendió su mano—. Yo soy Howard Stark y este de aquí es William Dean Morgan.

          Irina se tensó al lado de Tony, mientras que el propio Tony también se vio paralizado. La rubia miró al muchacho que estaba a su lado y le extendió una mano.

          William Dean Morgan.

          Ese muchacho era el padre de Irina.

          —Hola—respondió ella forzosamente, apretando con fuerza la mano—. Un gusto conocerlos a ambos.

          —Vaya, tiene buen agarre—declaró William e Irina no podía sentirse tan feliz de ver a su padre—. Si no fueses estudiante del MIT, serías buena en combate.

          —Eso dicen todos—rio Tony intentando de actuar natural.

          —Luce un poco enfermo, Potts—dijo Howard mirando al millonario.

          —Estoy bien. Trabajamos muchas horas y estamos agobiados.

          William miró a los hermanos Potts—¿Quieren tomar aire?

          Tony no dijo nada, ya que se veía bastante conmocionado con el simple hecho de ver a su padre una vez más. Irina asintió por él y los cuatro se dirigieron a los pasillos. Irina no dejaba de mirar a William, quien hablaba con Howard animadamente – se veía que eran grandes amigos, considerando la edad que tenían en diferencia. Tony intentaba mantenerse firme, ya que casi se olvida el maletín en la bodega y Morgan casi le saca los dientes por ello. El padre de Tony llevaba un ramo de flores en una mano e Irina se preguntó si eso se lo daría a María Stark.

          El pequeño grupo entró al elevador y las puertas se cerraron detrás de ellos. Tony decidió entablar conversación con su padre—Flores y chucrut. ¿Tiene una cita importante esta noche?

          —No, mi esposa está embarazada—respondió el aludido mirando el ramo—. Y trabajo mucho tiempo en la oficina.

          Tony se dio cuenta de que él estaba dentro del útero de su madre en aquel momento y asintió—Felicitaciones.

          —Gracias—respondió Howard y le tendió las flores a Irina—. Sostenga esto, ¿quiere?

          —Por supuesto—respondió Irina.

          Howard y William miraron a la rubia detenidamente por unos segundos, el soldado vio una persona tan similar antes que no pudo contenerse en preguntar—Lo siento, pero te pareces a una mujer muy hermosa que trabaja con Hank Pym—miró a Howard—. ¿No le resulta parecida?

          —A decir verdad, se parece mucho.

          —No logro entender—respondió Irina con completa inocencia—. ¿De quién hablan?

          —Hay una chica que es practicante de Hank Pym—dijo William sonriendo—. Su nombre es Elizabeth.

          —Elizabeth Jane Andrews—corrigió Howard y miró a William—. ¿Aún no la has invitado a salir?

          Irina sintió que sus ojos picaban con lágrimas, al ver que ellos estaban hablando sobre su madre: la cual en unos años se llamaría Elizabeth Jane Morgan. Ella parpadeó para luego bostezar y refregar sus ojos—Oh, deberías salir con ella, entonces.

          William Morgan asintió—Sí, creo que haré eso.

          Irina miró a Howard, quien se acomodaba la corbata—¿De cuantos meses está?

          —Huh, no lo sé—respondió él e hizo una mímica de cómo sería el tamaño de su panza—. Está en la época en la que no soporta escucharme masticar. Supongo que cenaré otra vez en la antecocina.

          —Oh, yo tengo una niña pequeña—replicó Tony e Irina sonrió al ver que él le encantaba hablar de su pequeña Morgan—. Ella tiene dos, una niña y un niño.

          —Sería bueno tener una niña—añadió Howard a Tony—. Habría menos posibilidad de que saliera como yo.

          —¿Eso sería tan terrible?—preguntó Irina.

          —Digamos que el bien de la mayoría rara vez superó mis propios intereses—volvió a decir Howard y miró a su compañero—. ¿Y tú, Morgan?¿Niño o niña?

          —Me encantaría tener una niña.

          Las puertas del ascensor se abrieron y el pequeño grupo salió al exterior. Los héroes acompañaron a los dos hombres por los caminos del campamento y Tony se adelantó un poco—¿Ya decidieron el nombre?

          —Si es varón—declaró Howard—. A mi esposa le gusta Elmonzo.

          Ese nombre es horrible, pensó Irina.

          —¡Ja!—exclamó Tony con diversión—. Quizá quieran pensarlo mejor. Tienen tiempo.

          —Déjenme preguntarles algo—Howard los detuvo—. ¿Estuvieron nerviosos cuando sus hijos nacieron?

          —Como loco—declaró Tony.

          Irina permaneció mirando al suelo y recordó aquellas dos únicas veces que entró en trabajo de parto. Steve estuvo muy nervioso en ambas oportunidades, además de que su esposa estaba sintiendo el peor dolor del mundo. Fue algo inesperado, pero lindo – la adrenalina y la incertidumbre de traer un nuevo sujeto al mundo. El miedo también era un factor que más se sumaba a la ecuación y ella era tan inexperta como Steve cuando Roman llegó al mundo de los vivientes.

          La rubia miró a Howard—El miedo empieza primero, Howard. Luego la confusión y la inseguridad, pero eso es el comienzo de algo fenomenal, ¿sabes? Es una experiencia nueva, que enseña muchísimas cosas y no todos están preparados. Vas descubriendo cosas nuevas a medida que los niños crecen y vas a ver que tu amor, a pesar de que algunos hombres no lo demuestran, crece con cada paso que dan los niños en su vida—ella miró a un lado y se encontró con Steve levantando su pulgar, indicando que tenía las partículas—. Lo hará muy bien, señor.

          —Como decía mi padre—recalcó Tony y aquello pareció una ironía para Irina—. "Ninguna suma de dinero te compra un segundo de tiempo".

          —Era un tipo listo—declaró William.

          —Hizo todo lo que pudo—añadió el millonario con tristeza.

          —Ese chico aún no nació, y no hay nada que no haría por él—respondió Howard tomando el ramo—. Gracias por su consejo, señorita Potts.

          —Fue un gusto conocerlos—dijo Irina tendiéndoles la mano a ambos y ella miró a William—. No seas tímido e invítala a salir.

          —Lo haré—respondió el muchacho mientras asentía.

          Tony estrechó la mano de su padre y lo miró fijamente—Howard, todo va a salir bien.

          Y lo que Irina menos se esperó era ver a Tony darle un último abrazo a su padre. Ella sonrió con calidez ante la acción. Irina comprendió que Tony nunca tuvo una buena relación con su padre antes, pero sabía que muy dentro de su corazón – Tony Stark amaba a su padre, como él amaba a su hijo. Ella sonrió a William Dean Morgan, mirando su figura por última vez. Se despidieron una vez más y se alejaron encontrándose con Steve en el escondite. Irina se inclinó hacia adelante, respirando hondo, mientras que Tony y Steve hablaban entre ellos.

          Irina había conocido a su padre, al hombre que ayudaría a darle vida en unos años. La muchacha soltó una carcajada, la cual se convirtió en un sollozo – cayendo en la cuenta de que aquella sería la última vez que vería a sus padres con vida. Steve miró a su esposa, recordando a la practicante que encontró en el laboratorio de Pym, una muchacha muy parecida a su esposa: Elizabeth Jane Andrews. Definitivamente, a pesar de las circunstancias, Steve encontró a su suegra como una persona muy divertida.

          —Irina...—murmuró Steve acercándose a ella—. Sé que ellos no te dieron la vida que querías, pero gracias a ellos estás aquí—Irina se irguió, sus ojos llenos de lágrimas—. Gracias a ellos tienes la familia que quisiste.

          —Quisiera que ellos conociesen la familia que construí—sollozó ella antes de sobarse la nariz—. Quisiera que Howard conociese la familia que Tony formó.

          Tony se acercó, tomando la mano de Irina—Yo también quisiera que eso ocurriese. Pero no podemos hacerlo. Tenemos una misión pendiente.

          Irina asintió y los tres se separaron, cada uno tomando una partícula Pym, colocándola en sus compartimentos. Ajustaron la configuración de sus guanteletes y miraron el campamento Leigh una vez más. Irina sonrió antes de exponer su traje blanco sobre su uniforme falso – los tres tocaron sus puños al mismo tiempo, colocando sus cascos y despareciendo en cuestión de segundos.




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