Capítulo 19: Dismorfia corporal
Punto de Vista de Sucrette:
No les voy a mentir. Me he sentido terrible emocionalmente. Una parte de mí está contenta de que puedo intimar con Kentin y que él es un hombre cuidadoso y apasionado, que se preocupará de que ambos tengamos un buen momento, y que no me tendrá como su objeto de libre consumo. Teniendo en cuenta lo baja que es la vara hoy en día, me siento eternamente agradecida. Por otro lado... Me siento insegura. Me siento celosa. ¿Por qué? Kentin dijo que ya había estado con otras chicas antes que yo, mientras que yo he vivido toda mi vida cohibida esperándolo a él. Sé que eso no es motivo para enojarme con él, sin embargo, me genera inquietud.
Esas chicas seguro eran mucho más bonitas y experimentadas, que pudieron complacerlo, y, por otro lado, yo jamás había tocado un miembro antes y me sentí como una tonta al verlo esa noche y no saber qué hacer.
Me hace ver como si yo no fuera suficiente para él. Conozco muchos casos de chicas que son abandonadas por sus novios porque no saben cómo satisfacerlos.
Castiel me ha llamado gorda varias veces. Amber también. Tal vez sí estoy gorda y ya no sea tan linda como la chica de la que Kentin se enamoró y se aburrirá de mí y se irá. Laeti me ha contado de estas cosas, será una enamoradiza pero le han roto el corazón de las formas más horribles posibles y los hombres que lucen más dulces, acabaron siendo los más desgraciados con ella. Tengo mucho miedo.
En mi siguiente sesión de traumatología, le pregunté a mi especialista si se me permitía hacer ejercicios de peso, ya que he ido que estos ayudan más a bajar de peso, debo luchar por el amor de Kentin y no 'dejarme estar'. Me dieron un par de recomendaciones para no saturar mis piernas y mantener una correcta postura a la hora de ejercitarme.
Contacté a mi novio por llamada para avisarle que quiero ir al gimnasio de la universidad con él, y su respuesta fue emocionarse y desearme lo mejor.
— Ahora pasaremos más tiempo juntos —Añadió—. Me alegro de que te interesen mis mismos hobbies. ¡Somos el uno para el otro!
Lerhay no sospecha nada extraño, hasta le parece bien que quiera ponerme a hacer ejercicio. ¿Acaso él también se dio cuenta de que estoy gorda pero tiene miedo a decírmelo?
Recordé sus palabras acerca de su vida sexual "no tuve nada serio". Amber no fue nada serio para él. ¿Tuvo sexo con Amber? Eso me mata por dentro. No soportaría esa idea. Mi garganta arde. ¿Vio a Amber desnuda, que es mucho más linda y delgada que yo?
Ambos tu vimos un encuentro sexual a luces apagadas, ¿acaso no le gusta mi cuerpo y por eso lo hicimos de ese modo? Toda esta bola de pensamientos destructivos me ahoga el alma.
Día más tarde, descansando en el campus de la universidad, posterior a nuestras clases, decidí pasar mi tiempo con los gemelos.
— Cuéntale —Dijo Alexy a su hermano mientras llamaba mi atención chocándome con su codo.
Armin negó rotundo con la cabeza, su cara parecía un tomate.
— ¿Qué pasa? —Cuestioné, algo ocultaban.
— Armin irá a una cita con Laeti.
— Oh, Dios... —Pensé en voz alta. Me esperaba que hubiera algo entre ellos, no que fuera para algo más serio.
— Cállate, no quiero hablar de eso —El gamer interceptó, molesto.
— ¿Crees que ella es para ti? —Fui directo al grano— A Laeti le gusta mucho salir y hacer cosas al aire libre...
— Ustedes me han hecho correr de aquí para allá todo el rato, sobre todo desde tu accidente. Creo que puedo aguantar lo que sea —Reímos por su declaración.
— Y tú —El peliazul llamó mi atención—, ¿cómo vas con Kentinito? Por ahí oí que fuiste a conocer a tus suegros.
Mierda, ¿Ken le contó eso? Digo... No creo que le habrá dado detalles, ambos son muy buenos amigos y le habrá mencionado que fui a su casa.
— Oh, todo bien, supongo... —Hablé queriendo parecer desinteresada.
— Mmmmm, ¿y para cuándo vas a ver la Kentin-conda?
— LA QUÉ —exclamé horrorizada por esa peculiar manera de referirse a los genitales.
— Vamos, ya llevan harto tiempo saliendo y se llevan guardando las ganas desde hace al menos unos diez años, ¿o me equivoco? ¿Pa cuándo van a remojar el cochayuyo?
— No quiero oír detalles de eso —Declaró Armin a medida que se colocaba audífonos.
— Pues... Algo sí que pasó... —Murmuré en un tono casi inaudible.
— ¿Siiii...?
Divisé a Rosalya a la distancia. Dialogaba con Priya. Lo que me ahoga es más importante que el chisme.
— De ahí te cuento, necesito primero un consejo de Rosa.
— Oh, ¿no quieres un consejo mío, mi niña?
— ¡Un consejo de mujer! —Aclaré entretanto cogía mi bastón y me alejaba con rapidez.
Hagámosla corta. Parecía maniática al borde del colapso cuando las alcancé y exigí tiempo a solas con mi mejor amiga, por lo que accedió de inmediato. Luché por mi vida para no quebrarme al introducir mis nuevas inseguridades y miedos que surgieron de mi encuentro sexual con mi novio, ella me escuchó a pleno detalle y mi fortaleza se tiró a la basura en el preciso instante en que oí su respuesta:
— No quiero preocuparte, Sucrette —Partió en una seriedad sepulcral—... Pero, los militares tienen esta mala tendencia de acostarse con prostitutas y hacen competencias y todo un circo de ello para darse estatus entre ellos.
— Ay, no...
Las lágrimas empezaron a brotar y cubrí mi rostro. Rosa acarició mi cabeza para consolarme.
— N-no quiero que él me deje por no ser tan linda o experimentada —Sollocé y sorbí mi mucosidad— ¿Habrá estado con Amber?
— Su, no creo que el problema real sea ese. Con todo respeto a tu inseguridad, que es un sentimiento normal cuando tienes bajo autoestima —Parpadeé, atónita—. Tú eres suficiente para Kentin. El único problema que puedo extraer de todo lo que me cuentas, no es él abandonándote, sino, que él pueda tener una ETS producto a lo que ha vivido en la milicia.
No puede ser, ¿tan terribles son los militares? Cada vez hay nuevas historias de terror que podrían adecuarse a la historia de vida de mi amado.
Mantuve el silencio, porque... ¿Qué más puedo añadir? Supongo que lo de mi miedo al abandono lo tengo que conversar con Kentin directamente, pero lo de una posible ETS, ¿él sería capaz de ocultarme eso? Tal vez por eso hemos intimado sin penetración hasta el momento. ¿Es ese uno de sus problemas de salud? Una ETS no debería ser algo de estigma, en teoría, sin embargo, entiendo que pueda generar vergüenza en quien lo padezca.
Ughh... No había pensado en esa posibilidad. Todos asumimos que por la magia del amor es imposible embarazarse y contraer enfermedades.
— Le pediré a Armin que me entregue esa información —Pensé en voz alta.
Digo... Los militares dejan todo anotado.
Medio segundo después, cuando comuniqué que necesitaba documentos médicos de exámenes de ETS, y bueno...
— LA PUTA MADRE, SUCRETTE —Partió Armin, escandalizado— ¡TE DIJE QUE NO QUERÍA SABER DETALLES DE 'ESO'!
— ¡Tú me preguntaste detalles sobre por qué quiero saber si Ken se ha hecho exámenes de ETS! —Contradije de brazos cruzados, como si para mí esta situación fuera menos humillante para mí, que para él como nuestro amigo 'hacker'.
El pelinegro suspiró, tomándose su tiempo para elegir sus palabras antes de continuar, luciendo mucho más relajado que antes, aunque, no menos serio.
— Bien, sólo por que es un tema de salud —Parecía resignado—. Lo buscaré.
— Gracias... —Emulé una mueca incómoda.
— Y no le diré nada a Alexy.
— Por favor —Rogué. No es que no confíe en él, el tema es que... Hay que tomar este asunto con seriedad y mientras menos gente se involucre, mejor.
...
— ¡Wow! ¡Eres muy fuerte, Su! —Me alentó Kentin en el gimnasio.
Sí. Voy en serio respecto a entrenar para bajar de peso y si mi mismo novio está de acuerdo, ¿por qué debería retractar?
Y siendo honesta, me sentía como una tonta. Él carga muchísimo más peso que yo en las máquinas. Es imposible seguirle el ritmo. Mis brazos y piernas tiemblan horrible por cada set que empezaba. El peso que elegí hace que apenas mantenga el equilibrio. Cuesta respirar. Pero Kentin está orgulloso de mí y me hace barra. No puedo defraudarlo.
Siento la grasa de mi abdomen resaltar, más bien, abultar e incomodarme. Saber que está ahí, existiendo, me jode mucho. Sentada en una silla de ruedas daba lo mismo, ahora soy consciente de mis malos hábitos y no quiero que Kentin se decepcione de mí.
Como si mi desgracia fuera una jodida película de bajo presupuesto con el peor guion de la vida, perdí el equilibrio por completo y me caí de la máquina, ya que el peso era demasiado y mi pierna lesionada no lograba mantenerme en pie.
Mi novio, asustado, extendió su mano para que la tomara y no pude hacerlo. Estoy demasiado cansada. Se percató de ello y me levantó a la fuerza.
— Su, ¿estás bien? ¿Qué te pasó?
Aquellas palabras causaron que mis ojos rebozaran de sufrimiento. Las lágrimas me empaparon en cuestión de segundos. Soy una estúpida. Una débil. Olvidable, un desecho más.
— Linda, ya está bien con el entrenamiento. Debes parar un poco —Deslizó sus dedos por mis mejillas, secando mi llanto—. El descanso es parte crucial del entrenamiento y debes cuidar tu pierna.
— No lo entiendes, Kentin... —Sorbí mi mucosidad nasal tras escupir eso en vergüenza.
— ¿El qué?
— Q-quiero ser linda y... y delgada, como Amber, pa-para que me ames...
Mi confesión, da la impresión de que, lo rompió por dentro. Se separó de mí, tomó suficiente distancia como para que me sintiera peor y más incómoda todavía.
— ¿P-por qué me dices eso? —Pestañeaba de modo irregular y su cuerpo estaba tenso— Sucrette... Eres la mujer más hermosa que he visto en este mundo... —Aclaró su garganta— Toda mi vida he creído eso y lo seguiré creyendo.
Bajé la cabeza y él volvió a acercarse para acariciar mi rostro.
— Lo que viví con Amber fue una mentira articulada, tú siempre has sido la indicada para mí.
— Pero... estoy gorda.
— No permitas que los comentarios estúpidos de otros te derrumben —Entrelazó sus dedos en mi cabello—. Tú eres suficiente para mí, ¿sabes por qué? Porque eres suficiente para ti misma y quiero que te creas el cuento.
Compartimos un abrazo cálido que me llenó de amor.
— ¿Estás de acuerdo? —Asentí, tímida.
En el preciso momento en que mi respiración se mejoró y mi ánimo estalló de emociones positivas, se alejó un tanto para proponer:
— ¿Te parece si me ayudas en este último set de barras antes de que vayamos yendo?
— ¿Cómo?
— Súbete.
— ¡¿Q-qué?! —Exclamé asustada cuando me posicionó en el aire sobre su cuerpo, me aferré como pude a su cuello y a su cintura— Ken, peso mucho.
Él saltó hacia la barra conmigo encima.
— No, fíjate que estará bien. Cuenta hasta quince cada vez que mi mandíbula sobrepase la barra, ¿sí?
No tenía más opción. Obedecí a sus órdenes y admito que el castaño no presentó dificultad alguna para cargarme mientras hacía el ejercicio, percibí una vibra de intimidad en ese momento. De una unión única entre nosotros, algo que jamás había experimentado y me hizo cambiar la perspectiva de las cosas.
Finalmente, nos separamos cuando tomamos rumbo a las duchas. Me asee y él me fue a dejar a mi casa.
Mi corazón bombea cariño.
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