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Capítulo 31

Tiró cada una de las cuchillas que habían abierto heridas en su piel de forma profunda, pero lo que confundió aún más a los hombres, y en especial al que la había atacado, es que la misma pareciera inmune a su veneno y que la misma no se estuviera desangrando por haberse quitado esas cuchillas que si bien no impactaron en lugares vitales, si lo había llegado a los puntos críticos.

Sin poder soportar que una simple niña lo dejara en ridículo, se apresuró a ir hacia ella lanzando un par de cuchillas más en su dirección, mas la fémina que había guardado la última cuchilla que debía sacar, la usó con el propósito de bloquear los que venían hacia ella. Y así, la menor pronto también avanzó hacia él quien tenía preparada otra cuchilla para intentar apuñalarla.

—¡Estúpida mocosa! —exclamó el hombre quien quería apuntar directo al pecho de la chica.

Pero esta, viendo que el mismo quería empezar una lucha con cuchillas, decidió bloquear nuevamente el ataque del contrario y empujarlo aprovechando ese bloqueo. El hombre quedó atónito cuando aquel empujón que la muchacha había realizado usando las cuchillas logró que pudiera por completo el equilibro gracias a una inhumana fuerza que de repente aquella joven había mostrado.

Aprovechando ese punto débil, Yui giró ligeramente sobre sus talones con rapidez para patear el abdomen del hombre quien casi salió disparado por los aires, aterrizando bruscamente en el suelo mientras rodaba hasta quedar inconsciente a unos metros de ella.

Al deshacerse de uno, la joven tiró la cuchilla que habla usado momentáneamente y se giró para mirar a los restantes que faltaban.

—Iré a por ustedes.

El hombre que había golpeado a Kirishima fue el primero en reaccionar al ir en contra de la menor, pero ciertamente grande fue su sorpresa al sentir que la chica de un momento a otro ya se encontraba frente a él y con unos extraños ojos, le expresaban el coraje que se había acumulado en su persona. Así fue que Yui, sin darle tiempo a reaccionar, pues el hombre había intentado darle un puñetazo, ella rápidamente dirigió su puño hasta su rostro, soltando toda la fuerza que tenía disponible lo que fue suficiente para lanzarlo lejos de ella en un fuerte estruendo.

Los nudillos de Yui quedaron llenos de sangre productos de las heridas que causó en el rostro ajeno. Nariz rota, dientes rotos, roturas de piel... eso ocasionaron que la sangre quedara en sus manos.

Finalmente quedaba el ultimo y que estaba más cerca de Momo. Como era de esperarse el hombre había entrado en pánico al ver que todos sus compañeros habían sido sometidos en un abrir de ojos, por lo que lo primero que se le ocurrió había sido tomar como rehén a la joven azabache que estaba inconsciente en el suelo.

Llevó unas de sus manos para tomar a Momo, pero un destello rojizo lo hizo frenar su acción.

Su mano de repente cayó.

Su mano había sido rebanado casi llegando al codo en un corte perfecto, el nombre por el dolor y la sorpresa de ver su sangre salir como si de una canilla se tratase, se tiró al suelo mientras gritaba agónicamente del dolor. Miró a un costado al sentir la sombra de alguien y lo primero que vio, fueron sus rojos ojos como la sangre y que de la herida de su brazo, salía una extensión roja que formaba algo parecido a una afilada espada.

Espada que le había quitado casi todo el brazo.

—Tú... ¡¡Estás loca!! —gritó el hombre cayendo casi en la locura mientras trataba de sostener con su mano sana la sangre que salía en cantidades del brazo cortado.

Yui que lo miraba desde arriba y en silencio, ladeó ligeramente la cabeza mostrando una expresión algo arrogante.

—¿En serio lo piensas? —contestó la chica con indiferencia.

El hombre hirvió en rabia al ver la actitud tan altanera de la chica que además de haber derribado a todo su grupo también se atrevió a cortarle el brazo sin remordimiento alguno.

《¡¿Realmente ella era un aspirante a héroe?!

No quiso quedarse sin hacer nada, por lo que usando su mano que aún estaba intacta, quiso tomar nuevamente su arma para intentar siquiera acertarle un disparo. Pero sus intentos fueron fallidos ya que Yui había pateado su rostro para alejarlo de donde se encontraba Momo, con ello, había dejado inconsciente al último villano.

—Tú asquerosa sangre va a ensuciar a Momo —gruñó Yui tratando de patear ligeramente el charco de sangre que se había formado y que estaba a punto de tocar a la pelinegra.

Cansada de intentar lidiar con esa sangre, nuevamente fijó su atención a su compañera que tenía ya el rostro más pálido de lo normal, perdiendo incluso el rubor que solía mantener en sus mejillas que tanto la caracterizaba. Yui había puesto una expresión de disgusto al notar que su compañera estaba en un estado tan lamentable.

—Esto es culpa mía —murmulló la menor acercándose más a la fémina hasta arrodillarse a un lado de ella.

Yui al estar tan centrada en la contraria, no se había fijado de que Kirishima había recobrado la consciencia y que ya estaba frente a ella, del otro lado de Momo, tratando de llamar su atención.

—¡Yui! —exclamó el pelirrojo con preocupación al ver la expresión tan apagada de la menor y además, sintiendo la desesperación de ver a Momo en un estado tan crítico. Pero lo que más había espantado a Kirishima no había sido los cuerpos de aquellos sujetos y el como quedaron, sino más bien, los fríos ojos de la joven que ya no tenían el mismo color que él bien conocía. Estos eran de un color llamativo y extrañamente siniestro; rojos. Como la sangre misma y eso lo notó cuando la menor finalmente había alzado la mirada para verlo—. Yui... tus ojos...

Yui no le tomó importancia a las palabras de su compañero, pues en ese mismo instante no estaba en las condiciones de lidiar con eso. Mas, su nunca prioridad en esos momentos, era salvar a Momo.

—Debo ayudarla... es mi culpa que esté así —expresó Yui a lo bajo.

—No es tu culpa, Yui —dijo el chico con nerviosismo—. No pudimos prever esto, hombre. Ahora debemos llevar a Momo con un médico, antes de que sea demasiado tarde.

Kirishima quiso tomar a Momo en sus brazos para correr lo antes posible a un centro médico o alguien que pudiera tratarla de urgencia. La pelinegra había perdido demasiada sangre e incluso sus labios y rostro de la misma habían tomado un color preocupantemente pálido, pero el chico no quiso pensar lo peor.

Podía salvarla, tenía que hacerlo.

—No —respondió Yui con calma, apartando las manos de Kirishima quien la miró con confusión—, ya perdió demasiada sangre. Cuando lleguemos con alguien que la pueda atender, estará muerta.

—¡Eso no puede ser, Yui! —exclamó el chico lleno de ansiedad—. ¡Tenemos que hacer algo de cualquier forma, tenemos que llevarla para sea atendida, es la única forma!

Miró que la contraria no había hecho mucho caso a sus palabras y que al contrario de lo que pudo esperar, vio que la joven llevaba su dedo hasta su boca y al parecer, esta había mordido del mismo para que sangrara. Poco después, ese mismo dedo, lo había metido a la boca de la pelinegra.

—Yui, ¿Que haces? —cuestionó el pelirrojo alertado y confundido.

¿Por qué puso su dedo herido dentro de la boca de Momo?

Había visto que pronto la pelinegra había puesto una expresión dolorosa en su rostro haciendo que mueva ligeramente la cabeza.

Kirishima no entendía nada y en especial porque Yui aún seguía manteniendo el mismo color de ojos y un extraño aire que no podía reconocer, como si no fuera ella misma haciendo que su preocupación aumente  cada vez más.

Eso fue, hasta que vio cómo el rostro de Momo se iba relajando poco a poco y esta iba recuperando su color natural.

—Yui... ¿Qué... —murmulló Kirishima con confusión.

Pero al ver que también de la herida abierta, la bala comenzaba a salir poco a poco como si de magia se tratara para que la misma herida se fuera cerrando hasta dejar la piel intacta de la pelinegra, Kirishima pensó que había alucinado. Había quedado atónito y lo expresó al quedarse sin palabras, con su boca y ojos abiertos a más no poder.

Yui después sacó su dedo de la boca ajena y permaneció viéndola por unos largos segundos, pero pasados esos segundos, ella había recuperado el color de sus ojos normales.

—Está a salvo...

Dicho aquello, la menor finalmente había acabado desplomándose en en suelo perdiendo el conocimiento. Dejando a Kirishima totalmente fuera de sí, sin creer lo que acababa de ver.

Yui... Yui había hecho todo eso sola. Habla acabado de manera brutal y como si no fuera nada a tres villanos y de alguna forma había sanado a su compañera, poniéndola fuera de peligro.

Nunca se había fijado demasiado en el quirk de la contraria y no es como que Yui mostrara demasiado el alcance del mismo. Lo único que Kirishima sabía era que la particularidad de Yui tenía que ver con la sangre.

Pero, ¿cuál era el verdadero potencial de su compañera?

¿Y quién era esa Yui que lo había mirado de una forma tan sombría?..

Había despertado repentinamente y con desconcierto miró a sus lados con rapidez, cayendo en cuenta de que se encontraba en la cama de un hospital.

Y que alguien se encontraba a un lado de ella, mirándola en silencio.

—¿Cómo te encuentras, Yui? —preguntó el chico de cabellos bicolores que había sobresaltado a la fémina.

La menor se encontraba mareada y un extraño sabor a medicamento se sintió en su lengua aumentando sus náuseas. Quiso responder al chico que permanecía con su típico rostro sereno, pero un punzante dolor había llegado de repente a su cabeza, haciéndola gruñir por ello.

—Agh... —murmulló la joven dirigiendo su mano hasta tapar su rostro con agonía.

Era un dolor verdaderamente intenso.

Pero eso no fue posible ya que el contrario había detenido su mano haciendo que la contraria lo mirara confundida. Este la miraba con seriedad, como si quisiera decirle algo. Notó que el chico estaba ciertamente alerta, pues se mantenía viendo de reojo la puerta por unos segundos.

—Yui, tengo que ser directo y rápido. En breve vendrán por ti.

Ella frunció el ceño sin entender del todo lo que su pareja le estaba tratando de decir, pues a pesar de su dolor de cabeza, lo único que se le ocurría era el ir a ver el estado de sus dos compañeros. No recordaba mucho de lo que ocurrió, solo que había sido atacada y que estaban en aprietos.

¿Luego?

¿Luego ella..?

¿Qué?

El dolor en su cabeza volvía a aumentar cada vez que quería recordar lo que le había ocurrido, logrando que quisiera traer nuevamente su mano sostenida; pero el chico no lo permitió ya que solo la estiró una vez más pero aumentando la firmeza.

—Vendrán a interrogarte, el negocio de tu padre ha sido descubierto y ahora está detenido —soltó de repente.

Como un balde de agua fría, Yui quedó congelada ante lo dicho por el contrario. Nunca pensó que aquello llegara a suceder, pero pasó. Levantó lentamente la mirada para ver el rostro gélido del chico lo miraba sin emoción mientras que ella estaba conmocionada.

¿Habrá sido él el causante?

Quizás, pues todo pasó poco después de haberle confesado lo que le había hecho su padre. Y si bien ella lo había dejado ser por la desesperación, nunca se imaginó que realmente el bicolor haría algo al respecto.

Tenia tantos sentimientos encontrados ahora, que no sabía como reaccionar. Estaba paralizada.

—Para evitar que salgas implicada, debes demostrar que fuiste obligada a guardar silencio por medio de torturas y amenazas, pero que no tienes nada que ver —habló ignorando el estado de la menor, tenían poco tiempo antes de que algunos oficiales y maestros llegaran hasta a ella para interrogarla y llevarla a declarar—. Cuéntales todo lo que te hicieron para que tenga más fuerza, de lo contrario, podrías terminar como cómplice. Luego de que venga  a tomar tus datos, irás a declarar en contra de tu padre.

Los ojos de la chica comenzaron a llenarse de lagrimas sin decir ni una sola palabra, solo miraba hacia abajo y sus ojos se mantenían bien abiertos mientras que su rostro estaba rígido y serio. Sus latidos eran pesados como plomos, pero su cuerpo parecía una pluma ya que por un segundo parecía que había perdido el sentido del tacto o más bien, de lo que pasaba a su alrededor.

¿Debía declarar en contra de él?

Era tan lejana aquella idea hasta el punto de ser gracioso para Yui que ahora tuviera que hacerlo, hasta estuvo a punto de escapársele una carcajada seca.

Seguro su madre también estaría ahí haciendo un show dramático mientras gritaba a los cuatro vientos un sin fin de insultos y desgracias hacia su persona por atreverse a separarla de su esposo.

¿Ella realmente había causado todo esto?

—Shoto... —murmulló la menor de forma débil.

—No tienes opción ahora, así que no puedes negarte a hacerlo —habló con dureza, dedicándome una afilada mirada a la chica—. Lo hecho, hecho está.

Pero lejos de lo que pensó; que la muchacha trataba de negarse a declarar en contra de su padre o que pudiera empezar un drama por ello, la contraria llevó su otra mano libre a la mejilla del bicolor, haciendo que sea él quien se sorprenda ante la acción de la chica. Pues esta tenía una expresión serena y por un instante el chico no supo lo que la menor estaba pretendiendo.

—¿Tú fuiste el que lo detuvo, verdad? —preguntó de repente.

Shoto no comprendió el actuar de la chica y si bien podría explotar enrabiada por su respuesta, simplemente decidió decirle la verdad esperando cualquier reacción de ella.

—Sí, he sido yo —respondió indiferente y listo para escuchar algún reclamo escandaloso al respecto.

Pero no fue así.

La muchacha se había acercado al bicolor sin previo aviso y había tomado sus labios en un pequeño beso fugaz, logrando que el mayor abriera sus ojos con desconcierto.

—Gracias, Shoto —murmulló la menor sonriendo ligeramente sobre los labios contrarios.

La sorpresa no había abandonado el cuerpo de Todoroki y si bien antes tenía una pinta sombría en el rostro, ahora sus ojos tenían un extraño brillo ante la acción de la chica. Y aquello fue un efecto reactivo que logró que el mismo llevara su amplia mano hasta la nuca de Yui para volver a besar los labios de la chica.

Todoroki no lo entendió, por primera vez en tanto tiempo había sentido una extraña chispa que ahora lo dominó por completo. Aquel pequeño beso que fue como una explosión que despertó a un moribundo hambriento por volver a saborear la gracia de el sabor de sus labios.

Fue inevitable para él el dejarse llevar y tomar con fervor a la chica siendo que la seguía inmovilizando al tener aún atrapado uno de sus brazos mientras que la seguía sosteniendo de la nunca. Y ella, superada por la repentina intensidad del chico, tuvo que llevar su única mano libre al hombro del mayor para arrugar ligeramente el uniforme de héroe que traía puesto.

Cuando finalmente se quedaron sin aliento, el chico tuvo que separarse de la menor por la fuerza. Pero aquella extraña chispa no había desaparecido de él.

Por alguna razón, Yui se le hacia más hermosa que antes. Siendo lo más extraño, el que quería hacérselo saber sin tener alguna razón oculta de por medio.

—De nada, cariño...

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