Al siguiente día me levanté temprano para ayudar a Bella con los preparativos de la escuela de Nessie. Hice la lonchera, preparé su bolso de aseo, porque hoy tenía deportes y ayudé a atarle la cinta de cabello.
Esta vez no quise acompañarlas, me quedé sentado en el jardín, pensando y decidiendo que haría con mi vida. Bella llegó al poco tiempo..
— ¿Edward, te sientes mal?— preguntó.
—No.
— ¿Te sucede algo?
— Sí. Estaba pensando en viajar.
— ¿Viajar? ¿Vacaciones?— sonrió.
—No. Algo más permanente.
— ¿Quieres que nos mudemos? Nessie está en mitad de año escolar...
— ¿Estás enamorada de ese hombre?— pregunté sin poder contenerme.
— ¿Ese hombre? Te refieres a...
—A tu amigo. Los oí ayer. Lo siento sé que no debo entrometerme. Sólo quiero saber si estás enamorada de él, o si estas pensando en irte.
— Edward yo...— agachó la cabeza, lo que me temía, sentí como si toda la alegría que había sentido junto a ella en esos días se desvaneciera.
—No tienes que darme explicaciones. Ni tampoco debes huir. Te dejaré el camino libre Bella, no quiero que tu o Nessie pasen privaciones ni tengan que salir de aquí. Si yo soy un obstáculo me haré a un lado. Me iré yo— la miré fijamente, quería saber que pensaba. Su rostro se puso pálido, sus ojos se humedecieron.
— ¿Quieres irte?— preguntó.
— Quiero que seas feliz, que sonrías. Que tengas una vida. Y me he dado cuenta que estoy de más aquí. Le pediré a algún abogado del bufete que prepare los papeles del divorcio. Sólo tomaré algún dinero, todo lo demás pueden quedárselo. Me marcharé en cuanto todo esté listo— sus hermosos ojos chocolate se llenaron de lágrimas. No sabía si de felicidad porque la estaba dejando libre o porque no podía creerlo. ¿Cómo saberlo? No puedo leer su mente.
—No te vayas— sollozó.
— Bella, no me tengas lástima, podré valerme por mí mismo. Empezaré en otro lugar, una nueva vida, donde nadie me conozca ni recuerde lo mal hombre que fui en el pasado.
— ¡No es lástima!— gritó.
— Es que no te entiendo. Estábamos bien, creí... Creí que me querías y luego aparece ese tipo. No se qué hayas tenido con él y no quiero saberlo pero si van retomar su romance no me voy a quedar para verlo— mis palabras me quemaban la boca del estómago.
— Lo siento Edward— se limpió sus lágrimas.
— ¿Sientes qué? No entiendo Bella, no sé lo que pasa por tu cabeza. Por favor dime—rogué. Ya era complicado vivir sin una parte de mi vida y ella me lo ponía más difícil aún.
— ¡Pensaba dejarte! No sabía a quien recurrir y le pedí ayuda a Jacob. Pero él lo tomó de otra forma, al principio no acepté su propuesta pero cuando me enteré lo tuyo con Tanya yo...
— ¿Qué pasó entre ustedes?— pregunté con temor, aunque sabía la respuesta.
— Perdóname Edward, yo estaba furiosa quería pagarte con la misma moneda. Estuve con él.
—Entiendo— murmuré.
— ¡Fue sólo una vez! De alguna forma te enteraste. Por eso peleamos y... ¡Me golpeaste!— rompió a llorar.
— ¿Tú Bella? ¿Con él?— esa confirmación me mataba. Mis puños se juntaron, tenía deseos de romper la mesa sobre la que estaba recostado.
— Ya te dije que fue por despecho. Luego quise huir porque tenía mucho miedo de ti. Ya estaba todo listo cuando me enteré de tu accidente. Jasper te arrolló a propósito. Tú me juraste que me matarías si llegaba a irme de casa.
No sabía como reaccionar ni que decir. Yo había sido un hombre cruel y ella me había engañado. Todo esto me parecía sórdido. Bella me gustaba mucho, algo dentro de mí se estremecía cuando la miraba, cuando la tocaba. Pero no quería ser parte de esto.
Ahora sabía que ella se había entregado a su amigo ya no tenía intenciones de quedarme.
— Entonces debiste dejarme con mi familia, no debí venir aquí. Haré mis maletas y viviré con mis padres hasta que resuelva todo lo legal y pueda marcharme.
— No te vayas...— rogó.
— No tengo nada que hacer aquí Bella...
— Edward... Lo hice en un arranque de rabia, de frustración, me sentía un objeto en esta casa. Cuando los vi juntos quise que sintieras lo que yo sentí. No era la primera vez que hacías eso, te gustaba lucirte con mujeres hermosas y llegabas a casa con ese olor a perfume barato, con lápiz labial en tus camisas. Ellas te llamaban... yo no lo soportaba— gritó.
— No te juzgo Bella, seguro me lo merecía— dije apenas reprimiendo las ganas de romper lo que tenía a mi paso, parecía que algo se había desatado en mi interior.
— Te lo merecías pero yo no debí. Nadie más lo sabe, tu familia lo ignora. Ellos creen lo peor de ti. Y tú te callaste siempre a pesar de las recriminaciones que te hicieron.
—No les diré nada. Ellos no necesitan enterarse— caminé hacia mi habitación tratando de tranquilizarme.
A pesar de todo me dolía. Seguro me lo merecía, pero el antiguo Edward, no yo. Todo había ocurrido antes del accidente. La realidad era tan confusa, no todo era negro y blanco, había muchas tonalidades de gris en nuestra historia. El bien y el mal no estaban divididos por una línea evidente como en los cuentos que me leía Nessie. Ni tampoco habían héroes o villanos. Quizás el papel del malvado fue mío, hasta el momento en que ese auto me arrolló. ¿Ahora qué papel jugaba aquí? Ya no lo sé.
Busqué una maleta para poner mi ropa. Los trajes y las corbatas ahora ya no me servían, tomé unos vaqueros y unas camisetas simples. Un poco de ropa deportiva y mis objetos personales de limpieza. Lo demás ya no me importaba.
Cerré la valija y caminé hacia la puerta, no quería despedirme. Me faltaría valor para marcharme o para decir adiós. Ni siquiera se manejar un auto, sólo me quedaba parar un taxi para que me lleve a la clínica y poder encontrar a papá. Tenía la mano sobre el pomo de la puerta cuando sentí unos brazos rodear mi cintura.
—Perdóname— rogó sollozando.
—No tengo nada que perdonarte Bella. Creo que te orillé a eso ¿verdad?
— No le pido perdón al antiguo Edward, sino a ti. Tú que estás ahora. Creí que la vida nos brindaba otra oportunidad...
—Yo también pensé eso, que la vida me daba otra oportunidad para enmendar mis errores, pero no sabía que ya era demasiado tarde.
—No es tarde Edward...— me giré a verla.
Se veía preciosa, sus labios estaban más rojos que de costumbre y sus ojos levemente hinchados la hacían lucir tan frágil. Tenía deseos de tomarla entre mis brazos y cobijarla contra mi pecho. Arrullarla en mi corazón y decirle que todo estaba bien.
— Bella no quiero ser un estorbo...
—No lo eres... yo te quiero... — susurró. Esas palabras me estremecieron. Quise resistirme y luchar. Esta no era mi vida y no pretendía tomar los trozos de una historia destrozada.
— Tú quieres a quien fue tu esposo, yo no soy ese hombre— la miré a los ojos mientras intentaba explicarle.
— ¡No! Te quiero a ti. No te vayas por favor— atrapó mis labios desesperadamente.
Ya no pude ser fuerte, la tomé, yo también me estaba muriendo por tocarla, por sentirla, me volvía loco su aroma, sus gestos, su voz.
Me atrajo hacía sí, lentamente dimos unos pasos, no sabía a dónde me llevaba, caímos sombre uno de los sofás.
—Bella ¿Qué me haces?— le pregunté. Bueno en teoría lo sabía, Emmett me hacía comentarios extraños así que revisé libros y vi documentales.
—Te necesito Edward— me quitó la camiseta, me desabrochó el pantalón con urgencia, otra vez sentía esa extraña sensación, la misma de la oficina el día anterior.
Mi cuerpo estaba tenso, caliente y palpitante. Esta mujer me iba a volver loco. Quise desabotonarle la blusa pero era muy difícil, traté con más fuerza, varios de sus botones saltaron. Me quedé impactado viendo su brasiere. Era oscuro y transparente, hacía contraste con su pálida piel. Me aventuré a tocarla, pasé mis dedos por encima de sus pechos, ella gimió en respuesta y su cuerpo se arqueó.
Empecé a besar todas las partes de su cuerpo que podía atrapar, intentando liberarla de esta prenda, ella entendió y me ayudó en mi labor. Parecía increíble poder abandonarme a todas las sensaciones y apetitos de mi cuerpo, no pensaba, sólo actuaba saciando mi deseo.
Casi estábamos desvestidos cuando oímos el timbre de la puerta, me sobresalté tanto que caí de culo al piso. Bella sonrió divertida. Sus ojos tenían un brillo especial, la tristeza se había esfumado completamente.
—Creo que debemos fijarnos quien es— dijo todavía sonriendo. Empezó a abrocharse su ropa interior. Alargué la mano hacia mi camiseta y me la puse, abroché mis pantalones.
—Yo iré a abrir, ve a ponerte otra blusa— dije avergonzado cuando se dio cuenta que sus botones habían desaparecido.
— Está bien, regreso enseguida— me guiñó un ojo.
Terminé de acomodarme rápidamente y fui hacia la puerta, miré por el ojo mágico. Era su amigo, el tipo ese, el tal Jacob. No sabía cómo encararlo, ni que decirle pero definitivamente no sería amable. Abrí de golpe.
— ¿Si?— pregunté, con cara de pocos amigos.
— ¿Está Bella?— me dijo cortante.
— Sí.
— ¿Puedes decirle que estoy aquí?— me miraba desafiante.
— No quiero— le dije suavemente.
— Mira Cullen, sé cuál es tu táctica, pero es tarde. Ella es mía. Así que apártate porque no dejaré de luchar— respondió en un tono que ameritaba un golpe directo en su mandíbula nativa. Quise que se tragara sus palabras pero no podía en este momento.
— Amor ¿quién es?— escuché la voz de Bella detrás de mí. Sonreí al ver la cara que puso el tipo. Se veía sorprendido.
— Es tu amigo mi vida. Creo que viene a visitarnos, ¿Que inoportuno no?— la atraje de la cintura, besando su cuello. Ella se ruborizó bajando la mirada.
— ¿Bella, estás lista?— le recriminó Jake.
— Jamás dije que iría contigo— respondió.
—Te dije que hoy tenía que viajar a New York, nuestro avión sale en dos horas— elevó la voz intentando tocarla, la coloqué detrás de mí.
— Pues si tienes que irte, que pena— dije intentando no perder la paciencia. –Pero mi esposa se queda en su casa a dónde pertenece. Así que largate— ahora si soné amenazante.
— Tal vez no sepas pero ella y yo...— no lo dejé terminar.
— No sé lo que haya pasado antes entre ustedes y no me interesa pero a partir de ahora no te quiero aquí, cerca de mi esposa o de mi hija.
— ¡Ella se irá conmigo y volveremos por la niña en unos días!— gritó.
—Mi vida, quieres decirle por favor a tu amigo que se largue antes que lo eche de aquí— le dije a Bella, tomando una de sus manos y trayéndola al frente. Ella suspiró.
—Lo siento Jake, no me iré contigo a ningún lado— dijo firmemente. Él pareció sorprendido.
—Bella no debes tenerle miedo, yo te protegeré— aseguró desesperado.
— No Jake, de verdad quiero quedarme. Ya te dije de muchas formas que no quiero nada contigo, te estimo, eres mi mejor amigo... pero no confundas las cosas.
— ¿Qué?— gritó sorprendido. – ¿Confudir las cosas? ¿Acaso no le has contado?— se veía frenético, me miró furioso. – Mira Cullen, creo que no tenemos las cosas claras. Ella vino a mí, se me entregó, somos amantes. Es mía y hora la quiero conmigo— dijo perdiendo la paciencia. Me dolía lo que decía pero no iba a dejarla ir.
— Eso no es verdad Jake, fue sólo una vez y sabes porque sucedió— respondió Bella. —Estaba furiosa, despechada porque Edward asistió a ese evento del brazo de la bruja de Tanya ¡Tú estabas allí!— por primera vez la oía así de alterada. Y me gustaba.
—Pongamos las cosas claras— le dije sin molestarme. –Te aprovechaste de su amistad, cuando debiste ser su apoyo. Y no es tuya, Bella es libre de irse o quedarse. Si quiere marcharse contigo no se lo impediré pero si decide quedarse tampoco te dejaré que te la lleves por la fuerza— nuevamente la cobijé en mis brazos.
—Vámonos Bella. Ven conmigo— le ordenó. Ella se apegó a mí.
— No Jake, me quedo. No vuelvas a buscarme. Vete— le dijo firmemente.
— ¿Te está amenazando? ¿Es eso?— gritó avanzando hacia nosotros.
—Ya te dijo que no se va contigo, sino quieres entender es tu problema— le eché en cara otra vez poniéndola a ella detrás de mi.
—Hazte a un lado Cullen, me la voy a llevar, ya nos entenderemos luego. Yo sé lo que es mejor para ella— dijo empujándome.
Repelí su ataqué con rapidez, trastabilló levemente pero se recuperó.
— ¿Ahora quieres pelear Cullen? No pensabas así antes. Claro, estabas ocupado con tus amantes y descuidaste a tu esposa— me contestó.
—No tengo idea de lo que dices pero si sigues molestando a mi esposa voy a luchar— lo amenacé.
Frente a la casa se estacionó un enorme Jeep. Emmett, mi hermano, bajó con su infaltable sonrisa. Al vernos en una istuación tan tensa se apuró en llegar.
— Hola Edward, Bella. ¿Jacob te pasa algo?— preguntó colocándose a mi lado.
— ¡Ya es hora de que lo sepan todos!— gritó Jacob furioso. – ¡Bella y yo somos amantes! Y no sé en que idioma explicarle a este idiota cornudo para que la deje ir— sentí sollozar a Bella detrás de mí. Aquel tonto no iba a dejarlo pasar, quería dejarla mal a los ojos de todo el mundo, yo no se lo iba a permitir.
—Emmett ¿Podrías llamar a la policía? Parece que Jacob tomó alguna droga, no para de decir estupideces y de amenazarnos desde hace rato— pedí.
—No necesitamos a la policía, yo mismo le romperé la cara por decir esas cosas de mi hermanita— mi hermano tomó en vilo a Jake.
— ¡No estoy drogado, todo lo que digo es cierto!— siguió gritando Black.
Atraje a Bella hacia mí, la abracé mientras la calmaba con suaves caricias en su espalda.
—Tranquila, no temas. No importa qué hayas hecho antes, sólo importa lo que hagamos de ahora en adelante ¿Sí?— le susurré al oído.
Ella se relajó un poco. Les hice señas para que entrara a la casa, cerré la puerta quedándome sólo con Jacob y Emmett que aún se debatía entre golpearlo o no.
—Será mejor que te largues Jake o te voy a moler a golpes y créeme que voy disfrutarlo mucho— le amenazó mi hermano.
—Todos creen que Bella es una santa. Si supieran. ¡Vamos Cullen! ¡Tu sabes que es cierto lo que digo!— me gritó.
— Estás calumniando a mi esposa. ¡Lárgate!— dije. Emmett lo arrojó al suelo, sobre el jardín. Jacob se levantó furioso lleno de hojas secas..
— ¡Voy a probar lo que digo!— amenazó antes de irse..
—Ese chucho va a volver ¿Será cierto lo que dice?— preguntó Emmett mirándome.
— ¿Acaso le crees?— lo increpé.
—No, claro que no. Bella es la chica más buena y tonta que conozco. Lo de tonta por soportarte— sonrió. Entramos a casa, Bella estaba asustada, me acerqué a ella y la cobijé entre mis brazos.
—Tranquila, no dejaré que nadie te haga daño— le dije al oído.
—Ese tipo se la está buscando, la próxima vez que lo vea molestando le romperé las piernas. Por cierto Eddie, papá dijo que quería que cenáramos todos juntos. Parece que hay algunos problemas con la fundación— sonrió.
— ¿La fundación?— pregunté, nadie me había hablado de tal cosa.
—La familia ayuda a varias instituciones, orfanatos, hospitales públicos y personas sin empleo. La fundación Cullen, aunque tú la fundiste Eddie— dijo muy serio.
— ¿Qué yo qué?— pregunté.
—Ya te enterarás esta noche. No lleguen tarde— nos dijo antes de tomar una manzana del frutero y marcharse.
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Con amigos así.... Por suerte Bella no quiere abandonar a Edward.
Gracias por leer
PATITO
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