天使 | abril
Para ti, amor, nuestra historia. Feliz cumpleaños:
El licor no aminoraba mi dolor, sino que ardía, me hacía recordar más a ti. A tu hermosa sonrisa, esa que mostrabas a pesar de que la situación empeoraba. Me acuerdo de cómo tus ojos se achicaban cada vez que me mirabas, porque reías. El sonido a carcajada limpia tuyo... nunca lo olvido. Y eso es lo malo, porque te recuerdo, me torturo yo solo haciéndolo... Eso pensé hasta hace poco, cariño.
4 de abril del 2017, cuando te conocí. No tenía idea de que aquella fiesta fuese para conmemorar tu cumpleaños; no me lo dijiste, mas lo supe cuando regresé con mi amigo a nuestro apartamento. Australia me gustaba, efectivamente, sin embargo, tú hiciste que me enamorara del país. Tú fuiste el motivo para que me quedara.
Pasaron unos cuantos días y te volví a ver. Llevabas un vestido color blanco que hacía resaltar tu figura gloriosamente, tu simple y coqueto peinado me dio ganas de abrazarte y mantenerte así de por vida. Eras tan preciosa, me aterraba incluso tocarte, pues parecías tan frágil. Y lo eras, aunque lo descubrí mucho después.
Asumí que nuestro encuentro era una cita, ya que por algo nos tomamos de la mano, nos abrazamos de forma cálida, y nos besamos tiernamente al finalizar la velada. Pensé que irías a rechazar el gesto, mas tus ganas hicieron acto de presencia apenas acaricié tu mejilla sonrosada, atrayéndote hacia mí. Llegué a la conclusión de que en verdad no era tan malo, me adentré fácilmente a la ''sociedad'' de Sidney, al estilo de la ciudad, y pude encontrar al amor de mi vida.
Porque sí, Abril, desde que te vi supe que lo eras. Y sé que yo también fui el tuyo.
Incluso pronto dijiste que por ser asiático te parecía más guapo. No sabes cuánto me alegré y reí por aquel comentario. Tu timidez era lindísima, me derretía el alma apenas escucharte susurrar algo con ella.
Por fin encontré un trabajo ''decente'', como habían buscado llamar mis padres. Oh, ellos... Los vi hace poco por cierto. Lo único que me dijeron fue algo así como una ''condolencia'', sabes que ellos nunca fueron de apoyarme en las decisiones que tomaba. Nunca me quisieron como tal, aunque mírame ahora... ¿Crees que estén arrepentidos?
La cafetería al voltear el parque central, allí se ubicaba mi empleo. Cada día era ajetreado, sin embargo, amaba la calidez del establecimiento. La gente era muy amable, ¡hasta una chica dijo que yo era quien le llamaba la atención y por eso visitaba el local frecuentemente! Aunque lo mencionó un día antes de su vuelo a España, nunca más supe de ella... Y sí, también recuerdo que te causó celos. Tus ojos rabiosos cuando ibas a recogerme o a entregarme algún detalle te delataban.
Ya éramos pareja hacía un par de meses atrás, tres exactamente. Decidí que era el momento adecuado para decir lo que anhelé desde niño: vivir con la persona que más he amado. No era anticipado, consideré que era lo más correcto, pues te conocía tanto como tú a mí. O eso pensé en aquel instante.
Te comenté sobre ello cuando nos reunimos en la playa. La emoción se intensificó cuando te vi utilizando el vestido que alguna vez te regalé, era una ocasión especial y tú te habías presentado tan bella. Aunque siempre lo hacías, he de decirte.
Caminamos un rato, mientras hablábamos de nuestros días y de cosas triviales. Obviamente con mimos por mi parte, y tú igual pero a tu manera tan característica. En ese tiempo habías dejado la universidad, decías que era muy estresante y lo comprendí. No te juzgaba por ello, ya que conocía tus capacidades, podías hacer cualquier cosa que te propusieras sin necesidad de prepararte y exigirte demasiado. Eras capaz de todo.
Nos sentamos en la arena frente al mar, sin que nos importase ensuciarnos. Te acurruqué en mis brazos mientras tú reposabas la cabeza por sobre mi pecho. Estaba seguro de que sentías mi nerviosismo y mi corazón latiendo a una velocidad excesiva, siento si te incomodé en ese instante. La idea de que me rechazaras me carcomía por dentro.
Solté ello con valentía tras unos segundos, para mi sorpresa, no tartamudeé. Esperaba ver tu reacción, y a pesar de todo lo que pensé, no creí que tu expresión cambiase de una manera tan... dolorosa. Soltaste un suspiro y me miraste a los ojos, los tuyos estaban llorosos, me preocupé y te observé interrogante. Afirmaste tu agarre por mi cintura y espalda, y recuerdo firmemente lo que comenzaste a decir:
''No puedo, Jimin. Yo... lo siento. No... No estaré pronto, me tendré que ir y no quiero, pero no puedo hacer nada al respecto... Sé que cometí el error más grande al enamorarme de ti, al aceptar ser tu novia, al seguir como si nada estuviera ocurriendo cuando en verdad estaba y estoy terriblemente enferma. Mi cerebro está infestado de tumores que no me dejan pensar con claridad. Quizás es por eso que accedí a quererte sin pensar en las consecuencias. Sin tener en cuenta que heriría a más personas, quienes no lo merecían. Jimin, sé que es muy tarde para decir ad-''
Corté tu notoriamente improvisado soliloquio con un beso que afortunadamente no rechazaste. Las lágrimas amenazaron con salir de tus ojos, y no lo evitaste, las dejaste escapar mientras yo luchaba por aguantar las mías. No lloraría, no hasta que todo acabase por fin.
Prometí que no te dejaría por nada del mundo, que un maldito cáncer no nos alejaría para siempre, que podríamos superarlo porque nos teníamos el uno al otro. Que todo lo que haríamos pronto sería sonreír, pues nada nos derrotaría. Jamás.
Pasaron los días, hasta que se convirtieron en semanas. Íbamos a tus chequeos cada martes y sábados, la esperanza florecía en mí cuando el doctor nos informaba que estabas mejorando; te habían logrado eliminar un tumor maligno. Lo celebramos, sin pensar en el futuro. Estábamos juntos, estabas sanando. Renacías frente a mis ojos, las chispas de alegría relucían increíblemente bien en los tuyos. Quise creer que era porque estabas conmigo.
Todo iba bien, ¿recuerdas cuando anuncié frente a toda tu familia y amigos, en tu vigésimo primer cumpleaños, que la agencia que más había admirado por años al fin me había abierto sus puertas? Wow, fue un momento tan... emotivo, mi sueño se estaba realizando de a poco. Porque tú me lo permitiste, por más de que haya puesto resistencia, pues quería entregarte todo mi tiempo por si algo pasaba y yo no podía estar presente. Me dijiste que siguiera con mi vida a pesar de todo; confundí tus palabras, Abril, me equivoqué.
Por suerte, Big Hit tenía una sede en Sidney, así que iba a practicar allí de vez en cuando. El personal conocía mi circunstancia, nuestra circunstancia. No se opusieron cuando las cosas se complicaban un poco, era libre de estar contigo cuando lo necesitases. Agradezco el apoyo que me dieron y siguen dando, sé que tú igual, amor. Son mi familia, ¿estás contenta de que me traten como a un hermano?
El hecho de vivir contigo me hizo dar cuenta de tus cambios. Me dolía verte mal, porque, a pesar de que hayan eliminado dos tumores, tres surgieron próximamente. Te oculté los resultados de la última quimioterapia, ya no había cura. Me rompí la cabeza al saberlo, no sabía si decírtelo o no. ¿Era lo correcto? ¿Te derrumbarías como lo estaba empezando a hacer yo? Vamos, te conozco, sé que no. Pero el saber que mi amada se iría en tan pobres tres semanas me frustraba.
Tú no merecías eso, merecías ser feliz, ser alguien que cumpliera todos sus anhelos. No alguien que esté sufriendo, que esté sintiendo un dolor punzante siempre, y que lo callase para no preocupar a nadie. Te veía viva, mas sentía que morías cada vez más rápido.
Te olvidabas de las cosas con facilidad, tenías dolores de cabeza constantemente, temblabas por más de que estuvieras acurrucada conmigo. ¿Por qué, Abril? ¿Por qué Dios tuvo que elegirte a ti? Hubiera dado mi vida por salvarte, deseé con toda mi alma que quien sufriera del maldito cáncer fuera yo.
Para nuestro lamento, en una semana y dos días sufriste una crisis. La ambulancia vino rapidísimo hasta nuestro apartamento que recientemente habíamos comenzado a compartir, te cargaron a la misma velocidad pero con precaución. Los doctores y enfermeros eran de lo más dedicados, agradecimos desde el primer momento ello. Te trataron con cuidado, con verdadera delicadeza. Sentía que sobraba entre toda tu familia, pues cuando terminó la revisión, me acerqué a ti, tomé tu mano y susurré apenas audible un ''te amo''.
Percibí tu confusión, ¿es que acaso no me reconocías? Sentí una punzada en el corazón, no dije nada más. Tus familiares se te aproximaron y enunciaron algunas palabras de alivio, a pesar de que sabían que ya no había nada por hacer.
El doctor Johnes nos ayudó mucho ese día. Rogué por quedarme en el hospital, pero no pude, ya que había ocurrido un accidente automovilístico hacía pocas horas y el sitio estaba realmente ajetreado. Comprendí, sin embargo, me lamenté. Tenía una presentación al día siguiente, la primera que sería en un lugar considerablemente grande, aunque no tan popular. No quise ir, mas tu familia me pidió que lo hiciera, porque eso habrías querido tú.
Fueron tantos errores cometidos en tan poco tiempo.
Estábamos cantando nuestra quinta canción, cada vez que íbamos tras el escenario llamaba a tu madre para saber si te encontrabas bien. No hubieron noticias malas, no hasta las 11:47 de ese estúpido viernes. Me disculpé con el personal muchas veces, tomé el primer taxi que vi y pagué de más para llegar a tiempo. Te quería escuchar por última vez, tenerte a mi lado en tu último segundo.
Estaba realmente nervioso, mis manos temblaban mientras abría el cerrojo de la puerta, mis ojos difícilmente veían a causa del temor, del miedo a perderte ya. Te vi rodeada de doctores, quienes trataban de mantenerte en vida por un poco más. Lo lograron, pero sólo unos minutos, los cuales aproveché. Ellos se fueron, no sin antes dedicarme una mirada que no quería recibir, no en ese instante; nos dejaron únicamente a ti y a mí. Me duele el corazón al recordarlo, el momento en que mis labios no me permitían hablar. Estaba asustado.
Me sentí impotente al decirte débilmente un ''te amo, Abril, por favor tú puedes, tú-'', y aún más cuando un pitido incesante y escandaloso resonaba por la habitación. Luchabas por conservar tus ojos abiertos, por mirarme. Me sorprendía el hecho de que hayas sido tan fuerte, que hayas podido sonreír frente a mí, y que por fin hayas dicho:
''Nunca te olvidé, Jimin. Nunca lo haré. Te... amo.''
Tus párpados se cerraron perezosamente, y dejé que el llanto acallara el próximo sonido infinito, ese que definió tu muerte. No sentía nada en ese momento más que dolor. Los enfermeros intentaron consolarme, yo estaba furioso. Opinaba que no habían hecho bien su trabajo, que merecían morir allí mismo, porque habían dejado sola a la persona que más amaba.
Había regresado al apartamento para recoger algunas cosas y marcharme de allí. No podría soportar recordar más, me atormentaba. Dejé la empresa por un tiempo, sabían que estaba demasiado afectado por tu partida como para cantar y actuar como si nada frente a un público que esperaba más; ¿y quién no lo estaría? Mis padres se enteraron del suceso, recibí aliento por su parte. Pero como siempre, no del bueno.
Los tuyos me dieron la libertad de conservar tu cuerpo en cenizas, las cuales mantendría conmigo siempre que pudiera. Decidí irme por un tiempo, adonde sea, y terminé en una playa de Melbourne. Comencé a pensar que rezar no había surgido efecto, que Dios verdaderamente no existía, que todo lo que hice por ti fue en vano, que toda tu lucha no sirvió de nada. Sentía que merecía ser yo el que hubiera muerto, aún más en ese momento.
No lo entendía. Quería que todo fuera un sueño, que nunca te hubieras ido, que permanecieras conmigo, que me abrazaras como cada día hacías, que me besaras con esa dulzura que había aprendido a amar. Me frustré demasiado, la idea de abandonarlo todo y reencontrarme contigo en alguna parte del ''Cielo'' pasaba por mi mente constantemente. Pero no me atreví a hacerlo, porque, en algo parecido a un déjà vu, recordé que dijiste:
''Cumple tus sueños, Jimin. No importa qué pase, quiero verte triunfar a pesar de la adversidad. ¿Lo harías por mí?''
Todo el rencor desapareció como si se tratase de un hechizo. Y me acordé más de ti. De nuestro encuentro, de nuestra relación, de nuestras formas de ser, de nuestros mimos, de nuestros problemas..., de nosotros dos, juntos. Me deshice de la idea de desvanecer, de ser egoísta contigo y llorar cuando tú querrías verme feliz, como dijiste tantas veces.
Y me alegra haber podido reiniciar desde cero, como esperé hacer aquí desde que vine, porque tengo algo que contar. Siento que con la música puedo dedicarte cada palabra más profundamente, no solo con este intento de carta. Siento que estoy alcanzando mis sueños... por ti, Abril, para que me mires desde donde estés y digas ''gracias, Jimin''.
Porque ahora estoy sobre un escenario junto a mis hermanos, dedicándote miles de versos con el significado más puro. Con la gente admirándonos, con aquella multitud alentándonos... no me siento solo. He empezado de nuevo, gracias a ti.
Te amo, Abril, y desde aquí te digo ''lo hemos logrado al fin''.
—Park Jimin.
04/04/2021
Este one shot ha sido de los más dolorosos de escribir, para ser sincera, ya que esta historia está basada en la realidad, una bastante cercana a mí como lo es la de mi madre, aunque un poco diferente (bastante). Lo he escrito con el motivo de acercarme a ustedes, a mis lectores, dejándoles un pedazo de mi alma.
Gracias por leer, lo digo de todo corazón. ¡Espero que les haya gustado!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro