Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

Sus manos temblaban ligeramente y las cosquillas que la entumecían junto al sudor frío no se hicieron esperar mientras sostenía la correa de su mochila que colgaba de su espalda. En ella, llevaba algunas ropas y algún que otro elemento que podría utilizar.

De repente había comenzado a recibir llamadas y mensajes de su madre, bombardeándola con amenazas e insultos que no supo identificar su causa, no sabía qué hizo mal esta vez y para aumentar su desesperación, poco después su padre apareció para llevársela por unos días, sin dar explicaciones.

Se quería morir ahí mismo.

—Papá… —murmuró temblorosa— ¿qué sucedió? No entiendo nada…

Después de haber pasado un día entero recorriendo las distintas atracciones de la ciudad, ya había llegado la tarde, siendo ambos dirigidos por fin a la casa para supuestamente alcanzar la cena. Cuando por fin se animó a preguntar sobre el asunto, su corazón latió con una notable angustia y esperó que no tenga que ver con ella, mas sabía que eso era demasiado pedir.

Su padre parecía sereno y sonriente, cosa que era característico en él, aunque claro, ella sabía que solo era una máscara. Pero lo que tenía bastante seguro, es que ese estado en el que se mostraba, no significaba nada bueno.

Después de unos largos e interminables segundos, por fin éste respondió.

—¿A qué te refieres? —cuestionó soltando una gentil risa—, solo quiero pasar un día padre e hija. No tuvimos mucho tiempo para convivir, además, tu madre te extraña.

Tragó saliva como pudo, incluso si se estaba ahogando por lo mucho que le costaba respirar ante los nervios.

—P-Pero ella… sus mensajes —explicó temerosa—. Creí que…

—Tú madre es una intensa, ya sabes —dijo poniendo sus ojos en blanco, ligeramente—. Deja de pensar en eso. Eres una paranoica, hija.

Podía ver que mientras él conducía, su padre le mostró una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes y cerrando sus ojos, queriendo tranquilizarla. Pero incluso haciendo eso, su mente no pudo quedarse tranquila. Era demasiado difícil de creer la actitud que estaba tomando su padre e incluso su madre la había contactado y eso no sucedía al menos que haya pasado algo importante.

A pesar de sus dudas, no cuestionó más. No quería arriesgarse a molestarlo o algo así, por lo que después de ello no dijo palabra alguna y solo esperó a llegar a su destino, rezando para sus adentros que su tortura no sea tanta.

Y así fue que al poco tiempo el sol se ocultó, junto con padre e hija quienes por fin llegaron a su hogar que ocultaba tantos recuerdos amargos como también secretos.

Secretos que nunca debían salir a la luz.

Ellos dos caminaron hasta la entrada, pero la joven de igual forma permaneció alerta en todo momento. Cuando entró por fin a la casa, su corazón parecía que podría salir de su pecho por la desesperación de querer salir corriendo.

—Ya llegamos —avisó el padre con una voz un tanto animada.

De repente, una gran melancolía y nostalgia invadió su cuerpo sin aviso alguno. Porque a pesar de que tuvo tantas malas pasadas en lo que debía ser su dulce hogar, en lo más profundo de su memoria, guardaba como tesoros los efímeros momentos en donde sus padres, solo por instantes, llegaron a mostrarle cariño.

Mas esa nostalgia fue hecha añicos cuando su padre, sin previo aviso, la estampó contra la pared al apresarla por la garganta. Ella de inmediato intentó liberarse de su agarre como pudo, pero su padre era fuerte y además, la joven tampoco era capaz de lastimarlo.

A pesar de que él lo estaba haciendo con ella.

Éste, con su fuerza, la levantó un poco del suelo haciendo que sus pies busquen desesperadamente el piso y sus manos se aferraran al brazo del mayor y con súplicas en sus ojos cristalinos por las lágrimas, le pidiera que por favor… la libere.

—Papá…

Como ya lo esperaba, aquella máscara que le había mostrado en todo el viaje ya había desaparecido y ya esos ojos que fingían ser gentiles solo fueron un engaño. Ahora, su rostro mostraba una furia total disfrazada de indiferencia. La sombra del mismo, hacia que sus iris grises brillaran con una siniestra intensidad que tanto le aterraba.

—Parece que dijiste algo que no debías, ¿qué fue? —preguntó con una voz sepulcral.

—¡Y-Yo no dije nada! —exclamó presa del miedo—, ¡Te lo juro!

—No parece —dijo analizando con sus ojos a la atemorizada chica—, tu maestro me citó hace unos días. Una entrevista.

—Yo… no dije nada —murmuró temblorosa, intentando de responder en lo posible a pesar de la presión puesta en su tráquea—. No sé que te habrá dicho pero yo…

—Solo me preguntó algunas cosas referentes a la familia y el ambiente en el que estábamos —explicó fastidiado—, aunque es obvio de que estaban investigando algo. Lo sé.

Cuando se escuchó unos pasos acercarse a ellos, ambos se giraron para mirar, encontrándose con una mujer parada en medio del pasillo quien de inmediato formó una emocionada sonrisa al ver a uno de los presentes.

—¡Mi amor! —exclamó la mujer con una notable alegría mientras que se acercaba para intentar abrazar a su esposo—, por fin llegas. Te estaba esperando.

El hombre en respuesta rodó sus ojos y una expresión de fastidio fue lo que expresó en respuesta. Casi sin esperar a que su esposa lo alcance, lanzó a la menor al piso haciendo que ésta soltara un quejido doloroso al impactar con fuerza y sin aviso.

La mujer por su parte no se molestó en observar a su pequeña y solo pasó de largo para únicamente prestar atención a su marido, pegándose a él sin la intención de soltarlo.

—Llévala al cuarto y prepárala. Iré a por ella en unos momentos —ordenó a su esposa, sin corresponder a ninguno de sus gestos.

—Pero amor, hoy teníamos que cenar juntos —dijo la mujer, reclamando al mayor.

—Cállate de una buena vez —escupió cansado, zafándose de la mujer—. Haz lo que te digo y déjame en paz por un momento.

Una vez dicho eso y dejando a su esposa atrás haciendo un berrinche, se acercó a la mejor que aún permaneció en el suelo con la cabeza gacha. Cuando estuvo cerca, bajó ligeramente hasta su altura y con una pequeña sonrisa, le susurró.

—Hoy cuando salimos de ahí, alguien nos estaba vigilando así que tuve que gastar dinero para pasar de ser percibidos en las recorridas —dijo, volviendo a su actitud serena—. Lo mínimo que puedes hacer por papá después de causarle tantos problemas es hacerte responsable, ¿no?

Dicho eso, se alejó de la chica que a toda costa intentaba callar sus sollozos en el suelo mientras temblaba. El mayor, hizo una seña para que, su ahora enojada mujer, se la llevara a la tan famosa habitación que era protagonista de sus pesadillas.

Ella con mucho coraje, fue hasta la chica y sin esperar a que se levante, la tomó de los cabellos e hizo que se moviera a rastras para llegar al dichoso lugar. Desde las afueras, no se podía escuchar nada pero una vez dentro, lo único que resonaba en eco en las paredes de la casa queriendo escapar, eran las súplicas de la chica hacia sus padres para que no la encerraran en ese lugar. Porque de verdad pensó que una vez ingresada en la UA... que una vez se haya quedado ahí de forma permanente en los dormitorios… ya no tendría que entrar ahí nunca más.

Pero que equivocada estaba.

Una vez ahí, ella casi entró en crisis.

—¿Qué recuerdos, verdad? —habló la mujer formando en sus labios una sonrisa arrogante al momento de lanzar a la menor dentro del cuarto—. La dejé tal y como estaba para ti.

Sus uñas rasparon el piso tratando de controlar su respiración, puesto que si seguía así, podría hiperventilarse. No quería alzar la vista y mucho menos mirar lo que estaba detrás de ella. Su mayor temor.

Pero no hacía falta hacerlo, porque su madre lo dijo, estaba tal y como lo dejó cuando se fue de la casa a los dormitorios de la academia. Su mente ya se encargaba de mostrarle las imágenes con sus recuerdos.

Una pared blanca con manchas amarillas en las esquinas y partes inferiores del mismo en igual estado, el piso de una madera vieja que en algunos lugares ya se alcanzaba a ver el moho invadir en algunos rincones. Pero lo que más recordaba a detalle, era la silla que se encontraba en el centro del cuarto bajo un foco que alumbraba directamente en ese punto.

Una silla en donde no quería volver a sentarse, porque una vez ahí, ya no podía escapar.

—¿Me harás los honores o tendré que hacerlo a mi manera? —preguntó la madre cruzándose de brazos.

Se mordió con fuerza el labio inferior, tanto así que comenzó a sentir un ligero sabor metálico que despedía la sangre. Cuando eso sucedió, paró de inmediato. Yo no quería hacerse daño.

Como pudo, ignorando el temblor de sus piernas, se levantó y a paso pausado caminó hasta la silla de madera que cuyos reposamanos, aún habían aquellos cinturones con las que sus manos eran atadas. Como su paso era lento, su madre apresuró las cosas dándole un empujón que la hizo aterrizar en la silla de cara, logrando que su frente impactara con el respaldo.

No tuvo tiempo de quejarse ya que la mujer de inmediato la giró con brusquedad y la colocó de manera que le sea más fácil atrapar sus manos y piernas en los cinturones que ya venían puestos en la silla.

—Mamá… —chilló la menor entre sollozos, alzando la vista para por primera vez en tanto tiempo, observar los ojos jade de su indiferente madre.

—Esto te ganas por molestar a tu padre —dijo mirándola con desaprobación y enojo—. Y también, porque por tu culpa, tu padre no me presta atención.

La joven quiso responder a algo, porque ya no podía más. Por una vez en su existencia quería sentir aunque sea una mendiga migaja de amor por parte de ella, que no fuera solo para agradarle a su esposo al fingir ser la madre amorosa cuando él se lo pedía. Pero no pudo.

Su padre ingresó a la habitación trayendo consigo un carrito que se encontraba tapado con una tela blanca, pero podía imaginarse lo que en ello cargaba. El hombre ya en sus manos traía unos guantes de látex que alarmaron por completo a la joven, haciendo que su cuerpo se moviera cual pescado fuera del agua, queriendo salir de ahí.

—Déjame con ella a solas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro