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o. la gran espera


EL HIMNO DE LOS CAÍDOS,
capítulo cero: la gran espera!



          TODO ESTABA OSCURO. Ella podía sentirlo, como la oscuridad la envolvía en un sinfín de pesadillas: pasadas, presentes y futuras. Algo que su mente reiteraba una y otra y otra vez, en un universo que se multiplicaba en realidades alternativas y que nunca dejaba un punto ciego entre sus brechas. Irina Morgan podía verlo todo, podía sentir todo y, de manera muy desafortunada, podía agonizar todo de manera irrepetible. Irremediable e incluso irreparable. Dos años atrás, ella recordaba ese dolor. Dos años atrás, ella decidió dejar de sentir ese dolor.

          Dos años atrás, ella decidió marcar su propia vida y utilizarla para el bien. Sin importar qué. Ahora, ¿Por qué ella siente el peso del mundo desmoronándose sobre sus hombros?¿Porqué ella sabe que algo va a venir y destrozará todo en su camino? Eso es algo que no comprende o al menos intentará entenderlo.

          La rubia miraba fijamente a las estrellas y el holograma de Tatiana Belkova – a modo de homenaje – se alzaba frente a ella. Junto a ella se encontraba el monumento de Erika Barton, sosteniendo su arco con decisión y orgullo. Natasha le había dicho que en la base de los Vengadores en Nueva York se encontraban las mismas estatuas esculpidas en mármol. Irina sabía que una de ellas era completamente innecesaria: la de Erika. La muchacha Barton seguía con vida, en el exilio, pero con vida. Y muy probable con alguien quien la proteja, pero su conexión con ella no era tan fuerte como la que Tatiana e Irina poseían. Morgan aún lidiaba con aquel vacío que sentía al no tener a su amiga cerca, se sentía raro. Sin embargo, estaba feliz de verla entre las estrellas, descansando del peligro que hay en la tierra y protegiendo a sus amados. Ahora Irina debía proteger a dos personas: a Steve, su esposo, y a la hermosa bebé que se encontraba dentro de ella.

          Ya estaba terminando el noveno mes e Irina a veces se sentía demasiado débil como para levantarse de la cama, pero Shuri siempre insistió en levantarla y que haga cosas productivas. Irina no tenía problemas en usar sus poderes, pero la niña al parecer reprodujo su poder y por momentos se sentía débil por falta de él y en otros se sentía invencible. Su abdomen se ensanchó y estiró, alojando al bebé dentro durante 9 meses. Eso forjó una gran conexión con Irina. Ella podía sentir al bebé y el bebé a ella. Para Steve fue algo dificultoso pero con cada patada que el bebé daba, él era feliz. Rogers pasó cada día con ella, algunas veces volvía de misiones y se encontraba a Irina dormida en el pie de la cama – él siempre se encargaba de cargarla en la cama.

          Irina observó como un quinjet entraba en la órbita de Wakanda y ella supo que se trataba de su esposo volviendo de una misión. Morgan deseaba volver a hacer misiones, pero al estar gestando un bebé: Steve Rogers y T'Challa Udaku se negaron de manera rotunda. No solo lo hicieron para protegerla, si no para el bien del bebé y algo que realmente le molestaba a Steve (y que a Irina no le sorprendía) era que Irina era demasiado obstinada e imprudente con ciertas acciones. Morgan lo admitía, esas dos palabras no eran una gran virtud pero a veces funcionaban – otras veces no. Así que la respuesta final fue un "No".

          Irina miró a los dos—¿De verdad?¿No podré ir a misiones durante nueve meses?

          —No es lo recomendable estando en tu estado, Irina—explicó T'Challa alzando las manos levemente—. Debemos hacerte muchos controles médicos a ti y al bebé, ambos deben estar sanos.

          —Dijiste "no es lo recomendable"—señaló Morgan esbozando una sonrisa de lado—. Así que puedo hacerlo.

          —Irina, esto no está sujeto a discusión—replicó Steve mirándola seriamente mientras se cruzaba de brazos—. Es momento de que te retires del campo de batalla.

          —Sobre mi cadáver, Rogers—replicó ella.

          Sin embargo, Steve fue muy serio en lo que dijo, Irina no tuvo acceso a sacar algún quinjet de Wakanda para transportarse a otro lado. Su salida se encontraba bloqueada hasta que ella se encuentre en mejores condiciones (en otras palabras, hasta que el bebé nazca) y eso, de alguna forma la desconectó con el mundo. No habló con Kyle Belkova durante esos nueve meses, ni siquiera con Erika Barton. Ella no sabía que estaba sucediendo en el mundo, sin embargo, al ver las noticias, ella seguía estando en las listas de los más buscados y por momentos se sentía segura. Las consecuencias de la Guerra Civil había creado un efecto en cadena: el escape del equipo de Steve en la prisión de máxima seguridad y el exilio de Natasha Romanoff. Ya nada era como antes.

          La rubia de cabellos cortos se levantó y se dirigió al hangar, donde se encontraría con su marido y al caminar entre los pasillos sintió un fuerte dolor en su cabeza. Cerró los ojos, pero al abrirlos se encontró en otro lugar. Se encontraba frente a alguien, alguien grande y cargaba otro cuerpo. El cuerpo de un dios nórdico. Thor.

          —¡Thor!—exclamó ella caminando hacia él.

          —Sé lo que es perder. Sentirse tan desesperado que aún teniendo razón...—habló Thanos, imponiendo su voz sobre la figura de Irina, arrastrando el cuerpo débil de Thor—. Igual fracasas. Es aterrador, Irina. Hace que te tiemblen las piernas. Pero te pregunto. ¿Para qué?

          Irina comenzó a retroceder, mientras cubría su abdomen para evitar que el titán loco lastime a su bebé.

          —Aunque le temas y escapes de él, el destino llega de todas formas—continuó Thanos mirando fijamente a Irina—. Solamente que nadie lo sabe. Tú no lo sabes.

          Irina cerró los ojos y volvió a abrirlos, encontrándose en los pasillos del castillo. Su nariz sangraba y se encontraba desorientada. La joven caminó lentamente hacia el hangar y se encontró con Steve, ella se limpió la sangre antes de entrar y sonrió al ver a su esposo. Ella lo saludó con la mano y Steve se acercó para envolverla en sus brazos. Steve dejó crecer su cabello un poco y su barba estaba comenzando a salir, de todas formas parecía atractivo (nunca lo había dejado de ser).

          —Te extrañé—murmuró Steve contra su cabello corto.

          —Yo también—replicó Irina sonriendo.

          Al separarse, Steve miró a Irina con ternura pero luego su cara cambió a estar preocupada—¿Estás bien, Irina?

          —¿Qué?—preguntó Irina sonriendo—. Estoy bien...

          Sin embargo, el pequeño bulto dentro de su útero decía todo lo contrario. Irina sintió un sabor metálico en su boca y una fuerte contracción. Steve la sostuvo al ver que ella se desmoronaba. Irina soltó un grito de dolor mientras sentía que un poco de líquido amniótico caía al suelo. Morgan se aferró a Steve mientras soltaba un par de lágrimas. La pareja no podía creer lo que estaba sucediendo: el bebé iba a nacer. Wanda Maximoff y Natasha se acercaron rápidamente hacia ellos. Sam las siguió después.

          —¿Qué sucede?—preguntó Natasha.

          —El bebé—murmuró Wanda y miró a Steve—. Debemos llevarla con Shuri.

          Irina soltó otro grito de dolor—¡EL PARTO DEBÍA SER EN DOS SEMANAS!

          Steve sonrió de lado—Pues lo tendrás hoy.

          Steve y Sam cargaron a Irina con cuidado mientras que Wanda y Natasha liberaban el paso. Corrieron rápidamente hacia el laboratorio de Shuri para ponerla en una de las mesas holográficas. T'Challa y su hermana fueron los últimos en entrar al laboratorio, el cual se cerró con un grito de dolor por parte de Irina.




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