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Jeon JungKook siempre había sido una persona con buenos sentimientos, valores, y una agradable personalidad. Lastima que eso no le sirviese mucho a menudo, ya que solía tener días tan desagradables y horribles, que realmente se sorprendía cada día en el que se levantaba de su cama, y se daba cuenta que seguía vivo.

Hoy en particular no había sido un gran día, aunque al principio pareciese que todo estaría bajo el rango de normalidad al que estaba acostumbrado, y eso consistía en que los clientes con los que trataba lo mirasen mal, su jefe lo regañase porque faltaban productos en el inventario del restaurante en el que trabajaba por las mañanas, que su equipo de la universidad a la que iba por las tardes no haya cumplido con la parte del proyecto en el que estaban trabajando; lo normal para una vida tan atareada y estresante como la suya. Hasta podría decir que hoy estaba siendo muy pacífico, por lo que estuvo con una sensación rara en su pecho todo el tiempo. Lo único que quería al caer la noche era ir a su pequeño departamento, alimentar a su pequeño perro; Chispas, darse un buen baño y quedarse dormido en un santiamén.

Cuando llegó a su pequeña morada, encontró la puerta abierta. Sus instintos le dijeron que entrase con cuidado, aunque su corazón daba fuertes latidos. Lo peor que podía pensar era que había sido robado, y quería matarse ahí mismo si era posible. Si habían desvalijado todo el lugar sería un golpe fuerte hacia su economía que dependía de un hilo. Después de un suspiro lleno de frustración, entró sigilosamente.

Parpadeó. El lugar parecía estar en orden, justo a como lo había dejado esta mañana. Revisó todo con el mismo silencio que antes hasta asegurarse de que no había nadie más y que no faltaba nada. Eso lo tranquilizó. Sin embargo, había algo que no entendía, ¿por qué habrían de entrar si no iban hacer nada? Un escalofrío lo sacudió de cuerpo entero. Se quedó observando la puerta aún abierta recordando todo lo que había hecho esta mañana y se golpeó la frente con la palma de su mano.

—No te creo... —susurró para sí mismo. Había recordado lo que hizo esta mañana y de inmediato salió en busca de Chispas.

Estaba seguro de que había dejado la puerta cerrada y colocado a Chispas en un pequeño corral que había adaptado para que estuviese ahí mientras él estaba fuera, pero por haberse levantado tarde olvidó colocarlo y se fue creyendo que cerró la puerta correctamente.

Maldición. Casi soltó un grito de horror al no encontrarlo ahí. Dios, esto no podía estarle pasando a él. Dio un vistazo rápido al lugar, claramente el silencio le decía que no había ningún otro ser vivo además de él. Sin esperar más, salió corriendo en busca de su preciosa mascota, que más que mascota era su única familia en aquella ciudad tan grande a la que había tenido que irse para poder estudiar, y ayudar a sus padres.

Estaba corriendo por las calles cercanas a su vivienda, tratando de no perder detalle a los lugares en los que Chispas podría haberse metido. La desesperación estaba inundado su cuerpo y las lágrimas estaban acumulándose en sus ojos; Chispas había sido su remedio a su soledad, ese pequeño pulgoso lo había llenado de felicidad y alegría. No podía perderlo, pero estaba asustado. Su perrito no sabía andar solo por las calles. Ahora se lamentaba no haberlo sacado más a pasear, enseñarle más cosas. Un nudo en su garganta se hizo presente mientras seguía corriendo, la desesperación estaba en su límite.

No lo veía por ningún lado. Estaba muy asustado, y sus manos sudaban frío al igual que su frente. Siguió caminando un par de cuadras más hasta visualizar el parque al que siempre iban, un ligero toque de esperanza se colocó dentro de él. Quizás Chispas había podido llegar hasta ahí desde que salió de casa y se había quedado jugando. Esperaba que sí. Maldita sea, que fuese un sí.

Cruzó la calle que lo separaba del parque, cuando observó un bulto a un lado de la vía del otro lado. Su corazón casi se detuvo, y tragó tan fuerte que su garganta le dolió. Se acercó cautelosamente, lágrimas recorrían sus mejillas, y su labio inferior temblaba.

No, no, no. ¡No! ¡Era Chispas! Yacía en el suelo sucio con sangre alrededor de su estómago y boca; sus ojos cerrados. Estaba muerto.

—No... —Fue lo único que alcanzó a susurrar mientras se agachaba para recoger a su mascota adorada—. No, mierda, no. Perdón.

No aguantó más el llanto y se echó a llorar obstruyendo el paso peatonal, pero era lo suficientemente de noche como para que no pasase nadie.

—Perdóname —susurró apretando más fuerte el cuerpo sin vida contra el suyo—. Lo lamento mucho, en serio. Lo lamento mucho, yo no... Maldita sea... —En este punto sus lamentos se escuchaban raros debido a que no podía parar de llorar.

Se puso de pie a como pudo y caminó esperando encontrar una veterinaria cerca que lo ayudase a saber qué hacer con él.  Sentía sus ojos pesados, su cuerpo cansado, y su alma rota. Jamás creyó que algo así le podía llegar a pasar. Jamás se había visto en una situación similar, y le dolía tanto porque aquella criatura en verdad lo había ayudado a no caer en una depresión profunda. Sólo tenía que recordarse cada mañana que debía volver a casa para poder jugar con Chispas y darle de comer. Ellos cenaban juntos; siempre lo hacían. Él se sentaría en el sillón con su plato sobre sus piernas y Chispas lo acompañaría a su lado en el suelo para comer de su plato de croquetas.

"¿Te encanta ver 101 Dálmatas, no es así?", había dicho una vez, y Chispas sólo ladró moviendo su cola.

Las lágrimas seguían recorriendo sus mejillas, su nariz se había puesto roja, y el frío estaba haciendo chubascos dentro de él. Sin embargo, se mantuvo caminando hasta que vio una veterinaria que se veía confiable y profesional. Cuando entró al local, las personas que estaban ahí lo quedaron mirando asustados, algunos pusieran cara de preocupación, y otros simplemente mantuvieron una mirada serena.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó una mujer joven con cara de preocupación viendo al pequeño perro en sus manos—. ¿Qué sucedió? Te haré pasar con el veterinario de inmediato —dijo después de que JungKook no pudiera más que seguir llorando en respuesta. Sabía que se estaba comportando como un chiquillo, pero había perdido algo valioso para él, ¿cómo se supone que se debería de comportar?

El veterinario fue compresivo, la chica que al parecer era su asistente personal le había traído un poco de agua para que pudiese calmarse. Chispas estaba sobre una mesa de exploración, el veterinario había colocado una especie de manta azul sobre él. A como pudo le hizo saber lo que había sucedido.

—Quizás un auto descuidado, es lo más probable —dijo el médico viendo las heridas del animal—. Lo siento.

JungKook se encogió de hombros y asintió.

—Gracias por el agua —murmuró hacia la chica y después vio al médico—. ¿Qué tengo que hacer?

—¿Es tu primera mascota? —preguntó la asistente. Él movió su cabeza en confirmación.

Después escuchó como la chica le daba algunos folletos sobre cremación para mascotas, los precios se veían en color amarillo y algunas descripciones. El médico también aportó otras opciones, pero él ya no quería seguir escuchando. Debió murmurar una clase de repuesta porque ambos asintieron, para cuando se dio cuenta la chica le estaba dando un papel donde se confirmaba una cita para ir a buscar las cenizas de su perro. Sólo la guardó en uno de sus bolsillos del pantalón y salió sin un rumbo fijo. Su corazón seguía doliendo, no sabía qué más hacer. Debía llegar a su departamento que ahora estaría vacío y desolado, cenaría solo, y se iría a dormir solo.

Era su culpa. Eso no debió de haber pasado si él no hubiese sido tan descuidado. Sabía que algo andaba mal desde que estuvo en el trabajo, y después que salió de la universidad ese presentimiento seguía y seguía. Maldición. ¿Por qué no se levantó temprano? ¿Por qué tuvo que pasarle eso a él? ¿Ahora quién estaría esperando cuando él llegase por las noches? ¿Quién estaría feliz de verlo? Lo amaba tanto. Era su preciado bebé y ahora ya no estaba. Sí, era su culpa, de nadie más. Él causó todo eso. Él debió ser más responsable. Diablos... Él sólo...

Las lágrimas salieron nuevamente y pasó furiosamente sus manos sobre sus ojos. Había querido dejar de llorar, pero simplemente no podía. El dolor en su pecho crecía con remordimiento y no lo dejaba respirar. No obstante, siguió caminando hasta encontrarse como en una especie de pequeño mercado. Puestos en cada lado, y en medio la gente caminando libremente.

«Al menos no hay autos aquí», pensó sin humor. Sus lágrimas casi no lo dejaban ver mucho, y no le importaba que las personas lo quedasen mirando raro. Ya todo le daba igual, ni siquiera sabía dónde estaba y cómo le haría para volver a su departamento.

Mantuvo su mirada en el suelo hasta que sintió chocar contra algo pesado. Levantó su vista ligeramente, encontrándose con una especie de bortaga en forma de cangrejo color rojizo, con sus pinzas tan grandes a los lados.

—Lo siento —murmuró viendo a la pequeña rendija color negra que le permitía a la persona que estuviese dentro ver correctamente y poder respirar.

—No te preocupes —habló el hombre dentro de la bortaga con su voz acompasada—. Oye, ¿estás bien? —preguntó preocupado.

JungKook asintió, haciéndose a un lado para continuar con su camino, pero el cangrejo se puso de nuevo sobre su línea de observación.

—¿Seguro? —preguntó de nuevo el sujeto dentro de la bortaga—. No te ves muy bien... Yo... Daba la casualidad de que estoy dando abrazos gratis, ¿no quieres uno?

JungKook parpadeó. —Estoy bien, gracias —dijo con voz entrecortada aún sabiendo que su cara estaba hecha un completo caos.

—Anda, sólo es uno y es gratis —insistió el sujeto. Esta vez no dejó a JungKook responder, simplemente se acercó más al cuerpo contrario y sacó sus manos de la botarga por dos pequeñas aberturas que habían en los costados—. Abrazo —susurró rodeando a JungKook entre sus brazos.

JungKook se sorprendió por un momento, y sólo pudo quedarse estático por unos segundos, pero no sabía cuánto había estando necesitando un abrazo que después de volver en sí se aferró al gran cangrejo que tenía frente a él y empezó a llorar una vez más. Sus lamentos salían en forma de balbuceos, estaba seguro de que estaba ensuciando el traje del hombre.

—L-lo siento —dijo entre lloriqueos, pero no sabía a quién se lo decía exactamente. Al hombre por manchar su traje, a Chispas por no haberlo cuidado, o a él mismo por haberse fallado.

—Shhh... —siseó el hombre—. Todo está bien, todo está bien... —tranquilizó con su voz calmada, dando golpecitos en su espalda.

—No es cierto —dijo JungKook con su cara todavía enterrada en el traje—. Yo tuve la culpa.

El sujeto estaba a punto de responder cuando escuchó la voz de su padre llamándolo por su apodo.

—¡Randa! —gritó—. ¡Te necesito un momento!

Él suspiró.

—¿Te hablan a ti? —preguntó JungKook separándose por completo. El contrario asintió—. Lo siento.

—No tienes porqué. Trabajo aquí —dijo señalando hacia el pequeño restaurante de comida de mar atrás de ellos—. Es familiar y yo soy la publicidad —explicó casi con una pequeña risilla al final.

JungKook sonrió con sus labios cerrados.

—Gracias —dijo y en verdad lo agradecía con toda su alma. Jamás pensó que un extraño podría brindarle tanto apoyo, justo como él lo necesitaba.

—No te preocupes —contestó, pero JungKook no pudo ver la sonrisa que aquel sujeto le estaba regalando.

—¡Randa, por favor!

—¡Ya voy! —gritó—. Debo irme. Ojalá vengas a comer un día de estos —dijo dando una pequeña reverencia que se hizo graciosa porque llevaba la botarga de un cangrejo, y se fue caminando con mucha gracia porque apenas podía dar un paso con esa cosa puesta.

—Seguro —dijo para sí mismo JungKook.

Él lo haría.

━━━━━━━━ ❆ ━━━━━━━━

Los siguientes días fueron un martirio para JungKook.

Había querido quedarse en casa y deprimirse, pero no podía darse ese lujo. Tenía que ir a trabajar, ir a la universidad, tenía un ritmo que debía mantenerse constante. Sin embargo, se tomó un tiempo aquel viernes por la noche cuando tuvo en sus manos el pequeño jarrón que le habían dado donde se encontraban las cenizas de su pequeño perrito.

Se abrazó a él acostado en la cama, puso canciones tristes, mientras las lágrimas se derramaban sin cesar sobre sus mejillas. Su estómago gruñía en señal de estar hambriento, pero él no quería pararse, no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. Se obligó a cerrar sus ojos para poder dormirse, a pesar de las objeciones de su cuerpo. Sin embargo, tardó alrededor de tres horas en por fin quedarse dormido. Cuando despertó buscó un lugar para poder colocar el pequeño jarrón azul con el nombre de Chispas puestas en plata. Decidió ponerlo sobre un pequeño estante en el que estaban algunos muñecos de colección que a él le encantaban.

El dolor en su pecho estaba disminuyendo, pero no por eso había dejado de sentirse irremediablemente solo. Lo extrañaba muchísimo. Le era un fastidio comer sin que Chispas estuviese a su alrededor, y lo escuchase ladrar. Veía sus fotos cada noche, pensó que sería lindo mandar a enmarcar una de las tantas fotos que se tomó junto a él. Sería un lindo recuerdo.

Cuando la noche cayó aquel sábado, se le vino a la mente el recuerdo de aquella bortaga que muy amablemente lo envolvió en sus brazos y le dio confort cuando más lo necesitaba, sin siquiera conocerse. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Quizás ir... Estaría bien, ¿no?

Se alistó y se encaminó hacia aquel mercadito que había encontrado. Quedaba un tanto lejos de donde vivía, pero aún así no era tanto. Podía irse en taxi, pero no quería gastar más de lo necesario. Prefería caminar por 25 minutos.

«Amo caminar», se repetía constantemente mientras daba pasos largos con algo de sarcasmo.

Hasta que al fin pudo visualizar el local y al gran cangrejo en la parte de afuera. Se detuvo antes de llegar, ¿y si no se acordaba de él? ¿Qué iba a decirle? Bien, él no había pensando en eso, pero una de las cosas que lo habían impulsado a venir era para darle las gracias apropiadamente al sujeto.

Con eso en mente, se plantó atrás de la botarga dando una pequeña palmada para llamar su atención.

—Disculpe... —musitó.

La botarga se volteó a verlo.

—¡Oh, eres tú! —exclamó, una pizca de alegría en su voz—. Creí que ya no te vería. ¿Estás mejor?

JungKook le regaló una pequeña sonrisa. —Sí, yo... —Tragó saliva—. Vine para darte las gracias por aquella vez. Verás, no me encontraba muy bien, y bueno... Muchas gracias.

—Como te dije, no tienes porqué. Me alegro que estés mejor —contestó mientras una de las grandes pinzas se posaba en la cabeza de JungKook y revolvía su cabello con algo de tosquedad—. Se supone que debió ser suave, lo siento.

JungKook sólo pudo reír. Había acabado despeinado, pero le pareció gracioso. —No te preocupes —dijo acomodando algunos mechones rebeldes de su cara.

Un silencio se instaló entre ambos. El murmullo de la gente que iba caminando se hacía cada vez más grande, y eso hizo a JungKook ponerse algo nervioso. ¿Qué se supone que debería de decir?

—Te invito a comer —dijo el sujeto al que habían llamado Randa la vez anterior—. Bueno, a cenar —se corrigió.

—De hecho, venía a eso —rió JungKook.

—¿A que te invitase a cenar? —Alzó una ceja divertido, pero nuevamente, JungKook no pudo ver eso.

—¿Qué? —exclamó con sus ojos muy abiertos—. No, no, no. —Negó rápidamente con su cabeza—. No es... No es eso...

El sujeto rió. —Oye, era una broma. Está bien, lo siento.

—Ah. —La cara de JungKook se puso roja.

—Vamos —insistió Randa, y el contrario asintió tímidamente—. Deja que me quite esto para poder encontrarme contigo. Es muy molesto, ni siquiera puedo caminar bien —bufó—. Sólo lo hago porque mi padre me lo pide, pero quisiera poder quemarlo.

—Yo pienso que te ves bien —soltó JungKook sin pensarlo mucho.

—¿Sí? —preguntó coquetamente y alzó sus pinzas muy arriba—. ¡Soy un gran cangrejo que te comerá! —rugió.

JungKook quedó en shock por unos segundos y después comenzó a carcajearse.

—Tienes razón —dijo en hilo de voz porque no podía respirar debido a su risa—. Eso no fue nada lindo, fue intimidante.

—Lo sé, lo sé —contestó el cangrejo riéndose también—. Pero, vamos... Debes tener hambre, ¿no es así? Sólo no te burles de mí cuando camine —pidió amablemente.

—Nunca lo haría —aseguró.

—Bien. Oh, por cierto, no nos hemos presentado. Soy NamJoon —extendió su pinza hacia él—. Kim NamJoon.

JungKook siguió riendo.

—Jeon JungKook —dijo estrechando su mano contra esa gran pinza de cangrejo—. Un gusto.

Ese fue el comienzo de algo encantador.

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Cielos. Cuando JungKook pensó que estaba en una especie de sueño el aroma delicioso de la comida enfrente de él lo sacó de su trance. Él simplemente no podía creer quién estaba ahí sentado en la misma mesa.

—¿No comerás? —preguntó NamJoon con preocupación—. ¿Estás molesto?

—¿Ah? Sólo estoy sorprendido.

Y realmente lo estaba. Jamás pensó que "el chico malo de la clase", fuese quien estaba dentro de esa botarga. Una botarga de cangrejo. Por el amor de Dios.

—También lo crees, ¿verdad? —preguntó cuidadosamente NamJoon después de unos segundos de silencio—. Los rumores y eso —se explicó.

JungKook sabía a lo que se refería. Durante su estancia en la universidad rumores de que había un sujeto al que sólo llamaban por RM era malo y  podía romper tus costillas, estaba muy regado entre todo mundo. Él no se haría el santo, también había creído en eso. Sólo un poco. En su defensa, RM parecía querer asesinarte con tan sólo verte, además de que no hablaba con nadie. Aparte de que él siempre había sido algo malo recordando nombres, tenía que cambiarse entre clase y clase, y en su mayoría siempre eran chicos diferentes. Rara vez  habían chicos que compartían todas las clases con él.

—Más o menos —confesó al fin—. Lo siento.

NamJoon suspiró algo decaído.

—No. No tienes la culpa. Entiendo el punto —dijo tomando una servilleta y jugando con ella haciéndole pequeños dobleces.

—Pero no debí creer lo que ciertamente sólo eran estúpidos rumores. Lo siento. Debes tener tus propios asuntos por lo que eres así, al menos no debí juzgar antes de tiempo.

NamJoon alzó su mirada y le dedicó una media sonrisa. —Gracias. Significa mucho para mí.

JungKook sonrió también, aunque su boca se transformó en una clase de mueca rara.

—Oh, diablos... Eso significa que me viste llorar ese día. Maldición.

NamJoon asintió lentamente.

—¿No era día de abrazos gratis, verdad?

NamJoon negó levemente. JungKook abrió su boca asombrado.

—¿Por eso me regalaste ese chocolate después? —preguntó siguiendo con un ruidito de sorpresa—. Oh, cielos. Perdón. Ese día creí que me ibas a golpear o algo, pero luego realmente me sorprendiste porque... Jamás te había escuchado hablar y entonces me diste el chocolate, que por cierto, estuvo muy rico. Gracias.

—Creí que lo habías tirado a la basura después por cómo me miraste —murmuró NamJoon viéndolo de reojo.

—¿Qué? Por supuesto que no. Es decir, sí, sé que pensaba levemente todas estas cosas de ti, pero no soy una persona horrible que anda desechando lo regalos de los demás. Además, en ese momento pude sentir que lo que decían los demás era falso. —JungKook había cruzado sus brazos en su pecho y cerrado sus ojos, acompañado de un ligero asentimiento de cabeza. Eso hizo reír a NamJoon otra vez.

—Bueno, eso espero. Porque realmente no sé porqué se dicen esas cosas de mí. Un día llegué a clases y todos esos rumores se habían esparcido, pero no hice nada porque bueno... Siguen sin tener importancia para mí. Aunque luego pensé que quizás haya tenido algo que ver, porque el día anterior había ayudado a alguien, pero acabé dando un puñetazo a otro sujeto. Súmale a eso que casi no hablo en clases, y casi nunca tengo gente a mi alrededor. Todo un mafioso, ¿no?

—Yo diría que sí —afirmó JungKook—, pero ahora sé que eres muy lindo en realidad.

Llevó sus manos a su boca después de haberlo dicho, y lo miró asustado.

—No te voy a golpear —dijo NamJoon queriendo poner sus ojos en blanco.

—No, no es por eso... —musitó—. Es que casi no nos conocemos y ya me estoy dando demasiada confianza.

—Ese sería yo, entonces —aseguró NamJoon—, fui él que te abrazó primero, ¿no crees? —Enarcó una ceja y sonrió divertido.

—Tienes un punto ahí, entonces —dijo JungKook viendo los pequeños hoyuelos que se formaron a los costados de aquella hermosa sonrisa—. ¡Tienes hoyuelos! —exclamó sin poder contenerse y señalando con el dedo.

—Sí —rió—. ¿Quieres tocarlos? —Movió sus cejas con diversión.

«Claro que sí», pensó en respuesta, pero sólo pudo negar con su cabeza; sonriendo.

—Estarán disponibles para ti para cuando quieras hacerlo —dijo NamJoon encogiéndose de hombros como si hablase de cualquier cosa—, pero será mejor que comas o se enfriará.

—Creo que ya está frío —murmuró JungKook al ver su comida e inevitablemente hizo un puchero.

—Yo puedo arreglar eso. —Se levantó y tomó su plato, después de unos minutos volvió con su plato nuevamente humeante—. Es mejor comerlo caliente.

—Gracias. —Fue lo único que pudo decir.

La comida estuvo deliciosa, lo estuvo más porque platicar con NamJoon le pareció agradable. Era un chico muy dulce, contrario a la creencia popular. No podía imaginarse como es que los demás seguían creyendo que este sujeto sería el mafioso más grande que habían conocido cuando realmente era todo lo contrario. Era una pequeña estrella fugaz que había venido a salvarlo cuando más lo necesitó.

—Los accidentes pasan —dijo NamJoon después de haber escuchado el porqué de sus lágrimas de aquel terrible día—. Al menos lo quisiste mucho, eso es importante, ¿no crees? Estará siempre aquí. —Señaló su corazón—. Es lo que cuenta. El amor atraviesa barreras.

JungKook asintió, sintiéndose de repente atraído por esos ojos que lo miraban con tanto detenimiento. Eran muy bonitos.

Cuando terminó de comer, él quiso pagar, pero NamJoon se negó.

—La casa invita —dijo simplemente.

Luego de unos minutos se encontraban fuera del local, JungKook mirando a los transeúntes y NamJoon mirándolo a él.

—Debo irme ya —habló de repente JungKook, mordiéndose el labio inferior. La verdad es que la había pasado muy bien después de mucho tiempo que no quería irse, pero no podía quedarse tampoco—. Se está haciendo tarde, y tengo deberes que completar.

—Permíteme acompañarte —dijo siguiendo con su vista fija en él. JungKook lo miró y pudo ver un destello de asombro en sus ojos—. ¿Por favor?

—¿Por qué? —preguntó mirándolo a los ojos.

—¿Por qué no? Quiero hacerlo.

JungKook sonrió. —¿No tendrás problemas? —Señaló con su cabeza hacia el local.

—Papá me entenderá —dijo contento.

—De acuerdo —murmuró JungKook, tratando de mantener toda su energía que parecía saltar dentro de su estómago, pecho y corazón.

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Hubo algunos momentos de silencio, en los que JungKook aprovechó para ver el perfil de NamJoon. Era un poco más alto que él, pero aún así podía verlo perfectamente. Era lindo, muy lindo.

Durante los minutos de conversión se encontró riendo, y haciendo reír a NamJoon. Le pareció hasta cierto punto mágico; jamás se había sentido así. De cierta forma, la compañía de NamJoon en tan sólo ese día lo había ayudado lo suficiente ante todos los problemas que estaba padeciendo.

Por eso cuando estuvo frente a su departamento, él no se aguantó volver a preguntar "¿por qué?", y NamJoon pudo comprenderlo al instante.

—¿Por qué no? —repitió NamJoon sonriéndole bonito—. Me gustas desde hace mucho, no puedo desaprovechar esta oportunidad.

—¿Sí?

—Si tú supieras... —soltó un resoplido—. Tanto tiempo.

JungKook se quedó perplejo. Él jamás podía imaginarse estar en una situación como esta, parecía un sueño. Los nervios lo golpearon de pronto, no sabía qué decir.

—Entonces... —comenzó NamJoon—, ¿aceptarías una cita conmigo?

JungKook asintió con entusiasmo, aún no podía hablar.

—Te veré en la universidad, ¿de acuerdo? —habló NamJoon de nuevo sin dejar de mirarlo.

—Antes de que te vayas... —empezó, pero se detuvo. ¿Era una locura lo que estaba a punto de pedir? Ah, no importaba. Lo necesitaba.

—Dime. —Lo animó a seguir.

¿Me puedes dar un abrazo? —preguntó tímidamente.

NamJoon sonrió en grande.

—Todos los que quieras.

Y lo abrazó.

«Fin.»

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N/A: Gracias por leer esto. No hubo besos ni nada, y básicamente es el final, pero ya pensaré si hago algo después con la historia. é.è 🤗

Esto va dedicado a BeatrizGL1920. Ya que es una bella persona que se ha tomado la molestia de aguantarme tanta barbaridad que yo le digo. Muchas gracias por leerme. 😂💜

¡Espero que te guste! 💜🤗

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