xxvi. el tiempo avanza
RUINAS,
capítulo veintiséis: el tiempo avanza!
5 años después.
EL TIEMPO CAMBIA A LAS PERSONAS, esa fue una lección que Alyna Krostov le enseñó a Irina Morgan cuando aún respiraba. Irina recordaba la rutina de sus consultas: levantarse temprano por la mañana, desayunar, ir a las pruebas físicas, entrenar, ir a las clases de Ballet y, después de aquella tortura interminable, buscar la oficina de la doctora Krostov. La muchacha de cabellos rubios aún sentía aquel espacio familiar alrededor de ella, luego de tantos años, pero aún veía a Alyna como su madre – a pesar de que ella quería a sus padres biológicos. El tiempo realmente la había cambiado: de ser una niña a ser una soldado, de ser una soldado a ser una asesina, de ser una asesina a ser una heroína y de ser una heroína a ser una madre – o, como decía Roman: madreoina. Ser madre le hizo aprender muchas cosas a la rubia, no solo el tener más cuidado en las misiones, si no el ser más práctica con cosas desafiantes de la cotidianidad.
Luego de la misión fallida en el planeta donde Thanos se encontraba de retiro, el grupo se dividió – pero aún seguía en contacto. Okoye sería uno de los pilares y la nueva líder de Wakanda en la ausencia de su rey, Rocket y Nébula serían los vigilantes del espacio junto a Carol Danvers, James Rhodes seguiría operaciones más gubernamentales y Natasha Romanoff sería el epicentro de todo. Thor decidió retirarse y crear un nuevo pueblo en Noruega, Banner decidió retirarse también, Tony se hizo a un lado para vivir con Pepper Potts, nunca se supo nada de Clint Barton y eso dejó solos al matrimonio Rogers.
Steve decidió hacer lo que él dijo años atrás, cuando Tony construyó la sede de los Vengadores luego de los eventos de Sokovia: una vida más simple. Así que, a las afueras de Nueva York, los dos encontraron una casa – un poco grande, pero con suficiente espacio para todos. Estaba rodeado por un bosque y una pequeña laguna a un costado, un lugar perfecto para criar a Roman y, en cuanto la compraron, para un nuevo integrante de la familia: James Rogers. Fue algo sorprendente, además de alocado y completamente impredecible – sin dejar a lado completamente desastroso y sexy (según la mente de Irina), pero fue algo muy bueno.
James llegó una noche de marzo, doce meses después de la misión fallida con las gemas. Luego de lágrimas y sudor, además de la gran energía de Roman por tener a su hermanito, el bebé nació de forma muy sana y aquello consagró a la familia Rogers. Luego de eso, Irina Morgan decidió que ya no quería tener más niños y su esposo estuvo de acuerdo – ya que él había conseguido lo que realmente quería: una familia. El pequeño James tenía el cabello de color castaño claro y unos hermosos orbes azules idénticos a los de su padre, sus mejillas y su sonrisa – era una copia exacta de Steve. James y Roman, a pesar de llevarse casi cuatro años de edad, se los consideró completamente inseparables – la mayor siempre fue protectora con su hermano pequeño y eso no quitaba que se pelearan entre ellos.
El tiempo cambia a las personas.
Y realmente lo hizo.
Cinco años pasaron desde que los Vengadores estuvieron juntos por última vez, Steve y Tony no volvieron a hablarse desde ese entonces – pero Irina sí. Roman, James y Morgan, la hija que tuvieron Tony y Potts después del chasquido, se habían vuelto amigos – creando una amistad única.
Siempre se alegraban de ir a visitar a su padrino Tony.
(Tony reclamó su posición como padrino en los dos hijos de Irina, a pesar de las protestas de la rubia.)
En cuanto Steve e Irina, ambos vivían en un matrimonio normal – peleas de por medio, momentos felices por otro, siempre llegando a un punto que los beneficiaría a ambos. Después de todo, ellos eran felices y más con la familia que tenían. Eso los hizo más poderosos además de endurecerlos un poco más y criar bien a sus hijos – ahora Roman ya tenía 8 años y James tenía 5 recién cumplidos. Irina Morgan aún recordaba la frase que Natasha Romanoff les dijo antes de ir a buscar las gemas: "Criar a una niña no es tan fácil como crees. Erika fue un desafío de paciencia y perseverancia, además de algo problemático". Irina sonrió ante aquello y sintió tristeza al mismo tiempo.
Hace 5 años que Natasha Romanoff perdió a su hija adoptiva, por segunda vez.
Nunca la vio tan destrozada emocionalmente con eso, ya que, después de todo, Erika Barton la había elegido a ella como su madre. Natasha crió a la niña junto con Clint y perder a esa pequeña persona que viste crecer durante años fue lo más duro para Natasha. Irina nunca sabría el sentimiento de perder a un hijo, ya que ella estaba dispuesta a dar su vida por ellos. Si ella buscaba estar a solas con Steve, siempre contaba con la ayuda de Romanoff, por que ella realmente quería a Roman y, al igual que a Tony, a su ahijado James. Así que había fines de semana donde sus hijos iban a visitar a su tía Natasha – quien algunas veces los llevaba de campamento o armaba grandes fuertes de almohadas con ellos en la base.
También ayudaba a Irina a mantener sus poderes en control, por que ambos niños heredaron las habilidades de los dos Vengadores.
Roman empezó a manifestarlos de forma más constante a los cinco años, al fin siendo consciente de su existencia, así que Irina intentó enseñarle ejercicios básicos de control. James a veces tenía pequeños brotes, pero la rubia sabía que pronto comenzarían a manifestarse. Así que Steve, Morgan y Natasha se encargaron de crear un entrenamiento para ellos cuando llegase el momento de aprender a como controlarlos y defenderse con ellos cuando sus padres ya no estén. En San Francisco se creó un espacio dedicado a todos los caídos en el chasquido, cada nombre fue impregnado en diferentes placas de mármol, recordando a todas las almas que desaparecieron cuando Thanos llegó a la tierra.
Steve estuvo atendiendo un grupo de ayuda con personas durante mucho tiempo, escuchando a diferentes personas y eso realmente le ayudaba. Irina se sentía muy orgullosa de él. Entre esos años, Irina decidió seguir perfeccionando su poder practicando las artes místicas y visitaba el santuario con los niños de vez en cuando, siendo recibida por Wong – quien, luego de varios meses, Irina se enteró que era otro sobreviviente al chasquido. En aquellas visitas, Irina les contó sobre su mejor amiga Tatiana y por un momento, solo por un momento, ella se largó a llorar, por que ellos querían conocerla.
—A Tatiana también le hubiese gustado conocerlos—murmuró ella abrazándolos.
—Ella nos cuida, ¿verdad?—preguntó Roman.
Irina asintió y señaló al cielo, James saltó—¿Ella está en las estrellas?
—Si, cielo, ella vive en las estrellas.
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Base de los Vengadores, Nueva York.
La tarde había caído e Irina secó un tazón blanco para guardarlo en una repisa, mientras que Natasha, con sus raíces pelirrojas ya demasiado crecidas, se escabullía detrás de ella para sacar un plato, pan y mantequilla. Morgan hizo un movimiento rápido de manos y con su fulgor azul envió un cuchillo en dirección a la pelirroja muy cerca de su rostro y ella miró a la rubia con desconcierto.
—¿Acaso quieres matarme?
—Ya es la tercera vez en la semana que te veo comer eso, Romanoff—incriminó Irina dándose la vuelta.
—Estoy bien—añadió ella y miró hacia la oficina—. Además, no podemos perder tiempo, los demás ya están en línea.
Irina rodó los ojos y dejó que la ex-espía agarrase el cuchillo para llevárselo con ella, la rubia volvió a secar otro tazón antes de seguirla a la misma reunión rutinaria que siempre hacía. La joven vio que la vengadora cortaba su sándwich en dos y se sentaba mientras que la voz de Rocket resonaba en la habitación mediante el holograma—Sí. Abordamos esa nave de guerra sospechosa que rastreó Danvers—vieron a Irina entrar y Nébula la saludó con la mano, Rocket simplemente la miró—. ¿Qué hay, Irina?
—Hola, chicos—saludó ella antes de sentarse junto a Natasha—. No me dejas espacio, Romanoff.
—Llegué primero.
—¿Qué ocurrió con la nave de guerra?—preguntó la rubia mirando a los integrantes de holograma.
—Era un basurero con desechos infecciosos—dijo Nébula mirando con molestia a Carol—. Gracias por la información.
Ella negó con ironía—Estaban más cerca.
—Sí y olemos a basura—se quejó el mapache.
—¿Tienes una lectura de esos temblores?—inquirió Natasha.
—Fue una subducción moderada bajo la placa africana—declaró Okoye, quien asintió al ver a Irina y la rubia esbozó una sonrisa. Natasha preguntó si podían manejarlo y la mujer negra miró seriamente a la rubia—. Nat. Es un terremoto bajo el océano. Lo manejamos absteniéndonos de hacerlo.
Irina apretó los labios y miró a Carol, a quien no vio durante cinco meses, luciendo un traje completamente mejorado y su cabello rubio estaba corto—¿Te veremos el mes que viene?
—Es poco probable.
—¿Qué?¿Te harás otro corte?—preguntó Rocket.
—Escucha, cara peluda—respondió la capitana ya fastidiada—. Estoy cubriendo mucho territorio. En todos lados pasa lo mismo que en la Tierra. En miles de planetas—miró a la rubia—. Quizá no me vean por mucho tiempo.
—Oh, bueno, es una lástima—replicó Irina sonriendo de lado—. Roman quería verte, extraña sus clases de historia intergaláctica.
Carol suspiró antes de mirarla fijamente—Sabes que puedes venir conmigo para ayudar, ¿verdad?
—Lo sé, pero tengo deberes más importantes aquí.
—Está bien—declaró Natasha carraspeando—. Este canal siempre está activo. Así que si algo anda mal...si alguien causa problemas donde no debería...díganmelo a mi.
Uno a uno se fueron desconectando, hasta que Carol y Rhodes quedaron, ella miró por ultima vez a Irina y se relamió los labios antes de desearles suerte – desconectándose y dejando a los tres solos en la sala. Rhodes miró a la rubia—Ella no se esfuerza en ocultarlo.
—¿En ocultar qué?
—El maldito crush que tiene por ti, Irina—recalcó la pelirroja llevándose el sándwich a la boca—. Es demasiado evidente que le gustas.
Irina señaló a ambos vengadores—Huh...les recuerdo que soy una mujer casada y, a pesar de haber congeniado con mujeres antes de conocer a Steve, siempre tuve más inclinación hacia los hombres que a las mujeres.
—Entonces, no te gusta Carol—anunció Rhodes cruzándose de brazos.
—A pesar de que es una mujer hermosa y fuerte—declaró la rubia mirándolos a ambos—. No, no me gusta. Steve fue la única persona que llegó a atraerme de esa forma. Y eso que Rumlow lo intentó...
Natasha se atragantó con su sándwich y empezó a toser con fuerza mientras que Rhodes intentaba aguantarse una gran carcajada. Irina fue en busca de un vaso de agua y se lo tendió a la pelirroja, quien tomó hasta el fondo y se giró hacia la rubia—¿De verdad?¿Rumlow?
—No discutiré eso ahora—advirtió Morgan antes de mirar a Rhodes—. ¿Cómo has estado?¿Dónde te encuentras?
—Estoy bien, bastante bien—respondió él esbozando una media sonrisa—. En México. Los federales hallaron un cuarto lleno de cadáveres. Parecen muchos tipos de un cartel...ni siquiera pudieron disparar sus armas.
—Probablemente sea una banda rival—añadió Natasha.
—Salvo que no es así, Nat. Es Barton, chicas, no hay duda.
Clint Barton, después de estos años, aún seguía vivo. Cometiendo atroces crímenes en muchísimos lados, pero seguía vivo. Natasha nunca dejó la esperanza de encontrarlo y siempre se sentía angustiada de no dar con su paradero. Ella asintió mientras escuchaba a James Rhodes seguir—Lo que hizo aquí...lo que estuvo haciendo los últimos años...Digo, la escena que dejó...—Irina vio que los ojos de su amiga se llenaban de lágrimas—. Debo decirte que hay una parte de mi que no quiere hallarlo.
Natasha apretó su mandíbula y asintió—¿Averiguarás donde irá después?
—¿Nat?
—Por favor.
Rhodes simplemente asintió y se desconectó, dejando a las dos mujeres solas. Natasha se llevó las manos a su rostro antes de soltar un sollozo y tembló un poco. Irina pasó un brazo por sus hombros y la atrajo para abrazarla, la pelirroja se dejó abrazar y lloró un poco en el pecho de su compañera.
—Vaya...—la voz de Steve se escuchó a un lado y Morgan vio que el rubio estaba mirando a las dos mujeres—. Te ofrecería hacerte la cena pero ya te ves bastante mal—su esposa estuvo a punto de comentar algo—. Los niños están jugando con los muñecos de entrenamiento, tranquila.
—¿Viniste a lavar tu ropa?
—Y a ver a una amiga, junto con mis hijos—respondió el capitán sonriendo de lado—. Además de que me toca preparar la cena.
Irina miró a Natasha y rodó los ojos—Indudablemente tu amiga está bien.
Steve miró sus llaves—Vimos un grupo de ballenas cuando veníamos por el puente, los niños estaban maravillados.
—¿En el río Hudson?—preguntó Irina sonriendo.
—Hay menos barcos, agua más limpia.
—Si alguno de los dos está aquí para decirme que vea el lado positivo...—declaró la ex-espía y se pensó la respuesta—. Estoy a esto de tirarte un sándwich de mantequilla de maní por la cabeza—miró primero a Steve y luego a Morgan—. Y a ti te apuñalaré con el cuchillo, además de que me apropiaré de tus hijos.
—Sí, claaro.
Steve se sentó frente a las dos chicas, mirándolas y soltó un largo suspiro—Sigo diciéndoles a todos que deben seguir adelante...y crecer. Algunos lo hacen. Pero nosotros no. A pesar de tener una familia, a pesar de ser felices con lo que tenemos. Nosotros no seguimos adelante.
—Si sigo adelante, ¿Quién hará esto?—preguntó Natasha.
Irina tomó la mano de Natasha—Quizá no haga falta hacerlo.
—No tenía nada—dijo la pelirroja, después de un corto silencio—. Y luego conseguí esto. Este trabajo. Esta familia. Una hija a quien criar—apretó la mano de la rubia—. Y eso me hizo ser mejor persona—su voz tembló y dejó caer una lágrima—. Y aunque hayan muerto...aún trato de mejorar.
Una notificación holográfica apareció frente las narices de Irina y ella la apretó, lo cual desplegó una pantalla detrás de Steve, donde una voz completamente familiar para Irina se escuchó—¡Hola!¿Hay alguien en casa?—la imagen de las cámaras de la entrada mostraba a un hombre con una camioneta van—. Soy...
—¿Scott Lang?—exclamó Irina.
—¿Es un mensaje viejo?—inquirió Steve.
—Es la puerta principal—respondió Natasha completamente paralizada.
Irina fue la primera en salir corriendo hacia la entrada.
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