Capítulo 20: Inseguridades
Punto de Vista de Sucrette:
A la mañana siguiente no podía levantarme por el dolor del cuerpo. Sobreexigirme con el peso fue una terrible idea. Me siento como si estuviera paralizada en vez de lesionada. Traté de hablar con mamá, pero ella dijo que es mi culpa por hacer tanta fuerza sabiendo que tengo una extremidad dañada y que fuera a clases igual, que esos dolores se pasan con un paracetamol. ¿Quién soy yo para combatir la sabiduría de una madre?
Con bastantes problemas, me las arreglé para vestirme. Parecía como cuando me dieron de alta del hospital tras la operación. Terminé de arreglarme justo a tiempo para que Kentin pasara por mí.
— ¿Cómo te sientes? —Fueron sus primeras palabras.
— Adolorida —Contesté, sin querer sonar pesada.
— Oh, lo esperaba —Se quitó la mochila y de ahí sacó un peluche de un conejo blanco—. Ten, te traje esto.
— Owww, ¿en serio? —Lo recibí. Acaricié el lomo. Tan suave— ¡No debiste!
— Necesitas que te suba los ánimos, bebita, y yo puedo darte todo.
Sonreí y con mucho cuidado, le di un fuerte abrazo. No puedo resistirme a él. Es tan perfecto.
Horas más tarde, cuando finalizó mi primera clase, Armin pidió que nos reuniéramos a solas. Acepté y tomamos asiento en un aula vacía, su rostro era serio y parecía no saber cómo referirse a mí, pues jugaba con sus manos y miraba para todas direcciones.
— ¿Pasó algo?
— Tengo los archivos que me pediste.
— Oh...
— Y los examiné.
Me quedé en silencio. Él inhaló profundo.
— Kentin está limpio, ¿satisfecha?
— ... —Parpadeé, ¿por qué sigo sintiendo que algo va mal? — ¿Para qué él se haría esos exámenes en primer lugar?
— Se hizo dos chequeos de ETS —Especificó—. Todos limpios. Sucrette, Evan también se los ha hecho en la milicia, son todos preventivos.
— ¿Crees que haya estado con alguna prostituta como me sugirió Rosa?
— Pregúntaselo —Se encogió que hombros.
— ¿Qué?
— No hay forma de averiguarlo. Los reportes médicos nunca van a ahondar con quién te estás metiendo. Sólo puedes saberlo si se lo preguntas a él. Si ha podido confiarte información tan personal, fue a ti quién te dijo su nombre real antes que a nadie... Yo creo que sus experiencias sexuales anteriores no te las va a ocultar.
Esbocé una mueca, incómoda.
— Tienes razón, gracias por quitarme un miedo por lo menos... —Aclaré mi garganta— Y, este, ¿por qué viniste tan preocupado hace un momento? ¿Tomaste el tema de los archivos como excusa para desviar...?
— Hablando de experiencias sexuales...
Mierda, su interrupción me hizo abrir los ojos como platos.
— ¿S-sí? —Titubeé insegura, no creo ser la persona más apta para dar cátedra.
— ¿Qué tanta experiencia tiene Laeti?
Se me cayó la cara de vergüenza. ¡Juré que era algo importante! Este desgraciado... ¡Cerdo!
Apreté los labios con fuerza.
— ¡ARMIN! —Fue lo único que me atreví a vociferar, pues, si abría más la boca, escupiría una sarta de insultos.
— ¡NO PLANEO NADA! ¡LO JURO! —Alzó ambas manos sobre su cabeza— Sólo, eh... Eh... —Gruñó— Sólo estoy igual de inseguro que tú —Suspiró—. Nunca he tenido novia y ella ha tenido miles de novios, ¿cómo compito contra eso?
— No debes competir, Armin. Si te escogió y el resto de los hombres no han durado, es por algo —Posicioné mi mano sobre su hombro, acariciando para que sacara la tensión de su cuerpo.
Al ver la situación volteada, que mi amigo gamer está pasando por una incomodidad similar a la mía, me hace comprender mejor que mis inseguridades están saliendo de control. Ayer no sólo me hice daño cargando peso que no puedo lidear, hice que un amigo hackeara documentos clasificados de la armada para ver si mi novio se ha hecho exámenes de ETS. Eso es un crimen y una falta a la privacidad tremenda. Cuando todo podía solucionarse preguntándole de frente a Kentin. Parece tan fácil aconsejar al de al lado sin evaluarte a ti misma.
No me he comportado como debería. Debo conversar con mi pareja y hacerle saber que tengo curiosidad sobre sus experiencias porque quiero ser suficiente para él, en vez de imaginarme cosas y cometer actos inmorales que...
— Ya, pero cuéntame sobre Laeti —Insistió el pelinegro.
— Los novios no le duran más de una semana, y creo que no es de acostarse porque sí, ehhh... En el pasado hubo tipos que la chantajeaban con eso y amenazaban con dejarla si no accedía, pero ya ha subido sus estándares... —Ojeé a Armin de pies a cabeza— Creo. Tú no eres ese tipo de persona, me parece.
— Para nada...
— No tienes nada que temer si no haces nada malo.
— Llevamos dos semanas saliendo, aún no somos novios, ¿es normal?
— No, ella suele pedir ser novios el primer día —Tomé mi barbilla, pensativa—. Debes importarle mucho.
— Hablamos mucho por mensaje y llamada, jugamos TFT casi todos los días... Y este sábado es nuestra primera cita romántica oficial —Notificó y abrí la boca de la impresión— ¿Todo bien con eso?
— ¿Cómo consiguió tu número o tu usuario para que te contactara? —Se hundió de hombros.
— Pensé que tú se lo diste —Negué—, Oh....
— Bueno, son tal para cual, supongo... —Rodé los ojos— ¿A dónde irán?
— Hay un restobar con temática de vídeo-juegos —Explicó—. Te dejan usar las consolar y comer, y beber alcohol... Cool, ¿no? —Forzó una sonrisa sobre sus nervios.
— Genial, la pensaron muy bien —Sonreí cálida—. ¿Necesitas ayuda con eso?
— Pues... —Se rascó la nuca.
— Te cubriremos —Aseguré, levantando los pulgares.
— ¿"Cubriremos"? ¿Quiénes?
Antes de que respondiera, recibí una llamada.
— Disculpa, es mi marido —Enseñé la pantalla de mi teléfono y atendí—. ¿Sí, bebé?
— Oye, sé que es inesperado —Partió Kentin—. Pero, ah... ¿Quieres ir a cenar a un restaurante mañana viernes? Me di cuenta de que casi no salimos fuera de la universidad y quiero mimarte.
Tapé el micrófono y chillé junto a Armin.
— ¿Amor...? —Dudó tras la larga pausa en la línea.
— ¡Sí! —Respondí emocionada— ¡Sí quiero!
Reí como tonta.
Al finalizar la llamada, exclamé:
— ¡Hay que encontrar a Rosa y a Alexy!
— ¿Necesitas ayuda con tu ropa?
— ¡Necesitamos ayuda con nuestra ropa para nuestras citas! —Corregí, tomándolo del brazo.
...
— Fua, ojalá tener un novio millonario que me lleve a cenar a restaurantes caros —Bufó Alexy.
Estábamos todos reunidos en la tienda de Leigh después de que terminaran las clases.
— Ojalá YO ser el millonario —Contradijo Armin—, y no depender de la pensión rica de Evan, donde debo elegir qué set de ejercicios hacer para que me preste plata para comprar un juego nuevo.
Hablan como si la fortuna de Kentin no se hubiera creado en base de abusos. El Estado le debe ese dinero como compensación por el daño que le hicieron, no es tan fácil... No alcancé a cerrarles la boca porque el grito de Rosalya casi me dejó sorda:
— LEIGH, MI AMOR, ¿QUÉ COLORES CREES QUE LE FUNCIONEN A SUCRETTE?
En ese instante, el novio de mi mejor amiga corrió con unas tarjetas de colores, las cuales fue una a una posicionándolas al lado de mi rostro para comparar el contraste, en busca del tono perfecto.
— Oh, no creo que sea para tanto... —Sólo quería un vestido lindo, no un análisis de colorimetría.
— Tú no deberías saberlo —Interrumpió la peliblanca—, sin embargo, vamos a secuestrar a Kentin más tarde para que se saque esa apestosa ropa militar.
— Ay, no...
— ALEXY, BÚSCALE ALGO MENOS GAY A ARMIN —Gritó en el instante en que el chico adicto a las compras revisaba unos pañuelos para su gemelo.
— A Laeti le gustan que se vean medios afeminados —Aclaré.
— RETIRO LO DICHO.
— Ugh... —Armin iba cruzado de brazos y con las cejas enterradas como un niño berrinchudo— ¿Puedo conservar mi gorro de lana, por lo menos?
Vaya ocurrencia.
Tras harto rato buscando y buscando, hallé un lindo vestido con vuelos y mangas acampanadas color lila. Procedimos a buscar zapatos, tuve que frenar. Entre el dolor en mis músculos, pensé... Será una cita en un restaurante formal, y yo, tengo un pie con la bota. Ningún zapato formal cabe ni me permitirá caminar con mi bastón, me vería ridícula. Aquello me apenó y se notaba en mis movimientos lentos, respuesta torpes a las opciones que me sugerían, y monosílabos carentes de sentimiento.
— ¿Estás cansada, Su? —Cuestionó Rosa.
— No... —Me tomé mi tiempo para elaborar una respuesta clara— No sé qué zapatos ponerme, tengo la bota puesta, nada se ve lindo... Ni formal.
— ¿Y eso qué? —Contradijo, puse una cara de horror por ese comentario— ¿Todavía tienes tu silla?
— Oh, no, que vergüenza... —¿Qué clase de ideas tiene ella?
— No tienes por qué tener vergüenza de un accidente que no fue tu culpa.
— Le preguntaré a Kentin si le molesta que vaya con mi silla... —Saqué mi teléfono del bolsillo y ella me lo quitó.
— No le molesta, porque es tu novio y te aceptó tal cual eres, con tu silla y todo —Le dio mi celular a Leigh y apuntó hacia la vitrina de los tacones—. Ahora, elige el zapato más jodidamente sexy del mundo y vas a dejar a Kentin sin aliento, eso va en nombre de la casa.
— G-gracias, Rosa...
Tímida, elegí un par de zapatos plateados. Aproveché de comprarme también unos cuantos accesorios para hacer juego. Al recibir la boleta de mi compra, mi corazón se relajó. Por otro lado, mi amigo gamer seguía inquieto.
— ¿Y qué pasa si no le gusto? —Pensó en voz alta, mirándose frente al espejo de las vitrinas. Suspiró.
— Laeti jamás le ha puesto tanto empeño a un chico y genuinamente parece interesada en conocerte antes de oficializar. Hasta pensó en un restaurante apto para tus gustos —Lo consolé con un poco de lógica para aterrizarlo en la tierra.
— Cierto, yo, este...
En aquel momento, Alexy lo abrazó y nosotros nos unimos al gesto para subirle la moral. Debe ser difícil estar en su posición ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro