Capítulo 4: Regreso a clases multi-emotivo
Punto de vista de Sucrette:
El día lunes llegó y mi estómago revoltoso lo sabía, apenas dormí por los nervios. Mi mamá me vino a levantar y otorgó ayuda para colocarme la ropa en la parte de abajo. Los fondos totales de la fiesta fueron suficientes para pagar lo restante de la operación y las sesiones semanales de traumatología de aquí a varios meses más. Mis amigos aportaron bastante con su ayuda, comprando, Nath y Melody con su colecta... Sin embargo, el que se llevó todo el mérito fue el tipo que le transfirió un montonazo de plata a mi madre. ¡Me siento obligada a ir a agradecerle!
Alcancé justo a terminar de maquillarme cuando tocaron el timbre y eran los gemelos que vinieron a buscarme. Hicieron el compromiso de ir a dejarme todos los días a la universidad y el camino de vuelta podían ser ellos o cualquiera de nuestro grupo que quiera ofrecerse. Mi corazón ardía de ternura producto a este gesto. Armin llevaba mi silla con una mano y con la otra jugaba en su celular, Alexy caminaba a mi lado cargando mi mochila, este último me relataba una historia:
— No me lo vas a creer, justo cuando te fuiste con Rosa e Iris de paseo, ¡a los minutos llegó mi crush!
—¿En serio? ¿Era un castaño de ojos verdes?
— ¡Siii! ¿Lo viste?
— Nos lo topamos en la bajada y Rosa lo invitó a la fiesta —Omití la parte en que él la ignoró para hablarme a mí porque no quiero que piense mal.
— Estuvo muy poco rato, lo vi hablando con tu madre, esperé que se desocupara para atacar pero no me escuchó.
— Pasó de ti —Corrigió el pelinegro.
— Lo invité a una salchipapa, pero no me respondió, a lo mejor la música estaba muy alta y no se dio cuenta de que yo estaba ahí —Sonaba a una excusa—, y se fue rápido, parece que fue a cooperar nada más.
— Sí, eso dijo cuando lo invitamos, que daría una vuelta —Confirmé.
— Hoy en la universidad lo voy a invitar de nuevo, ojalá que esta vez sí me note.
— Tal vez, deberías dejar de asumir que puedes con cualquier chico, hermanito —Bramó Armin—. Probablemente en la fiesta se dio cuenta de tu cara de baboso y dijo "por ahí no paso" —Reí por ese chiste cruel.
— Ahora que sí lo viste, ¿te pareció guapo?
— ¿A quién le preguntas?
— A ustedes dos.
— Estaba normal —Opinó su pariente—. Supongo que va bien con tus gustos, aunque pensé que sería más 'fashion' según tus estándares.
— Es verdad, yo le daría una transformación para que se vista mejor, pero está buenísimo. ¿Qué dices, Sucrette?
— Pues, eh... Tiene bonitos ojos —Confesé no queriendo meterme tanto en su territorio, pues hay que respetar los intereses románticos de tus amigos.
Tras eso, llegamos a la universidad y entramos. Mi cara ardía de vergüenza por las miradas curiosas e incluso, morbosas en algunos casos, que me dedicaban los estudiantes. Decidí mirar hacia el suelo porque sé que seré el centro de atención en contra de mi voluntad y no quiero prestarle interés a ello.
Hice el vago intento de tener una clase normal, pero apenas llegó la profe, preguntó frente a la clase cómo estoy. Fui lo más cortante posible y ella remató con:
— Chicos, por favor, si Sucrette necesita ayuda, hagan lo posible para asistirla ya que por un tiempo no podrá hacer sus actividades como siempre.
Me siento 'especial', y en el mal sentido de la palabra. Varios cuchichearon. Y es que, ¿cómo ignoras un aparato de metal con ruedas en que estoy sentada? ¿Cómo ignoras mi bota ortopédica?
Tuve dificultad para tomar apuntes durante la clase pues mi mente no dejaba de escupir miles de ideas y fantasías desagradables. Hasta ahora nadie me ha tratado mal, sólo me contemplan de pies a cabeza, pero ese miedo latente me tiene paranoica. Al finalizar el bloque, le toqué el hombro a Rosalya que gracias a Dios compartíamos esta clase. Ella guardaba sus cosas:
— Oye, Rosa... —Hice una mueca.
— ¿Qué pasó, Sucrette?
— ¿Me ayudas a ir al baño? —Aquello era humillante de pedir.
— Claro, vamos.
Espero que dentro de los próximos días pueda sostenerme por mi cuenta para ir al baño, por lo menos. El médico me dijo que necesito hacer ejercicios de fuerza en los brazos para poder adaptarme mejor y que en traumatología trabajaría las piernas para recuperar la movilidad, con objeto de estar más estable.
Tras lavarme las manos, Rosa sacó su cosmetiquero de la mochila y procedió a retocar el rubor de sus mejillas, decidí seguirle el juego y de mi mochila saqué mi labial rosa favorito, lo apliqué con cuidado, no sin antes reaplicar un hidratante. Estaba a punto de abrir un gloss de cereza cuando la silueta de Melody detrás de mí me asustó.
— Ay, lo siento —Murmuró entretanto se lavaba las manos—. ¿Qué tal el regreso a clases?
— Un poco ajetreado —Admití.
— Oh, lo imaginaba —Escurrió el agua de sus manos y se secó en su pantalón—. Nath me pidió que te enviara esta fotocopia de sus apuntes —De su bolso sacó un montón de hojas y me las entregó.
— Muchas gracias, Melody, dile de mi parte a Nath que es un amor.
— Le diré que le agradeces —Sonrió cínica antes de retirarse.
...
Mucho más tarde, en el horario protegido de la facultad, donde generalmente Nathaniel organiza asambleas o juntas para analizar distintas problemáticas, Alexy y yo decidimos pasear por el campus para tomar algo de aire y desperdiciar el rato a espera del almuerzo. Encontramos a Violeta sentada sola en una banca, admirando el ambiente junto a su libreta de dibujo. Decidimos hacerle compañía.
— Tan solita —Comentó Keenan.
— ¡Ay! —Saltó de la impresión cuando él se sentó a su lado y yo me acomodé al lado de la banca con mi silla— H-hola, chicos...
— ¿Podemos acompañarte hasta que sea hora de comer? —Consulté.
— Claro, chicos, yo ahora dibujaba, uh...
— Oh, ¿a quién? —Dijimos nosotros a unísono, asomándonos, ella parecía nerviosa.
— A ese chico de allá —Apuntó disimuladamente hacia el frente, a unos cuantos metros estaban... ¿Qué?
El chico castaño ahora llevaba una camisa blanca abierta, junto a una camiseta sin mangas debajo y su usual pantalón militar y las botas de combate. Estaba besando a Amber. ¡Amber! ¡La niña rubia desagradable que me hacía bullying a mí y a Ken en el colegio! ¡La que una vez me tiró un plato de comida por saludar a Castiel en primer año! ¡Esa misma bruja! Al lado de ellos, estaban Li y Charlotte, las secuaces de Amber, conversando entre las dos. Esa escena nos hizo a mi amigo y a mí arrugar la cara del asco.
— No jodas, ¡no! ¿Por qué los chicos perfectos tienen gustos tan de mierda? —Exclamó él, decepcionado.
— ¿Oh? ¿T-te gustaba él? No sabía... —Murmuró la de cabellos morados, parecía que fingía esa sorpresa.
Ella lleva enamorada de Alexy desde primer año y dado que este es homosexual, sabemos que la cosa es imposible.
— Sí, bueno... Tendré que buscarme a otro —Suspiró—. Me siento traicionado.
— Y... ¿Por qué lo dibujabas? —Cambié el tema.
— ¿Ah? Pues, uh, ¿tu mamá no te contó, Su?
— ¿Qué cosa?
— Él vino a tu fiesta mientras saliste con Rosa.
— Lo sé, Alexy me contó que lo invitó a una salchipapa y lo ignoró.
— Vino a la caja y le pidió a Kim que llamara a tu madre porque quería donar por transferencia, y donó muchísimo, ¡muchísimo dinero! ¡Como quinientos dólares! —Explicó.
— ¿Qué? Eso yo no lo sabía —Comentó mi amigo—. Sólo vi que estuvo conversando con ella y la abrazó un momento mientras ella lloraba, pensé que la estaba consolando porque le dio pena hablar de la operación de Sucrette.
Violeta negó.
— Estaba llorando de felicidad tras esa donación y por las palabras de aliento que él le dio.
Ahora tiene más sentido lo que mi madre me contó. Mi corazón se aceleró. El recuerdo de su voz tan dulce al desearme una pronta recuperación y la imagen que aprecio ahora de él sosteniendo la mano de esa bruja mientras conversa con ese grupo de tontas, me hace sentir confundida e incluso, herida. Aunque no debería, a lo mejor él no sabe de las cosas que hizo Amber en su infancia, no sabe que le rompió la pierna a Ken...
Apreté el puño por lo bajo en impotencia.
— No escuché mucho, pero pareció conmoverla. Él iba a irse sin más —Prosiguió relatando—, Priya y yo le ofrecimos algo de comer y de beber pues no eligió nada en la caja, tomó una cerveza y se fue, ahí Alexy se le acercó y creo que no lo escuchó.
— Ahí fue cuando se retiró como si nada del edificio —Conectó los puntos el peliazul—. No sabía que fue él la persona desconocida que donó esa ridícula cantidad de plata. Fua, atlético y millonario, ¿por qué está con ella y no conmigo?
— Quizás le gusta Amber porque usa cosas caras... Hace poco oí que compró una valija de maquillaje Dior evaluado en más de mil dólares... —Exhaló.
— E-entiendo ahora la situación con él, pero... ¿Por qué lo dibujas? —Intervine, ella se sonrojó, no hallé el sentido a su discurso introductorio.
— Vi a Alexy interesado en él en la fiesta y quería hacer un detalle... —Confesó, sabía perfectamente que la donación no tenía nada que ver en este asunto.
— ¡Nah, que linda! —Él la abrazó fuerte.
No despegué la vista de él, ugh, siento que lo conozco de antes de la fiesta. No recuerdo haberlo visto merodeando la facultad tampoco. El accidente, la operación y los medicamentos me han tenido con lagunas mentales. No recuerdo buena parte de la materia vista en clases, gente que he visto de pasada menos voy a tener nociones claras. ¿Dónde lo habré visto?
— Creo que lo he visto antes... —Pensé en voz alta.
— Es de nuestra facultad y novio de Amber, seguro lo habrás visto por los pasillos —Sugirió ella.
— Yo jamás lo había visto hasta que me lo topé en el gimnasio, no creí que estudiara en nuestro edificio.
— No, estoy segura que fue en otro lugar —Aclaré entrecerrando los párpados, como si eso me diera fuerzas para mi cometido de recordar.
— Ummm... —Violeta hizo una pausa— Quiero ir a comprar unos rotuladores.
— Te acompaño —Alexy se levantó junto a la otra—. Sucrette, ¿nos esperas? Te llevaría, aunque creo que el camino a la papelería es puro barro, no hay pavimento.
— Se le puede atascar la silla.
— Cierto... —Llevó su mano hacia su barbilla— Le mandaré un mensaje a mi hermanito para que venga a hacerte compañía mientras.
— No hay problema —Hablé, ¿qué más podía añadir?
Excelente, ahora estaré frente a esta escena romántica incómoda.
En un determinado momento, Amber se percató de mi presencia y sonrió de modo que me erizó los pelos. El grupo decidió partir de allí y caminaron en dirección mía, en el instante en que el chico militar me reconoció, su expresión facial cambió radicalmente. Parecía que presenció un asesinato o algo así, giró su rostro hacia Amber que me fulminaba. Ay, no... El castaño lucía como si no quisiera avanzar más y jalaba a su novia para atrás.
— Aparte de fea y tonta, ahora eres inválida —Comunicó la rubia cuando había suficiente distancia para estar juntos todos.
— Amber, por favor —Alcé la voz, queriendo verme amenazante. No puedo hacer nada, estoy acorralada.
— ¿Alguna vez has pensado en vivir tu vida sin andar dando pena y llamando la atención de los demás? Eres un asco.
— Sí, deberías morirte ya —Añadió Charlotte, de brazos cruzados.
— Una perdedora total —Ahí habló Li mientras se miraba al espejo.
— ¿Por qué no respondes, eh? ¿No tienes a nadie que te defienda? —Prosiguió sus insultos, yo guardé silencio y admiré a su pareja, esperando clemencia por parte de él.
Amber me dio un toque fuerte en la costilla, gemí de dolor y antes de que cualquiera pudiera reaccionar, su novio la agarró de los hombros y la empujó hacia atrás con violencia, tan fuerte que ella casi se cae si él no la estuviera sosteniendo.
— ¡Basta! —Gritó furioso.
A Li se le cayó su espejo del susto, quebrándose. Las manos de Charlotte temblaban. Por otro lado, la rubia lo observó con la boca abierta y los ojos cristalizados. El silencio sepulcral pareció eterno.
Él no la había agredido ni nada, no obstante, la manera en que la alejó de mí fue bruto y su voz me heló la sangre, estaba hecho una fiera. Nadie se atrevió a responder. Gruñó mientras ponía los ojos en blanco, y... ¡Aceleró el paso lejos de aquí con los puños apretados! ¿Habrá presenciado a esta bruja molestar a alguien más y se aburrió? ¿Cuánto llevarán juntos? ¡Jamás vi a Amber con ningún hombre!
— ¡Amorcito, por favor! —Chilló con lágrimas brotando a cántaros— ¡Regresa!
Lo salió persiguiendo, sus secuaces imitaron el acto. No lograron alcanzarlo pues la hermana de Nathaniel se quebró en el piso de la pena, cayó de rodillas y se cubrió la cara, las otras la ayudaron a levantarse y la abrazaron.
¿Qué mierda acaba de pasar?
— ¡Sucrette! —Ese era Armin, miré hacia atrás, quien venía corriendo. Al alcanzarme se echó en la banca, tosiendo como condenado— ¡Dios! —Sobó su pecho— V-vi a Amber... Silla de ruedas... Corrí... ¡Casi me da un infarto! —Explicó con la voz entrecortada.
— ¿Estás bien?
— ¡Tú! ¿Estás bien tú? —Corrigió, ventilándose con la mano derecha. Al cabo de unos segundos, su respiración se normalizó— Pensé que... Pensé que te hizo daño y vine corriendo.
— Estoy bien... El novio de Amber me defendió, ¿lo viste?
— El... ¿QUÉ? —Frunció el ceño— Vi al militar pegándole tremendo empujón a la niñata esa, juré que la iba a taclear o algo.
— Sí, él.
— ¿Es novio de Amber?
— Estás tan confundido como yo.
— ¿Alexy lo sabe? —Asentí.
— Antes de ir a comprar lo descubrió y no le gustó nada.
— Recién me pidió que te cuidara mientras él compraba con Violeta, fua, que pequeño es el mundo.
— ¿No es cierto?
— Bueno... Me alegro de que estés bien, aunque, algo debió hacer Amber para que su novio reaccionara de ese modo, hasta yo me asusté, quedé pegado a mitad de camino mientras corría.
— Amber me dio un toque en las costillas —Eso lo pronuncié bien bajito, indiqué donde fue y enterró las cejas frustrado.
— Esa hija de... —Frenó y tomó aire antes de hablar— ¿Quieres jugar en mi consola mientras esperamos a los chicos y se te pasa el susto?
Acepté con gestos esa propuesta, él me dio la Nintendo Switch y se recostó en mi hombro mientras yo elegía un juego en la consola.
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