Por fin había llegado el final de la clase. 

Todos, al momento que Aizawa abandonó las clases, se pusieron en marcha para guardar sus materiales y así, poder retirarse a sus respectivas habitaciones.

Estaba algo cansada, sin darse cuenta, terminó en salir última de la clase, por la lentitud de haber guardado sus cosas. Aún así no importó y seguió con tranquilidad para retirarte del salón.

Por los pasillos, sorprendentemente no se encontraba nadie, tampoco le dio mucha importancia a ello y solo seguió caminando.

De su mochila, sacó su teléfono en el, habiendo unas notificaciones de llamadas pérdidas y mensajes que eran de sus padres.

Eso hizo que se alterara, siempre que llamaban era por malas noticias o por "saber" como estaba.

Guardó su móvil con rapidez y se iba a dirigir a su cuarto de la misma manera.

El hablar con ellos en un lugar abierto era arriesgado, por varios motivos.

—Yui.

Una áspera y suave voz sonó a sus espaldas, haciéndole temblar del susto.

Giró con lentitud y la sorpresa fue mayor a encontrarlo a él, detrás de ella, aún con su mochila colgando en su hombro.

—¿Todoroki? ¿Qué haces aún aquí? —preguntó nerviosa, intentando mirarle a la cara, lo cual era bastante difícil para ella. Una mirada profunda, calmada y hasta intimidante era lo que para la joven representaba.

Aún así, pudó reunir valor y lo miró directamente a los ojos.

—¿Acaso necesito tu permiso?

Todo ese valor, que tanto le había costado reunir, se esfumó con solamente esas palabras.

De inmediato bajó su mirada nerviosa, negando rápidamente con las manos.

—¡No quería decir eso! —habló tartamudeando— Yo solo...

Comenzaba a sentirse más nerviosa, acorralada por alguna razón. Ni siquiera entendía del porque de su actitud.

—Tranquila...

Alzó la mirada y de nuevo sentió un cambio de emociones bruscas.

—Solo era una broma.

Él tenía una pequeña sonrisa en sus labios, haciéndole perderse en ello. Esta era la segunda vez que lo veía sonreír. En el pasado nunca tuvo la oportunidad de verlo así.

Y ahora, estaba sonriendo...

Solo para ella.

Una pequeña risa nerviosa, de alivio, fue lo que había soltado. Sintiéndose estúpida por sus expresiones y reacciones.

—En realidad... Estaba esperándote.

De nuevo, tomándole por sorpresa. Haciendo sentir su corazón bombear con algo de rapidez. Sintiéndo esa tonta sensación en el estómago que de tanto se habla en algunos libros.

El bicolor, al no recibir una respuesta, decidió dar el primer paso.

—Vamos...

Él, sin más, caminó en la dirección que ella se dirigía con anterioridad.

Rápidamente volvió en sí y se dió vuelta, siguiéndolo y colocándose a un lado de él.

Un incómodo silencio era lo que los acompañaba en su camino a los cuartos.

Estaba desesperada por tener un tema de conversación... Esta era una oportunidad que no surgía todos los días.

Tanto tiempo pensando y planeado lo que le dirigía al momento de tener que hablar con él y en este momento su mente simplemente estaba en blanco.

No tardaron mucho y llegaron, ella quedándose frente a su puerta.

Se dió cuenta que Todoroki estaba ubicado en el lado contrario, por lo tanto tendría que regresar para poder ir a su respectiva habitación.

—Siento mucho las molestias... —Antes de que el se retirará, le agradeció aprovechando que estaba de espalda— Muchas gracias...

Aunque no entendía del porque vino hasta aquí con ella, pudiendo llegar sola hasta aquí.

—No es molestia —contestó estando aún de espaldas—, solo quería pasar tiempo contigo.

Al decirlo, se retiró del lugar, dejándole con una tonta sonrisa y un grandioso buen humor.

Se dió vuelta para ingresar a su habitación.

Al hacerlo, cerró la puerta y se apoyó en ella. Poniendo sus manos en su pecho, sintiendo sus latidos descontrolados.

Deseó que todo fuera real y no un sueño, pellizcándose el brazo para comprobarlo.

—¡Auch!

Se quejó levemente por el dolor, pero luego, se transformó en alivio y una sonrisa se volvió a presenciar en ella.

No era un sueño.

Él de verdad había hecho todo eso...

Suspiró y se reincorporó para comenzar a arreglarse, poniéndose algo más cómodo.

Sacó su móvil de nuevo, justo en ese momento, recibiendo una llamada.

Rápidamente lo puso en contestar. Sintiendo nuevamente sus latidos acelerarse, pero esta vez, de temor.

—Lo siento... Estaba en clases, no podía contestar...

Su voz sonaba levemente temblorosa. Intentó aclarar tu garganta, poniendo su mano en su cuello.

—Sabes que eso no me interesa, ¿Acaso no puedes realizar algo tan simple? Solo tienes que contestar las llamadas ¿Tan inútil eres?

—No, no es eso...

Sentíó tristeza e impotencia. No le gustaba en lo absoluto ese trato que recibia por parte de ella...

—Mamá, de verdad... Si quería contestarte...

—¡Cállate! No te atrevas a contradecirme, estúpida de mierda.

—... Si...

No pudo decir más que eso. Sintiendo una rabia recorriéndola, haciendo que algunas lágrimas intenten escapar de sus ojos.

—De seguro estabas coqueteando con algún chico ¿No? Ahora que estas ahí como en un internado, no tienes a nadie que te vigile. Así que, simplemente aprovechas para estar como una puta ¿No es así?

—No... Yo...

—¡Silencio! Más te vale contestar las llamadas la próxima vez o mandaré a tu padre para que vaya y te trate como la puta que eres.

Justo cuando iba a siquiera responder, ya había cortado la llamada dejándole con las palabras en la boca.

Sacó el celular de su oído y fué cayendo lentamente al suelo, apoyando su espalda a la puerta.

Dejó el móvil en el suelo mientras su mirada estaba pérdida en el cuarto, mientras de sus ojos unas inevitables lágrimas salían recorriendo sus mejillas.

Lágrimas de amargura que eran bastante habituales en ella.

Se quedó ahí por un largo rato.

Intentando sacar toda la rabia y frustración en forma de saladas lágrimas.  

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