Capítulo 18: Mucha conversación
Punto de vista de Sucrette:
Esa noche saqué fuerza del fondo de mi espíritu para abalanzarme sobre él y aceptar su petición. Ahora Kentin y yo somos novios.
Hoy estamos en la segunda semana de clases. Me percaté que no he visto a Amber en la universidad y sus amigas merodean solas, sin molestar a nadie. Mi mente chismosa requería saber más de aquello y apenas me desocupé de mis clases, bajé hacia el primer piso y toqué la puerta de la oficina de la federación. Nathaniel me abrió la puerta estaba él solo en la sala. Nos saludamos y yo tomé asiento.
— ¿Qué pasó que vienes tú sola a la oficina?
— No me cuesta tanto caminar sola —Aclaré, apuntando a mi bastón que yacía contra el escritorio—. La verdad, venía a chismosear —Confesé y el rubio rodó los ojos, aguantándose la risa.
— No hay quién te cambie, ni siquiera un accidente.
— Déjame... Llevo una semana sin ver a Amber, ¿le ocurrió algo?
— Que observadora eres —Suspiró—. ¿Tu noviecito, el GI Joe de AliExpress, no te contó nada?
— ¿Respecto a qué? —Parpadee, en una total confusión— ¡Y no le digas así a Kentin!
— A lo mejor esperaba a que llegara la respuesta oficial de la facultad —Teorizó—. Amber, Li y Charlotte se llevaron un sumario por actos de violencia y discriminación, todavía se está terminando de tramitar, pero sus apelaciones fueron rechazadas. Las fotos de tus moretones y las cintas de seguridad fueron más que suficientes.
— ¿CÓMO? —Llegué a saltar de la impresión— ¿Qué fotos?
— Kentin presentó fotos del día en que te atacaron ellas y presentó una descripción médica muy asertiva de cómo te lesionaste.
— Debió tomarlas cuando me desmayé —Pensé en voz alta—. No tengo recuerdo de que me tomara fotos.
— Bueno, el punto es que, al siguiente sumario, ellas se van expulsadas de la universidad. A mis padres no les gustó eso y decidieron que Amber congelaría el semestre para ir a terapia en psiquiatría, porque temían que Kentin pusiera una demanda por el accidente que tuvo en el colegio o hiciera algo más peligroso. Amber no volverá hasta el próximo año.
— No jodas... —Cabizbaja, por fin le tomé el peso a la situación. Yo nunca recibí llamados ni nada por este caso, Kentin se encargó de todo. Ahora cobra sentido— Estoy feliz porque ya no me molestará, pero... ¿Congelar la carrera?
— Estaba devastada, créeme.
— Hasta lo siento por ella...
— Su, no seas tonta, Amber se ha salido con la suya por más de diez años. YO lo siento por no ser un buen amigo, ni un buen presidente de la federación, al dejar que mi propia hermana haga estupideces como si nada.
— Tú tienes muchos asuntos, Nath, se entiende. Yo lo siento por enojarme contigo cuando sólo querías ayudarme en mi peor momento.
— Yo fui ciego con Kentin. Los dos fallamos.
Nos dimos un abrazo amistoso para hacer las paces. Me siento muy feliz por dejar saldado estos dos temas que me preocupaban. El semestre será mucho más tranquilo a partir de ahora.
Al día siguiente, siendo martes, Laeti vino de visita después de su turno. Lo que me agradaba porque llevábamos sin vernos de hace tiempo. Estábamos junto a los gemelos y Rosalya. Algo que no dejaba de picar mi curiosidad (ni hablar del chisme), es lo pegada que iba a Armin y el cómo él no se mostraba incómodo por ello, con lo amargado que es a veces.
— Me cuesta creer que Kentin te salvó y es el mismo tipo ñoño del colegio.
— ¿Me dices que el nerd de lentes ahora es tu novio militar? Que personaje con stats más roto —Opinó el pelinegro.
— No hablen así de Kentin —Advertí, molesta—. Laeti, él ha tenido una vida difícil.
— Ya, Su, no te enojes —Mi amiga de la infancia hizo un puchero.
— ¿Te conté lo que pasó con Amber? —Cambié de tema.
— Tremenda bruja, yo la hubiera matado por lo que te hizo, ¿cómo se le ocurre pegarte estando discapacitada?
— Nosotros también queríamos eso —Opinó Rosa.
— No, pero, lo de que sus padres le congelaron la carrera.
— Es la mejor noticia que pudimos recibir —Insistió el pelinegro.
Creo que soy la única que sintió un poco de pena por ella. Bueno, mejor ignoro esa sensación y me concentro en mí misma.
— Viviremos tranquilos ahora —Suspiró la peliblanca—. Aunque, ¿no preguntaste cómo se lo tomó? Tipo, detalles de su pataleta o algo.
— Mmmm, no. Nath me dijo que estaba devastada no más.
— Amber hasta cerró su cuenta de Instagram y TikTok, ¿vieron? —Acotó Alexy.
— ¿Por qué querría seguirla?
— Priya y yo la seguimos para reírnos de lo que sube —Encogió los hombros.
— Eso es válido —Hice una mueca por intentar aguantar la jocosidad, menudos personajes tengo por amigos.
Laeti apoyó su cabeza en el hombro de Armin, éste se mostró tenso por unos segundos y reposó su mejilla contra el cabello azulado lleno de pins de ella. ¿Hay... algún chisme del que aún no me entero, que ninguno de los chicos duda?
— Vas a quedar con la cara con estampado —Bromeé por las diversas formas de los pins de mi amiga de la infancia.
— Mira, Sucrette —Intervino mi mejor amigo—, ¿y ese muñeco que se asoma?
Apuntó a Kentin que trotaba con una camiseta sin mangas y shorts militares por el campus, nosotras, las chicas, hicimos chillidos de fangirl para llamar su atención y él se aproximó hacia mí. Saludó con un tierno beso en mis labios.
— Perdona, estoy sudado —Justificó tomando distancia—. Volveré cuando huela mejor.
— Está bien, de ahí nos vemos.
Nos dimos otro beso y él se retiró de allí, no sin antes saludar gestualmente a mis acompañantes.
Lo pensé mejor y es verdad, no debería sentir pena por la rubia. Ella ha sido una persona horrible sin reparo. Si puedo tenerla lejos, es lo óptimo. ¿Regresará en un año y furiosa? ¿Regresará, siquiera? Su reputación está por los suelos ahora, al punto en que borró sus redes sociales como influencer. Sin una líder y una amenaza de expulsión, Li y Charlotte están cagadas. Están marginadas el resto ahora. ¿Quién quiere de amiga a unas malcriadas que se aprovechan del resto y peligran su carrera universitaria? Nadie arriesgaría su reputación por darles una segunda oportunidad.
La paz reinará hasta nuevo aviso.
— ¡Aguanta, mierda! —Exclamó Armin a su teléfono, causó que yo despertara de mis corrientes de pensamiento— ¡No! —Bufó apartando la vista hacia otro lado.
— ¿Y si cambias los campeones Ixtal por campeones Estratega? —Sugirió Laeti, que estaba concentrada en la partida.
— Ummm, tienes razón, combinan con la Miss Fortune que es estratega igual —Evaluó la sugerencia. Desconozco de qué hablan.
— Inclúyannos en su conversación —Habló por mí el otro hermano.
— Tú no quisiste jugar Teamfight Tactics con nosotros ayer.
— ¡Tú dijiste que querías jugar con ella a solas!
— No sabía que te volviste gamer, Laeti —Alcé una ceja, no parecía mentir como hacía con otros chicos.
— Síí, estoy planeando hacer un cosplay de Powder.
— Te quedaría muy bien con tu pelo —El gamer le dio un toque en la mejilla de modo juguetón. Ella sonrió casi inconscientemente con una timidez que me asustó.
Lo que hablaron implica que han pasado tiempo juntos antes de hoy. ¿Wow? La emoción que experimento es indescriptible.
— Los personajes del TFT y en LOL en general son muy feos, tú eres muy bonito para hacer cosplay de cualquiera de ellos. No te hacen justicia —Laeti le devolvió el toque.
Damn. ¿Se están coqueteando?
Estimo que no es momento de cuestionar qué mierda hay entre ellos. Prefiero advertirle a cada uno por separado los peligros que implica el que coqueteen. Cuando acabe mi última clase de hoy, Kentin pasará por mí e iremos a su casa, conoceré a sus padres. No estoy tan nerviosa porque, bueno, ya los conocí en mi infancia y he pateado el tema por ahora, digo, no considero que piensen mal de mí, más allá del tema de que estoy con un bastón. Su padre me preocupa y por las cosas que le hizo a mi novio, más que por lo que piense de mí.
...
Punta de Vista de Kentin:
Me temblaba el estómago porque sería la primera vez que presentaba a alguien en casa como mi pareja. Mis padres conocieron a Su cuando íbamos juntos en el colegio, ahora es diferente. Espero que mi mamá no me delate con que nunca me he callado respecto a mis sentimientos amorosos.
Fui a buscar a la pelirrosa cuando finalizaron las clases.
— ¿Nerviosa?
— Tú lo pareces más —Señaló y me quedé callado por un momento.
— Um, sí —Admití—. Nunca le he presentado a mis padres a una novia.
— ¿Amber nunca los vio?
— Oh, claro que no.
Reímos.
— Tú sí me gustas.
— ¿Y otras chicas?
Silencio incómodo.
— Nunca me interesó nadie más, eh, sí... —Titubeé.
Alexy me contó que ella ha salido con otros chicos, es algo vergonzoso que ella intentara salir adelante y yo siguiera enganchado. En fin, llegamos a mi casa y la ayudé a subir la escalera de la entrada.
— Ya llegamos —Avisé mientras cerraba la puerta.
Mi padre se asomó desde su cuarto y se acercó a saludar, noté la inmediata incomodidad que emanaba de la pelirrosa. Sí, bueno, ella conoce qué tan severo llegó a ser él en el pasado y lo duro que resultó quedar en paz.
— Bienvenida, jovencita, es un gusto saber que sigue conservando la misma humildad que cuando Kentin era un debilucho —Rodé los ojos por ese comentario, digo, no era necesario recalcar eh... ya saben.
— No es nada —Ella sonrió enseñando los dientes—. Ken y yo siempre hemos sido muy unidos.
Suspiré, vaya amor es.
Intercambiaron un par de palabras más y mi mamá se acercó a nosotros. Ellas se saludaron y ocurrió lo que me temía.
— Me alegro mucho de que por fin están juntos, mi querido Kentin no ha callado nunca sobre cuánto te am...
Le cubrí la boca.
— Ehh... suficiente —Musité, disimulando que estoy todo sudado.
— Oh, Kentin, yo quería saber —Molestó Su.
Retiré mi mano del rostro de mi mamá.
— Vamos a estar en mi cuarto —Advertí.
— Está bien, cielo, si necesitan algo, me llaman —Mi mamá sonrió antes de que mis padres se retiraran.
Nosotros fuimos a mi habitación, ella admiró con cuidado mi saco de box y máquinas de pesas.
— Hubiera sabido que nuestra universidad tenía un gimnasio tan completo, me ahorraba todo esto —Bromee y ella rodó los ojos.
— Quisiera tener tu dedicación.
— En la milicia o haces las cosas o te vas fuera —Acoté a medida que cerraba la puerta. Ella me contempló por un buen momento.
— ¿Tus padres no te dicen nada porque estemos con la puerta cerrada?
— Con todo lo que viví, no hay forma en que pueda caer más bajo. Mis padres confían en mí.
— Oh, bien...
Nos recostamos en mi cama, acurrucada ella sobre mi pecho mientras yo le acariciaba el pelo. Me contó que Amber congeló la carrera y se fue a terapia, wow, por fin podemos cantar victoria de modo definitivo.
— No pensé que fuera a escalar para tanto.
— Nath dijo que ella estaba devastada.
— Me lo imagino —Suspiré profundo—. Hay que verle el lado bueno, y el que nos debería interesar: Ya no nos van a molestar más.
Su expresión al relatarme lo sucedido parecía de preocupación y puedo entender por qué empatiza con ella, aunque no debería.
— Tienes razón, Kentin —Esbozó una sonrisa tímida—. Otro tema que también me tiene la cabeza dando vueltas... —Inició, su voz era tímida, me torcí para oírla mejor.
— ¿Sí?
— Hoy Laeti vino de visita y estuvo con los chicos.
— Oh, no... —Pensé en voz alta ya que habló en masculino.
— Y estaba muy pegada a Armin, le coqueteaba.
— Mmmm, ¿algo que no se sepa?
— ¡Kentin! No me interrumpas.
— Perdón, perdón...
— Armin le coqueteó de vuelta.
Abrí los ojos como platos y me eché para atrás, apartando a Su de encima para que nos viéramos mejor.
— ¿Sabes algo sobre eso? —Negué rotundo.
— No me lo esperaba en lo absoluto —Admití sin parpadear—. ¿Dices que están saliendo?
— Eso creo, se han juntado a jugar las veces suficientes como para que ella genuinamente sepa hablar de ese juego sin aparentar.
— Wow... —Realicé una pausa con tal de evaluar la situación, aunque es difícil reaccionar ante esta noticia— Este, no sé qué decir... Es un peligro para ambos, ¿o no? —Me dio la razón.
— Ojalá que no jueguen con los sentimientos del otro —Suspiró cabizbaja.
— Dales la prueba de las dos semanas, Su, hay que mantenerse positivos. Laeti jamás se ha metido con algún amigo tuyo, dentro de su 'promiscuidad', ella respeta los códigos.
— ¿Crees que durarán más de dos semanas?
— No lo sé —Confesé.
Silencio incómodo.
— Entiendo cómo te sientes, Su. Pero no sabemos nada acerca de lo que se traen y no podemos hacer nada por ahora hasta que ellos decidan hablar al respecto.
La pelirrosa se cruzó de brazos en frustración.
— Tienes razón... —Rodó los ojos— Lo peor sería que nosotros sabotearamos su 'relación'.
Continuamos conversando de otros temas triviales hasta que anocheció y mi cuarto estaba a oscuras, lo cual no nos molestó en lo absoluto. Ambos logramos sacar conversación de cualquier cosa y eso me encanta de pasar tiempo con ella, que trascendemos más allá de lo carnal.
Sin embargo, debo confesar que todos estos años que llevo reprimiendo mis deseos, de vez en cuando, me pasan factura. Y puedo intuir que a Sucrette le pasa algo similar.
La ausencia de luz solar en mi cuarto causó que el resto de mis sentidos se agudizaran. La piel de mi amada es tan suave y cálida. Y huele tan bien.
De repente, estoy perdido en el sabor de sus labios y me siento en las nubes. Nos besamos como si el mundo se fuera a acabar en ese instante y mi cuerpo exigía más, requería demostrarle cuánto la amo y percibir cada parte de su anatomía, disfrutarla sólo para mí.
El modo en que suspira y se retuerce ante mi tacto lujurioso me llevó a las nubes. La parte posterior de su vestimenta se deslizó por sus piernas hasta mostrarme su plena desnudez. Es difícil ver, pero su silueta y esta calidez, es más que suficiente. Mantuve mi rostro repartiendo besos y mordidas por sus muslos, hasta detenerme en su feminidad y allí me encargué de satisfacerla con lentitud. Sucrette suspiraba con fuerza, y sus extremidades inferiores temblaban. En un determinado momento noté cómo su torso entero se tensaba y extendí mi mano hacia su boca para contener sus gemidos, hasta que la tensión su cuerpo se liberó y yo me aparté de encima, saboreándome la comisura de mis labios.
— ¿Estás bien? —Cuestioné. Viendo a contraluz, parecía inquieta. Ella asintió— ¿Segura?
— Sí... —Musitó bajando la mirada— Es que... Nunca había hecho esto antes...
Sonreí, tranquilo para denostarle que no pasaba a nada, y me acosté a su lado.
— ¿No te sentiste presionada? —Negó— Entonces, no hay problema, linda.
— Cierto... —Suspiró— Pero, uhh... —Titubeó antes de proseguir— Yo no sé cómo... este...
— ¿Sí?
— Complacerte.
— Oh...
— Ajá...
— Su, eso está bien. Nadie nace sabiendo.
— Mmm...
— Y tampoco voy a obligarte a hacer algo que no te guste o te incomode.
— Pero yo sí quiero... —Susurró con timidez.
Tragué saliva y luego bajé la vista hacia mis pantalones.
— Bien, tranquila, yo te enseño...
Debo confesar que yo estaba más nervioso que ella, ya que lo último que quería es que ella se sintiera mal. La guié a que me complaciera con sus manos y me dejé llevar, hundiendo mi rostro contra su cuello, jadeando exasperado cuando Sucrette aprendió a ir con un ritmo constante.
El éxtasis fue tan intenso que no pude evitar liberar una potente carga sobre su brazo. Ella parecía notablemente asustada y se detuvo.
— Ughhh, lo siento —Tomé una gran bocanada de aire para levantarme e ir hacia el interruptor— Cierra los ojos —Ella hizo caso y yo encendí la luz—. Hey —Sonreí cuando ella me vio todavía con los pantalones abajo y la pelirrosa continuaba desnuda, ella desvió la vista sonrojándose y me reí.
— Kentin... —Apuntó al viscoso líquido que escurría por su brazo hacia sus dedos.
— Lo sé, dame un momento.
Agarré un pañuelo y la limpié con cuidado, posterior a ello, hice el mismo gesto para limpiar mi entrepierna de restos de fluidos. Boté los papeles usados y volvimos a vestirnos.
— Iré a buscar agua, si quieres puedes pasar al baño para que te limpies mejor las manos.
— Gracias...
Todavía lucía un tanto cohibida. Al regresar de mi viaje a la cocina, me cercioré de que se hidratara bien antes de ir a la parte seria del asunto.
— ¿Estás bien, mi amor? —Asintió.
— ¿Ya habías hecho estas cosas antes con una chica?
Oh, ya entiendo.
Lo mejor es ser sincero con ella y al mismo tiempo, continuar siendo cariñoso.
— Pues... sí —De inmediato, su expresión facial cambió a una de tristeza—. No obstante, no fue nada sentimental, de hecho... —Aclaré mi garganta— Fue una experiencia desagradable...
— Oh, entiendo...
Debo arreglar esto.
— Su, mi vida, nadie nace teniendo experiencia en estas cosas y eso está bien, lo que hayamos o no hayamos vivido no tiene que interferir en lo nuestro. Ambos la pasamos bien hace un rato, ¿cierto? —Me dio la razón gestualmente— Lo importante es que ambos comuniquemos cómo nos sentimos y hagamos lo posible por hacer sentir bien al otro. Y tú me haces sentir muy bien, demasiado bien —Ella río—Podría estar llenándote de besos todo el día o dejar que me amarres y me hagas lo que quieras, estoy loco por ti, princesa.
Le di un beso en la frente que pareció sanar sus inquietudes.
Más tarde, fuimos a cenar con mis padres y la fui a dejar a su casa. Siento que todavía no está lista para oír el resto de las cosas que viví en el pasado y menos quiero que estas le generen inseguridades. Otro día será.
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