CAPÍTULO 7: MI HERMOSA PEQUEÑA
Pasaron varias horas en los que nadie volvió, sólo la enfermera venía a traerme alimentos y cambiarme los vendajes. Me retiraron los apósitos de la cabeza.
—Señorita por favor ¿Podría facilitarme un espejo?— pedí. Quería ver mi rostro, casi todos los que habían pasado a verme de una u otra manera eran personas fisicamente muy agraciadas, quería ver qué aspecto tenía yo.
—Claro señor Cullen, en seguida le traigo uno— regresó minutos después con un espejo ovalado, lo puse boca abajo en la cama. Respire profundamente y me armé de valor para conocer mi aspecto.
Me asusté un poco, tenía moretones en un lado del rostro y una cicatriz en la parte superior de la frente. Mis ojos eran verdes y mi cabello creo que castaño claro, estaba sucio, seguramente por el accidente. Sonreí para ver si tenía la dentadura completa. Al menos estaba intacta. Incluso la pierna que yo creía rota, no era más que una fisura en el calcáneo y un esguince en el tobillo, eso dijeron cuando pedí una explicación.
Entero, algo magullado pero entero y no era tan feo. Al menos así de lastimado me veía bien. Toqué mis músculos para saber si era fornido pero no pude hacerme una idea. Mi profesión no era precisamente muy deportiva que digamos, ya lo vería después, cuando estuviera de pie en un espejo más grande.
Oí ruidos en la puerta, dejé el espejo a un lado esperando que entraran. Deseaba conocer nuevas personas, sobre todo ver a mi hija. La puerta se abrió y se asomó una pequeña cabecita llena de largos rizos. Me sonreía con timidez.
— ¿Puedo pasar?— preguntó.
— ¿Nessie?— estaba seguro que era ella, tenía los ojos de su madre y su piel era suave y delicada.
Entró corriendo y se detuvo frente a mi cama. Me miraba como esperando algo. No sabía qué, no tenía recuerdos. No sabía nada de ella, ni su comida favorita, ni sus cuentos preferidos. O lo que le gustaba jugar. Era una extraña para mi y a pesar de eso sentía deseos de abrazarla.
—Hola papi, me dijeron que todavía no podía entrar pero me he escapado, hay un lío allá afuera, de esos que siempre arman los adultos. ¿No te molesto verdad?— preguntó sonriendo. ¿Cómo iba a molestarme alguien tan preciosa?
—Claro que no princesa ¿Cómo has estado?— pregunté. Nos sabía si debía decirle que no la recordaba.
— ¿Princesa? Habíamos quedado que la monarquía era el peor gobierno — se oía muy segura de sí.
— ¿Eso dije? Bueno, ya lo decidiremos luego. ¿Qué problemas hay afuera?— pregunté con temor.
—Oh lo de siempre, mamá está llorando— entristeció. –Está peleando con una mujer— se encogió de hombros.
—Lo siento— me disculpé. –Te prometo que nadie volverá a molestarlas— apenas salga de aquí me aseguraré que mi esposa y mi hija no vuelvan a ser agredidas por nadie.
—Papá... ¿Es cierto que se borró tu memoria?— preguntó muy seria. Sonreí al escuchar eso.
— ¿Qué?
—El abuelito dijo que se te olvidó todo. ¿Cómo es eso? ¿Se te metió un virus?— reprimí una carcajada, aunque no tenía mucha idea de lo que hablaba.
—No lo sé, a lo mejor sí. Simplemente desperté y no recordaba nada, ni mi nombre— dije encogiéndome de hombros.
— ¿También te olvidaste de mi?— dijo con tristeza.
—Tal vez mi cabeza si, pero aquí no— le dije señalando mi corazón. Se subió a la cama y se acomodó a mi lado.
— ¿Me puedes contar un cuento? Pero no de esos dónde los personajes pueden demandarse entre si. No me gustó que la cenicienta tuviera que firmar un contrato prenupcial— se quejó.
¿Cómo había podido hacer algo así? Un momento, no podía recordar quien era pero si me acordaba de ese cuento. Tenía que decírselo al médico, mi padre, creo que se llamaba Carlisle.
—Lo siento pequeña pero creo que no recuerdo bien los cuentos.
—Entonces te contaré uno yo. Había una vez, una niña que vivía feliz con sus padres, aunque su papá era bueno con ella, todos los demás decían que era un ogro malvado. Lo que sucedía era que él estaba hechizado por unas malvadas brujas y un brujo llamado Jake, el encantador, que con su cara bonita hechizaba poco a poco a su madre para que se fueran a otro reino lejano. La niña se acostaba todos los días rezando para que sus papás sigan juntos— se volteó a mirarme, sus ojitos chocolates eran tan profundos.
— ¿Y cómo termina ese cuento?— pregunté.
—No lo sé, creo que ahora tú debes terminarlo. Yo quiero que seamos muy felices pero hay tantos problemas— la abracé más fuerte, no permitiría que mi niña vuelva a sufrir.
—Haré todo lo que pueda para que le cuento termine feliz— le aseguré.
—Eso espero papá, no quiero quedarme sola— su carita se entristeció.
Bella abrió la puerta, estaba con los ojos enrojecidos.
— ¡Nessie! Te estaba buscando, me asustaste mucho— la reprendió.
—Es que papá estaba solito y quería hablar con él— hizo un puchero adorable.
—Cariño, papá está enfermo, no debes molestarlo— los hermosos ojos chocolate de Bella me miraron un momento. Sí que era hermosa, triste pero hermosa.
—No está enfermo, creo que por fin se curó. Ya no es un ogro mami—se veía sonriente.
—Nessie deja de inventar cuentos. Vamos, debo firmar para poder sacar a tu papá del hospital
— ¿Se irá con nosotras? Dí que sí mamita, papi ya no es malo. Por favor— rogó mi pequeña.
—Nessie, debes obedecer a mamá. Yo me iré a casa de los abuelos. Estaré bien, podrás ir a verme cuando quieras, si tu mamá te da permiso claro— miré a Bella esperando su aprobación.
—Claro que podrás ir a casa de los abuelos, pasarás los fines de semana allí— Bella parecía aliviada de no tener que soportar mi presencia.
—Edward ¿Podría quedarse aquí mientras firmo los papeles?—me pidió algo recelosa.
—Claro que sí— le sonreí.
—Gracias— dijo algo confundida y salió.
—El hechicero malvado atacará otra vez. Papá, tú debes ir a casa sino el hechicero se llevará a mamá. Yo lo he visto hacer su magia, sonrie y es bien educado pero cuando nadie lo ve me hace caras feas y se ríe con esa risa que sólo hacen los brujos. Me compra dulces, yo se los acepto pero las tiro a la basura. Sé que tienen una poción para que me olvide de ti, eso es lo que le está dando a mami. Debes ir a casa y no dejar que se salga con la suya. Yo no puedo pelear con el porque soy chiquita pero tú sí— mi hija parecía desesperada porque la ayude a mantener unida a su familia. Me apenaba que tuviera que pasar por todo esto y preocuparse por los problemas de los adultos. Un niño debería ser feliz y vivir su mundo infantil.
—Quizás exageras un poco— traté de calmarla.
—No exagero nada. Todo es cierto, debemos hacer que vayas a casa, si es necesario lloraré, aunque tu me enseñaste que eso no era bueno, pero como fue el anterior tu, o sea el otro tú ogro no tengo porque obedecer— sonrió pícaramente.
— ¿Yo te enseñé que llorar no era bueno?
—Sí, me dijiste que si quería alguna cosa debía darte una buena razón para comprármelo. Si me dolía la panza o cualquier parte de mi cuerpo debía tomar analgésicos y si me dolía el corazón debía callar o me lastimarían más. Ahora que eres un nuevo tu, debemos establecer nuevas reglas papi— me sorprendía lo sincera que era, ciertamente no le había enseñado a ser mala, sólo a ser dura. Pero era mi hija y si ella era buena no debí ser tan malo después de todo.
Nuevamente la puerta se abrió, un hombre muy grande y corpulento entró.
— ¡Tío osito!— Nessie bajó corriendo a saludarlo.
—Hola nenita, hace días que no te veía— la tomó con cuidado y la cargó. Era demasiado grande para que mi hija le dijera osito. ¿Y era su tio? ¿Mi hermano o el de Bella?
—Yo también te extrañé tío. Mira mi papá ya está mejor— me señaló. El tipo avanzó todavía con Nessie en sus brazos y me miró.
—Hola Edward, mamá me dijo que se te cruzaron los cables y que tengo que presentarme. Soy Emmett, tu hermano y te juro que si estas mintiendo te romperé las piernas— sonrió y me ofreció su mano.
Dude en estrechársela.
—Papi voy a ver a mi tía Rose— Nessie salió corriendo dejándome con semejante hombre. Él me sonreía pero no estaba seguro si era bueno que esté aquí.
—Mírame bien Edward, si en algo valoras tu vida, no juegues con fuego. Te conozco bien, sé que no eres humano... eres un vampiro— susurró. Me quedé paralizado. ¿De qué rayos hablaba? —Si, lo eres, un maldito chupasangre, abusivo y sin corazón. Me enviaste a la cárcel por chocar tu auto. ¿Qué hermano hace eso?— me reclamó antes de soltar una carcajada. Por un momento pensé que estaba hablando en serio. Pero que tontería, los vampiros no existen.
—Lo lamento. Bueno en verdad no lo lamento, ni siquiera lo recuerdo ya se me está haciendo costumbre disculparme— me quejé. No parecía peligroso la verdad, sólo un niño grande.
— ¿Quién es tu héroe?—me sorprendió que preguntara eso. ¿Cómo iba a saber?
— ¿Qué?
— ¿Qué empresa tuvo más ganancias en la bolsa el año pasado?— volvió a preguntar. No tenía sentido nada de lo que decía.
—No sé.
— ¿De qué color son las bragas de Tanya?— soltó una carcajada.
— ¿Quién? Ah si me han hablado de ella. ¿A que viene todo eso?— pregunté.
— ¿Con quién te engaña tu esposa?— sentí un aguijonazo cuando dijo eso. Bajé la mirada.
— ¿Isabella tiene otra pareja?— apenas pude hablar.
—Oh por Dios, si has perdido la memoria. El verdadero Edward me habría matado por decir eso. No, Bella no te engaña, al menos no que yo sepa. Jacob es su mejor amigo, aunque él no pierde el tiempo. Bella aún te quiere. Eso me lo dijo Rose pero no lo repitas— sonreí al saberlo.
—Ella es muy bonita, no entiendo como Edwa... digo, yo, pude hacer tantas maldades.
—Yo tampoco, eras un tipo raro, atormentado. Pero últimamente te estabas volviendo cruel. Aunque confieso que lo de tu auto si me lo merecía— comenzó a reirse.
— ¿Y qué auto manejo?— pregunté.
—Un volvo plateado.
— ¿Y me lo echaste a perder?— pregunté.
—No, ese no, yo saque tu Aston Martin— me miró como esperando algo.
—Entonces no debe ser tan malo que malograras un auto que casi no uso— traté de razonar pero él soltó otra fuerte carcajada, las paredes parecieron temblar.
—Rayos, me gusta el nuevo Edward. El Aston Martin es tu auto de los días festivos, es mejor que el Volvo.
—Pero si no lo usaba... ¿Y que le pasó a ese auto?— pregunté por curiosidad.
—Verás, tenía una fantasía con Rose, en ese auto y... pues no contamos que un tipo nos chocara. Gasté mas de tres mil dolares en arreglarlo, no me dejaste salir de la cárcel hasta que te firmara unos cheques en blanco para la reparación.
— ¿Sabes algo? Te probaré que en verdad no recuerdo nada— dije para que me creyera. —Si tanto te gusta ese auto, el Aston no se qué, puedes quedartelo.
— ¿Wow, hablas en serio?— se sentó junto a mí
—No recuerdo el auto, no me importa.
—Carambas ¡Eres mi hermano favorito! Si necesitas algo sólo pídelo.
—Gracias a ti por soportarme. Ayúdame ¿Quieres? Estoy muy confundido. Todo es nuevo, ¿Te imaginas si de pronto despertaras y no recordaras nada?
— ¿Nada de nada? ¿Ni tu familia, ni Bella, ni tu hija?
—Nada.
—Debe ser... no puedo imaginarlo, no poder recordar a mi Rose ni todas las locuras que hemos hechos en tantos lugares, tendríamos que volver a empezar— no tenía idea de lo que hablaba y no era de mucha ayuda.
¿De verdad seríamos hermanos?
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¡Nessie! ¡Emmett! Ojalá que ayuden a Edward a recuperarse
PATITO
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