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Capítulo 5

Por un momento me pierdo en mis pensamientos, si se trata de ese hombre no creo que me afecte en lo más mínimo. Es jefe de Fabrizio.
Joe ¿Y eso qué? En primera yo no trabajo en ese lugar, y no tengo ninguna relación con su empleado. Dentro de lo poco que recuerdo, fue una buena noche de sexo y nada más, seguramente le pasa seguido, una borrachera, una mujer por noche y de tantas se olvida de cada uno de los rostros, no voy a darle importancia no creo volver a verlo de nuevo, no vale la pena perder tiempo pensando en eso. 

Paso parte de la noche recostada en el sillón viendo a la nada, pasan las horas y ni siquiera me doy cuenta cuando me quedo dormida.

Estamos justo frente a la playa, mi madre y yo estamos tomadas de las manos, ella teme entrar muy profundo al mar, si el agua toca su cuello provoca que se altere y de inmediato quiere huir a la arena, en su luna de miel tuvo una experiencia inolvidable así que no piensa repetirla, entramos al mar y hablamos por horas, nos abrazamos, flotamos y luego nos vamos a la zona donde rompen las olas para que nos revuelque, nos reímos tanto para terminar con un lindo abrazo, poco a poco comienzo a escuchar una voz a lo lejos. 

—Abre los ojos, Joe. —Alguien me está hablando. —¡Despierta! No seas floja—en ese momento sé perfectamente de quién se trata. 

Cuando por fin abro los ojos, miro el rostro de mi amiga Alessandra Ricci, ella es Médico Militar en el comando, no estamos en la misma área, pero solemos comer juntas y hablar de los chismes del lugar. No somos tan cercanas como me gustaría ya que son pocas las veces cuando nos vemos, ella siempre está muy ocupada, está esforzándose para que le den el puesto de médico en jefe y así no la estén transfiriendo. 

—Hola, loca. 

—¿Cómo te sientes? —Ella siempre pregunta eso, yo sé que es una pregunta super común y usada para comenzar una conversación, pero con ella, es su clave para hablar realmente de algo más profundo algo más allá de un simple "bien". 

—Con resaca y con mucha hambre. 

—Sabes bien que no me refiero a eso—me dice dándome un ligero golpe en el hombro.

—Estoy bien, si es lo que quieres saber, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que conseguiste venir?

—No pude venir antes, trate de alcanzarte mientras te dirigías hacia acá pero no me dieron autorización, no soy ningún familiar directo así que hasta hoy en la mañana convencí al director y ahora estoy aquí. 

—Gracias.

—No es nada, lo siento por no estar desde el primer momento. 

—No te preocupes, no era tu obligación, agradezco que estés ahora aquí—le brindo una pequeña sonrisa. 

—Bien—gira su rostro a todas direcciones con gestos no muy agradables. —Esto es un asco Joe, apesta a flores podridas, a baño sucio, mugre y muchas cosas más. 

Suelto una pequeña risa. 

—Está bien, así me gusta. 

—¡Qué! —grita, exaltando su mirada. —¡Tú eres la loca!

—Porque mejor no me ayudas a tomar mis cosas y ordenar mi maleta, porque mañana regreso al trabajo. 

—¡¡Qué!! —Grita de nuevo.

—¿Acaso no tienes más expresiones? —añado burlándome.

—No inventes Joe, tienes que descansar un poco—se levanta de pronto del sillon.— Aprovecha este tiempo para distraerte, arreglar esta porquería de casa, cómprate ropa, compra comida.

¡La muy descarada abrió mi refrigerador! —pienso.

—¡Haz algo que no esté relacionado con la muerte! —Continúa hablando. 

—No.

—¿No? ¿Esa es tu respuesta? —pregunta molesta.

—Así es, no quiero hacer nada que me haga pensar o sentir que esto nunca pasó, me quedé sola ¿Entiendes? No hay nada para remediarlo, no sé porque te preocupas más por la limpieza de esta casa cuando en realidad yo soy la que necesita ayuda, tal vez así me siento yo por dentro—ella solo me mira con lástima. —Lo mejor es regresar a mi vida cotidiana tal cual es, y es Afganistán, no tengo nada que hacer en esta casa. 

—Definitivamente estás loca.

—Es la verdad, solo haz caso a lo que te digo. 

Ese fue mi último día en casa. Tomé algunas cosas y la dejé tal cual la dejó mi familia.

Tal vez la planta de abajo no quedó como estaba ya que aquí se llevó a cabo el funeral y mi borrachera, al ver mi sala llena de basura, flores marchitas, y veladoras me hace pensar que realmente esto no es un sueño, ya han pasado varios días y no cambia nada, ¿Será que debo asimilar su partida? 

Paso todo el día con Alessandra, es la única persona que me soporta, ella suele ser muy amable y dulce. Al llegar al cuartel militar todo el mundo la saluda, cuando vamos caminando no hay persona alguna que la ignore, todos quieren ser uno de sus amigos, y no solo por su agradable personalidad, también porque es realmente una chica muy hermosa. Es alta de largas piernas, cabello negro, largo y brillante, tiene unos hermosos ojos azules que le cambian dependiendo el color de ropa que este usando, toda ella es ¡Fabulosa!

Cuando llegamos a mi edificio donde están las habitaciones se despide y se retira a su área, es una lástima que no estemos juntas, subo a mi habitación y noto que están mis compañeras durmiendo, aquí son pocas las personas que gozan de una habitación individual, nuestras habitaciones son amplias pero hay alrededor de 6-7 camas por habitación, no soy de las personas que tienen un rostro amigable de hecho siempre me tienen miedo, creen que estoy enojada todo el tiempo, antes no era así siempre era amable con cualquier persona que me dirigiera la palabra, pero desde que enferme ya no soy la misma. Cuando abro mi closet para guardar mis cosas una de mis compañeras sale del baño. 

—¡Hola, Clark! Que sorpresa, pensamos que ya no regresarías, iba a tirar tus cosas a la basura. 

—Hola Gallo, ¿Cómo estás?—Ignoró su pregunta, ella es la típica mujer con la mantienes una rivalidad, es insoportable todo el tiempo, nunca para de hablar, todo el tiempo es arrogante, presumida y sobre todo hipócrita, todos los hombres mueren por acostarse con ella, no tiene muy buena reputación en eso, se sabe que cualquier hombre atractivo tiene el privilegio de estar entre sus piernas, si supieran cuantos hombres se la pasan detrás de ella, los trata de una pésima manera, los chantajea, los hace como quiere, pero a cambio les ofrece 5 minutos de caricias y todo queda arreglado. No puedo negar que es guapa, por algo la siguen tanto, es rubia y de ojos marrón y tiene buen gusto por la moda, pero no es más guapa que Alessandra, mi amiga la supera. 

—Te miras muy fea, ¿Qué pasó? 

La sigo ignorando, comienzo a destender mi cama y me percato que está húmeda. 

—¿Qué le pasó a mi cama? ¿Por qué está así? 

—El clima en estos días ha sido un fastidio, hemos estado a más de 35° así que por las noches abrimos la ventana, un día de estos llovió queríamos cerrarla, pero como no queríamos enfermarnos la dejamos así. 

No puedo evitar cerrar los puños con tanta fuerza para contener las ganas de golpearla, como se atreve a decírmelo ¡La muy insolente! Cálmate Joe, es la misma loca de siempre, relájate.

—¿Dónde está Guerra? —le pregunto con rabia. 

—Solicitaron su apoyo en Albania estará fuera unas semanas. 

—Bien, dormiré en su cama entonces.

Ella es otra de mis compañeras de habitación, su nombre es Lorenza Guerra, es experta en tecnología, es muy diferente a todas las de esta espantosa habitación, tampoco nos vemos mucho, ella siempre está de comando en comando, es muy inteligente y responsable así que es muy normal que siempre esté lejos. Cuando me enteré del accidente de mi familia ella me dio algo de dinero para el traslado, aún no me habían pagado así que no tenía el dinero suficiente para regresar a casa, siempre suele ser muy servicial conmigo, es como una señora en el cuerpo de una joven, espero su pronto regreso. 

Destiendo su cama y compruebo que esté en orden no confío en Marena Gallo, al parecer no hay ningún problema, tomo algo de ropa y me dirijo al baño a darme una ducha rápida, mientras estoy dentro del baño escucho ruidos en la habitación, se supone que no debemos estar despiertas después de las 11:00pm y mucho menos tener visitas, ¿De quién se tratará? Puedo escuchar a Gallo riéndose y también una voz masculina, es obvio que metió a alguien al cuarto, ¡Que asco! Termino de bañarme, me cambio y salgo a la habitación, veo a todas mis compañeras dormidas excepto a Gallo, su cama está sola, seguramente salió al pasillo con el hombre misterioso, me acuesto en la cama de Guerra y en cuanto me recuesto en la almohada me quedo profundamente dormida. 

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Siento las manos y los brazos de alguien fuerte, que me aferra hacia él, siento sus caricias bajando desde mi espalda hasta mi trasero, para después sentir un apretón en la nalga derecha, mi cuerpo arde, estoy excitada, mi boca devora a la persona que tengo junto a mí, nuestros besos son feroces, llenos de adrenalina y pasión, siento como me arranca la ropa, para terminar en ropa interior, sus hábiles manos desabrochan mi brassiere, siento su cuerpo rozar con el mío, se frota contra mi cuerpo, ayudo al hombre a desnudarse, nos estamos desmoronando, aparta mi bikini para después colocar su pene y entrar de una vez por todas, lo siento por completo dentro de mí, se me corta la respiración, cuando va a comenzar a moverse, de un salto despierto de mi sueño. 

Mi respiración está descontrolada, estoy agitada y sudando como cerdo en un cazo, me siento en la cama y me recargo en la cabecera, volteo a mirar las camas de mis compañeras y por suerte siguen dormidas, que vergonzoso hubiera sido si me escuchaban hacer gemidos o algún gesto, gracias a Dios no se dieron cuenta.
Me levanto de la cama de Guerra, agarro de mi armario algo de ropa y me dirijo al baño, me desnudo frente al espejo y me doy cuenta que tengo los pezones super rígidos, mi cuerpo sigue caliente, aún me siento excitada, nunca había tenido un sueño como este, por lo regular suelo mirar mucho a los hombres, aquí hay mucho de donde escoger, he tenido algunas relaciones y de todo tipo, pero nada que ver con lo que me acaba de pasar, no sé si tomarlo como un sueño o tal vez como un recuerdo, no puedo evitar dirigir mi mano a mi entre pierna, me acarició una y otra vez, presionó mi clítoris, lo muevo, lo jalo y demás, paso mi manos por mis pliegues, incrustó un dedo, me acostumbro y después otro, hasta que mis manos hacen una clase de coreografía y saben perfectamente lo que me gusta, no puedo evitar que se me salga algún gemido, abro la llave de la ducha para que se pierdan con el ruido del agua, porque me siento así, ¿Que me habrá hecho aquel hombre? Tiempo después termino de ducharme, me pongo mi uniforme deportivo y salgo del baño, veo que todas comienzan a levantarse, salgo del cuarto y bajo las escaleras corriendo, cuando abro la puerta del edificio puedo notar que aún no amanece por completo, me dirijo al sitio donde siempre entrenamos y nos indican nuestras labores, cuando llego no hay absolutamente nadie, voy a las oficinas donde seguramente encontraré a mi General, pero solo está la secretaria. 

—¡Hola Julia! buenos días, ¿Se encuentra mi General?

—Hola, el General Marchetti se retiró de su puesto desde hace 3 días. 

—¿Cómo dices? ¿Estás hablando en serio? Sabía perfectamente que lo iban a jubilar ¿Pero tan pronto? Me fui hace 2 semanas.

—La entiendo señorita, pero así fue, ahora el General Marchetti se encuentra descansando en su domicilio—responde la chica, y vuelve a trabajar en su computadora como si ya no estuviera ahí. 

—Oye ¿Y los demás? ¿Dónde están?

—Tienen asignadas sus respectivas actividades así lo dejó listo el General Marchetti.

Y la muy engreída vuelve a escribir en su estúpida computadora, no resisto que me ignoren y mucho menos cuando estoy tratando un tema serio, así que agarro el teclado y lo jalo con fuerza hacia mí, ocasionando que se reviente el cable. Por fin logró obtener su atención abre la boca para seguramente insultarme y no la dejó pues comienzo a hablar primero. 

—¡Cállate! Necesito que me aclares todo, no te tomará mucho tiempo, y ya podrás regresar a hacer tu aburrido trabajo. 

— ¡Eres una chica muy grosera! No tengo mucha información ya que todos los soldados se encuentran en campo, tú eres la única con permiso, tendrías que haber regresado en dos semanas más, es lógico que no tenga información para ti, lo que te recomiendo es que esperes a que llegue el nuevo equipo y el nuevo general, ellos ya te asignarán algún trabajo. 

—Pretendes que me quede dos semanas aquí sin hacer ¡Nada! —le grito.

—Yo no dije eso, solamente que esperes a que lleguen las nuevas autoridades— responde con algo de miedo.

—Bueno, ya ni modo —le arrojó el teclado a la cara y me voy. 

¡Que fastidio! 

Y así paso las dos semanas, sin hacer absolutamente nada. Todos tienen algo que hacer, su típica rutina, la verdad es que no le vi el caso regresar a casa, estaría prácticamente igual de sola, así que todos los días se repite lo mismo. Me despierto, me baño, salgo a correr, entreno un poco y después tengo toda la tarde para llorar, fumar y beber alcohol, que mejor vida que hacer esto todos los días.



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