CAPÍTULO 8: EN CASA
Me dieron de alta ese mismo día, mis padres me llevarían a su casa, al menos eso me dijeron. Yo sólo aceptaba lo que decidían no podía opinar nada. Cuando ibamos saliendo del hospital Nessie se prendió de mí y no quería soltarme, se agarró fuerte de la silla de ruedas dónde me llevaban.
—Quiero a mi papito, no quiero que se lo lleven a otra casa, por favor mami, por favor. Papá está enfermito, necesita que lo cuidemos, míralo tiene muchas heridas, ¿Si se despierta en la noche quien lo va a cuidar?— decía con lágrimas en los ojos.
—Amor, llevarán una enfermera del hospital para que lo cuide por las noches— mamá trató de convencer a mi hija.
—Una enfermera no le va a dar cariño y papá necesita mucho amor, me necesita y yo a él— entonces rompió a llorar. Mi madre la abrazó, Bella avanzó hacia ella dudando, me miró, yo puse cara de tristeza, todo debía ser parte del plan de mi hija para llevarme a casa.
—Nessie, llevaremos a papá a casa. No lo dejaremos sólo ¿Pero me prometes que me ayudarás a cuidarlo?— Bella limpió con mucho cariño las lágrimas de nuestra hija.
—Claro que sí. Yo seré su enfermera. Él ya que se olvidó de todos los cuentos, yo le contaré ahora los verdaderos— su carita era lo más bello que podía existir. Nadie pudo decirle que no.
Y así en lugar de ir a casa de mis padres fui llevado a la de mi propia familia. Esperaba poder recordar algo, algo bueno que haya hecho por ellas pero tenía miedo de recordar todas aquellas cosas terribles que me contaron. No quería que el hombre que fui antes volviera.
Llegamos pronto, la casa era grande, con un gran jardín dónde habían juegos para niños, dos columpios, inflables y una casita. La habitación donde me instalaron parecía más una oficina que un dormitorio. Me di cuenta que Bella y yo dormíamos en habitaciones separadas.
Cuando estuve cómodo y en la cama Nessie fue a su habitación para traerme todos sus cuentos. Bella se quedó conmigo estaba renuente a hablarme.
—Gracias por aceptarme aquí, cuando esté recuperado me iré y no te causaré más problemas. Sé que fui un mal hombre, todo el mundo me lo dice. Sólo espero que alguna vez puedas perdonarme— no sabía que mas decirle, quería borrar esa mirada de tristeza pero no sabía cómo. Si es preciso me marcharía de su vida si eso la hacía feliz.
—Esta es tu casa Edward. Antes de casarnos me hiciste firmar un contrato prenupcial. Nada de lo que es tuyo me pertenece.
—Entonces anularé eso y cualquier demanda que haya en tu contra. No te causaré más problemas. Si lo deseas, te daré el divorcio, creo que ya tienes alguien que cuide de ti— miré hacia otro lado, no entendía porque me dolía, sentí una punzada al pensar que pronto me iría de allí, lejos de ella y nuestra hija, que quizá otro hombre ocuparía mi lugar.
—Gracias Edward, espero que cumplas lo que dices— logré que sonriera aunque sea una risa fingida.
— ¡Acá están mis cuentos favoritos! Ahora empezaré a reprogramarte papito— Nessie se echó a mi lado y empezó a contarme muchas historias que yo recordaba vagamente, al parecer eso no lo había olvidado.
Pasó casi una semana, mi madre y Bella me llevaron al hospital para un chequeo y para que me retiren el yeso de la pierna, ya mis heridas estaban sanando y los moretones sólo eran tenues manchas en mi rostro. Mi madre había venido cada día a verme y también mi hermana Alice. Mi otro hermano, Emmett, no se había aparecido por allí, según me habían contado estaba ocupado.
Me entusiasmé porque ya no usaría la silla de ruedas, me dieron un par de muletas livianas pero no podía pisar todavía con fuerza con pie lastimado. El frio yeso fue cambiado por unas vendas ajustadas. De todas formas me sentía mejor, era un avance. Sobre mi amnesia no dijeron nada. Según mi padre eso pasa con el tiempo o a veces la memoria no vuelve.
Salíamos rumbo a la casa, el auto estaba a pocos metros. Una mujer rubia, muy guapa, se acercó a nosotros, se veía bastante molesta. Miró a Bella con desprecio, luego su mirada recayó en mí.
—Hasta que por fin puedo verte Edward, estas idiotas no me dejaron acercarme— dijo en tono bastante altanero. Supuse que sería la mujer de quien me hablaron, Tanya. No quería que supiera sobre mi pérdida de memoria. Así que traté de ser lo más duro que pude.
—No les hables así, ellas son mi familia y te agradecería que no volvieras a molestarnos— a pesar de intentar no puede ser muy rudo. Ella titubeó.
—Ya no tiene caso que finjas amor, todo el mundo sabe lo. No tienes que permanecer con esta tonta, miles de veces me has dicho que yo soy mejor en la cama— miraba a Bella como si la odiara. Los ojos de mi esposa empezaron a llenarse de lágrimas, algo extraño me pasó, una emoción que no había sentido antes. Tuve que cerrar los puños para contenerme.
—No eres mejor que mi esposa en nada. ¡Vete! ¡Te demandaré si vuelves a molestarnos!— me solté del brazo de mi madre. –Y olvídate de mí. Si vuelvo a verte rondando cerca de mí familia haré lo que sea necesario para qué desaparezcas— ella retrocedió horrorizada.
—Edward ¿Acaso no me amas?— rayos, también ella era otra víctima de mi estupidez pasada. ¿Es que a todo mundo le había hecho daño?
—No, nunca lo he hecho. Vete de una vez sino quieres que llame a seguridad— dije con tono mas suave. También la estaba lastimando. Me miró confundida y se marchó rápidamente. Cuando la perdí de vista relajé mi cuerpo y casi me voy de cara contra el suelo, mi madre logró tomar mi brazo. Me dolía la cabeza, todas esas emociones me lastimaban.
— ¿Hijo estás bien?— preguntó mi madre.
—No. Llevenme a casa por favor— me giré a ver a Bella, estaba asombrada mirándome pero no dijo nada. Cuando llegamos a casa y estuve acostado ella entró en mi habitación.
—No sé si finges Edward, no sé que tramas. Hoy parecías el mismo de siempre ¿Y cómo supiste su nombre?
—Jasper me dijo, me habló de ella. De muchas cosas que hice. No quiero que te vuelva a molestar, no quiero que nadie te haga daño, ni a ti ni a Nessie. No estoy fingiendo si eso es lo que crees.
—Bueno, eso lo veremos. Tu madre vendrá mañana por ti para ir al estudio. Según tus deseos, nadie en tu bufete sabe que has perdido la memoria, así que te recibirán con los brazos abiertos— sentí algo de sarcasmo en su voz. Debía ser por mi secretaria. Pobre Bella, le había hecho tanto daño, tenía un gran corazón para permitir que me quedara aquí.
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Lamento la demora, si pasan tres o más días que no actualizo, por favor dejenme un mensajito para apurarme. Todos sus lindos comentarios hacen un sonido en mi celular cuando llegan jijijiji
Patito
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