Capítulo 15
El camino hacia la sala de profesores, fue una tortura para la joven. Seguía caminando detrás de la ancha espalda de su maestro en silencio sin animarse a preguntar, se estaba ahogando por la duda, aunque muy en el fondo queriéndolo hacer para que no la tomase por sorpresa y que pudiera prepararse con alguna excusa o cuento.
Ya cuando quedaba poco o nada para llegar, ella se armó de valor para preguntar a su maestro el motivo de su llamado.
—Aizawa-sensei… —nombró dudosa— ¿De qué tema familiar quiere hablar? —preguntó sin querer parecer rara.
Llegaron a la puerta y éste sin girar a verla, tomó la manija del mismo para abrirla, con ello a continuación haciendo paso para que la joven entrara.
—Tú me dirás.
Su corazón latió cada vez más rápido sin saber a donde salir corriendo, no sabía que hacer o si admitirlo todo e incluso si tirarse al suelo fingiendo una descompensación con tal de escapar de esa situación. ¿Qué pasará? ¿Descubrieron lo de su papá? ¿Cómo?
Solo una persona cruzó por su mente como si de un balazo se tratase y su cuerpo se sintió pesado, casi tumbándola.
Todoroki…
Él era el único con el conocimiento sobre su situación y no pudo creer que el joven bicolor la había traicionado, no pensaba que fuera ese tipo de persona. Porque cuando ella se enteró de su familia, él le hizo prometer de que no diría nada al respecto y por mucho que quisiera ayudarlo, respetó su decisión.
Luego de que la pelea de Bakugo y Todoroki diera a su fin, con el corazón en la mano, fue corriendo a todo lo que daba para llegar hasta el bicolor. Había visto que en aquella pelea quedó inconsciente, lo más probable es que en ese momento terminara en la enfermería.
Llegó a la puerta del lugar ya casi sin aire, pensó que debería ponerse más en forma. Aunque luego de haber llorado un buen por la idea de haber perdido y que sus padres luego le hablarían, la dejó algo agitada desde un inicio.
Entró ya cuando el aire en ella se normalizó y para su sorpresa Todoroki ya estaba sentado en la camilla y mirando sus pies en silencio sin poder verse sus ojos que eran tapados por su flequillo.
—Todoroki… —llamó a lo bajo— ¿cómo te encuentras?
Pero no recibió respuesta, solo silencio. El mismo que él le dio cuando ella quiso apoyarlo con respecto al tema de su padre y madre. Es cierto que escuchó la conversión que sostuvo con Izuku a escondidas y fue a meterse sin permiso a un tema muy privado suyo, pero no se aguantó. No quiso quedarse con los brazos cruzados luego de saber lo mucho que él había sufrido.
Lo mucho que el chico que amaba sufrió.
—Veo que ya estás un poco mejor, cuando vi tu pelea con Bakugo me asusté mucho —habló intentando alzar un poco más el tono de su voz.
—¿Por qué estás aquí? —interrogó el chico, interrumpiendo a la joven.
—Yo… estaba preocupada por ti —dijo, sincera—. Quiero ayudarte.
Escuchó por su parte un suspiro frustrado y lo observó levantarse de la camilla un tanto pausado hasta que comenzó a caminar hacia su dirección.
—Yo no quiero tu ayuda —le dijo sin dirigirle la mirada.
La joven un tanto desanimada, aún no quiso perder las esperanzas así que, insistió, una vez más.
—Es que yo… ¡Te entiendo! —expresó ansiosa—, mis padres… Mi papá, él… Es igual que…
—No necesito que me entiendas —soltó avanzando hasta cruzar el marco de la puerta y seguir su camino por el pasillo. No sin antes detenerse un momento para terminar de hablar, sin girarse a mirarla—. No menciones con nadie el tema de mi familia, ¿entiendes? No te atrevas a hacerlo si no te incumbe.
Cayó de golpe a la realidad cuando la puerta de la sala fue cerrada tras ella y vio ahí esperando a All Might. Casi por inercia una pequeña sonrisa de sorpresa se formó en ella y en un instante sintió un poco más de tranquilidad, aunque obviamente, seguía nerviosa hasta las puntas.
—¿A qué se debe todo esto? —preguntó hacia el rubio—, yo no entiendo nada…
—Bueno, el que quiere conversar sobre ese tema es Aizawa. Yo no estoy muy enterado, pero el estoy aquí para presenciar la conversación —explicó con una amable sonrisa, queriendo calmarla—. Tranquila, joven
Takahashi. No estás en problemas.
Su mirada, luego de lo dicho por el rubio, fue dirigida a Aizawa quien con su característica pereza, se sentó en una de las sillas algo al lado del anterior héroe número uno. Después, los ojos cansados del mayor fueron dirigidos a ella, analizando. Como si quisiera tratar de iniciar la plática sin saber muy bien por donde comenzar.
—Takahashi —dijo algo serio y frustrado—, hay un tema sobre tu familia que me llamó la atención en la visita de tu padre en la institución.
—¿A… A qué se refiere? —preguntó sin evitar titubear.
—Como sabrás, aquí somos héroes profesionales y a veces notamos cosas que otros no —explicó un tanto serio— y cuando tu padre llegó a buscarte, tu rostro gritaba a todo dar que alguien te ayude. ¿Me equívoco? —soltó sin rodeos.
En su espalda se comenzó a sentir el sudor frío recorriendo cada centímetro de su piel y para su suerte esos síntomas no eran visibles en su rostro, aunque si sus manos parecían apretarse un poco más entre sí de forma inconsciente.
Un peso indescriptible volvió a instalarse en su espalda y la respiración se le cortaba hasta sentirse asfixiada. ¿Había sido tan obvia?
—Joven Takahashi, necesitamos que nos diga si todo está bien o al contrario, si sucede algo malo en su hogar, para tomar acción al respecto —dijo Toshinori, tomando la misma postura seria que el de cabellos oscuros—. Podemos ayudarte.
Quiso responder algo pero sintió que la presión en su garganta no la dejó hablar a la primera, aquella acción no fue pasada de ser percibida por los mayores, a lo que ella actuó dejando salir una ligera risa nerviosa.
«Si ellos van a prisión… ¿Qué pasará de mí?»
—No se preocupen —dijo queriendo formar una ligera sonrisa—, no pasa nada malo en casa. Solo ese día no me sentía bien y justo llegó mi padre, todo está en orden.
—¿Estás segura? —cuestionó el maestro de la chica.
—Si sucede algo, podemos ser de ayuda. La institución te respaldaría —habló el rubio.
No negaba que quería decir toda la verdad y librarse de una vez de todo lo que ha estado soportando en estos años, pero el miedo era más grande que ella y la sostuvo con todas sus fuerzas para no dejarla moverse. Tenía miedo de lo que podría venir después, no quería quedarse sola y mucho menos quería ser una mala hija y mandar a prisión a sus padres.
Ella… sus padres… ella estaba segura de que sus padres la amaban…
—Estoy segura —contestó formando una pequeña sonrisa más firme, aunque sintiendo sus entrañas revolverse por las náuseas que comenzaba a sentir.
Aizawa quedó en silencio absoluto cuando ella pronunció aquellas palabras y la miró fijamente, esperando así quizás diga la verdad o agregue algo más a sus palabras. Incluso el rubio giró a mirarlo cuando notó que éste no decía nada al respecto. Al contrario la joven, luchaba con todas sus fuerzas para no perder la compostura puesto que la presión que ejercía aquel silencio sobre ella era brutal. Si seguía así, no podría soportarlo.
—Ya… ¿Puedo irme? —preguntó queriendo desviar su mirada—, estoy algo cansada por las clases…
—Hum… Sí —respondió por fin el maestro—. Entonces solo fue un malentendido. Puedes irte.
Apenas dijo esas palabras, ella quiso salir corriendo pero sin duda al estar en la mira, tuvo que controlarse. Se levantó con cuidado ya que sus piernas se sentían débiles y con lentitud realizó una ligera reverencia hacia ambos adultos antes de marcharse.
—No parecía muy convencida de sus palabras —comentó Toshinori.
—Sí… Hay algo ahí —dijo levantándose en un suspiro frustrado.
—Entonces, ¿qué se supone que haremos? —preguntó recostado en la silla—, ella niega que pasa algo. Tampoco es que podamos intervenir sin más.
—Lo sé —respondió tomando entre sus manos algunos papeles—, pero no podemos quedarnos sin hacer nada. Investigaré a sus padres y lo que haga falta, si no encuentro nada, lo dejaré.
Una vez estuvo lo suficientemente lejos del lugar, cayó desplomada sujetándose contra la pared. Nunca se imaginó que una charla podría dejarla en semejante estado, aunque después pensándolo bien, las charlas con sus padres eran mucho peor.
Para su suerte no había nadie cerca, ya era algo tarde así que ninguno de los alumnos debería estar por ahí. Eso pensó hasta que divisó a Kirishima cerca del lugar, mas tuvo el tiempo suficiente para reponerse y mantener la compostura.
Camino a un ritmo calmado hasta que tocó cruzarse con él y para su sorpresa el joven no siguió su camino, éste se detuvo frente a la chica, haciendo que ella también imite su acción.
—Kirishima, ¿qué haces por aquí? —preguntó intentando sonar normal, no obstante su cansancio era muy evidente en su voz.
—Yo también quería saber eso, ya sabes, cuando todos nos reunimos en el living, no estabas —explicó con una sonrisa algo nerviosa— y me preocupé.
La joven no pudo ocultar su sorpresa y como una emoción refrescante, esa sensación inundó su pecho. Sin duda, Kirishima era alguien revitalizador.
—Gracias por venir —agradeció correspondiendo a su sonrisa, aunque una más pequeña que la del contrario—. Aizawa-sensei me pidió hablar sobre algo, pero no era muy importante.
—¿En serio? —preguntó sorprendido—, pareces cansada.
—Sí, fue un día algo cansador —contestó soltando una ligera risa—. Al menos mañana tendremos día libre.
—Hablando de eso —habló con algo de duda, pero después reafirmando sus palabras con ánimo—, ¿no quiere ir a despejarte un poco? Conozco buenos lugares para pasar el rato que de seguro te van a encantar.
—¿Salir? —cuestionó un tanto confusa—, ¿nosotros dos?
—Hum… Sí —afirmó desviando su mirada, queriendo ocultar el posible pequeño sonrojo que se hizo notar en su rostro—. Claro, si quieres…
Casi de inmediato, la joven también se sonrojó por la idea y bajó la mirada, nerviosa. No se esperó una invitación así, que más bien parecía una cita. Mas su mente quiso hacerle entender que quizás ella se estaba equivocando y que era solamente una salida de amigos. Una vez ese pensamiento surgió, ella levantó la mirada y le sonrió.
—Claro, ¿mañana a las 8 AM? —preguntó.
—¡Sí, esa hora está bien!
—Entonces, no vemos mañana a esa hora —añadió, finalizando con una pequeña risa.
Como los dos se dirigían al mismo lugar, fueron juntos mientras cambiaban el tema en otros más triviales y entre risas llegaron a los dormitorios, cada quien yendo a su habitación y esperando a que el día de mañana llegue.
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