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Abrazando un sueño - Parte 3

Abrazando un sueño - Parte 3 (por Handimar)

¿Por qué aún sigo con vida? Es una excelente pregunta, aunque lamentablemente no puedo darles una respuesta ya que yo misma me lo he estado preguntando durante todo el tiempo que estuve en reposo. Lo único que sé es que mi gente me rescató del campo de batalla y tras atenderme de urgencia, de inmediato me trasladaron hacia Guelegen, donde permanecería hasta que fui capaz de montar por cuenta propia.

Durante todo el tiempo que yací inconsciente muchos creyeron que había logrado regresar con vida a pesar de la derrota gracias a mi propia suerte. No obstante apenas pude estar frente a los reyes de Gran Corona les hice saber que no se trató de eso. Por alguna razón que era ajena a mí, aquel sujeto había decidido no matarme. Y lo más importante, se trataba de alguien que no podía ser superado en combate singular, fuese con mi fuerza o con la de los demás generales.

Mis palabras fueron tomadas con respeto, no hubo dudas de lo que decía, no entre los reyes ni tampoco entre los demás generales, lo que condujo a que se pensarán en alternativas para conquistar Anang. Extrañamente las fuerzas de aquel reino en ningún momento intentaron recuperar las tierras que habían perdido, lo que nos dio a nosotros meses de paz para prepararnos para la siguiente oleada.

Con Grokel y Stila fuimos testigos de los entrenamientos que llevaban a cabo los miembros de la Gevedrei, la nueva unidad especial del erobe. Sin lugar a dudas los garever llamaron su atención. Era algo completamente entendible, un arma que proporcionaba una increíble ventaja a quienes la usaban, no sólo por la potencia sino también porque permitía estar lejos de cualquier posible amenaza.

Para mi no fue algo novedoso, aunque también me dio cierta curiosidad ya que si bien la idea de su funcionamiento resultaba bastante similar a lo que yo conocía, su mecánica tenía una naturaleza distinta. En Luvong, mi país de origen, también contamos con soldados especializados en el uso de fusiles y armas similares de larga distancia.

No obstante mientras que en mi tierra el poder de dicho instrumento dependía en mayor medida de quien la usara, los garever permitían básicamente que cualquier persona las pudiese emplear. Apenas hacía falta tener práctica a la hora de apuntar y recargar los proyectiles, y era eso lo que se trabajaba a fondo en los entrenamientos de dicha unidad.

Estamos ya en el 819 EMD, y una vez más ingresamos en los territorios de Anang. Yo lo hago con sentimientos encontrados. Quiero la victoria, quiero sentir con mis manos el sueño que Gran Corona ha estado buscando por siglos, pero no me parece justo que traigamos fusiles a una batalla que no ha sido planeada para eso. De todas maneras, nuestros estandartes ya flamean y puedo ver a nuestros enemigos esperándonos.

-"Quiero decirte que me hubiese gustado tener una lucha diferente, más convencional, por llamarla de alguna manera."- de nuevo me encontraba cara a cara con el hombre que me había derrotado meses atrás. Mis palabras, tenía la intención de que fuesen una disculpa anticipada por lo que estaba por suceder en el campo de batalla. Por supuesto él no logró comprender a lo que me refería aunque tampoco hizo demasiado caso sobre ello.

-"Has venido de nuevo."- me dijo deteniéndose frente a mí, clavando su espada en el suelo y apoyándose sobre ella. Había algo diferente, era como si no tuviese intenciones de luchar contra mí. Aprovechando el momento, sabiendo la naturaleza de mi verdadera función en el campo le respondí.

-"Pero esta vez soy una mera distracción."-

-"No importa si no puedes vencerlo, de nada servirá su victoria individual si logramos superarlos en el campo."- comentó mientras observaba a su alrededor, al campo de batalla. -"Supongo que algo como eso habrán dicho, ¿no?"- me resultaba extraño escucharlo hablar. Tenía la impresión de que su lugar no era estar ahí como un simple soldado sino que con tranquilidad si quisiese, podría liderar con gran destreza las fuerzas de Anang -"Su plan tiene una falla. Tú estás aquí."

"Quien está a cargo de organizar nuestras tropas es lo suficientemente fuerte como para impedir que ustedes avancen."- no existía ninguna novedad en sus dichos, su estratega nos había demostrado que era alguien de tener cuidado. -"Tal vez tú serías capaz de superarlo, si estuvieras marchando al frente de tu gente. Pero estás aquí, frente a un mero soldado de infantería."-

Su análisis no estaba equivocado, al menos para una situación normal, en igualdad de condiciones de parte de ambos ejércitos. Aquello era muy bueno, desconocía por completo la presencia de la Gevedrei. Esta vez yo sentía cierta pena por la gente de Anang.

-"Nunca pregunté tu nombre."- me dijo, por lo que me presenté y sonriendo me preguntó: -"Entonces Handimar, ¿dónde prefieres tu próxima cicatriz?"- sus palabras me tomaron por sorpresa, descolocándome, pero él prosiguió hablando sin inmutarse siquiera. -"Un cuerpo lleno de cicatrices puede no resultar atractivo, en especial si piensas formar una familia a futuro. No sé si eres ese tipo de persona. Si lo deseas, tan sólo puedo atravesarte exactamente donde la vez pasada."-

Soy conciente que debería estar molesta por el hecho de que está hablando como si yo fuera un oponente demasiado fácil para él. Sin embargo me ha dado la oportunidad perfecta para esclarecer la gran duda que he tenido desde que desperté en Guelegen meses atrás.

-"¿Por qué no me mataste? Claramente no fue por un error de cálculo o que yo haya tenido suerte."-

-"No lo sé."- respondió con un brillo distinto en los ojos. Había algo en la situación que le divertía pero no lo demostraba de forma abierta. -"Tal vez Celebel se hubiese enojado si tu morías aquí. Sería una situación en verdad incómoda que ella viniese a Anang, especialmente cuando sólo quiero vivir en paz."-

-"¡¿Conoces a Celebel?!"- exclamé al instante, casi olvidándome por completo que a nuestro alrededor miles de personas luchaban entre sí quitándose la vida. Ella era la líder mi clan, quien me había invitado para que me uniese.

-"Conozco a la mayoría de las chicas de tu clan."- sólo dijo eso y empuñó su espada para acercarse a mi. Habíamos hablado demasiado, y luego de que nuestras armas chocaran por primera vez en ese día se excusó. -"Olvidé presentarme, soy Lagbar."-

Calculo que será por lo que habíamos conversado instantes antes que no tuvo prisa en vencerme. Quizás quien nos viese como un simple espectador creería que estábamos llevando a cabo un duelo parejo y que cualquiera tenía oportunidad de superar al contrario. Pero la verdad es que para el hombre de Anang aquello se trataba tan sólo de un juego. No pude evitar pensar que estaba haciendo tiempo, cayendo a conciencia en la trampa de la distracción, para ver por sí mismo de lo que era capaz el ejército de Gran Corona.

No pasó mucho tiempo hasta que la Vormaft despejara el camino y diera lugar a la nueva unidad especial. Estaban lejos de donde nosotros luchábamos, y cuando menos lo esperaba un estruendo irrumpió en el campo de batalla. El sonido de los disparos de los garever inmovilizó a la mayor parte de nuestros enemigos que, confundidos, se miraban entre ellos sin saber qué era aquello.

-"¡¿Trajeron rifles?!"- preguntó Lagbar con cierto enojo en su rostro a la vez que recibía de lleno el golpe de mi espada con su mano desnuda. ¿Por qué no pude cortarlo en ese momento? No lo sé. Apenas recuerdo que mientras sujetaba mi arma, dejó caer al piso la suya y con su mano derecha que había quedado en libertad golpeó mi pecho con una fuerza que nunca antes había sentido, dejándome tirada sobre el suelo e inconsciente.

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