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Capítulo 2: Entregando invitaciones

Punto de Vista de Laeti

Han pasado algunos días, esperamos que la situación se esclareciera y poder organizar la fiesta. A Sucrette la van a operar mañana. Planeamos que la fiesta sea en la sala de eventos de su complejo de departamentos cuando le den de alta del hospital, que sería más o menos el sábado si todo salía bien. En la empresa de manufacturación de libros la despidieron, y para suerte, la máquina corría dentro del seguro y ella recibirá una compensación por los daños pues todavía no se entiende bien cómo es que la estructura cedió. Por otro lado, el chico de pelo castaño renunció al día siguiente del accidente y no lo volví a ver para darle el mensaje. ¡Tenemos que encontrarlo de algún modo! Ni siquiera me dejaron saber su nombre.

— ¿Acaso te gustaba? —Cuestionó la recepcionista en la entrada.

— Mmm... Era lindo, pero salvó a mi amiga y se lo dejo a ella.

— No puedo revelar ninguna información de los ex-trabajadores en esta empresa, señorita Lambert —Regresó al punto inicial de la discusión—. Al parecer, él perteneció a la armada y es ilegal dar información de agentes retirados.

— ¿No mencionó nada del incidente ese día cuando huyó o cuando renunció?

Hubo un silencio suficientemente profundo como para desesperarme.

— Su apellido era Lerhay —Rodó los ojos—. Si eso te sirve de algo. No le diga a nadie que fui yo quién filtró esa información.

— ¡Gracias! —Sonreí de oreja a oreja.

Al finalizar mi turno, rogué que los amigos de Sucrette siguieran dentro de la universidad para ir de visita y pasarle las invitaciones que imprimí. Y ojalá, encontrar algún chico lindo. Llevo sin tener citas una semana desde que ocurrió todo esto, necesito que un varón me abrace y me diga que todo está bien para sentirme mejor. No costó colarme dentro de la infraestructura, sólo salté el torniquete de la entrada mientras el guardia no estaba atento.

Ella me envió fotos de sus amigos, así que no creo que sea tan difícil seguir la indicación.

Me acerqué a un pelirrojo de melena y chaqueta de cuero, que estaba fumando un cigarrillo a las afueras del edificio.

— ¿Tú eres Castiel?

— ¿Te importa? —Alzó la ceja y volteó hacia el otro lado, ignorándome.

— Tú eres amigo de Sucrette —Afirmé.

— No hablo con entrometidas.

Un chico super alto y de cabello blanco, que vestía con ropa victoriana se acercó a nosotros.

— Hey, perdón por interrumpir —Saludó sereno—. Disculpa, amiga, creo que olvidé tu nombre.

— No la conoces, acaba de llegar acá a entrometerse. Ni yo sé quién es —El pelirrojo botó el humo de su cigarro.

— Me llamo Laeti, soy amiga de Sucrette, ella me envió a invitarlos a ustedes a una fiesta para pagar su operación.

Los dos amigos se miraron entre sí, pasmados, y el peliblanco se presentó:

— Un gusto, soy Lysandro, él es Castiel... ¿Sabes cómo está Sucrette?

— Uhh... Deben operarla para reconstruir su pierna, si sale bien de aquí a medio año volverá a caminar normal.

— Gracias a Dios... —Exhaló— Nos enteramos del accidente y esperamos lo peor, ¿cierto, Cassy?

— Uhmm, sí —El recién nombrado gruñó—. Esa tonta casi nos hace tener un infarto.

— Este sábado habrá una fiesta para recaudar fondos para el tratamiento, ojalá asistan —Saqué de mi cartera dos invitaciones y se las entregué, ellos la leyeron—. Y por si les interesa, estoy soltera y vulnerable —Guiñé antes de retirarme—. ¡Nos vemos!

Entré a la facultad, intuyo que por aquí me toparé a más de alguien en los pasillos. Es una edificación enorme, sólo espero acabar pronto con todas las invitaciones... Inspeccioné las fotos que me envió por Whatsapp, así será más fácil. Dios, que calor hace aquí. Me ventilé con mi mano derecha y admiré el ambiente. Un rubio y una castaña nerds estaban tratando con papelería en una oficina del primer piso. Se parecen a los de las fotos.

Me asomé por la puerta que indicaba ser la 'federación de alumnos de la facultad de humanidades".

— Hola, buenas... ¿Se puede?

— Oh, hola, ¿en qué podemos ayudarte?

— Tú eres... Nathaniel Carello —Apunté al chico y luego a la chica—, y tú... te llamabas...

— Melody, Melody Baloff —Me respondió ella en un tono de voz bajo e inseguro.

— ¿Qué necesitas? —Insistió el que parecía ser el 'jefe' aquí.

— Yo soy Laeti, mejor amiga de la infancia de Sucrette, ella me mandó para darles una invitación.

— Oh, Dios mío, ¿sabes cómo está ella? —Melody se cubrió la boca asustada— O-oí que tuvo un accidente horrible...

Les resumí la situación de la manera menos incómoda en lo posible. Tendré que estar como disco rayado con las invitaciones.

Nathaniel se llevó la palma a la cara.

— Espero que se recupere, de verdad creímos que había quedado en coma o algo así, que se te caiga una maquinaria industrial encima no es para menos.

— Pero la cosa va para bien —Sonreí de oreja a oreja queriendo animar la cosa—. Necesitamos recaudar fondos para su operación y posterior tratamiento —Entregué las invitaciones—. Será este sábado, ojalá que asistan y puedan ayudar.

— Muchas gracias por ponernos al día, vamos a difundir la información para una colecta a nivel facultad.

— Gracias, rubito, a ti no te invito a una cita porque, aunque estés guapo, te apellidas como la niña que nos hizo bullying en la primaria y eso no me gusta.

La otra me fulminó con la mirada.

— Cuídense mucho, ¡nos vemos! —Me despedí yéndome de allí como si nada.

— ¡Mándale saludos a Sucrette! —Asentí ante esa petición.

Proseguí mi caminata por la escalera de caracol con objeto de husmear los salones de clase. Al parecer están en receso, no veo movimiento. Quiero regresar a casa, los brazos me pesan por mi cartera y el trabajo manual que hice toda la mañana colocando la tapa a los libros.

En el tercer piso vi a un par de gemelos, oh, ¡a ellos los conozco!

Entré sin avisar al salón desocupado y me abalancé sobre el muchacho de cabello oscuro y bufanda en un abrazo de oso.

— Oh, ¡tú eres el famoso Alexy! ¡Es un gusto conocerte! ¡Sucrette me ha contado muchas maravillas de ti!

— Ugh... Armin, soy Armin —Aclaró apartándome.

— ¡Upsie! —Exclamé, ahora abrazando al otro gemelo de cabello azul— ¡Alexy, un gusto!

— Uh... ¿Te conocemos, mi niña? —Cuestionó el verdadero Alexy Keenan.

— Soy Laeti, mejor amiga de Sucrette.

Armin dejó de lado su consola de vídeo-juegos portátil y me miró fijo, muy serio.

— ¿Cómo está ella? —Cuestionaron ambos al mismo tiempo.

Y ahí yo explico la situación.

— Ojalá se recupere pronto, ¡quiero llevarla de compras para que se sienta mejor!

— Claramente Sucrette puede caminar por una tienda, hermanito —espetó con ironía Armin—, podemos invitarla a casa y que juegue Smash con nosotros.

Fua, que tiernos.

— Estamos organizando una fiesta para recaudar fondos —Extendí a los dos las invitaciones—. Sucrette amaría que ustedes estén allí.

— ¿Podemos llegar antes para ayudar a decorar y así?

— Prefiero quedarme en casa jugand...

— Armin y yo llegaremos antes para decorar —Afirmó el peliazul.

— ¡Excelente, así pasamos más tiempo juntos! —Dije emocionada— A ti no te insinúo nada, Alexy, porque Su ya me dijo que tiras 'para el otro lado', pero tú, Armin, por si te interesa, me gustan mucho esas cosas de la Lintendo —Guiñé.

— No, gracias, no tengo hambre —Respondió volviendo a coger su consola.

— En fin, ¡cuídense, nos vemos el sábado!

— ¡Adiosito, Laeti! —Me devolvió la misma energía Alexy.

— Adiós, supongo —Contestó de malas el gamer amargado y bonitos ojos.

Ok, ya son seis invitaciones menos. Revisé la lista y todavía quedaban varias chicas, así que no más invitaciones a citas para mí por ahora. Salí del edificio puesto que no tenía pinta de que hallaría a alguien dentro de los salones. Pasé por un sector arbolado y disfruté de la brisa en mi rostro... Un fuerte aroma a horneado me envolvió y volteé hacia el origen: Un grupo de chicas estaba comiendo pastelitos sobre el pasto. Chequé mi teléfono y justo eran los rostros: Una pelirroja, una morena de grandes bíceps, una muchacha de cabello morado con una carpeta de dibujos y una de rasgos hindúes con tatuajes de henna. Saludé nombrándolas en orden:

— ¡Hola, Iris, Kim, Violeta y Priya! ¡Soy Laeti! ¡Sucrette me envió para invitarlas a una fiesta!

— Oh, ¡tú eres la famosa Laeti! ¡Hola! —La pelirroja parecía muy amable.

— ¿S-sabes cómo está Sucrette? —Consultó Violeta en un susurro casi inaudible.

— Quisimos visitarla en el hospital, pero ella no responde los mensajes y no sabemos dónde está —Añadió Priya.

— Nos ha tenido preocupadas a todas —Complementó Kim de brazos cruzados.

— Ha estado complicada la situación —Tomé asiento junto a ellas, la pelirroja me ofreció un pastelito— ¡Gracias! Eh... —Di un bocado y proseguí— Sucrette necesita dinero para operar la reconstrucción de su pierna y el futuro tratamiento de traumatología.

— Oí que su accidente fue horrible... —La de cabello color lavanda hizo una mueca.

— Lo fue, estuve ahí y... Fue demasiado gráfico. ¡Parecía un río de sangre! —Ellas se espantaron por mi comentario— Ahora ella va a estar media delicada, pero dentro de unos seis meses dijeron que podría caminar de nuevo con normalidad.

— Gracias a Dios hay esperanzas —Interceptó Iris.

— Estamos organizando una fiesta para poder recaudar fondos vendiendo cosas de comer o beber, este sábado —Remití las invitaciones—. Ahí tienen más detalles.

— ¿Podemos llevar contribuciones de cosas? —Sugirió Priya.

— Podemos ayudar a vender también —Ofreció Kim.

— ¡Claro que sí, chicas! Pásenme sus números de teléfono y hago un grupo de Whatsapp para que nos coordinemos —Ofrecí mi teléfono y una a una anotaron sus datos correspondientes.

Terminé de comer el pastelito y me despedí cordial. Me gustaría ser amiga de ellas también. La vida es muy solitaria cuando sólo tienes a Sucrette y llevas tiempo sin citas.

Me faltaba una sola persona en la lista. La cual no tardé en encontrarla. Su largo y hermoso cabello blanco, pegada a su novio como un chicle, ambos de ropas victorianas. Estaban acurrucados bajo un árbol. Corrí contenta e interrumpí su casi beso:

— ¡Rosalya! ¡Leigh! —Llamé su atención, ellos saltaron y me miraron mal— Soy Laeti, ¿se acuerdan?

— Oh, hola... —Saludó Rosa con el ceño fruncido. Ya nos conocíamos de antes. Su novio saludó gestualmente.

— Sucrette me envió para invitarlos a una fiesta de recaudación de fondos para su tratamiento.

— Algo me comentó por teléfono su madre, ¿sabes cómo fue la operación?

— Todavía no es, pero dentro de poquito será y necesita fondos para costear todo lo que viene —Di la última invitación individual.

— Muchas gracias por la invitación, Laeti, estaremos desde temprano para ayudar en lo que sea, ¿cierto, cariño? —Leigh asintió.

— ¡Los esperam...!

Quedé a medias porque divisé un rostro familiar a la distancia. Oh, ¿será lo que pienso? ¡No puedo perder la oportunidad!

— ¡Nos vemos ese día, adiós! —Grité tras echarme a correr.

Coloqué ambas manos sosteniendo mi busto mientras correteaba por el campus hasta plantarme frente a un chico castaño y de pantalón militar que paseaba a solas. Me detuve jadeando. Me contempló extrañado. Tomé un par de segundos para normalizar mi respiración, él caminó adelante como si nada, lo agarré del brazo y se echó para atrás brusco.

— ¡Chico de apellido Lerhay! —Tosí por el cansancio— ¡Te encontré!

—... ¿disculpa? —Se detuvo, incómodo. Parecía cabreado.

— ¡Tú eres el muchacho que salvó a mi amiga!

— Uh, no sé de qué me estás hablando —Se encogió de hombros.

— Trabajaste una semana en la empresa de encuadernación y manufacturación de libros, y cuando una máquina cayó sobre mi amiga Sucrette, ayudaste a quitársela de encima, ¡pudieron rescatar su pierna!

Parpadeó, y por su expresión, sé que sabe de lo que hablo. Tragó saliva antes de contestar:

— No sé de qué me hablas, ni quién eres ni tu amiga, lo siento. Tal vez me estás confundiendo con alguien similar.

De mi cartera saqué un afiche.

— Mira, se me acabaron las invitaciones individuales, pero puedes tener uno de los afiches grandes. Sucrette necesita fondos para pagar su operación, te esperamos ahí.

Lo recibió. Si fuera una loca, me lo hubiera devuelto, y como pueden ver, no soy una loca.

— De verdad, no la conozco, ojalá que se recupere —Hizo una sonrisa demasiado falsa.

— Te invitaría a una cita porque estoy muy sola, pero como salvaste a Su, te la dejo para ti, ojalá que prosperen.

— No, gracias, tengo novia —Sacó la lengua y tomó rumbo acelerado.

¿Qué? Les juro que por su comportamiento algo no me cuadraba. ¡Es obvio que si no fuera él, me hubiera dicho que su apellido no es Lerhay! ¡Y menos sacarme la lengua! ¡Nadie me va a creer ahora!

Mandé un audio de Whatsapp a Sucrette notificándole que ya entregué todas las invitaciones y pegué algunos afiches cerca de su facultad para mayor alcance, y ah, me pillé al chico misterioso, que me mandó a la mierda, ¡pero le diré a Rosalya que se encargue de él mientras yo no estoy!

Con esto ya me puedo ir a acostar a mi casa tranquila, aporté en lo que pude. A la noche visitaré a Sucrette en el hospital para verla por última vez antes de su operación.

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