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xxiv. el rescate


RUINAS,
capítulo veinticuatro: el rescate!



23 días después.

          MORGAN NO SABÍA SI RENDIRSE AHORA Y MORIR EN EL ESPACIO O SEGUIR BUSCANDO ALGO QUE YA PROBABLEMENTE ESTABA MUERTO. Carol Danvers y ella estuvieron vagando por diferentes planetas, constelaciones y cuadrantes del espacio – buscando escombros, buscando vida, buscando algo que aún no encontraban. La primera parada fue en Titan, donde ambas aterrizaron en cuanto Irina recordó el lugar donde se había originado el ataque a Thanos. Todo se veía completamente destruido, los escombros de la pelea de alguna forma se mantuvieron intactos y eso desconcertó muchísimo a la rubia. Carol sobrevoló el planeta rápidamente mientras que Irina buscaba rastros de la nave o de Tony – o, incluso, de cualquier sobreviviente al chasquido – pero nadie estaba allí. La joven se sentó en el suelo lleno de polvo, sangre y tragedia, manteniendo aquella mirada perdida que Tony podría haber tenido cuando desaparecieron todos.

          ¿Y si él también se había convertido en polvo?

          Irina se abrazó las piernas y hundió su rostro en el hueco que se creó entre su cuerpo junto a sus piernas. Al apoyar la frente contra su rodilla, Irina sintió miedo, tal cual lo sentía Steve Rogers en aquel momento. Ella se negaba a creer que había llegado demasiado tarde y que Tony realmente no estaba. Carol aterrizó a su lado, quitándose el casco y mirando el entorno completamente fragmentado en escombros – destruido hasta sus cimientos – albergando algunas almas desafortunadas que murieron sin razón. Ella apretó sus labios y se giró para mirar a Irina, en cierto modo, sintió pena por la joven, no solo por el hecho de que un viejo amigo de ella estaba desaparecido, si no que Irina vio algo que ella no pudo ver antes: ella vio una masacre, y Carol no lo presenció con sus propios ojos. De algún modo, ella comprendió a Irina y su tristeza de no saber que hacer.

          Pero la esperanza era lo último que se perdía.

          Carol Danvers apoyó una mano en el hombro de Irina y ella levantó su mirada, observando una sonrisa cálida, por parte de la capitana. Ella le tendió la mano que estaba apoyada en su hombro—Esta fue la primera parada, Morgan, aún nos quedan muchas más.

          Y los días pasaron.

          Luego de buscar en escombros que se encontraban flotando en el medio del espacio o incluso en planetas cercanos a los de Titan, agotaron demasiado a ambas. Muchas veces pasaban noches en planetas desconocidos y podían defenderse muy bien, las noches estrelladas coloreaban el cielo e Irina podría decirle cada una de las constelaciones (cosa que Carol había olvidado) sin siquiera parpadear. Ambas rieron por última vez cuando la rubia de cabellos largos se equivocó con una constelación, confundiéndose de nombre. Carol se acomodó en su costado y miró a Irina, luciendo los colores de su traje – ciertamente, ella tenía gran talento con sus poderes y aún seguía aprendiendo de ellos, pero podría ser una excelente sucesora.

          —Deja de pensar eso, Danvers—acusó ella mirándola con sus ojos ahora azules—. Mi lugar no es en el espacio, si no en la tierra.

          —Olvidé que puedes leer mi mente.

          Irina sonrió—Creo que has visto todo lo que puedo hacer.

          —¿Cómo obtuviste tus poderes?—preguntó Carol acomodándose mejor para escuchar a la rubia, su mirada completamente inquisitiva.

          La muchacha de cabellos rubios se relamió los labios y enfocó sus ojos ahora verdes en las estrellas, pensando en su relato interminable para la capitana—HYDRA, una organización paralela a SHIELD, fue quien me dio estos poderes. Ellos me dijeron que mis padres me abandonaron, pero saber la verdad fue inevitable, ¿sabes?—volvió a recordar sus días en Sokovia, sus días en la base de Siberia, donde el soldado también estuvo allí—. Mis poderes vienen de la gema de la mente y del teseracto, además de otros experimentos que hicieron antes. No fui el único experimento, en realidad fueron tres experimentos: El Soldado del Invierno, el Proyecto Ultraviolent y el Proyecto Prodigy. Ultraviolent fue el nombre que me asignaban en las misiones, era el nombre que revelaban en cada noticiero del maldito mundo—recordó cada bala que utilizó para asesinar a cada persona—. Era un monstruo...hasta que decidí...decidí ponerle fin a todo eso. Luego de que Erika Barton y Natasha Romanoff me rescatasen, me uní a SHIELD y conocí a la persona con la que juré proteger y amar por el resto de la eternidad.

          —Entonces nunca estuviste sola.

          Irina negó—De eso estoy segura. En HYDRA solo tenía a Tatiana, quien se convirtió en mi hermana durante todos esos años. También tuve a Alyna Krostov, una psiquiatra que fue lo más cerca a una figura materna. Pero...un día perdí el control y la maté, a pesar de no querer hacerlo.

          —Todos cometemos errores y aprendemos de ellos.

          —Lo sé—respondió la rubia de cabellos cortos—. Cuando me uní a SHIELD y a los Vengadores, logramos rescatar a mi mejor amiga y ella también formó parte del equipo, hasta que...—Irina se detuvo en ese momento, recordando como Kaecilius era engañado con el portal creado por su amiga, pero incrustando su cuchilla invisible en la Hechicera Suprema y en la castaña.

          —No tienes que decírmelo—la interrumpió Carol—. He perdido seres queridos también.

          —Así que...esa es mi historia.

          —Procura que no termine en tragedia, Julieta.

          Aquella noche nunca había dormido tan plácidamente. El vigésimo tercer día ambas estaban navegando en el espacio y se detuvieron al ver una nave vagando en el espacio. Irina se detuvo al sentir a alguien dentro. Ella se pellizcó el hombro para saber si realmente sus poderes funcionaban bien y así era. Le pidió a Carol que se acercasen y ella obedeció, ambas acercándose a una nave que Irina reconoció al instante. Su respiración se sentía tan entrecortada y por un momento le faltaba el aliento.

          ¿Acaso estaban soñando?¿O simplemente era algo real?

          La persona que estaba allí se tapó la cara y Carol se dio cuenta de que el fulgor que emanaba realmente le estaba dejando ciego. Cuando la luz se apagó, los ojos de Tony Stark observaron a dos figuras que lo observaban: una rubia de cabellos largos y otra rubia de cabellos más cortos – su rostro estaba protegido por una máscara. Irina soltó la mano de Carol y se movió por la nave hasta buscar una escotilla y la abrió sin problemas, cerrándola e ingresando a la nave mediante la descompresión de la escotilla una vez cerrada. Tony Stark se levantó de su asiento y miró atónito a la mujer enmascarada. Irina tocó su muñeca y el casco se retrajo, mostrando su rostro.

          Tony jadeó y casi tropieza con una llave mecánica.

          Irina sonrió, sintiendo alegría y tristeza al mismo tiempo—Hola.

          El vengador tocó sus hombros, antes de abrazarla con fuerza y la rubia supo que el millonario se había echado a llorar. Así que ella le devolvió el abrazo con fuerza.

          —Estás aquí...—murmuró Tony.

          Morgan simplemente asintió.




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Base de los Vengadores, Nueva York.

          Luego de veintitrés días, Steve Rogers no dejó de buscar a Thanos. El equipo se mantuvo alerta durante todos los días que pasaron, no solo buscando novedades del Titán Loco, si no del pequeño equipo que se dirigió al espacio hace casi tres semanas: Carol Danvers e Irina Morgan. Al no tener contacto directo con ellas, Steve no podía mostrarse más que preocupado, pero su hija, Roman Rogers, pudo distraerlo un poco. El vengador estuvo a prueba durante veintitrés días no solo en aspectos cotidianos junto a su hija, si no a aspectos más psicológicos y emocionales con ella.

          En otras palabras, Roman era un desastre al igual que su padre.

          El momento que pasaron juntos fue bastante iluminador para Steve, de algún modo preparándolo para sobrepasar las diferentes estancias de la vida de su hija – quien crecería como él. Había noches en las que ambos se sentaban en el césped, fuera del ruido y fuera de las luces, admirando las estrellas y Steve se veía bastante maravillado al ver que su hija recordaba cada constelación junto con su nombre. Su alegría era inmensa, como si él nunca se hubiese ido de su vida, ella tenía tantas cosas de él – pero también Roman tenía muchísimas cosas de Irina: sus mejillas, sus ojos, como su boca se ensanchaba en una sonrisa.

          También había noches en las que Steve y Roman miraban películas animadas, esas noches eran diferentes, ya que Romanoff siempre terminaba apagando el gran televisor que tenían cuando ambos estaban dormidos en el sillón. Rogers no comprendía por qué Roman les encontraba una fascinación a los autos parlanchines con ojos en sus ventanas, pero esa era la única película que a su hija le gustaba. Las noches pasaron y pasaron, eran Steve y Roman contra el mundo – o, como diría el propio Capitán América, era él contra los pañales de su hija: ya era hora de que Roman aprendiese a utilizar el baño.

          Entonces, la noche del vigésimo tercer día cayó.

          Roman estaba en su cama, durmiendo plácidamente – así que Steve aprovechó para rasurarse la barba (su hija no paraba de tirar de aquellos pelos). En cuanto terminó, se miró al espejo y secó el rastro de espuma que aún quedaba en su rostro. Repentinamente, el pequeño espejo a su lado comenzó a temblar y él lo detuvo con su mano, pero los temblores se hicieron más fuertes. Roman entró al baño llorando y Steve no dudó en levantarla en brazos, abrazándola delicadamente.

          Vio que Natasha y Banner salieron corriendo por el pasillo así que él también decidió seguirlos. Se colocó una sudadera negra y un pequeño abrigo para evitar que su hija enferme, ambos saliendo del complejo, encontrándose con una nave gigante que se acercaba hacia ellos. Se encontraron el fulgor que emanaba de la figura de Carol Danvers e Irina aterrizó en el suelo, indicándole a su compañera que el aterrizaje de la nave perdida debía ser muy despacio.

           Morgan juntó sus manos y luego las separó, cubriendo toda la nave en fulgor celeste y siguió los movimientos cuidadosos de Carol, ambas dejando la nave a con firmeza en el suelo. Irina se acercó a la compuerta y esta se abrió, dejando ver a Tony Stark y Nébula bajando juntos. Steve fue el primero en correr hacia ellos, recibiendo a su amigo en sus brazos – Roman se quejó al verse aplastada entre dos cuerpos masculinos, pero también abrazó a su padrino Tony.

          Irina sonrió al ver que ambos realmente estaban juntos.

          Tony no se separó de Steve en ningún momento y lo abrazó con fuerza—No pude detenerlo.

          —Yo tampoco.

          —Espera—murmuró él y se separó un poco, miró a Roman, quien tocó su rostro huesudo—. Ella está bien, mi ahijada está bien—súbitamente recordó a Peter—. Perdí al chico.

          —Tony, nosotros perdimos—declaró Steve conmocionado.

          Pepper corrió hacia ellos y Steve se hizo a un lado, observando que su esposa se acercaba hacia él. Rogers no tardó ningún segundo en dar dos zancadas para atraer a Irina hacia su cuerpo, ambos abrazándose. Irina soltó un par de lágrimas y abrazó el cuerpo de Steve y el de su hija—Ya estoy aquí.

          —Mamá...—balbuceó Roman enterrando su rostro en el cuello de su madre.

          —Te extrañamos...muchísimo—dijo Steve separándose de ella antes de besarla.

          Era un alivio volver al dulce hogar.




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          A la mañana siguiente, Tony Stark se encontraba sentado en el comedor mientras que un holograma se desplegaba frente a él. Irina se encontraba junto a Steve, mientras que Roman estaba dibujando en su pequeña mesita junto a Natasha, ella observaba como la niña hacía simples rayas – intentando de comprender de qué se trataba. Rhodey, por su parte, se encontraba dando un resumen de lo ocurrido.

          —Pasaron 23 días desde que Thanos vino a la Tierra—anunció el hombre moreno y señaló una lista de los integrantes desaparecidos que aparecían en diferentes fotos.

          —Los gobiernos están destruidos—añadió Natasha y Morgan observó la foto de Kyle Belkova entre los desaparecidos—. Las partes que funcionan...tratan de hacer un censo, y parece que lo que hizo...—se detuvo al ver que la imagen de su hija adoptiva – Erika Barton – apareció frente a ella, como otra desaparecida—. Hizo exactamente lo que dijo que haría.

          Irina apretó los labios y vio que Carol soltaba una lágrima al ver la imagen de Nicholas Fury entre los desaparecidos—Thanos eliminó al 50% de todos los seres vivos. No solo aquí, si no que en otros planetas.

          —¿Dónde está ahora?¿Dónde?—preguntó el millonario.

          —No sabemos—declaró Steve, cruzado de brazos—. Abrió un portal y lo atravesó.

          Tony simplemente bufó de molestia y giró su cabeza, mirando a Thor, quien estaba sentado un poco alejado del grupo, con un claro aspecto de molestia y enojo. El millonario lo señaló—¿Qué le pasa?

          —Está enfadado—respondió Rocket, sentado a un lado de ellos—. Cree que fracasó. Que lo hizo, sin duda...pero hay mucho fracaso dando vueltas, ¿no?—un cuchillo se incrustó a pocos centímetros por encima de su cabeza, claramente siendo producto de Irina—. ¿Qué?

          —No estás ayudando, Rocket.

          —Hasta este momento creía que eras uno de los peluches de Roman—añadió Stark y Morgan rodó los ojos.

          —Quizá lo sea.

          —Buscamos a Thanos por tres semanas—dijo Steve, atrayendo la atención del millonario—. Mientras ellas estaban fuera, en el espacio exterior, buscándote. Intentamos buscarlo con escáneres del espacio profundo...y satélites, y no hallamos nada—se relamió los labios—. Tony, peleaste con él.

          —¿Quien te dijo eso?—interrumpió Stark y miró a Irina—. ¿Ella te lo dijo? No peleé con él. No, me limpió la cara con un planeta mientras que el mago de la calle Bleecker regaló la mercadería.

          —Maldita sea, Stephen—masculló Irina entre dientes.

          —¿Tú lo sabías?—replicó Tony mirando a la inhumana—. ¿Tú lo sabías y no pudiste detenerlo?

          —Si hubiese sabido, se la habría quitado—la voz de Irina se alzó por un segundo—. Oh, cierto, ¡yo estaba en la tierra cuando eso pasó!

          —Eso pasó—recalcó el millonario—. No hubo pelea, no se lo puede vencer.

          —¿Te dio alguna pista, coordenadas, algo?

          Tony simplemente mostró indiferencia, con algo de sarcasmo, como si le hubiesen contado un chiste muy malo. Él miró a Rhodey—Me lo vi venir hace unos años. Tuve una visión. No quería creerla—señaló a Irina—. Tú tuviste una visión y no le creíste. Se supone que eres una vengadora, se suponía que debías alertarnos o algo.

          —¿Estás culpándome de lo que pasó?—preguntó Irina comenzando a irritarse—. Mis visiones son cosas inciertas, hay muchísimas cosas que no se han cumplido y hay cosas que son realmente inevitables. ¿Y tú me culpas por ello?

          —Tony, Irina—bramó Natasha mirándolos a ambos, claramente a modo de advertencia.

          Steve dio un par de pasos hacia el millonario—Tony, necesito que te concentres.

          —Y yo te necesitaba. En tiempo pasado.

          La habitación se quedó en un silencio súbito, la mirada de Tony aniquilando a la de Steve. Irina apretó sus labios y miró a un lado, intentando de creer que lo siguiente no pasaría. Tony miró fijamente al capitán, una pelea y tensión que aún había dentro de ellos.

          —Eso supera lo que tú necesitas—continuó—. Es muy tarde, compañero. Disculpa—repentinamente se levantó, tirando un pequeño plato con leche y cereales, mostrándose inestable físicamente—. ¿Sabes lo que necesito? Afeitarme. Y creo que recuerdo haberles dicho...—masculló intentando de sacarse la jeringa que estaba conectada a un suero.

          —Tony, Tony...—declaró Rhodes intentando de detenerlo.

          —A vivos y muertos, que necesitábamos una armadura alrededor del mundo—continuó él ignorando a su compañero—. ¿Lo recuerdan? Afectara o no nuestras preciadas libertades. Eso es lo que necesitábamos.

          Steve miró fijamente a Stark—No funcionó, ¿no?

          —Dije que perderíamos—acotó el millonario, acercándose a Steve—. Tú dijiste: "Lo haremos juntos, también". Y adivina una cosa, Cap. Perdimos...y no estuviste ahí.

          —Tony, estas caminando por hielo muy fino—masculló Irina con la mandíbula tensa—. Detente.

          —Pero eso es lo que hacemos, ¿no?—Tony ignoró la advertencia de la rubia—. Trabajamos mejor luego del hecho. Somos los "Vengadores"—Rhodey lo detuvo en sus pasos—. Somos los "Vengadores", no los "Evitadores".

          —Está bien—murmuró James.

          —¿No?

          —Ya diste tu opinión—bramó el coronel—. Siéntate.

          —No, no, esta es mi opinión—se zafó de su agarre y señaló a Carol—. Ella es genial.

          Tony estaba de mal en peor e Irina no podía sentirse tan mal de verlo así. Stark balbuceó un par de estupideces y se dirigió hacia el capitán—. No tengo nada para ti, Cap. No tengo ni coordenadas, ni estrategias, ni pistas, ni opciones. Cero. Ninguna. Nada. Ni confianza, mentiroso—Morgan estuvo a punto de interponerse para evitar una pelea, pero Steve la detuvo con su brazo y vio como Tony se arrancaba el reactor de moléculas nano para ponérselo en su mano—. Toma esto. Tú lo encontraste, ponlo en...tú escondite.

          Eso fue todo lo que tomó para que Tony Stark se desplomase en el suelo.




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