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CAPÍTULO 18: EL ASESINO

Todo lo que hice en los días siguientes  fue firmar papeles y mantener la boca cerrada como Alice me había ordenado. Asistí a una serie de citaciones, conciliaciones y demás careos. Cuando no sabía que decir, simplemente no decía nada. De todas formas no tenía nada bueno para aportar.

Algunos lo tomaban como orgullo, otros como una táctica. Pero la verdad era que yo estaba perdido. Las únicas horas felices eran por las noches cuando podía estar con mi mujer.

—Edward, te ves cansado— sus manitas suaves masajeaban mis hombros. Se sentía tan bien.

—No es cansancio amor, estoy harto. A veces creo que me gustaría que tomáramos un avión y nos fuéramos lejos, muy lejos— suspiré.

—Yo también, sólo nosotros tres— siguió dándome ese delicioso masaje.

—Bueno... yo hablaba de nosotros dos— sonreí. —Por muy poco tiempo claro, no creo que la bebé deba estar presente en una luna de miel— le respondí mientras tomé su mano para atraerla a mí. Se recostó en mi pecho.

— ¿Luna de miel?— su vocecita cambió, se oía como una niña.

—Sí. Bella ¿Quieres volver a casarte conmigo?— pedí.

Ella tenía sus recuerdos pero yo no. Y me gustaría poder recordarla de blanco caminando hacia mí. Escucharla decir sus votos, prometiendo que estaríamos juntos para siempre.

— ¡Edward! Claro que sí mi amor— saltó sobre mí y no me dejó hablar en toda la noche. Lo hicimos con tanta pasión que casi vimos el amanecer, juntos. Éramos incansables, nuestros encuentros íntimos podían durar horas. Dormíamos y despertábamos rato después para volverlo a hacer.

—Buenas noticias, por fin algo bueno— se presentó Alice al día siguiente. Casi me encuentra desnudo, apenas tuve tiempo de ponerme mis boxers, entró saltando como canguro a mi habitación.

—Buenos días— le sonreí.

—Ustedes son un par de adolescentes calenturientos— nos retó. Bella reía sin parar con su carita toda sonrojada.

—Bueno, ¿Cuál es la buena noticia?— pregunté tratando de alcanzar el pantalón de mi pijama.

—Retiraron la mayoría de demandas. Se echaron para atrás porque saben que no podrán contigo— me alcanzó el papel. Pero lo rechacé.

—Mejor tradúceme eso porque no entiendo— le pedí.

—A ver...bla bla bla... si... fueron quitadas las demandas de fraude, malversación, violación de contrato... solo te dejaron la más fácil, esa donde te acusa Jacob de querer matarlo pero no hay testigos ni nada— Alice sonrió. Yo no pensaba lo mismo, había leído en uno de los diarios personales del antiguo Edward que contrató a un tal Masen.

—Eso está bien ¿Verdad?— Bella sonreía tan encantadoramente que no dije nada.

—Ah, además hay una impugnación sobre la dirección del bufete. Parece que quieren simplemente sacarte del negocio sin más escándalos— eso sonaba bien, yo no quería ser parte de ese corrupto bufete.

— ¿Entonces dejaré de ir a los tribunales?— pregunté más aliviado.

—Claro. Esto lo podemos ver Mike y yo, me firmas un poder y listo— buscó entre sus documentos, ni siquiera me detuve a leer nada, confiaba en mi hermana ciegamente, le firmé antes de irnos a desayunar. Obviamente me puse más ropa.

— ¿Han sabido algo de Jake?— preguntó Bella. No me molestaba su curiosidad solo me causaba extrañeza.

—No, nada. Está desaparecido, es su abogado el que sigue la demanda, el tal Denali— dijo Alice tomando café. No me daba buena espina eso. Me parecía que en lugar de dejarme en paz estaban concentrándose en un solo juicio.

Si tan sólo supiera quien es el tal Masen o al menos tuviera su teléfono. Una idea me vino a la memoria. Los celulares antiguos que nunca usé. Tal vez en alguno de ellos esté el número de ese misterioso hombre.

Esperé a que Alice se marchara para buscar en la habitación de Edward.

¡Sé que yo soy también Edward!  Pero suelo pensar en "Él" como si fuese otra persona distinta a mí.

Encontré los dos celulares y los encendí, busqué entre todos los contactos del primero de ellos, una blackberry y nada. No había nadie llamado Masen. Tomé el Smartphone, busqué.

¡Bingo! Estaba allí el número. Sólo decía "Masen", no sabía si era nombre o apellido.

Me debatí unos minutos pensando si sería buena idea llamarle. No sabía que decir. Bueno, tomé valor y marqué. No contestó.

Seguí insistiendo, la tercera vez que marqué escuche una voz del otro lado.

—Dime Edward— era una voz profunda que me heló la sangre.

— ¿Dónde estás?— pregunté.

—En Vancouver, cumpliendo tus órdenes, te llame muchas veces. Lo siento pero fallé. No volverá a pasar— se disculpó.

Gracia a Dios que no había matado a Jacob y estaba a tiempo de evitar un asesinato.

—Masen, ya no quiero que hagas nada— dije seriamente.

—Dame una oportunidad, no fallaré— insistió.

—Dije que ya no— me esforcé para que mi voz sonara más hosca y me obedeciera. Era difícil, no me gustaba ser duro con nadie.

—Está bien. No quiero molestar pero no me llegó el cheque del mes— dijo cambiando de tema. No sabía que le pagaba mensualmente a un asesino. ¿Me dará recibo por sus servicios mercenarios? Quité esa tonta idea de mi cabeza, no me imagino un recibo que diga "5000 dólares por asesinar a un tipo que molestaba a su esposa"

—Mmmm ¿A dónde te lo hago llegar?— pregunté.

—Donde siempre ¿Eres tu Edward?— preguntó impaciente.

—Sí, sí. Es que me he quedado sin secretaria y estoy desorganizado— le mentí.

—Regresaré a Seattle mañana, espero el pago, sé que no terminé el trabajo pero  me he que quedado sin dinero— pidió.

—Entiendo, adiós— colgué sin esperar a que me respondiera, mi corazón latía a prisa, había conseguido detener un asesinato. Era increíble. Esperaba que ahora esa demanda no tuviera efecto, bueno no sabía nada de leyes pero era bueno saber que ya no matarían a Black por mi culpa.

Los días pasaron muy rápido, Bella y yo ya estábamos instalados en casa de mis padres. No quise seguir en aquella vivienda y nos mudamos antes que nos la quitaran. Ya veríamos el modo de buscarnos un lugar donde vivir, algo tranquilo, sencillo y alejado de la ciudad.

Nessie no paraba de correr al lado de sus primos, los hijos de Alice. Armaban tremendo alboroto. Mamá era la más feliz de ver a sus nietos haciendo de las suyas.

Las pequeñas viviendas en la Villa Cullen estaban terminadas, los talleres pronto abrirían sus puertas, me estaba encargando de hacerles publicidad en internet. Era una de las pocas cosas que había aprendido en este tiempo. Me gustaba hacer blogs y páginas pequeñas.  Pronto sería la inauguración oficial, me habían nombrado padrino de ese evento, algo que a decir verdad no merecía. Sólo he tratado de enmendar lo que antes había hecho, no era ningún logro.

—Papá, papá— llamó Nessie desde el recibidor.

Bajé lo más rápido que pude temiendo que se haya lastimado pero había alguien con ella. Era Emily Uley.

—Emily, pasa por favor— la invité a entrar. Apenas la vi sentí que algo no andaba bien.

—Gracias Edward ¿Está Bella?— preguntó.

—Salió con mi hermana y mi cuñada— dije invitándola  sentarse.

—Edward, esto llegó a la villa— me alcanzó un papel. No entendía nada legal pero se lo acepté.

"Resolución 00556 Tribunal de Seattle... tienen 48 horas para desalojar los terrenos propiedad del consorcio Volturi"

Es lo que más llamó mi atención. ¿Terrenos de propiedad del consorcio Volturi?

—No puede ser, yo compré esos terrenos, no ellos— dije asombrado.

—Sam, mi marido, está seguro de que estas aliado con los Volturi pero yo no lo puedo creer porque a casa han llegado las citaciones del juzgado para Jake, el mismo consorcio te acusa a ti. ¿Edward que pasa?— preguntó.

—No lo sé. Ellos retiraron hace poco algunas demandas que me hicieron, pensé que querían simplemente quedarse con el bufete y se los cedería con todo gusto, pero la Villa no. Esas personas que viven allí no tiene a donde ir— me sentí tan frustrado.

Me comuniqué rápidamente con Alice y Mike, ellos también estaban asombrados con esta nueva jugada de mis ex socios. Nos reunimos a deliberar.

—Han adelantado el juicio contra Jacob, por alguna extraña razón han programado ambas audiencia para la misma semana. Algo se trae Aro... Ya no será Eleazar Denali  quien haga las preguntas, sino Jane, la mismísima hija del diablo va a acusarte— Alice caminaba de un lugar a otro con un papel en las manos. ¿Quién sería Jane?

—Fue tu alumna, la más aplicada, quién mejor te ha copiado— dijo Mike también desanimado.

—Ella no ha perdido ni un solo juicio— Jessica que también nos acompañaba y apoyaba con el papeleo, venía a casa muy seguido.

Me abrumaba tanta información, juicios, audiencias, acusaciones... más abogados que no conozco.

—Sería un buen momento para recuperar la memoria ¿Verdad?— traté de bromear. Alice me aventó un papel arrugado.

—No diga eso tonto, si tu memoria vuelve te clavo mi taco aguja y te dejo sólo— me sacó la lengua.

—Al menos sabrías defenderte... tú tampoco perdiste un juicio jamás, sería algo terrible de ver... tú contra Jane— dijo Mike con pocos ánimos.

—Edward, ayer llamó tu doctor. Quité el teléfono personal de la oficina y lo he llevado a mi casa, siento no haberte dicho— se excusó Jessica.

— ¿Mi doctor? ¿Qué quería?—pregunte.

—Dice que no fuiste a tu chequeo semestral. Yo no tenía agendada una revisión con ese médico, me pareció raro— me alcanzó un papelito donde estaba anotado el nombre del médico y el teléfono. Ni idea de quien sería. Lo guardé para llamarlo cuando el juicio pase y todo esté más calmado.

Entre Alice, Mike y Jessica se encargaron de pedir una acción de amparo para que los pobladores no sean desalojados de los terrenos en litigio. Todo se resolvería en mi careo con los Volturi.

Los días se iban entre una y otra diligencia, aprovechaba al máximo las tardes saliendo a pasear con Bella y Nessie, las llevaba a tomar helados, a jugar al parque, a ver juguetes. Me sentía como un niño grande deseando un piano que se tocaba con los pies pero era muy costo y ni siquiera teníamos casa propia en donde usarlo. Le pedí a Nessie que tuviera paciencia, lo compraríamos pronto, cuando estos problemas queden en el pasado.

Regresábamos a casa una tarde, estábamos muy sucios los tres porque había llovido un poco y los toboganes se llenaron de lodo. Un hombre extraño me cortó el paso, parecía conocerme pero su aspecto no me agradaba mucho.

— ¿Edward?— me miró de arriba abajo. Nessie se apegó a mí y Bella apretó mi mano.

— ¿Diga?— respondí al no saber a quién dirigirme.

—Necesito unas palabras contigo en privado— pidió. No parecía un ladrón, pero no me inspiraba confianza. Era un tanto más alto que yo, cabello entrecano, nariz perfilada y ojos verdes. No llamaría la atención sino tuviera esa miraba penetrante.

—Claro. Lindas, vayan a casa que yo las alcanzo en un momento— pedí a mis chicas. Ella se miraron y con una leve sonrisa me dijeron adiós.

Ya a solas no sabía que decirle, ni siquiera lo recordaba pero él parecía conocerme bien.

—Esperé por el cheque Edward, no tengo ni un duro— me miró esperando a que le respondiera. No fue descortés pero la forma en que me hablaba era como si tuviera algún deber con él. ¿El cheque?  Oh dios, debe ser Masen, el hombre que contrató el antiguo Edward para matar a Jacob. Estaba hablando con un sicario, un asesino a sueldo.

—Lo... lo siento. Yo, yo no tengo dinero ahora pero mañana le puedo dar algo. ¿Cuánto le debo?— dije atropelladamente.

— ¿Qué te sucede?— preguntó mirándome como si tuviera dos cabezas. Debo fingir mejor, no debía darse cuenta que no soy la misma persona que lo contrató. En teoría si pero yo no lo recordaba.

—Dame tu número de cuenta y haré una transferencia— traté de ser firme en mi hablar.

—Yo no tengo cuenta en ningún banco— escupió las palabras, me miró como si lo hubiera ofendido. ¿Cómo hacer para que quede conforme?

—Dame tu dirección y te hago llegar el efectivo— dije serio.

—La misma dirección de siempre, mañana por la mañana— dijo girando para irse.

—No tengo tu dirección— algo me decía que no debía decir eso. Fue un impulso tonto.

—No sé a qué juegas. Mañana antes del mediodía necesito mi dinero o sabrás de mí— amenazó. Se dio la vuelta y desapareció con pasos rápidos.

Quedé más confundido que antes. No sabía dónde vivía ese hombre, apenas pude averiguar que era un sicario. No era bueno tener a uno de esos tipos enfadados, temía por mi familia. Mañana le llamaría para que venga por dinero, todo el que pudiera reunir.

Esa noche hablé con Alice para ver si podía retirar algo de efectivo de alguna de mis cuentas.

—Ya no tienes acceso a ese dinero Edward, todos tus bienes están embargados. Tú casa, tus autos, tus cuentas. No podemos acceder a las de Bella todavía o ellos se darían cuenta. ¿Para qué necesitas dinero?— me miró achicando los ojos. Esa era una expresión que no me gustaba, me sentía mal ocultándole a todos que conocía a un sicario.

—Algo que deseo comprarle a Bella— mentí.

— ¡La verdad Edward! Tu boca dice una cosa pero tus ojos te delatan— reconoció mi mentira. ¿Qué podía decirle?

—No puedo decirte para qué. Es importante Alice— tal vez debía hacerla participe de esto. Pero me rehusaba a seguir preocupando a mi familia sin poder resolver ninguno de mis problemas por mí mismo.

—Yo no tengo mucho, ya sabes, no tengo trabajo propio. Podría darte algo de nuestros ahorros pero Jasper tiene que saberlo.

—Está bien, perdóname hermanita— la abracé. Tengo una deuda y debo pagarla, es todo. No te preocupes— le dije para no hacer de esto algo más grande.

Pero necesitaba un poco de dinero ¿Cuánto será lo que le debo a Masen?

Estaba contra la espada y la pared, debía decirle la verdad a ese asesino. Esperaba que me creyera pues estoy en todas las noticias. Así que le llamé.

—Te estuve esperando— me dijo secamente al día siguiente por la tarde.

—Lo siento Masen pero no tengo dinero— le confesé. –No sé si has visto que me han echado muchos juicios encima, me congelaron mis cuentas y...

— ¿Quieres que testifique contra ti? Porque puedo hacerlo, no creas que tienes privilegios.

—Entiende por favor, tengo joyas, te puedo dar algunas.

— ¿Crees que soy revendedor? ¿Te das cuenta Edward de con quién hablas?— me amenazó. No sé porque me intimidó su comentario.

—Trate de entenderme señor Masen— dije a modo de ruego. Él soltó una carcajada. ¿Lo estaba divirtiendo?

—Te me caíste Edward, no mereces mi tiempo— dijo antes de colgarme.

¿Y ahora que podía hacer? ¿Si él testificaba podría hundirme más? Quería correr a decirle a Alice pero no podía, esto era algo que debía arreglar solo, ya he demostrado ser un completo inútil para defenderme a mí y a mi familia, no voy a rendirme ahora.

Volví a llamarle varias veces, le envié mensajes de texto que no contestó. Nada pareció conmoverlo. Eso sólo logró que mi estrés aumentara, estaba llegando al punto de la desesperación. Incluso tomé algunas joyas de Bella con el afán de venderlas o empeñarlas pero no me atreví. Mis nervios estaban matándome, cuando escuchaba el teléfono o el timbre de la puerta saltaba. Bella se dio cuenta y me preguntó varias veces pero preferí callarme.

El día del juicio amaneció nublado, estábamos en otoño, desde que sufrí aquel accidente habían pasado cinco meses. Y apenas había logrado hacerme una idea de lo ruin que había sido, mi curiosidad por saber por qué me volví así en el pasado ya había sido sustituida por el miedo.

Sabía que si perdía el juicio contra Black podría perder también mi derecho sobre el dinero con el que compré aquellos terrenos. Aquel juicio me preocupaba mucho más que el primero.

Mis padres me habían acompañado, iban con nosotros escoltándonos cuando de pronto escuchamos el grito ahogado de mi madre.

— ¡Dios mío! ¡No!— gimió.

— ¿Qué pasa?— pregunté temiendo que de alguna de las oficinas saliera un encapuchado asesino con un arma para liquidarme.  Nos reunimos a su alrededor protegiéndola pero ella estaba a punto de desmayarse de la impresión.

— ¡Es él! ¿Qué hace aquí?— sollozó. Miré a mí alrededor, sólo había abogados, oficinistas y gente que no conocía. Carlisle intentaba calmarla.

Alice nos guió rápidamente a nuestro privado. El lugar que me habían designado a mí y a mi defensa.

— ¿Qué es lo que pasa?— pregunté aún agitado.

—Acabo de ver a tu verdadero padre, Edward— me soltó mamá de pronto.

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Sé que soy mala por dejarlo allí, quiero escuchar sus teorías ;)

Gracias por leer

PATITO

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