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Nuevos propósitos

Kyojuro abrió los ojos al día siguiente, el antídoto de Shinobu había trabajado de maravilla gracias a la rápida acción de su maestro. Y hablando de él, el hombre estaba dormido a su lado, sentado con las piernas cruzadas y la cabeza gacha. El joven Rengoku sonrió al verlo. Le alegraba mucho que el señor Kamado hubiera llegado a tiempo. Si no lo hubiera hecho, a esa hora Hakuji y él probablemente estarían muertos, y el resto de las personas presentes en la vivienda esa noche también.

Se incorporó en el futón, tratando de hacer el menor ruido posible. Quizás podría convencer a su amigo de prepararle algo especial a su mentor, aunque probablemente ya lo hubieran hecho, la hospitalidad de aquella familia, a pesar de ser pobres, no tenía nada que envidiarle a los grandes y ricos señores con quienes él mismo había tratado en múltiples ocasiones.

Salió de la habitación en puntillas, le hubiera gustado que el señor Kamado se recostara, para estar así dormido, debería estar realmente cansado, ¿cuántos días habrían pasado desde la última vez que pudo conciliar el sueño?

Se dirigió silenciosamente a la cocina, allí estaba sentada la joven Koyuki, pelaba unas patatas. Al verlo su rostro se iluminó con alivio.

- ¡Rengoku san! ¡Ya estas bien! - exclamó.

- ¡Umu! - respondió él entusiastamente - ¡me siento en perfecto estado! ¡El antídoto de la señorita Shinobu es realmente un prodigio!

- ¡Ciertamente! ¡Me gustaría poder darle las gracias en persona! - dijo la muchacha - Rengoku san, tu... has arriesgado tu vida por nosotros en dos ocasiones ya... y nos has ayudado tanto... ni en mil vidas podríamos pagarte por tu amabilidad...

- ¡Yomoya! ¡Eso que dice señorita Koyuki no es del todo cierto! Si no fuera por su amabilidad primero, yo no hubiera podido vivir, ustedes salvaron mi vida, ¡pero no es por esa razón que los he ayudado! Es mi deber como pilar proteger a los humanos de los demonios, y es mi deber como ser humano ayudar a las personas que pueda- contestó él - ¡por favor no se sientan en deuda!

Koyuki casi se echa a llorar, ella que estaba viva solo por la amabilidad de las personas a su alrededor no podía comenzar a entender el sentimiento. En toda su vida lo único que pudo hacer era dar las gracias y esperar a que sus cuidadores no se aburrieran de ella, su padre era su persona mas importante, y Hakuji, a quien amaba. No podía mentirse a sí misma diciéndose que muchas veces no se consideró un lastre. Y ahora estaba este Rengoku Kyojuro, alguien que ella admiraba como un simple vasallo lo haría con su señor... y esta persona le decía que no se sintiera en deuda... Koyuki no había aspirado a mucho en su corta vida, de hecho son solo estar viva otro día más se había dado por satisfecha la mayor parte del tiempo, ver a su padre y a Hakuji era todo lo que podía desear, pero ahora Koyuki quería algo más, no sabía si su deseo nació la noche anterior o mucho antes, pero ella por primera vez deseó algo menos egoísta. Si pudiera ser un poco como la persona frente a ella, si pudiera ser de alguna manera como el señor Rengoku, tan solo con parecerse un poco le bastaría.

- Rengoku san yo...- dijo apretando los puños y tratando de que expresarse lo más correctamente posible, quería que él comprendiera la determinación que había nacido en su corazón, Koyuki era y había sido una chica débil, ella lo sabía, no solo su cuerpo sino también su corazón, eso era cierto, pero ella quería cambiar eso, "la fuerza no es solo física" le había dicho Kyojuro un día "aun cuando mi madre enfermó de gravedad y apenas podía moverse, era y seguirá siendo la persona mas fuerte que he conocido, su espíritu, su mente, nada ha podido rivalizar con su voluntad", si alguien así había existido, entonces ella también podría mejorar, se esforzaría - ¡Rengoku san!

- Umu! - dijo el cruzando los brazos sobre el pecho.

- ¡Quiero ir con usted a la capital! - exclamó. Al final fue lo único que pudo decirle.

•••

Tanjiro se despertó cuando dejó de sentir la presencia de su chico a su lado, a pesar de que Kyojuro ya era un pilar y tenía su propio territorio que vigilar y daba órdenes a sus propios subordinados, seguía siendo su muchacho. Ver vacío el futón que había estado vigilando toda la noche anterior, y gran parte del día hasta ese momento, lo hizo desperezarse y salir en su busca, tenía que disculparse después de todo.

El sonido de una conversación lo guio hasta la cocina, por supuesto que ese sería el primer lugar a donde iría Kyojuro, se rio para sí mismo mientras se dirigía hacia allí, iba a entrar, pero se topó con el padre de la familia. El sujeto estaba parado justo al borde de la puerta que separaba la cocina de la otra estancia y parecía pensativo mientras miraba a su hija charlar con el pilar de las llamas.

- Parece que Rengoku san es admirado - le dijo con una sonrisa un tanto culpable al sentirlo llegar.

Tanjiro sonrió y asintió.

- Sí, suele tener ese efecto en la gente...

Keizo asintió también, por supuesto, entre esa gente podían contarlo a él también, admirar al joven Rengoku era fácil, algo prácticamente natural, eso no era ningún problema, el problema era su hija, que estaba comprometida con otro y le decía al señor Rengoku que quería irse a Edo con él; probablemente era solo su imaginación, pero aun así él no quería ningún drama en su familia. Y más por el claro afecto que sentía su aprendiz por el otro hombre también, no quería ninguna tragedia de dos amigos peleando por una mujer, ¡menos si la mujer era su hija!

El otro hombre, como adivinando sus pensamientos, le dio unas palmadas en la espalda, riendo de buena gana.

- ¡No tiene que preocuparse por Kyojuro, Keizo san! Jajajaja - le dijo divertido.

Así entraron a la cocina, en cuanto Rengoku lo vio sus ojos se iluminaron.

Luego de decirle a la señorita Koyuki que, por supuesto estaría encantado de recibirla en su casa a ella, a su padre y a Hakuji también, se giró hacia su maestro y se inclinó respetuosamente frente a él.

- Maestro, gracias por venir y salvarnos, soy una vergüenza como pilar al incordiarlo de esa manera, ¡por favor castígueme!

- Levanta la cabeza Kyojuro, soy yo el que debería pedirte perdón, ¡soy yo quien es una vergüenza como pilar y como maestro también! - dijo a su vez inclinándose.

Las otras dos personas en la habitación miraban aquel intercambio, un poco perdidos, al parecer era lo normal entre los cazadores.

- ¿Pero que mierda es esto? ¿Así se comportan siempre?! Esto va a ser un dolor de cabeza...- dijo mirándolos con asombro y fastidio Hakuji que acababa de llegar. Estos samuráis o lo que fueran eran demasiado para su adolorido cerebro. Necesitaba dormir antes de ponerse a lidiar con dos tipos tan correctos como ellos.

Tuvo que soportarlos unos días más, hasta que aceptaron la idea de ir con Kyojuro a Edo.

- Ya no queda nada para nosotros aquí, nuestro pozo fue envenenado, y a pesar de todo Hakuji y yo hemos tenido discrepancias con algunos vecinos...

- Creen que fuimos los culpables. - dijo el más joven de los dos sin poder ocultar su malhumor.

-Kyojuro y yo podríamos hablar con ellos, hacerlos entrar en razón...- se ofreció bien intencionadamente el señor Kamado.

- ¡Umu! -asintió enérgicamente Kyojuro.

- No serviría de nada, - negó con la cabeza Hakuji - aun así, no me siento bien yéndome de aquí, siento que estoy huyendo.

- No hay nada de malo en huir de una pelea sin sentido - dijo Tanjiro.

- Es como dice Kamado dono, además, tengo la esperanza de que nuestro estilo Soryuu también pueda florecer en la capital.

Hakuji refunfuñó un poco más, el tal Kamado y su maestro se llevaban muy bien, eran muy parecidos y eso a veces lo ponía de los nervios. Y luego estaba Kyojuro, que no había tenido mucho tiempo para hablar con él por estar prácticamente pegado todo el tiempo al otro pilar. Si iban con él a a la capital, ¿sería de esa forma todo el tiempo? Algo oscuro y peligroso se enroscaba dentro del pecho del joven Soyama cada vez que pensaba de esa forma.

Kyojuro era demasiado amable y no es que no quisiera ir con su amigo, él lo seguiría hasta el mismo infierno de ser preciso, pero no quería molestarlo más. Alguien tan brillante como el joven Rengoku seguro tendría a personas mas interesantes con las que reunirse, como ese sujeto alto de haori a cuadros.

- ¡Por supuesto que lo hará! Además, ¡los invito por mi propia conveniencia! - les aseguró Kyojuro con una amplia sonrisa.

Nadie allí le creyó una palabra. A pesar de que sabían que no mentía.

•••

Partieron antes de que saliera el sol un par de días más tarde.
Tomaron el camino principal, aunque llegados a una de las intersecciones ambos cazadores se despidieron de Hakuji y compañía. El deber los llamaba. Rengoku les dijo que no se preocuparan, ellos probablemente llegarían a la ciudad más pronto que los otros tres.

A Hakuji no le gustaba eso para nada, ¿qué hacía Kyojuro yendo a pelear después de haber estado envenenado y luego haber sido atacado por un demonio? Lo peor es que era imposible razonar con él. Hasta el tipo que era su mentor le había dicho que podía descansar un poco más, pero era inútil. En esos momentos él quería golpearlo.

•••

-Kyojuro, crees que sea buena idea que ese joven viva bajo el mismo techo que Shinjuro dono? - preguntó Kamado Tanjiro.

- ¡Umu! ¡Lo creo! Quizás haya algunos contratiempos al principio, pero ¡sé que todo resultará bien!

- Bueno, si tú lo dices...

Kyojuro sonrió su compañero no sonaba muy convencido y era entendible, después de todo Tanjiro no era bienvenido en su casa, y había tenido varios encuentros violentos con su padre. Sobre todo, cuando Shinjuro se enteró que el Pilar del aliento solar había tomado como aprendiz a su hijo.

-Kyojuro... lamento no haber venido antes...- se disculpó nuevamente.

El espadachín más joven negó con la cabeza.

- No tienes que disculparte, ¡llegaste justo a tiempo!

- Me desvié siguiendo un rastro de Kibutsuji. Lo siento. Mi sed de venganza casi hace que te maten.

El pilar de las llamas abrió mucho los ojos. Un rastro de Kibutsuji era algo grande, aun así le alegraba que su maestro no lo hubiera enfrentado, no era que no confiaba en las habilidades del señor Kamado, era el cazador más fuerte de su generación y probablemente de todas las anteriores hasta el padre de las respiraciones, pero ningún pilar debía enfrentar al demonio supremo solo, Kyojuro quería estar a su lado cuando terminaran con ese engendro, aunque no pudiera hacer mucho, al menos podría usar su cuerpo y su vida como escudo para su maestro.

Kamado Tanjiro era alguien realmente admirable, aun perdiendo a casi toda su familia por causa del demonio progenitor, había aplacado ese deseo, prácticamente el objetivo de su vida, e ido a por él, Kyojuro estaba muy feliz de contar con aquella persona como su mentor y como su amigo.

Se separaron al salir de la aldea siguiente y acordaron reunirse una vez llegados a Edo.

Tanjiro esperaba con todo su corazón que el optimismo de su querido muchacho no se malgastara esa vez.

•••

El camino fue bastante entretenido para dos jóvenes pueblerinos que no habían visto más que sus aldeas en toda la vida, Keizo les relataba historias de sus años mozos siempre asombrándose de cuanto había cambiado todo en tan poco tiempo. Los chicos estaban emocionados, la vida en la gran ciudad seria todo un desafío, y Koyuki agradecía una vez más poder estar sana para poder hacer un viaje de este tipo. Por suerte tenían dinero y pudieron hospedarse en posadas decentes durante el trayecto. El mayor de la familia les comentó que él tuvo que dormir bajo los puentes o tirado en un callejón o al lado del camino. Hakuji se sintió identificado, antes de ser acogido por Keizo él dormía donde podía y cuando podía, las calles no eran nada seguras y menos para un chico como él, a pesar de su fuerza. Era un alivio para ambos hombres saber que Koyuki no tendría que pasar por eso

Al llegar a la capital se perdieron, como era de esperarse, por suerte un alma caritativa les aclaró el camino hacia la residencia Rengoku en la parte alta de la ciudad. Y tal y como les había prometido allí a la entrada estaba esperándolos Kyojuro.

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