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3.

Disclamer: Los personajes, casi todos los lugares y parte de la trama no me pertenecen a mí sino a la gran Rumiko Takahashi. Este pequeño fanfic de miedo fue escrito para divertirme, celebrar Halloween y entretener al resto de los fans ranmaniaticos.

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Nota de la Autora: Escribí este fanfic para el Halloween del año 2019 y lo subí a otras plataformas pero no a wattpad, no recuerdo por qué. Así que creo que ha llegado la hora de sacarlo a la luz del todo, jeje. Estaré compartiendo tres capítulos al día hasta el 31 de Octubre. Espero que os guste, a los que aún no conocíais esta historia y a los que sí, que disfrutáis esta relectura para finalizar el mes.

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Absolutamente Aterrador

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3.

Ranma Saotome tenía un mal presentimiento.

Llevaba con él en la cabeza desde la noche anterior y no lograba sacárselo de encima. En plena madrugada se había despertado de golpe sin recordar haber tenido una pesadilla, sin necesitar ir urgentemente al baño o tener hambre. Solo se despertó. Al principio le pareció haber oído un grito pero enseguida comprobó que el resto de habitantes del dojo seguían dormidos.

Lo habría soñado.

Pero, después de casi medio día, seguía notando un peso molesto en su estómago que parecía estar advirtiéndole de que algo no andaba bien. El qué no lo sabía. No tenía problemas, ni enemigos al acecho, no le habían lanzado ningún hechizo, incluso hacía días que no era acosado por sus otras prometidas.

Todo estaba bien. ¿Qué era esa sensación, entonces?

A ver, no es que estuviera tan preocupado, pero sí era molesto.

Se encontraba en la azotea del instituto y había olvidado coger una chaqueta. El viento se había levantado y, aunque aún no era muy frío, cada vez que una nueva ráfaga golpeaba contra su cara balanceando su trenza, Ranma tenía que apretar los dientes.

El invierno se acercaba muy rápido.

A su espalda, la puerta se abrió de un solo golpe, y el aluminio de ésta restalló con fuerza al chocar con la pared. No le hizo falta girar la cabeza para adivinar de quien se trataba después de semejante arrebato de violencia innecesaria.

—¡Ranma!

El chico resopló, hundiendo los hombros, y con cara de circunstancias se dio la vuelta para apoyar la espalda en la barandilla. También estaba helada, pudo sentirla a través de su ropa.

Su prometida caminó hacia él, como no, con su cara de mal genio habitual. Traía los puños cerrados e incrustados en sus caderas, por suerte ella sí había recordado ponerse el abrigo antes de subir, aunque tenía las mejillas muy coloradas y de su boca escapa un suave aliento de vaho por las bajas temperaturas.

Se colocó frente a él. Al menos no traía ningún arma consigo, lo cual no significaba que no tuviera su mazo de madera oculto en algún lugar.

—¡Aquí estás! —Fue lo primero que le dijo. El chico se cruzó de brazos intentando disimular el frío que tenía.

—Pues sí. Me has encontrado.

—Tampoco ha sido tan difícil, sueles esconderte siempre en sitios altos.

Ranma frunció el ceño.

—Yo no me escondo, Akane —Pero la chica arqueó las cejas para mostrar su desacuerdo—. ¿Y qué? ¿Ha terminado la reunión por fin?

—Sí, ya ha terminado —respondió ella—. Apenas faltaban diez minutos cuando has salido por la ventana —Sacudió la cabeza y sus cortos cabellos se mecieron con frescura, a pesar de que su rostro seguía mostrando fastidio—. Si tanto te aburren las reuniones del comité, ¿por qué te apuntaste como miembro?

¡Eso! ¡¿Por qué se apuntó?!

Trató de hacer memoria.

Recordaba el día en que el profesor pidió voluntarios para el comité que organizaría el festival temático que se celebraría a finales de mes. Ranma estaba recostado en su mesa, contando los minutos que faltaban para que le dejaran libre cuando... ¡Ah, sí! Akane fue la primera en levantar la mano. A él le pareció una tontería, solía pensar lo mismo de la mayoría de actividades extraescolares que el Furinkan realizaba, pero un grupo de babosos que, por lo general, se dedicaban a mirar a su prometida en todas las clases de gimnasia y que, además, eran los mismos que hacían cola para comprar fotos comprometidas de Akane a su hermana Nabiki, se postularon para unirse al comité justo después de ella.

Por supuesto, a él no le quedó más remedio que unirse también.

¡Solo para ayudarla!

Si Ranma estaba también en el comité, ese grupo de bobos no se atreverían a acosarla. ¿No era su deber como prometido? Por desgracia, había descubierto que su presencia allí no era lo suficiente disuasoria como para que esos idiotas dejaran de revolotear alrededor de la chica como si fueran perritos hambrientos y Akane, un delicioso plato de comida.

¡No tenía bastante con vigilar a un cerdito pervertido, al guarro de Happosai, y al pesado de Kuno, que también tenía que preocuparse por esos tipos!

Bueno, preocupado no estaba. Solo le inquietaba un poco que esas reuniones del comité se alargaran hasta las últimas horas de la tarde, y como los días oscurecían ahora tan temprano, pues...

—¡Ranma! ¡No me ignores! —Akane le pinchó en el costado con su dedo y el chico, distraído, volvió en sí de golpe.

—¡No te ignoro, bruta!

—¡No me insultes!

Ranma se dio la vuelta y observó la altura a la que estaban, considerando saltar. Seguro que podía aterrizar sin problema en el suelo. No, era una locura. Respiró hondo y trató de recordar qué diantres le había preguntado.

¡Ah, sí!

—Me apunté al comité para ser útil, pero desde el principio nadie ha hecho caso a ninguna de mis ideas —respondió él. Se giró hacia ella una vez más—. No veo porque tengo que quedarme hasta el final de la reunión solo para que me ignoréis.

—A lo mejor si no te quejaras por todo.

—¿Quejarme yo? ¡Eso no es...! —Bueno, Ranma tenía que admitir que sí se había quejado un poco ¡Pero solo al principio! ¡Y porque el tema que sus compañeros habían elegido para el evento de su clase era absurdo! ¡¿Qué más daba?! Nadie le hizo caso y aun así él cumplió con todas las tareas que le habían encomendado—. Halloween es una fiesta estúpida.

—Pues a todo el mundo le gusta nuestra idea de hacer un pasaje del terror —apuntó Akane, sonriente—. Y además coincidirá con el día 31.

>>. ¡Será perfecto!

Ranma resopló.

—¿Y cómo es que a ti, justamente a ti, te hace tanta ilusión? —quiso saber.

—¿Cómo que "a mí, justamente a mí"?

—A ti siempre te han dado miedo los fantasmas y todas esas cosas.

—¡No es verdad!

—¡¿Qué no?!

Akane apretó los labios hasta que casi se le pusieron blancos de pura indignación, pero una ráfaga de viento especialmente fuerte la hizo estornudar y Ranma no pudo evitar sonreír. Los estornudos de Akane eran divertidísimos.

—Dejémoslo —zanjó ella, frotándose la nariz con la manga del abrigo—. Me han dado el catálogo para que elijas el disfraz del monstruo que interpretarás en el pasaje.

—¿Qué voy a tener que estar todo el día metido en ese túnel oscuro asustando a la gente y encima disfrazado?

Akane ahogó un chillido de frustración.

—¡¿Es que no has escuchado nada en la reunión?! —Se pasó las manos por la cara y después se frotó los brazos. Entonces le miró de un modo muy curioso—. ¿No será que es a ti al que le da miedo?

Ranma se contuvo antes de echarse a reír, pero echó la cabeza hacia atrás con bravuconería al tiempo que descolgaba una sonrisilla burlona.

—A mí no me da miedo nada —afirmó rotundo—. ¿Sabes por qué?

>>. Porque tener miedo no sirve de nada.

Akane meneó la cabeza mientras murmuraba algo entre dientes para sí, Ranma dedujo que no le gustaría oírlo, así que no le preguntó.

No sé por qué siempre tenemos que acabar discutiendo por todo.

Una nueva ráfaga de viento se levantó para después caer sobre la azotea con una fuerza increíble. Primero se oyó el aullido y después el vendaval descendió empujándolos contra la barandilla que recubría el borde de la azotea.

Ranma se vio empujado contra la piedra y sintió dolor cuando el metal se le incrustó en la espalda. Pero sintió aún más dolor cuando el cuerpo de Akane fue arrojado por ese viento sobre el suyo. Ella intentó evitarlo pero se deslizó sobre el suelo debido a las suelas de sus zapatillas, con las manos a la altura del pecho que se incrustaron en el estómago de su prometido. Ranma trató de sostenerla con sus brazos no fuera a salir volando porque ese extraño viento sopló y sopló sin perder fuerza durante varios minutos. Los dos cerraron los ojos sin poder hacer otra cosa más que esperar a que pasara.

Muy despacio el rugido se desvaneció y todo volvió a quedar en calma, excepto porque después de semejante chorro de aire helado los dos chicos tiritaron de frío.

Ambos abrieron los ojos y parpadearon. Ranma miró al cielo, confuso y Akane se miró los pies, al final sus miradas se encontraron a mitad de camino y como era lógico ambos se sonrojaron por la cercanía pero, y esto sí fue algo novedoso; ninguno trató de apartarse del otro como primera reacción. El artista marcial estaba muerto de frío y no podía dejar de notar lo agradable que era el cuerpo de Akane, tan cálido, pegado al suyo.

—V-vaya viento —dijo ella, esbozando una sonrisa nerviosa—. Qué raro ha sido.

—Sí, menuda fuerza —convino él, estirando el cuello por encima de su cabeza—. Por poco nos tira de la azotea.

—Solo a ti se te ocurre subir hasta aquí con el frío que hace —Ahí fue que Akane se dio cuenta—. ¡¿Dónde está tu abrigo?!

—Ah, pues...

—¡¿No lo has cogido?! ¡Debes estar congelado! ¡¿Cómo se te ocurre?!

—¡Bueno, yo no...!

Ante la incredulidad del chico, Akane alzó los brazos hacia su cuello y lo abrazó con fuerza, pegándose aún más a él. El corazón de Ranma hizo un salto de caída libre hasta sus pies y un repentino calor le llegó hasta la raíz del pelo.

—A-A Akane, ¿qué?

La chica le pasó las manos por los hombros y la espalda una y otra vez, hasta que sus brazos se acomodaron en torno a su cuello. De algún modo, se acurrucó más contra él y Ranma pensó que estallaría.

—¿Mejor ahora?

Estaba tan alterado que tardó varios minutos en caer en que lo que su prometida pretendía era ahuyentar el frío de su cuerpo dándole calor por medio de ese abrazo.

Vaya...

En momentos como ese lamentaba llamarla bruta y cosas por el estilo. Puede que delicada tampoco fuera la palabra que mejor definía a Akane, pero desde luego sabía ser tierna a veces. Sobre todo, cuando él mantenía la boca cerrada.

Ranma estrechó sus brazos en torno a la joven y bajó la cabeza hacia los hombros de ella. Como nadie le miraba pudo cerrar los ojos para disfrutar de esa sensación tan cálida y agradable, incluso se permitió sonreír un poco.

—Gracias —susurró.

De pronto se dio cuenta de que el malestar de antes se había desvanecido por completo.

—Igual deberíamos irnos ya —propuso Akane unos segundos después—. Aquí arriba hace demasiado frío.

—Sí, es verdad.

Pero ninguno de los dos se movió un milímetro.

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Ukyo se dijo: No, no puede ser cuando abrió la puerta que daba a la azotea de su instituto.

Ese día se saltó las clases porque no pudo resistir la tentación de ir al Neko Hanten. Después de lo que había visto la noche anterior quería cerciorarse de que todo anduviera bien. Pero no, las cosas en el restaurante chino no andaban nada bien y por eso se lo encontró cerrado a una hora en la que solía estar atestado de clientes.

No es que ese hecho fuera una confirmación real de lo que había visto la noche anterior, pero desde luego era algo muy extraño. Y es que por más que la parte racional de su cabeza le dijera que era imposible que hubiese visto a Anne, la pálida merodeando por Nerima, algo aún más fuerte le decía que sí. Que sin lugar a dudas era ella. Y que, por supuesto, no era un buen augurio.

Tras dejar el Neko Hanten corrió a casa de Ranma para contárselo. La visita anterior se alargó demasiado y las clases ya habían acabado de modo que fue a buscarle al dojo, pero allí le dijeron que tanto Ranma como Akane seguían en el instituto porque eran miembros del comité para el festival de la escuela. Ukyo ni siquiera sabía que fuese a haber un festival, llevaba demasiado tiempo de viaje.

De ningún modo podía esperar un día entero para hablar con él, así que salió corriendo hacia el Furinkan y una vez allí alguien le dijo que los dos prometidos estaban en la azotea, o al menos hacia allí habían visto dirigirse a Akane con cara de furia. Subió las escaleras a toda velocidad, con el viento zumbándole en los oídos a coro con sus propios jadeos. Encontró la puerta entreabierta y por un segundo le extrañó no oír los gritos de Akane, así que asomó un ojo por la hendidura antes de salir fuera y entonces...

No, no, me lo habré imaginado.

Por un momento le había parecido ver a su Ran-chan abrazando a Akane.

¡Imposible!

No solo abrazándola; estrechándola entre sus brazos y mostrando una expresión bobalicona (y en cierto modo, extasiada) en su rostro.

Pero eso no puede ser, porque sería como si...

Porque eso sería una traición hacia ella, Ukyo, su otra prometida y mejor amiga de la infancia.

¿Por qué iba querer Ran-chan abrazar a Akane?

¿Acaso los dos se habían escabullido hasta esa azotea desierta, con el frío que hacía, para abrazarse? ¡Era absurdo! No obstante, había experimentado un instante de pánico, súbito y afilado, como al meter la mano en un costurero, ese instante en que tu dedo se encuentra con el filo de un alfiler, sin esperártelo. Es incluso más doloroso porque no te lo esperas. Había sentido ese pinchazo en el corazón.

Solo lo he imaginado, decidió ella, más tranquila. Atravesaré esa puerta y seguro que no se están abrazando.

Porque si era verdad y no lo había imaginado ¡Sería terrible para ella! Incluso si no llegaba aún a entender la razón por la que un gesto tan simple e inocente como un abrazo podía llegar a ser tan aterrador.

Ukyo alargó la mano para empujar la puerta de metal, pero esperó un momento mordiéndose el labio inferior. El corazón le retumbaba. Golpeó la puerta con el pie y tras unos instantes más de vacilación, salió al exterior. Levantó la vista y, tal y como había predicho Ranma y Akane no se abrazaban, es más, no estaban si quiera cerca el uno del otro. Cada uno miraba en una dirección distinta, con los brazos cruzados y el rostro rojo a causa del frío que hacía.

Menos mal, pensó Ukyo, riéndose de sí misma. Por un momento creí que era real.

—¡Ran-chan! —exclamó la chica trotando hacia ellos. Dibujó una de sus afectuosas sonrisas y decidió olvidar todo ese asunto—. Te he buscado por todas partes.

—¡Hola, Ucchan! —Saludó él, levantando una mano—. ¿Así que ya has vuelto de visitar a tu familia?

—¡Sí! —Le hablaba como siempre, no había nada de extraño. Estaba segura de que no se habían abrazado y es mejor que lo olvide—. ¡Hola, Akane!

—¡Bienvenida!

—¿Qué tal ha estado el viaje?

—¡Oh, en casa todo está bien! —afirmó Ukyo sin darle mayor importancia. Ofreció un par de datos de rigor sobre como seguía su familia y como había sido el reencuentro, pero en seguida se puso seria y se dirigió a Ranma—. Ran-chan, no te imaginas a quien vi rondando anoche por el Neko Hanten —Cogió aire y lo soltó despacio para calmarse. Clavó sus ojos claros en los de él—; a Anne, la pálida.

Ranma abrió más los suyos, demasiado impresionado. Para después fruncir el ceño y preguntar:

—¿Quién?

Ukyo, perpleja, calló unos segundos.

—¿Cómo que quién? Anne, la pálida... ¡Anne, la pálida! Ran-chan, ¿no la recuerdas? —El chico, confuso, se rascó la cabeza—. ¡De cuando éramos niños!

—¡Ah!

—Te acuerdas de ella, ¿verdad? —Pero los ojos de Ranma seguían moviéndose, perdidos, por todas partes y su amiga suspiró—. Era una niña que vivía en el mismo pueblo que nosotros.

>>. ¿Recuerdas a los otros niños con los que jugábamos en aquel entonces?

Ranma se encogió de hombros.

—¿Por qué la llamabais Anne, la pálida? —preguntó Akane, adivinando que el despistado de su prometido necesitaría más pistas para saber de qué estaban hablando.

—En realidad se llamaba Anne... No recuerdo su apellido, era muy extraño. Sus padres eran de Inglaterra, llegaron a Kansai unos meses antes de que Ran-chan y su padre se fueran —Les explicó—. Anne tenía un aspecto distinto al nuestro; era rubia, alta, de tez muy pálida (la más blanca que jamás he visto) y sus ojos eran de un azul tan claro que casi parecía transparente.

>>. Solía llevar extraños vestidos blancos y supongo que por todo eso los otros niños empezaron a llamarla Anne, la pálida.

—Ni siquiera me suena —comentó Ranma, impresionado.

—¿Se metían con ella, Ukyo?

—Sí, la verdad. Los niños son crueles con las personas diferentes, en especial en esa zona —admitió con pesar—. Desde que Anne llegó la mayoría le hicieron el vacío, y cuando la veían llegar se reían de ella y le gastaban todo tipo de bromas crueles.

—¿Bromas crueles?

—Anne era una niña muy asustadiza —reconoció la cocinera—. En especial, le daban pavor los bichos, así que los otros niños a menudo se los metían por dentro del vestido o en sus zapatos —Akane hizo una mueca de asco y Ukyo asintió, como si estuviera de acuerdo con eso—. No hizo ningún amigo, siempre se la veía sola, procuraba no cruzarse en el camino de los demás chicos para evitar sus desprecios.

—Es horrible.

—¿Y dices que la has visto aquí en Nerima? —preguntó Ranma. Su amiga asintió con la cabeza—. ¿Y qué tiene de especial eso?

>>. Puede que se haya mudado o esté de visita.

En ese momento la expresión de Ukyo cambió. Primero desvió la mirada en una mueca vacilante, como si algo le impidiera seguir hablando. Pero después, sus rasgos se transformaron, se mordió el labio inferior y sus ojos se oscurecieron con una emoción muy intensa y perturbadora.

Miró a su amigo de la infancia y extendió la mano hacia él para agarrarle del brazo. Ranma arqueó las cejas, preocupado, y la miró a su vez.

—Es que no es posible que este aquí, Ran-chan.

—¿Por qué no?

Ukyo había temido el momento en que le hiciera esa pregunta. No sabía cómo reaccionaría cuando contara lo que sabía, lo cierto es que le preocupaba que la tomara por loca. Aún con la cantidad de cosas extrañas, mágicas o sobrenaturales que habían visto y padecido desde que Ranma y ella se habían reencontrado, sabía que su historia seguía siendo demasiado surrealista. Y si no la creía, ¿qué haría, entonces?

¿Olvidar lo que había visto y hacer como si nada?

—Ucchan, ¿qué ocurre?

La expresión del chico era de preocupación y el modo en que había dicho su nombre (su querido mote) con tanta ternura y comprensión, le dio ánimos para renovar su valor. No obstante, cuando separó los labios se le escapó un resuello extraño. Apretó los párpados y asintió con la cabeza.

—Tiempo después de que tú te marcharas de Kansai pasó algo —Les empezó a contar—. Yo no estaba presente. Mi padre y yo nos fuimos de viaje a visitar a unos familiares justo cuando aquello ocurrió. Pero al regresar al pueblo una amiga mía me lo contó todo.

>>. Como ya os he dicho, Anne solía evitar a los niños que eran malos con ella. Apenas salía sola de casa y se quedaba en lugares que creía seguros, con adultos delante para evitar los problemas. Pero un día, de repente, decidió dejar de esconderse y fue a pasear cerca de la zona donde estaban esos chicos.

>>. Por supuesto ellos al verla sola no perdieron la oportunidad y comenzaron a burlarse de ella como siempre hacían. Sin embargo, Anne no huyó de ellos aquella vez. Tampoco les plantó cara, era demasiado asustadiza, solo se quedó quieta ante ellos recibiendo sus desprecios, como si no les oyera. Algunos de los chicos que lo vieron dijeron que parecía haberse convertido en una estatua.

>>. A los abusones no les gustó esa actitud, así que decidieron ir más lejos. Entre todos la agarraron y la arrastraron hacia una zona boscosa, alejada del pueblo y allí la encerraron en un viejo barril de madera abandonado que los niños usaban para jugar. Creo que la retuvieron allí bastante tiempo.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Akane, atemorizada.

—No sé. Horas —Ukyo se estremeció y tuvo que frotarse los brazos. El frío de la azotea parecía habérsele metido dentro del cuerpo así que el gesto no le sirvió de nada—. Hasta que Anne empezó a llorar y a gritar, creo.

>>. Después de eso...

—¿Qué hicieron después?

La cocinera apretó los dientes.

—Abrieron un agujero en la parte de arriba del barril y se dedicaron a echar todo tipo de bichos dentro para asustarla.

Akane ahogó una exclamación que fue mezcla de asco y pavor, al tiempo que se llevaba las manos a la boca. Sus ojos dilatados no se despegaban de Ukyo.

—¡Es terrible! —exclamó.

—Es lo más cobarde y despreciable que he oído —opinó Ranma, sombrío. Como artista marcial que era no le gustaba nada oír que se abusara de alguien más débil, y menos con semejantes niveles de crueldad.

Ukyo asintió de acuerdo, pero por desgracia sabía que la historia no había terminado.

—Eso no fue lo peor —anunció. Ahora sus cejas estaban fruncidas y su labio inferior se estiraba hacia fuera en un gesto compungido—. Cuando Anne se dio cuenta de lo que estaba pasando con los bichos se asustó más todavía y empezó a moverse dentro del barril. Se agitó y revolvió tanto que el barril cayó al suelo y se puso a rodar.

>>. Rodó y rodó sin que nadie pudiera detenerlo por una pendiente que hizo que el barril se precipitara hasta un río.

—Oh no...

—¿No me digas que...?

Ukyo asintió.

—Anne murió ahogada cuando el barril se llenó de agua —aclaró, aunque no era necesario. Respiró hondo y añadió—. Y aunque la historia salió a la luz, todo quedó como un accidente.

>>. No se volvió a hablar del asunto y nadie pagó por su muerte.

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Los rayos del sol apenas calentaban a esas horas de la tarde. Era octubre. El frío había atrapado a Nerima y a pesar de que su luz anaranjada, oscura y sucia, coloreaba las calles de la ciudad, el viento helado golpeaba el suelo como un látigo inclemente y se aseguraba de calar hasta los huesos de los pobres viandantes.

Viandantes como ellos.

Ranma caminaba con las manos en los bolsillos para resguardarlas de ese frío. Llevaba su abrigo y una bufanda al cuello, pero por dentro seguía sintiéndolo, como si ese aire helado hubiese penetrado en él y ahora viviera en su interior. Distraído, observaba las tres sombras alargadas que caminaban delante de ellos, deformes y a la vez familiares. Seguía dándole vueltas a la historia que Ukyo les había contado.

Seguramente los tres iban pensando en lo mismo.

Tras la revelación de que Anne la pálida había muerto años atrás, un abrumador silencio se apoderó de ellos, por lo trágico de esa historia. Ranma era incapaz de entender como alguien podía ser tan cruel como los niños de la historia. ¿Meterse con alguien solo por ser un poco diferente? Para él (dadas sus peculiares circunstancias) no podía haber nada más bajo y rastrero que eso.

Seguía sin recordar a la tal Anne, pero estaba seguro de que nunca fue cruel con ella. Podía ser un fanfarrón, gustarle competir y desafiar a los demás, pero nunca habría hecho daño a nadie más débil que él.

Por otro lado, estaba el pequeño detalle de que Ukyo seguía insistiendo en que había visto a Anne la noche anterior. Ahora era obvio que eso no era posible, debía haberse equivocado, pero la cocinera no dejaba de reafirmarse en sus palabras.

—La vi salir del Neko Hanten. ¡Estoy segura de que era ella! —Había repetido una y mil veces—. Hoy he estado allí y a Shampoo le ha pasado algo.

—¿Cómo que le ha pasado algo? —preguntó Ranma.

—Algo malo —Y se negó a especificar más, pues apenas le habían dejado verla—. Anne no conoció a Shampoo, así que no sé porque querría hacerle daño, pero tuvo que ser ella.

¿Acaso tenía algún sentido? ¡Desde luego que no! ¿Qué estaba intentando decir Ukyo con todo aquello?

—¿Crees que esa Anne es un... fantasma? —Había preguntado Akane. Tras oír semejante conversación de muertos y aparecidos no había dicho ni media palabra hasta que, temblorosa, se animó a hacer esa pregunta. Ranma sabía que a su prometida le atemorizaban las historias de fantasmas, por más que ella lo negara, y por eso quiso cortar aquel asunto de raíz.

—¡Bobadas! ¡Los fantasmas no existen!

Ukyo le lanzó una mirada reprobatoria, pero tampoco quiso continuar con eso.

No habían vuelto a abrir la boca desde entonces, caminaban en silencio uno junto a otro, pero tenían el mismo pensamiento.

Akane caminaba a su derecha con los ojos anclados en el suelo y las manos unidas sujetando la correa de su cartera. Tenía una arruguita en su entrecejo que solo le salía cuando estaba preocupada por algo, seguro que estaba asustada porque había dado por cierta la absurda historia del fantasma.

Le habría gustado burlarse de ella y, al mismo tiempo, deseó decirle algo que la calmara. Abrió la boca con la esperanza de sentir una repentina inspiración, pero no fue así. Sobre todo porque, en ese mismo instante, notó un fuerte tirón en su brazo izquierdo que casi le hace perder el equilibrio y caer de cabeza al suelo.

Ukyo se había enganchado de su brazo con extremada vehemencia, hasta casi apoyar la cabeza en su hombro. Sus ojos parecían tristes y su expresión inquieta, supuso que también estaba asustada y no le pareció correcto quitársela de encima. De reojo, miró a Akane pero esta seguía caminando haciendo ver que no le importaba ese gesto, aunque su rostro se había enrojecido un poco.

Ranma tragó saliva en silencio y disimuló. Quizás si no hacía ningún movimiento brusco se libraría.

Por fin, llegaron ante el restaurante de Ukyo y la morena tuvo que soltarle. Desde la puerta le sonrió y se despidió con la mano. Ranma, aliviado, le devolvió el saludo y echó a correr para alcanzar a su prometida que no se había parado ni un momento.

—¡Espera! —exclamó él, persiguiéndola—. ¡Espera un momento!

Logró colocarse a su lado pero no porque Akane se apiadara de él y le esperara. Caminaba rígida, con el cuerpo algo inclinado hacia delante y dando zancadas bastante más amplias de lo que era habitual en ella.

¡Estupendo! Pensó él, fastidiado. Ya se ha vuelto a enfadar.

Y tampoco ahora se le ocurrió nada que decir. En los últimos tiempos se quedaba en blanco muy a menudo cuando tenía a Akane cerca y le frustraba no ser capaz de decirle lo que pensaba.

Yo no quería que me cogiera del brazo, pensó molesto y deseó poder decirlo en voz alta y que ella le creyera por una vez. ¡Yo no la he agarrado a ella! Pateó una piedrecita del camino que saltó y se incrustó en una alcantarilla. ¿Qué iba a hacer? ¿Apartar a Ukyo de mí como si me resultara repugnante o algo así? Las manos en los bolsillos se le crisparon y tuvo que sacarlas. Es mi amiga, no puedo hacer eso.

Siguió caminando, en silencio, pero rumiando esas ideas y sintiéndose cada vez peor. Preveía que se avecinaban unos días de silencio por parte de Akane y eso no lo soportaba.

¿Debería disculparme aunque no haya sido mi culpa?

De repente, Akane alargó su mano y cogió la de él. Sin decir nada, la tomó con suavidad y poco a poco se fue acercando hasta que sus hombros se rozaron. Ranma reaccionó acompasando su ritmo al de ella y hasta varios segundos después, no se atrevió a ejercer algo de presión con su mano. Ella respondió deslizando sus dedos entre los de él y dándole un toquecito con el codo.

Siguieron caminando.

Ranma no se atrevió a mirarla, pero se irguió un poco más aliviado y determinó no abrir la boca en lo que quedaba de camino hasta el dojo.

Decidió también que al día siguiente acudiría a visitar a Shampoo para saber qué le había pasado en realidad. Aunque no creyera la historia del supuesto fantasma, si a Shampoo le había ocurrido algo malo quería saberlo y le ofrecería su ayuda si fuera necesario.

Pero se olvidó por completo de Anne la pálida por el momento. Los fantasmas no existían, eso lo sabía todo el mundo. Y aunque existieran, él no les tendría miedo.

Porque él no le tenía miedo a nada.

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Hola Ranmaniaticos ^^

¿Qué tal estáis en este fin de semana pre Halloween?

Bueni, como sabéis he estado un tiempito ocupada con otras cosas y me ha sido imposible escribir nada. Me he perdido dinámicas muy chulas de este fandom y la verdad, echaba mucho de menos los fics, pero la escritura (como todo) es un hábito que se resiente cuando lo dejas olvidado durante una temporada, por lo que me está costando un poco más de lo que pensaba retomar mi rutina escritoril.

Eso significa que los nuevos fics de Ranma ½ que tengo pensados tardarán un poco más en llegar.

Mientras tanto, aquí os traigo un fanfic que escribí para celebrar Halloween hace unos añitos y que es nuevo, al menos en wattpad. Lo estoy revisando un poco por encima para compartirlo y, joe, siento que ha pasado mucho más tiempo desde que lo escribí. Noto grandes diferencias en la manera en que escribo ahora, lo que no sé es si el cambio ha sido para mejor o peor, jajaja.

En fin, estaré publicando estos tres días hasta Halloween. Espero que os guste ^^ Si es así, dejarme un voto y algún comentario para que pueda saber vuestra opinión.

¡Muchos besotes!

Hasta mañana ^^

—EroLady.


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