CAPÍTULO 20: SOY EDWARD CULLEN
— ¡No voy a permitir que esto se convierta en un circo!— las venas del cuello del juez saltaron cuando gritó. –Señores, les pido moderación. Tienen en vilo a la prensa y los asistentes, ni qué decir del jurado— les llamó la atención a Mike y a Jane. La rubia pequeña me miraba discretamente desde el otro lado de la oficina judicial.
—Le pido disculpas señor juez, no es nuestra intención armar alboroto, moderaré las preguntas— se apresuró a decir la abogada acusadora.
—Yo quiero preguntar a dónde quieren llegar— Mike la miró fijamente mientras la sonrisa de la abogada asomaba a sus labios.
— ¿Desean conciliar?— nos miró.
—Creí que estábamos en medio de un proceso— contestó Alice.
—Entonces no podremos detener lo que se viene— contestó Jane, a su lado Aro tocó su hombro. Habíamos sido llamados al despacho del juez, mis abogados y los de la parte acusatoria.
—Querida Jane, el objetivo es proteger a nuestro cliente. Nosotros estamos más que dispuestos a llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes.
—Señor Vulturi, por favor explíquese— preguntó el magistrado.
—Sabemos que el señor Cullen ya no presenta una amenaza potencial para nuestro cliente. En primer lugar porque el agente que contrató ahora colabora con nosotros –elevó las manos antes que el juez lo interrumpa. –Y estará a disposición de la ley, es un hombre arrepentido. En segundo lugar, creo que no deberíamos buscar penalizar a Edward Cullen. Tengo el reporte del hospital. En su historia clínica figura de lo que padece— sonrió. –Sabemos Edward, que no tienes recuerdos, que padeces amnesia— me miró ante mi sorpresa.
— ¿Cómo pudo obtener un documento confidencial?— se apresuró a responder mi hermana.
—Sé que no ha sido legal pero es un hecho que Edward padece una enfermedad mental.
— ¡La amnesia no es una enfermedad mental!— lo corrigió Alice.
— ¡Entonces es cierto!— saltó Jane. — ¿No puedes recordar Edward? ¿Olvidaste quién eres?— me miró con sus pequeños ojos penetrantes.
—Nadie ha dicho tal cosa— murmuré lo suficientemente fuerte para que me escucharan.
—Jacob Black retirará los cargos de inmediato si Edward está incapacitado— se encogió de hombros Aro.
— ¿De qué están hablando? ¿Están poniendo en duda la capacidad testimonial del acusado?— preguntó el juez. –Creo que es un poco tarde para eso...
—En realidad no— Jane parecía encantada con esta situación, miró a Aro y pareció entender a la perfección el juego, algo de lo que obviamente todos se habían dado cuenta menos yo. Pero no quería ser tan tonto como para preguntar qué pasaba. –Si Edward Cullen está incapacitado por una pérdida de memoria, sólo debemos comprobarlo.
—O podría estar mintiendo— me miró el juez. –Señores, no aceptaré a estas alturas del juicio una impugnación por amnesia. La defensa tuvo suficiente tiempo para presentar los exámenes médicos. Continuaremos en dos horas. Retírense ahora, los espero en la sala— el juez nos invitó a salir. Aro y Jane salieron antes que nosotros. Mis abogados y yo caminamos detrás de ellos. Al cruzarnos en el pasillo Aro se acercó a Alice. Ella lo escuchó sin decir palabra y se alejó de él regresando con nosotros.
—Tenemos que hablar— me dijo con urgencia.
Ya sentados en nuestro privado y habiendo recuperado a mi esposa, que minutos atrás se quedó con Esme, mi hermana comenzó a hablar.
—Aro propone anular este juicio— dijo preocupada.
— ¿Y por qué haría eso?— pregunté.
—Por tu amnesia. Parece que lo intuían. Edward, según las pruebas presentadas es posible que perdamos. Te arriesgas a una condena efectiva no menor de dos años, considerando las apelaciones.
— ¡No!— Mike elevó la voz. –Sé lo que traman. Quieren incapacitarte, si se demuestra tu amnesia, todos los movimientos bancarios, las inversiones con el dinero del bufete y Lo que hasta ahora hiciste, puede ser invalidado, los contratos rescindidos y pueden sacarte del medio.
— ¿Qué?— dije asustado. –No les puedo permitir eso...
— ¡Pero están pidiendo cuatro años de cárcel! Edward, considéralo— mi hermana tomó una de mis manos.
— ¿Perdería la Villa Cullen? ¿Mike?
—Pueden invalidar esa transacción y recuperar los terrenos— dijo cabizbajo.
—Seguiremos con este juicio hasta el final— dije poniéndome de pie, a mi lado Bella se abrazó a mi cintura temblando.
—Hijo, sé que tus intenciones son buenas, lo sabemos todos. Y creo que podríamos hacer un esfuerzo por reunir el dinero necesario para que esos terrenos no pasen a manos del bufete, podemos hacerle frente...
—Edward, no soportaría verte en prisión— mi madre se acercó a mí con lágrimas en los ojos. –Por favor hijo, regresemos a casa. Tú no tienes la culpa de nada, tú no hiciste nada, no lo recuerdas.
—Está bien— dije. –Ustedes saben que hay dinero a nombre de Bella, quizás se pueda usar para mantener la villa Cullen— dije con poco entusiasmo.
—O podemos hacer de esto una noticia pública, si la gente sabe que el bufete quiere quitarle los terrenos a esas personas quizás encontremos quienes no ayuden— opinó Emmett.
—Muchas mejoras en la clínica se hicieron también con parte del dinero del bufete, donaciones que hiciste en este lapso de tiempo después de tu accidente— comentó Jasper. –Espero que los Vulturi y Denali no interfieran en el control de la junta médica.
—Eso no importa— dijo Carlisle. –Lo importante es la libertad de Edward.
Miré a los presentes agradecido, todos estaban de acuerdo en que perderme era mucho peor, todos menos yo.
—Ya casi es hora— dije mirando el enorme reloj de pared sobre el marco de la puerta. –Quisiera unos minutos con Bella, por favor— pedí. Mi familia aceptó y uno a uno salieron de aquel privado.
Mi esposa y yo nos quedamos solos, Bella estaba entretenida mirando por una pequeña ventana que daba a un callejón. Me acerqué a ella.
—Hay dinero suficiente para intentar defender esos terrenos. Yo lo daría todo sin dudar, Edward. Te necesitamos a ti, por favor— me miró mientras gruesas lágrimas caían de sus ojos tristes.
—No voy a esconderme esta vez— susurré.
— ¡No es tu culpa! ¡No son tus delitos!
—Sí lo son. Junto con esta nueva oportunidad que me dieron, vinieron las obligaciones. Tengo que limpiar este nombre, darle un fin, una razón a lo que me pasó.
— ¿Vas a pagar por los culpas de Edward Cullen?—preguntó. Ella me conocía, me entendía y no podía mentirle.
—Yo soy Edward Cullen— le dije abrazándola con fuerza. –Por favor, si algo pasa...
— ¡No digas eso!— se aferró a mí.
—Sólo por si acaso. Recuerda que te amo y si no estoy para repetírtelo cada día de mi vida, es porque no me dejan— lloré con ella, lágrimas amargas. Me dejé vencer por unos minutos abrazado a la mujer que amo. Yo sabía que es lo que tenía que hacer. Y lo cumpliría.
Media hora después estaba reingresando a la sala de audiencias, me acomodé el traje, la corbata listo para hacer mi mejor representación.
Todos ocuparon sus lugares, Masen, el hombre que me había dado la vida, también se sentó en el estrado para ser interrogado por mi defensa.
—Mike— llamé a mi abogado. –Quiero que le preguntes a Masen desde cuando trabaja para mí, intenta que confiese todo lo que pueda. Las demás cosas que yo le pagué para hacer, los negocios turbios, las extorsiones, todo.
—Es mi intensión defenderte Edward, no conseguir hundirte más— me susurró.
—No necesito eso ahora Mike, has lo que te pido. Por favor.
— ¿Y luego?— preguntó.
—Luego déjamelo a mí.
—Señor Edward James Whiterdale ¿Es correcto?— preguntó Mike.
—Así es— contestó Masen.
—Asumo que es usted el padre biológico del acusado Edward Cullen ¿Estoy en lo cierto?
—Sí, soy su padre biológico— me miró directamente a los ojos. Dejé escapar una sonrisa despectiva lado ocasionando que Masen se sorprendiera.
— ¿Y trabaja para él? Es decir, es su guardaespaldas, su sicario. ¿Su empleado servicial?— Mike también se relajó y su voz se hizo más tranquila.
—Me pagaba sí. Y yo acataba sus órdenes.
—Desde cuando su hijo no le paga por "sus servicios"— preguntó mi abogado.
—Desde que se accidentó y perdió la memoria— nuevamente el murmullo de la prensa se hizo notorio, el juez mandó orden en la sala. Por mi parte sonreí abiertamente cruzando una pierna
— ¿Entonces usted afirma que Edward Cullen sufre de amnesia?
—Desde luego. Ya no es el mismo, ha cambiado mucho.
— ¿Tenía una relación cercana con él?
—Bastante. Me convertí en su mano derecha, le limpiaba el camino por así decirlo. Le hacía los trabajos que él no podía. Era sus ojos y oídos.
— ¿Extorsionar personas, amedrentar, coaccionar? ¿Chantajes también?
—Todo tipo de cosas.
—Carambas— se sorprendió Mike. –Así que ahora lo está traicionando.
—No es traición, ya no es él mismo.
—Oh sí. Usted afirma que Edward Cullen es su hijo y que además no tiene memoria. ¿Se lo ha preguntado directamente?
—No es necesario, él no me reconoció y dejó de pagarme.
— ¿Quizás ya no tiene dinero?
—He hablado con él, seguíamos en contacto pero no me reconoció la última vez que lo vi.
—Déjeme ver. Entonces, usted cumplía fielmente las órdenes de Edward Cullen cuando podía pagarle. Ahora que ya no obtiene ese dinero colabora con quienes lo acusan de intento de asesinato. Siendo usted el sicario que debía llevar a cabo ese propósito. Y no lo hizo. ¿No cree que quizás por eso el acusado no le paga? No le cumplió señor Masen, usted falló.
Solté una carcajada seca obteniendo la atención de mi supuesto padre biológico.
—Protesto— interrumpió Jane sin mucho entusiasmo. –La defensa está divagando— me miró y sonrió mirándome reír. Le hice una ligera inclinación de cabeza a aquella rubia pequeña.
—Es todo su señoría a menos que el testigo quiera narrarnos qué clase de encargos le llevaba a mi defendido, no tengo nada más que preguntar— Mike se retiró del estrado y vino a sentarse con nosotros.
—Quizás finalmente no te condenen— me susurró.
—Queremos interrogar al acusado— la voz infantil de Jane atrajo mi atención, me levanté y abroché mi saco, caminé decidido hacia el estrado. Al pasar junto a la abogada acusadora le hice un pequeño guiño. Ella sonrió confundida. Tomé asiento y miré sobre las cabezas de todos los asistentes. No me detuve a verles los rostros, sólo puse interés en sus cabellos. Cuando me acercaron la biblia para jurar la rechacé.
—Soy ateo— dije en voz alta. En realidad no lo era, no recuerdo si lo fui pero me sonaba a algo que podría hacer el antiguo Edward, mi objetivo era actuar cómo él.
—Señor Edward Cullen ¿Está cómodo?— preguntó Jane sonriendo.
—Bastante. Sí— dije descaradamente.
— ¿Sabe que lo estamos juzgando por intento de asesinato en segundo grado?— preguntó.
—Eso es lo que ustedes dicen basándose en las palabras de un sicario— dije suelto de huesos.
—Tenemos más testigos— me sonrió. – ¿Cómo se sintió cuando descubrió la infidelidad de su esposa?— me preguntó evidentemente para hacerme perder el control.
—Estábamos separados cuando eso pasó. Yo tenía otra relación— dije sin tener el valor de mirar a Bella.
—Seguían viviendo juntos— comentó Jane.
—Lo que pasa debajo de un techo no es asunto de los demás— contesté.
— ¿Entonces usted no mandó a matar a Jacob Black?— preguntó.
—No recuerdo haber hecho eso— dije sereno.
— ¿No recuerda eso o no recuerda nada? Su guardaespaldas afirma que usted le mandó a eliminar al señor Black.
— ¿Tiene pruebas de eso?— pregunté.
—Algunas. ¿No le preocupa perder su licencia de abogado?
—No veo por qué. No maté a nadie y toda esta acusación se basa en el testimonio de un hombre que dice ser mi padre y que en el pasado me servía de mandadero— me crucé de brazos.
—No reconoce que es su padre— me sonrió Jane.
— ¿Usted cree que me parezco a él?— le devolví la sonrisa lo que hizo que su rostro se congelara y sus ojos volvieran a escrutarme.
—Tenemos pruebas de su constante comunicación con su guardaespaldas. Audios, videos y mensajes telefónicos.
— ¿En alguno dice "papá, mata a Jacob Black"?— pregunté.
— ¡Yo soy quien hace las preguntas!— logré sacarla de sus casillas.
—Está bien. Tranquila— torcí la boca. Me fijé en la forma cómo Bella me miraba. Estaba bastante aturdida. Cada uno de los asistentes me miraba. Me sentí intimidado, quizás mi esfuerzo desesperado por parecerme al anterior Edward no estaba dando los resultados que yo esperaba.
—Su testigo—Jane se retiró y quedé en manos de Mike. Entre ambos dejamos ver que todo esto parecía más un festival de incoherencias. Mi abogado bromeó, desacreditó las acusaciones y yo me limité a contestar con el mayor sarcasmo posible. Al regresar a mi asiento el juez determinó que la siguiente audiencia sería en tres días. Estaba libre, los Vulturi no pidieron fianza ni arresto preventivo. Lo cual me pareció extraño, sin embargo por la mirada que me lanzó Jane, sabía que estaba dudosa de mi condición.
— ¿A qué estás jugando?— me reclamó Bella una vez que salimos del juzgado.
—A nada. Sólo, no quiero que sepan cual es mi debilidad, si ellos comprueban que no recuerdo nada van a atacarme— me defendí.
—Pues no lo recuerdas, no fuiste tú quien mandó a ese sicario. Es tan fácil probarlo— su mirada dura me causó tristeza. Quisiera poder hacerlo pero temo perder lo que sí hice cuando carecía de aquellos recuerdos. Aunque me juegue la libertad yo debo defender la villa Cullen y todas las donaciones que hice cuando ya no era aquel abogado despiadado.
Un día después del juicio recibí una llamada que me dejó pensativo. Un médico llamado Santiago Dreyfus. Me indicó que yo le había encomendado localizarme con urgencia. Pensé que quizás sería una trampa, así que fui acompañado de Mike y de Bella a su consultorio en el centro de la ciudad. Jessica me recordó que semanas antes me había dado un mensaje de aquel doctor. Sin embargo para entrar a su consulta, el cirujano me pidió hacerlo sólo. Accedí a regañadientes.
—Señor Cullen, ha sido difícil dar con usted— me miró seriamente.
—Bueno, aquí estoy— dije no sabiendo qué contestar, no tenía idea para qué me requería. Algo había leído sobre un médico sin nombre en los comentarios que Edward hacía dentro de sus agendas personales.
—Cómo usted me pidió le envié el resultado de sus últimos análisis pero me fueron devueltos— dijo como si yo supiera a lo que se refería.
—He tenido problemas en mi bufete— comenté sin interés aparente aunque por dentro me carcomía la duda. ¿Es que acaso yo estaba enfermo de algo grave?
—Eso he oído. Bueno, aquí tengo el resultado pero yo recomendaría un nuevo análisis de muestra para constatar que todo sigue igual— me tendió un papel el cual desdoblé lentamente para no mostrar mi impaciencia.
No entiendo lenguaje legal, lenguaje médico menos. Así que las primeras líneas las pasé de largo porque no entendía nada. Al final había unas cifras que hablaban de células pero seguía sin comprender. Me di por vencido y lo miré.
—Disculpe mi ignorancia en estos temas— le señalé el papel.
—Su conteo seminal...— empezó. Me quedé frío.
— ¿Mi qué?— elevé un poco la voz.
—El espermiograma que le realizamos.
—Oh— dije sin poder creérmelo. –Siga por favor— pedí.
—El resultado en ese momento era extremadamente bajo, imposibilitando la concepción. Eso fue hace siete meses, usted debió realizarse otro estudio hace tres meses para darle el alta y constatar que ya no tenga espermatozoides. ¿Cree que podría ser hoy?— preguntó.
—Claro— dije sin dudar.
—¿No ha presentado más molestias luego de su última visita?— preguntó.
—No— dije sin dudar.
—Eso está muy bien, eso quiere decir que no tuvo problemas con su vasectomía. Entonces acompáñeme al laboratorio para dejar su muestra. Si desea yo mismo puedo analizarla en este momento y darle el alta.
— ¿Muestra?
—Una muestra de semen para corroborar que es usted estéril— mis ojos se agrandaron. –Tranquilo, es la última vez— sonrió.
Salimos fuera de la consulta, les pedí a Mike y a Bella que me esperen. Nos internamos en la clínica y tras unos minutos de vergonzoso tormento, logré obtener algo que ofrecer al médico. Salí con mi esposa para esperar el resultado.
— ¿Qué es lo que tienes Edward?— preguntó Mike sonriendo.
— ¿Es un urólogo? –preguntó Bella.
—Al parecer me hice una vasectomía hace...— tomé el papel. –Hace nueve meses— les dije aún confundido. Mi esposa tomó el papel de mis manos y leyó, Mike se puso de pie para poder echarle un ojo también.
—Entonces...— gimió Bella. – ¡El hijo de Tanya no es tuyo!— me sonrió.
—Un peso menos ¿No?— pregunté.
—Hombre prevenido...— susurró Mike.
— ¡Eso es!— dije. –Eso decía uno de los diarios de Edward. Si amor— miré a mi Bella. –No tengo nada que ver en el embarazo de Tanya— le sonreí. Cuando me dieron mis resultados definitivos, suspiré aliviado. Ya no me podían culpar de haber engendrado un hijo.
Hoy tenía que ver la impugnación del bufete. Estaba decidido a firmar donde me dijeran con tal de deshacerme del lugar donde sé que cometí tantas injusticias.
No era una sala de juzgado grande, apenas un privado dónde Mike, Alice y yo llegamos puntuales para definir mi patrimonio. Recién me enteraba que patrimonio es todo lo que poseo.
—Estamos aquí porque queremos resolver algunas diferencias sobre la potestad de nuestro querido despacho— sonrió Aro a la cabeza de aquel clan. Jane a su lado seguía mirándome desconfiada. Eleazar Denali también estaba allí pendiente de cada uno de mis movimientos.
—Comencemos— dijo Alice, desplegando un sinfín de documentos que yo no entendía. Me mantuve callado mientras veía cómo negociaban. Fingí que me dolía la cabeza.
—Mi cliente está de acuerdo en ceder su porcentaje en el bufete siempre y cuando mantengan intactas sus últimas inversiones— afirmó Mike.
—Eso no es posible— susurró Jane. –Excedió sus límites, tomó dinero del fondo común. Esas propiedades le pertenecen al consorcio no a Edward Cullen— finalizó.
—Entonces no firmo nada— dije de mala gana. –Si no puedo mantener esos terrenos pelearé el bufete, tengo derecho— dije muy seguro aunque por dentro me preguntaba si había metido la pata.
—Edward, despilfarraste de tal forma que nos dejaste casi en la ruina— Aro me miró. –Pero no es tu culpa, no sabías lo que hacías— me sonrió.
—Claro que lo sabía— dije. –Ya se cobraron con mis propiedades y mis autos. ¿Qué es lo que quieren?— pregunté enfadado.
—Teníamos un contrato, un acuerdo común y tomaste dinero destinado a otras inversiones. Echaste a perder la compra en Hawái— Jane me sonrió. –Así que tomaremos los terrenos que adquiriste en compensación.
— ¡No!— dije. —Eso es mío, no tienen derecho.
—Entonces, devuelve el dinero— Eleazar me sonrió. –Por triplicado. Y olvidaremos este incidente, nos quedamos con el bufete y asunto arreglado.
—Y no uses las cuentas de tu mujer porque estamos impugnando las cuentas de Isabella en el extranjero— sonrió Aro.
—Ex mujer— dije. Miré a Alice que presentó la resolución del divorcio.
—No pueden impugnarle nada a Isabella Swan— sonrió mi hermana. Jane la miró como si quisiera lanzarle puñales.
—Buena jugada— tomó el folio y lo leyó. –No podemos tomar el dinero de tu amada Bella. Pero esos terrenos son nuestros a menos que nos pagues su importe. Y me temo que mañana perderás tu libertad— me sonrió.
—Eso lo veremos— respondí. – ¿Cuánto tiempo tengo para restituir el dinero?— pregunté al juez.
—Una semana señor Cullen. Sin embargo la malversación que ha realizado lo inhabilita para seguir formando parte de la sociedad que formaron.
—No me interesa el bufete— dije más tranquilo.
—Tengo que impugnar las inversiones futuras del abogado Cullen— Eleazar me miró aparentemente feliz. –Tenemos un juicio de filiación pendiente. Mi hija está esperando que le respondas como hombre— el juez lo miró.
—Sí, aquí tengo la respuesta— le pasé el documento al juez quien lo leyó antes de pasarle el pliego a un Eleazar incrédulo.
— ¿Qué?— dijo con los ojos desorbitados. – ¡Esto es mentira!— gritó ofendido.
—Me realicé una vasectomía hace nueve meses, es imposible que yo tenga un hijo en camino. No puedo concebir. Pero me someteré a cualquier análisis futuro que se requiera— dije indiferente mientras Jane sonreía de oreja a oreja.
Al salir del juzgado me sentía más positivo, todo estaba saliendo bien, confiaba en poder enfrentar la nueva audiencia con iguales resultados.
***************************
Este fanfic ya casi está llegando a su fin amigas. Disculpen la demora en las actualizaciones, me abandona la inspiración a veces.
Gracias por leer
PATITO
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro