abrázame....por siempre
Los años habían pasado, la vida había seguido su curso...y se encargó de hacer pagar a esos dos.
Sebastián jamás se recuperó de sus heridas, por alguna razón el demonio no pudo regenerar su brazo y su piel quemada, siempre envuelto en unas vendas que cubrían su dolor y le daban aspecto de momia.
La mansión quedo sola, Ciel cayó en depresión al ver como todo el prestigio caía por la borda, hasta quedar en el abandonó.
Pero eso no fue todo, a fines de ese año un ángel apareció, una chica que recorría el mundo cazando demonios, la batalla fue terrible, todo quedó en llamas y al final, un pequeño y su guardian fueron condenados y mandados al infierno.
*****///
William también tuvo su parte.
Los golpes en su cara no sanaron, se corrió el rumor de lo que le había hecho a Grell en toda la agencia, por lo cual fue destituido de su cargo.
Todo comenzó a salirle mal, misiones tan simples fracasaban, perdía los estribos en un segundo, la culpa comenzó a consumirlo, a cualquier lugar al que iba siempre oía a Grell, su estridente risa, burlándose de él, llegó un momento en que se volvió loco, comenzó a atacar a cualquier pelirrojo, hombre o mujer, adulto...o niño, estaba fuera de control por lo que la agencia se vio en la necesidad de frenarlo...para siempre.
****/////
(Francia)
Unos hombres se encontraban observando los ataúdes, buscando el indicado para su querida madre.
Eran atendidos por un hombre ya mayor, el cual mostraba los productos.
Jejeje, puedo asegurarle que su madre recibirá un trato digno, su descanso será agradable en cualquiera de éstos...
(Chirrido)
La puerta de uno de ellos se abrió, asustando a los caballeros.
Jejeje, son muy cómodos, roble negro, con un forro de terciopelo rojo y el espacio suficiente para estirar los pies.
Se habían quedado congelados al ver a una niña pequeña salir de ahí, vestida con una sotana roja, de cabello plateado y peinado en colitas, tenía unos hermosos ojos violeta.
¡¿Gusta probarlo?!
Pregunto la pequeña mientras ofrecía su lugar con una tétrica sonrisa.
¡Ahhhhh!
Lizzy bufo al escuchar el grito, de nuevo lo habían hecho.
La mujer, de ahora veintisiete años, se levantó de su escritorio y fue a la bodega a ver qué ocurría, al entra vio a Adrián y su pequeña sonriendo mientras esos hombres intentaban recuperar el aliento recargados en uno de los ataúdes...lo habían hecho de nuevo.
¡Señores Monspier, por favor vengan, vamos al estudio para terminar los trámites!
La rubia se los llevo antes de que se arrepintieran y quisieran retirarse sin los trámites, al salir les dió una mirada a esos dos...siempre era lo mismo.
¡Jajaja!
Underthaker y...Grell, comenzaron a reírse, era tan divertido. El viejo sepulturero cargo a su nieta y fueron a preparar el cuerpo, la pequeña de cinco años no le tenía miedo a ese tipo de cosas, la verdad le gustaba todo lo relacionado con la muerte.
Adrián había seguido con su vida, no fue fácil, muchas veces deseo ir y terminar el trabajo matando a esos dos, más sus amigos no lo dejaron, si iba estarían preparados y lo matarían, por lo que el sacrificio de Grell hubiese sido en vano, tenía que vivir por él...por los dos, continuó con su trabajo en Francia y se hizo cargo de Lizzy. La rubia decidió abandonar Inglaterra, su título y todo, su familia la apoyó tras saber lo ocurrido, la chica iba a visitarlos a escondidas gracias a los portales de underthaker. Al crecer se había casado con Pluto, gracioso, al final si terminó casado con un perro, y los dos tuvieron una hermosa niña a la cual le pusieron Grell.
Está pequeña era la adoración de Adrián, muy parecida a su madre pero con el cabello de papá, demasiado risueña y traviesa, a la chiquita le gustaba imitar todo lo que su abuelo hacía.
Era extraño, pero por alguna razón Underthaker había empezado a envejecer desde aquel día, algo muy raro ya que los Shinigami no envejecían. Ahora el sepulturero parecía un hombre mayor, de unos sesenta años un poco más, ya viejo para esas épocas, se había dejado la barba y un par de ojeras ya adornaban sus ojos, lo mismo que algunas arrugas.
Un forro celeste quedaría bien.
¡No! ¡Rojo! Que sea rojo, para que demuestre la pasión de la vida, como el abuelo Grell, hasi se va a ver más bonita.
La nena gustaba de vestir como su abuelo, su madre había pintado un retrato de él. Grell se veía alegre, feliz, con su mirada serena y una sonrisa sincera, como ella lo recordaba, lo habían colocado en el estudio, era lo primero que veías al entrar, siempre rodeado de rosas rojas.
Cómo le habría gustado el haber compartido esos momentos con su amado.
Pasaron todo el día preparando el cuerpo y funeral, mientras Pluto "excarbaba" las tumbas, se habían vuelto los dueños del cementerio, por lo que el can no tenía problemas al hacerlo más rápido.
Esa noche, tras cenar y acostar a su adorada nieta, Adrián salió a caminar como todas las noches, Lizzy le despidió con un beso y le obligó a abrigarse bien y llevar una sombrilla, parece que lloverá. El mayor acepto, se retiró tras sobar el vientre de cuatro meses de su hija adoptiva.
Todas las noches iba a ahí, los campos elíseos, donde se despidió de su amado, los primeros meses solo lloraba, pero al final acepto la perdida. Se sentó en una banca, junto al pequeño lago, contemplando las estrellas, como antaño lo hacía con Grell.
Ya pasaba la media noche, hacía un poco de frío pero por suerte no llovió, por alguna razón esa noche no quería irse, cerro los ojos y respiro el aroma a pasto húmedo, flores silvestres y rosas...rosas rojas, ese aroma tan caracteristico de él.
¡Amor mío!
Un sobresalto, logró sentir como alguien se sentaba a su lado, recargandose en él.
Esa barba te hace ver tan elegante y maduro, todo un caballero, con los años te has puesto más guapo.
Apretó los ojos con fuerza, mientras lágrimas bajaban por sus mejillas, esa voz.
...¡Grell!...
...si...
Se recargo en su hombro mientras entrelazaba sus dedos, como lo había extrañado.
Underthaker no quería abrir los ojos, temeroso de que al acercó este desapareciera.
Te extraño tanto.
Y yo a tí, lamento haberte dejado.
Grell, quiero estar contigo, me gusta mi vida, pero, no sin tí...
Lo sé amor...vine por ti.
¿Cómo pasó? No lo sabía. Se decía que al caer un Shinigami, al morir, este desaparecía por completo, su alma partía a la nada, donde el olvido era su único destinó, más para Grell no fue así.
Tras morir nuevamente el pelirrojo apareció en un jardín, muy parecido a este pero más bello, un lugar con mucha luz y dónde se sentía en paz. También había un lago donde todos los días podía ver a sus amigos y amado. Le dolió tanto el verlos llorar por su muerte, deseaba estar con ellos, pero no podía.
¡Tienes que esperarlos! Le dijo una voz ¡Tienes que esperar por el!
No entendía a qué se refería, pero acepto, algo en esa voz le daba confianza. Vio pasar los años, aunque a él no le afectaba, vio a Lizzy crecer, casarse con Pluto y tener una hermosa hija a la cual le puso su nombre, cosa que lo lleno de dicha.
Los vio seguir con su vida y eso lo lleno de dicha.
Pero también veía la soledad y tristeza de su amado y eso le dolía, deseaba estar a su lado y confortarlo. Ese día, todo cambio, se rió de la pequeña treta que su amado y pequeña hicieron, les vio reír y comer en familia, emocionados por el próximo bebé, vio a Adrián caminar por las calles y contemplar las estrellas, fue su gesto triste lo que aumento su deseo de abrazarlo.
¡Es momento!
Escuchó esa voz nuevamente, un pequeño destello y apareció frente a su amado.
Cuando el sepulturero abrió sus ojos vio a su ángel sonriendo, estirando sus brazos.
Se paró de un brinco y estrecho a Grell, se sentía tan real, tan cálido, no pudo evitar las lágrimas, lo abrazaba con fuerza, temiendo se esfumará.
Cielo...ya es momento.
Grell...quiero estar contigo.
Yo también, deseo que me abraces...toda la eternidad.
Underthaker lo comprendió, parece que ellos tendrían una nueva oportunidad.
Lo único que me duele es que la pequeña se pondrá triste por tu partida.
Lo sé, yo también la extrañaré...me habría gustado conocer a mi otro nieto pero, se que entenderán.
El pelirrojo lo beso...el beso de la muerte.
Al día siguiente Pluto encontró su cadáver, había salido a buscar al viejo ya que este no regresaba. Lizzy y la pequeña lloraron todo el día, más Pluto logró tranquilizarla cuando les contó que había captado el aroma del pelirrojo junto a el, era momento de que estuviesen juntos.
Meses después nació un pequeño varón, como es de esperarse le pusieron el nombre de Adrián.
Voy a cerrar la tapa...no te asustes.
La pequeña Grell se encontraba jugando con su hermano, la chiquilla le mostraba el oficio del sepulturero, estaban metidos en un ataúd. Por suerte el pequeño no lloraba, le parecía divertido dormir ahí.
¡Niños! ¿Dónde están?
Reprimieron una risa al oír a su madre, ese era un buen escondite.
Son muy traviesos.
Jejeje, solo son niños.
Ah, pobre Lizzy-chan, con esos pequeños no tiene tiempo de ir de compras.
Ambos se encontraban mirando atraves del lago, cuidando a sus tesoros. Underthaker había recuperado su forma juvenil, tenía a su amado sentado en sus piernas mientras lo abrazaba, ambos reían al ver las ocurrencias de esos pequeños, serían unos excelentes Shinigamis.
Una suave brisa mece sus cabellos, no sabían dónde estaban, pero podían jurar que era el cielo, que pese a todo lo ocurrido al final lograron alcanzar la felicidad y se les permitió el acceso.
Underthaker soltó la carcajada al ver como la pequeña salía del ataúd asustando a su madre, Grell solo nego, pobre de su niña.
Fin.✍️
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