Se mantuvo en silencio mientras que ella desahogaba todas sus penas en su hombro. Intentando mantener la cordura, llevó una de sus manos libres y le regaló leves palmadas, simulando un interés inexistente de calmarla.

Mientras tanto ella, poco a poco iba sintiéndose más liberada. Hacía bastante tiempo que no recibía un abrazo y además, aquella persona que se lo había dado, era el chico del cual ella estaba enamorada. Cuando por fin sus lágrimas parecieron acabar, se separó de sus brazos con la intención de no abusar de la “bondad” del bicolor. Cuando lo hizo, se topó con el inexpresivo rostro del joven.

—Gracias Todoroki... —murmuró con la voz algo bronca y temblorosa— por ti me siento mejor.

—No es nada —le respondió en un tono frío pero suave—. Siempre y cuando necesites algo, no dudes en decírmelo.

La joven no pudo cubrir sus mejillas las que sin su permiso, comenzaron a ponerse rosadas por aquellas inesperadas palabras.

Mientras tanto él, solo se limitó a observarla, cada una de sus reacciones y lo fácil que era cambiar el estado de animo, lo cual, le parecía gracioso.

Con cuidado fue dirigiendo su mano hasta la mejilla de la contraria y con cuidado comenzó a acariciarla, queriendo buscar algo más. Así fue, cuando el corazón de la menor comenzó a acelerarse de sobremanera ante su confusión y las acciones del chico.

La mente de la joven era un total caos, no sabía ni que pensar. O más bien, sí. Pero tenía miedo de que no fuera así, ya que tenía la esperanza de que tal vez quisiera besarla al notar como la distancia entre ambos se iba acortando. Cerró sus ojos esperando a aquel contacto entre sus labios.

—No lo vuelvas a hacer.

Abrió sus ojos de golpe, para así verlo. Pero en ese mismo instante no lo podía creer.

¿Ese es Todoroki?

—¿A qué te refieres? —preguntó confundida.

—No te vuelvas a acercar a otros chicos... —soltó frívolo— a ninguno que no sea yo.

Apretó levemente las sabanas de la camilla en la que estaba sentada y al notar como el ambiente iba cambiando, tragó seco. Los ojos del bicolor ahora eran distintos, o más bien, se podían apreciar mejor. Puesto que aquel oscurecimiento de su rostro, dejaba ver aquella luz de sus ojos.

Pareciera como si algo estuviera atrapado en ellos, que intentaba salir y saciarse con desesperación. Que con solo quedarte mirándolos era suficiente para que él pudiera saberlo todo de ti, tus miedos, inseguridades. Por un momento, pudo verlo y un sentimiento extraño comenzó a surgir de sus adentros.

No quería admitirlo, no quería aceptarlo.

Todoroki no era una mala persona.

—¿D-De qué hablas Todoroki? —soltó con risas nerviosas intentando cambiar aquel ambiente.

Por un momento, pareció darse cuenta. Pues aquella luz intensa de sus ojos había desaparecido. Dejando nuevamente al chico quien parecía carecer de emociones.

Negó levemente con su cabeza y desvío su mirar escondiendo su rostro con el flequillo de su cabello.

—No, nada —respondió levantándose de la cama—. Creo que me iré a descansar, deberías hacer lo mismo.

—Sí... Cuando me den el permiso iré a mi cuarto.

Él ya no dijo nada y solo siguió caminando hasta salir de la habitación.

Ya nadie se encontraba en los pasillos. Solo se oían los ecos de sus pisadas a medida que avanzaba a paso lento.

Nuevamente aquellas imágenes mentales volvieron a aparecer. Pero esta vez, no sentía miedo, puesto que una ligera sonrisa adornaba su rostro a la par que cantaba una canción de cuna que él muy bien conocía.

Ya no tenía por que tener miedo, ahora, la tenía a ella y eso le bastaba.

—Ya no estoy solo, mamá.

Sé que es corto, pero algo es algo(?

Si no muero, seguiré actualizando otros capítulos.

Chequen la nueva portada, ahr.

¡Hasta la próxima!