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Capítulo 3


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—Le voy a dar un consejo, señorita —me dice Fabrizio mientras me sirve el whisky. —Yo sé que no me lo pidió, pero aun así se lo voy a dar, acepte el whisky por cortesía, pero nada más. Esa familia es muy conflictiva puedo meterme en serios problemas al decirle esto, pero es verdad, llevo años trabajando para ellos, me sé de memoria sus tácticas, chica que le ofrecen un whisky, chica que después aparece como desaparecida en el periódico.

—¡¿Qué?! ¿Cómo dices? ¿Es enserio? ¿Cómo sabes eso? Y si el asunto es así, ¡por qué me sirves el whisky!

—Solo le digo lo que sé, como le digo acéptelo como cortesía, pero no más. Han venido cientos de policías a investigar y siempre es lo mismo, la misma operación.

—Y acaso... ¿Será verdad? Dijiste que eran una de las mejores familias de Italia, ¿no sería dañino para su imagen asociarse con asuntos criminales? Oye y qué hay de lo que mencionaste, de que trabajas para ellos, ¿a qué te refieres?

—Este restaurante es de ellos, no solo este lugar, ¡casi toda la cuadra, la manzana y la colonia! Tienen centenares de propiedades, el primogénito y el sucesor de todo este imperio es el joven que le regaló el trago.

—¡¡Qué!! —no puedo evitar escupir un poco, suelta la noticia justo cuando estoy tomando un sorbo, tonto. —¡Qué demonios! De nuevo te lo digo, como lo permitiste, ese hombre de seguro va a matarme o algo peor.

—Tranquila, bella signora, creo que ya se olvidaron de usted, no se preocupe solo mantenga la distancia, son amables siempre y cuando no se metan con un miembro de la familia.

—¡Ay de verdad! No me hubieras platicado, siento que ya me están matando solo con la mirada.

—Le digo que la están ignorando.

—¡Genial! Me encanta ser ignorada —no puedo evitar reír de los nervios, aunque parezca una absurda historia sobre esa familia, no puedo evitar sentir un escalofrío al pensar en que pueda ser verdad, y que en esta silla han estado tantas chicas que no han logrado regresar a casa, me parece muy desagradable. —¿Sabes que vas a hacer por mi Fabrizio?

—No signora, diga estoy a la orden.

—Vas a servir whisky en este vaso toda la noche, no puedes permitir que este quede vacío, ¿entendiste?

—¡Muy bien! Bella signora.

—Y por supuesto, que no sea whisky de los Berlusconi.

Suelta una risa.

—Clarísimo como el agua.

—Excelente, que empiece la noche entonces, ¡Súbele a la música! —definitivamente estoy muy ebria hace unas horas detestaba la música de la iglesia.

Pasó toda la noche en la barra con la compañía de mi amigo Fabrizio, es un poco tímido, pero es muy buen chico, tiene aproximadamente 22 años, es delgado de piel bronceada y cabello negro, se nota que trabaja demasiado. Minutos después me comentó que estaba pagando su universidad así que es por eso que trabaja el turno de la noche, paso los minutos y las horas bebiendo tanto que pierdo el sentido del tiempo y la orientación, de pronto escucho una voz que me habla, pero no tiene coherencia lo que dice, o es que estoy tan ebria que soy yo la que no entiende.

—¿Estas bien? —no puedo reconocer esa voz.

Se escucha una risa extraña, pero sexi.

—¿Qué dices? —levanto la cara para mirar a la persona que al parecer está teniendo una conversación conmigo.

—Te pregunté si estabas bien, ¿quieres tomar algo? —su voz se corta con zumbidos fuertes, lastiman mis oídos, trato de enfocar la mirada en el rostro de la persona que tengo justo enfrente pero no puedo.

—Señor, aquí está su cuenta.

Quien hablo es Fabrizio, ¿cierto? —pienso.

—Gracias, aquí tienes tu propina fuiste muy amable con nuestra invitada —dice aquella voz.

—Es mi trabajo, signore.

—Fabrizio... ¡Sírveme otro trago! Y a la persona que nos acompaña en la barra, pero ¡Volando! —le digo, mientras doy unos chasquidos con los dedos.

—Pero señorita, usted ya no se encuentra muy bien.

—¡Qué te pasa! Estoy excelente que no miras —hago una señal hacia mi propio cuerpo.

—Sabes que pienso, que tuviste un pésimo día y necesitas descansar —otra vez esa voz.

—¡Por supuesto que tuve un pésimo día! Mis padres murieron, y hoy fue su entierro —no puedo evitar llorar, ya lo había contenido demasiado tiempo, me recuesto sobre la barra y lloro como niña chiquita, de pronto siento unos brazos que me toman los hombros y me dan un leve masaje que me relaja y me reconforta. —¿Qué haces? —le pregunto a la persona, sea quien sea que me está dando un masaje.

—No pienso pedirte que dejes de llorar, así que solo puedo demostrar que aquí estoy para escuchar, aunque sea solo tu llanto.

Así que es justo ese momento en el que mis ojos se aclararon con ayuda de mis lágrimas o sabrá dios qué pasó, pero puedo ver el rostro del joven de la voz misteriosa.

Es él, puedo ver sus hermosos ojos azules, es el hombre imponente que entró al restaurante con tanto porte, elegancia y autoridad, así es, es el señor Berlusconi.

—¿Esto es real? ¿Estoy soñando?

—Es real no estas soñando, estás aquí.

—Eres demasiado guapo y no te conozco, ¿quién demonios eres?

Suelta una risita coqueta.

—Me presenté hace más de 2 horas, pero con gusto lo vuelvo hacer. William Berlusconi, es un placer —me ofrece su mano.

¡Wow! Hasta su mano es hermosa, ¡regresa a la realidad Joe!

—El placer es mío, señor Berlusconi —tomo su mano y le doy un fuerte apretón de alguna forma no puedo soltarla, se siente fresca y suave. Él vuelve a reír y puedo ver su hermosa sonrisa, una dentadura perfecta, los hoyuelos que se marcan en su rostro, las pequeñas arrugas que se colocan al terminar el marco de sus ojos al sonreír, su cabello rubio, aunque despeinado, pero aun así sumamente sexi, las pestañas rizadas y claritas como destellos de sol, incluso tiene las mejillas rosadas, ¿Acaso él es la persona a la que le debo temer? Pero si parece un Ángel, demasiado atractivo, pero esculpido por el demonio porque provoca tanta lujuria.

—¿Todo bien?

—Si, eso creo —no dejó de pensar en ¿Como demonios está sentado aquí conmigo? —¿Por qué eres tan amable conmigo? Apenas me conoces.

—No lo sé, eres la única chica que queda en el restaurante.

¡Es cierto! Volteo a cada rincón y ya no hay nadie solo el personal limpiando para cerrar. 

—¡¿Y Fabrizio?!

—Estoy aquí, señorita.

—Uff, ya me había preocupado Fabrizio. ¡No me asustes así!

Ambos sueltan una risa.

—Saben que me gustaría hacer... Quiero olvidar el día de hoy, esperen no solo el día de hoy, la semana completa, mi vida por completo, es un asco —de la nada vuelo a llorar. —Me quedé sin familia, estoy sola, ¡mi trabajo no volverá hacer el mismo! Ya que mi capitán al mando lo jubilarán. Por si no lo saben soy militar, y en unas semanas llegará un idiota a remplazar a mi capitán Marchetti, él fue mi mayor mentor, mi amigo, el que me enseñó todo lo que sé ¡Que será de mi ahora!

—¿Reemplazar a tu capitán? —pregunta el señor Berlusconi.

—Así es, hace días llegaron los documentos del idiota ese que tomará el puesto, va a llegar queriendo dar órdenes y hacer lo que quiera, ya lo detesto de solo pensar que se trata de un hijo de papi que no sabe nada de entrenamiento militar, ¡¿saben por qué?! Solo porque es uno de los dueños del armamento e instalaciones que utilizamos, seguro es una mierda, ojalá y lo atropelle un camión o algo.

Suelto una carcajada.

—Espero y cambies de opinión cuando lo conozcas.

—¡Ya verás que no! —le digo renegando.

Me mira muy detalladamente como si tratara de analizar, tal vez entenderme.

—Entonces... ¡Ya lo ven! Mi vida es un asco, necesito ahogar mis penas en alcohol para tratar de olvidar, aunque sea un poco.

—No creo que esa sea la solución, signora —añade Fabrizio.

—No tengo opciones —el hombre que tengo a mi lado no deja de mirarme, resulta tan intimidante y un poco tentador.

—Y usted... ¿Qué me dice, señor Berlusconi? ¿Algún consejo? —Lo que pasa después no tengo ni idea de cómo es que sucede, pero me acerco cautelosamente hasta acomodarme frente a su pecho, deslizo mis manos por todo su torso sintiendo su calor y sus músculos, la cercanía me permite oler perfectamente su loción, tan pero tan agradable.

—Necesitas olvidar, dejar todo atrás y avanzar —responde casi en susurro.

—¿Puede usted ayudarme con eso?

—¡Por supuesto! —siento como su brazo se coloca justo en mi espalda para generar más cercanía, no espero más y me abalanzó sobre él en un feroz beso, lo siento estoy ebria y creo que algo caliente así que no juzguen, por suerte él responde increíblemente mi beso, pasan los minutos y no nos hemos soltado.

—Vámonos —dice entre besos, toma de mi brazo y salimos del restaurante, escucho la voz de Fabrizio pero no me detengo, lo siento Fabrizio. Estaré bien.

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