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v. nuevos problemas


EL HIMNO DE LOS CAÍDOS,
capítulo cinco: nuevos problemas!



Manhattan, Centro de Nueva York.

          ROMAN OBSERVABA COMO UNA MARIPOSA VIAJERA SE ACERCABA HACIA ELLA. Su sonrisa se ensanchó de inmediato, como si algo brillante pasase frente a su nariz. Intentó agarrarla pero Tony sostuvo sus piernas con un fuerte agarre para evitar que la pequeña rubia no cayera al suelo, Roman frunció el ceño y volvió a moverse pero el agarre de Tony no cesaba y soltó un sonido de protesta. Tony soltó una carcajada al tener un ejemplo de curiosidad aumentada por parte de la muchacha. Esa niña se ganó el amor incondicional de su padrino con tan solo tres años de edad. Diablos, eso sí era un récord. No quería ni siquiera imaginarse lo que sería tener un hijo de su propia sangre. Roman agarró un par de mechones de su cabello y tiró de ellos, provocando que Tony soltase un chillido e intentase agarrar las pequeñas manos de la niña, quien comenzó a reírse mientras rebotaba en sus hombros.

          Irina observó a Roman reírse y eso deseó verla así todo el tiempo, por siempre, siendo siempre feliz y no tener que lidiar con ningún problema. Protegerla si era necesario, de cualquier mal o amenaza del mundo viviente. Sin embargo, Irina Morgan sabía que de alguna u otra forma debía prepararla – debía prepararla para sobrevivir y protegerse de aquellos males, también a proteger a su equipo ya que ella, junto con Peter Parker, eran los más pequeños de los Vengadores. Steve, en un primer lugar, no aceptaría a su propia hija en el equipo – ya que realmente teme verla herida, pero Morgan la entrenaría lo suficientemente bien para evitar ese tipo de catástrofe. Tony tocó las piernas de Roman y miró hacia arriba, encontrándose con sus orbes azules, quienes miraban de manera muy curiosa a Stark.

          —Si Peter te conociese ahora mismo, pequeña, te enseñaría a jugar con sus Legos de Star Wars—dijo él y Roman le miró pestañeando un poco, sin entender a qué se refería Tony. El multimillonario soltó una risotada—. Eres muy pequeña como para saber qué es eso, pero Peter te enseñaría igual.

          La vengadora de cabellos cortos sonrió mientras que Tony pasaba por debajo de un árbol y Roman intentaba agarrar una bellota que había allí. No se había percatado de que Pepper Potts le estaba hablando. Ella se giró, observando a la rubia de cabellos largos mirándola al esperar una respuesta y ella pestañeó un par de veces y sonrió con distracción—¿Qué decías, Pep? Lo siento, aquellos dos son peligrosos estando solos.

          Pepper miró a Tony, quien intentaba de poner a Roman a una altura considerable del árbol para que ella alcanzase la bellota con sus manos, y soltó una carcajada—Tienes razón, ellos dos realmente son un peligro—miró a la rubia de cabellos cortos—. Te estaba preguntando sobre Steve. No lo he visto por aquí.

          Morgan apretó los labios en una fina línea y su mirada volvió a Roman, quien era sostenida por Tony Stark. Ella veía a Steve en su hija, no había otra forma. Roman Rogers era idéntica a su padre y de alguna manera, Irina culpaba a Steve – esa pequeña sería hermosa cuando creciera. La rubia miró a Potts y juntó sus manos—Steve no vino con nosotras, Pep.

          —¿Qué?¿Qué ocurrió?

          —Steve lleva desaparecido hace un año—respondió ella llevándose sus rodillas a su pecho mientras volvía a enfocar su vista en Stark y Roman. La rubia no recibió respuesta por parte de Pepper, sin embargo, procedió—. Dejó Wakanda hace un año para seguir una serie movimientos extraños en Latinoamérica, los datos de su última ubicación fueron en Uruguay y después de eso...no volví a saber de él.

          —Sé que Steve estará bien—replicó Pepper tomando la mano de Irina—. Pero ambas sabemos que la preocupación está ante todo—prosiguió la rubia y observó que Tony llevaba una de sus armaduras escondidas dentro de su pecho—. Y también las ganas de matarlos por no decir nada.

          —¿La placa de armadura que tiene en su pecho?—preguntó la joven mientras que volteaba a mirar a Stark caminando con Roman y su bellota encima de sus hombros—. Claro que es una buena razón para matarlos. Y por sus sueños, cosa que él no te ha explicado nada.

          Ambas se levantaron para comenzar a caminar y Tony comenzó a trotar para seguirles el paso. Roman sostenía su bellota con gran habilidad y reía al ver que Tony intentaba alcanzar a las dos mujeres. Él, de alguna forma, supo que ambas rubias sabían de su pequeño secreto escondido en su pecho. Así que era momento de excusarse—¡Oigan!¡Más despacio!¡Les explicaré!

          —Sí, claro, Tony—replicó Irina intentando de hacerse la distraída—. Tus sueños son demasiado locos, Tony. Divagas demasiado.

          —Nope.

          —No entiendo—respondió Pepper con un poco de molestia—. ¿De que sueños hablas?

          —Estás soñando y en el sueño tienes que orinar—acotó él intentando de estar a la par con las dos mujeres y Morgan le miró con una ceja alzada—. Bueno. "Dios, no hay baño. ¿Qué haré? Oh, alguien mira. Me orinaré"

          —Despiertas y realmente tienes que orinar—declaró Morgan y señaló a la pequeña rubia—. Esos accidentes siguen ocurriendo con ella, por si quieres cuidarla una noche. Pero sí, todos sueñan eso.

          —Sí, es lo que trato de decir—replicó él deteniéndose frente a ellas y bajando a Roman de sus hombros, la pequeña rubia caminó hacia la pierna de su madre para abrazarla y mostrarle su premio por trepar un árbol. Tony miró a Pepper—. Hablando de eso, anoche soñé que teníamos un hijo. Fue tan real.

          Pepper se quedó perpleja por un segundo y miró a Morgan, quien asintió sin mirar a Tony, ya que él había olvidado que Morgan podía leer mentes. Pero él prosiguió sin dudarlo—Lo llamábamos como a tu tío excéntrico. ¿Cómo se llamaba?—miró a Irina y lo recordó—. ¡Oh! Morgan.

          Irina alzó una ceja—¿De verdad?¿Morgan?—preguntó ella y miró a Roman—. El tío Tony no debió haberme cuidado cuando era pequeña, pequeña pulga.

          —Y te despertaste...—murmuró Pepper intentando de comprender la situación—. Y creíste que estábamos...

          —Embarazados—terminó Tony.

          Pepper asintió—Sí.

          —¿Sí?

          —Nope.

          Tony miró a las tres rubias—Lo soñé. Fue tan real.

          Pepper suspiró y se acercó—Si querías un hijo...—le quitó la pequeña campera que llevaba en sus hombros y tocó la placa en su pecho—. No hubieras hecho eso.

          —Celebro que lo menciones, pero no es nada—declaró Tony en defensa y Morgan soltó una carcajada—. Es un alojamiento de nanopartículas.

          —Eso no te ayuda—respondieron las dos mujeres al mismo tiempo.

          —No, es desmontable.

          Pepper se acercó—No lo necesitas.

          —Lo sé, me operaron. Trato de protegernos...—añadió Stark mirando a las dos mujeres—. Y a futuros hijos, es todo. Por si hay un monstruo en el ropero. En lugar de, sabes...

          —Camisas—terminó Pepper asintiendo, de alguna manera comprendiendo a Tony completamente. Irina y Steve eran tan parecidos a la par como ellos, pero él, no estaba allí así que era demasiado abrumador no saber en qué pensaba o preguntarle qué sentía – o incluso terminar las frases del otro, cosa que Irina consideraba cursi.

          —Me conoces tan bien.

          Potts rodó los ojos—Dios.

          —Terminas todas mis frases.

          —Deberías tener camisas en tu ropero—Pepper insistió mirando a Tony de forma genuina.

          —Sí—replicó él y permaneció pensante—. No debería haber más sorpresas. Hoy iremos a cenar. Ostentaremos tu alianza—Pepper soltó una carcajada—. Y no deberíamos tener más sorpresas—observó a Irina cargando a Roman—. Tú serás la testigo, Morgan. Debería prometerlo.

          —¿De verdad?—preguntó Morgan alzando una ceja y Roman intentó subirse a sus hombros, pero la rubia bajó a la pequeña al suelo pero Tony estaba besando a su esposa en aquel momento y ella dirigió su mirada a Roman—. ¿Qué ocurre, cielo?

          Repentinamente, un portal de energía se abrió, revelando a un hombre vestido en túnica con barba y cabello corto, junto a un joven con barba a su lado. Irina no podía creer lo que sus ojos veían: Stephen Strange y Kyle Belkova estaban allí. Estos llamaron a Tony, quien los miró sorprendidos pero Irina lo estaba también.

          —Soy el Doctor Stephen Strange. Ven conmigo—dijo este.

          —¿Stephen?¿Kyle?—preguntó ella mientras sentía que su hija se escondía detrás de ella. Ver a los dos hechiceros nunca la había vuelto más feliz luego de aquellos dos años. Luego de perder conexión con Kyle, no volvió a saber de ellos dos. Los dos hechiceros miraron a la rubia y Stephen quedó paralizado, viendo a la rubia tan cambiada, como si la vieja Irina que conoció en Katmandú estuviese en sus recuerdos. Kyle Belkova sonrió y caminó para abrazar a la joven, quien lo recibió con los brazos abiertos. Roman se apartó un poco y cayó al suelo sentada.

          —Es bueno verte, Irina—murmuró Kyle y miró hacia abajo—. Y ver a...¿Irina bebé?¿Quién es ella?

          —Larga historia—declaró ella y se apartó de él, ayudando a Roman para ponerse de pie.

          —¿Los conoces?—preguntó Tony y miró a Strange—. Disculpa, ¿regalas boletos?

          —Necesitamos su ayuda. El destino del universo está en juego—respondió Strange mirando a Morgan y a Stark al mismo tiempo—. No exagero.

          —¿Y quiénes son ustedes?—añadió él.

          De aquel portal, Bruce Banner salió, enfrentando al resto—Morgan, Tony, es bueno verlos.

          Lo único que hizo fue ir hasta ellos y abrazarlos, pero Morgan sabía que algo malo estaba pasando – o que al menos...pasaría pronto.




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