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Capítulo 13: Protector

Punto de vista de Kentin:

No puedo dejar de pretender que me siento como un imbécil, porque traté todo este tiempo medirme con mis palabras para mantener distancia con Sucrette sin que ella se entere de mi plan y logré pasar desapercibido por bastante tiempo hasta que lo evidente se hizo notar. Jamás quise herirla. El enterarme de que ella esperaba mi regreso tanto como yo, me tuvo temblando durante todo su examen.

Le mentí con que fui al gimnasio y me arreglé para verla, digo, sí y no. Fue imposible acabar el primer set y me quebré en el instante en que pisé la ducha. No pude protegerla de Amber y, además, la hice sentir mal con mi comportamiento.

Sucrette se desvaneció hace un rato y sabía que eso iba a pasar. Alexy me habló de su nueva medicación y que el otro día se desmayó también después de una crisis. Yo juraba que ocurriría durante su examen y por eso la seguí, hasta que psicológicamente no aguanté más y tuve que salir.

Contemplé su rostro angelical y palpé la mandíbula para asegurarme de cómo progresaba la herida. Parecía ser algo leve, un poco de hinchazón nada más. Su antebrazo estaba un poco rojo. Examiné. Le van a aparecer moretones. Tendré que colocar la denuncia en la federación y rezar que el estúpido hermano de Amber no sea el que me atienda. Sé que me quiere dar caza.

Juro que en un momento me descontrolé y no quería soltar nunca a Su, siempre quise tenerla en mis brazos, llenarla de besos... Hasta olvidé por un instante que la acababa de salvar de ese grupo de brujas, y al parecer, ella se dejó llevar también, que no me mencionó que tenía que rendir examen.

En fin, ella reaccionó justo cuando terminaba de examinar su tren superior y me cercioré de que no le hicieron daño a sus articulaciones, hice como que la estaba acariciando no más. Dio un salto y parecía aterrada.

— ¿Q-qué pasó...? —Inhaló profundo— ¡Ken! —Gritó.

— ¿Uh? —Pestañee, tomando cierta distancia. ¿La habré abrumado? — Te desvaneciste.

— Sí, y estás muy tranquilo.

— Me hablaron sobre el efecto de tus nuevos medicamentos y tuviste un golpe de adrenalina por todo lo que vivimos hace unas horas, este... Hasta yo sigo algo nervioso —Confesé, enseñando mi mano temblante—. Además... Diste un examen. Colapsaste.

— Oh, no... Menos mal te quedaste para mí...

— Tranquila —Despeiné su flequillo de manera afectuosa—. Iré a dejarte a tu casa para que descanses.

— ¿Qué? ¿No que íbamos a hablar? —Lucía frustrada.

— Lo hago por tu salud, princesa. Ya pasaste por mucho hoy —Besé su frente.

— Pero... Pero... —Hizo un puchero adorable.

— Mira... Si te hace sentir más calmada, lo que ocurrió en el baño, estaría bien que se repitiera —Guiñé y ella se puso roja como un tomate. Se refugió en mi pecho y no evité reír un poco—. Ok, siendo serio ahora.... Yo quiero que me conozcas mejor, yo... Yo no soy el chico cobarde que desapareció hace diez años. No soy la misma persona de ayer, y sé que contigo es lo mismo —Le hice cariño en el pelo y ella volteó a mirarme a los ojos.

— Eso está bien, ya no somos niños —Me miró de un modo enternecedor, sentí mi pecho llenarse de calor tras eso.

— Saber que Amber estará en la mira de nosotros todo el rato, este... Ya no puedo fingir más que no me gustas y que no me muero por estar así contigo, por siempre.

— Kentin...

— Vamos a tu casa —Insistí, era suficiente por ahora, no quería llorar de nuevo—. Debes descansar, ¿mañana tienes examen también? —Asintió— Mejor entonces, tienes más tiempo.

— ¿Y tú? ¿No tienes exámenes?

— Su, calma. Yo me encargo de mis responsabilidades, lo importante es tu salud.

La cargué hasta su silla, donde se acomodó mejor.

— ¿Qué seremos ahora? —Atacó con la pregunta del millón.

— Ya no más dos desconocidos —Tomé su mano—. Quiero llevar las cosas con calma, tú estás lesionada y yo tengo cuestiones de salud pendientes aún —Expliqué.

— ¿De salud? —Dijo pasmada.

— Es una historia demasiado larga. En otra ocasión podemos conversarlo con más tiempo...

— Entiendo.

Ugh. Siento que he guardado tantos secretos que me es difícil mantener la confianza de alguien por ello.

— Sólo quiero que estés segura y estés a gusto conmigo, y me entiendas...

— Lo haré, cariño, lo haré —Sonrió y le devolví el gesto.

La conduje hasta su casa, me sentí en la obligación de explicarle un par de cosas, que siento que se las debo porque ya me lo ha cuestionado en otras ocasiones.

— ¿Sabes? En mi plan, estaba volver por ti, siempre lo estuvo... —Musité en el camino, cabizbajo.

— ¿Y por qué estuviste con Amber? —Dios, puedo sentir el dolor en su voz.

— A eso quería llegar... —Suspiré— Mi plan era destruir emocionalmente a Amber. Estuve desde lejos estudiando el ambiente antes de entrar a estudiar. Cuando supe que ibas a entrar a trabajar con Laeti en la empresa de libros, me apunté para ser amigo tuyo y luego decir algo como 'oh, que coincidencia que seamos de la misma facultad", mientras iba tras Amber para vengarme de ella, pero tu accidente me obligó a tener que estar de nuevo en las sombras, hice lo posible por ayudar desde el anonimato, pero tus amigos querían saber más de mí a toda costa.

— Eso me confundió demasiado.

— Cuando Amber se rió de ti, supe que no podía seguir fingiendo e improvisé ese mismo día con lo que tenía para herirla dentro de su mismo juego. Quise, de verdad, quise regresar a ti para apoyarte en la parte más dura del tratamiento —Sorbí mi mucosidad, ya iba a quebrarme...—, sin embargo, sabía que, si Amber me veía contigo, te molestaría más... Jamás quise herirte con mi falsa indiferencia, lo siento mucho, yo sólo quería... quería protegerte.

Se me escapó una lágrima, la limpié rápido.

— Ya hice mi cometido de vengarme de ella, ahora no quiero dejarte ir.

— Yo tampoco quiero que te vayas, nunca más... ¿Prometes que no volverás a fingir desinterés? —Asentí frenético.

— Nunca más, Sucrette.

Entramos al edificio. Esa conversación me quitó un peso de encima y estoy relajado al dejar claro mi punto de vista. Tomamos el ascensor y nos topamos en la entrada del departamento a su madre que cargaba un montón de bolsas de compra, buscando las llaves entre sus bolsillos.

— Oh, hola, hija —Saludó y al verme parecía confundida—. Pensé que hoy vendría Nathaniel a ayudarte a estudiar.

Alcé la ceja.

CÓMO.

— Este... Nath vendrá más tarde, cuando termine su trabajo administrativo en el edificio. Me vine antes a casa porque, bueno, tuve un imprevisto...

— Su hija, bueno, tuvo un desmayo después de su examen y quise acompañarla a casa —Expliqué incómodo, rezando que los moretones no empiecen a obscurecerse. No quiero hablar yo de lo que sucedió.

— Oh, Dios mío, Su, ¿estás bien? —Ella asintió— Entiendo que los exámenes te agobien, pero debes quedarte más tranquila, tus sedantes son muy fuertes y puedes sufrir un accidente si no controlas tus emociones y le agarras la costumbre a desmayarte.

Ah, ¿ella cree que es por estrés? Mejor, supongo...

La otra vez no sé qué ocurrió que huyó dejando su silla tirada y se desplomó en el baño, exactamente, Alexy me dijo que tuvo una crisis nerviosa, no obstante, no me dio los motivos. ¿Habrá sido el estrés también? ¿Habré influido yo en eso, con mi frialdad?

— Lo sé, mamá, ya me siento mejor... Por cierto, eh, él es Kentin —Me presentó y forcé una sonrisa.

— Un gusto, soy Lucia, la madre de Sucrette... ¿Tú no eres el chico que vino a donar a la fiesta?

— Uhh... —¡Mierda! Para qué me hago el héroe si luego no me gusta ser el centro de atención— Sí, bueno, espero haberles ayudado...

— Por supuesto que sí, hijo, eres todo un sol por donar y traer segura a casa a mi hija —Actuaba tan amable—. ¿Ya almorzaron? —Negamos— Bien, pasen, pasen. Denme un momento y almorzamos.

No planeaba quedarme, bueno, mejor. Aunque no me agrada lo de ver al rubio ese.

Adentro, nos encontramos con su padre que tenía el día libre y le contaron que fui yo el que hizo la donación. No voy a decir que le caigo mal, pero el cómo me fulminaba con la mirada decía mucho, tal vez sea muy sobreprotector con su hija. Estrechamos manos.

— Te agradecemos mucho por la donación, chico, pero, ¿se puede saber de dónde sacaste tanto dinero?

— Mi padre y yo somos militares retirados, ya sabe... Esas pensiones millonarias, yo no necesito tanto dinero si sigo viviendo con mi familia, Sucrette lo necesitaba más en ese momento que yo.

— Oh... Entiendo —Me chequeó de pies a cabeza. Mierda. Me siento intimidado—. Disculpa, joven, ¿cuál era tu nombre?

— Kentin...

— Muchas gracias, Kentin, por traer a nuestra hija —Sonrió contento y yo imité el gesto. Wow.

Su y yo nos quedamos sentados en la sala de estar, frente a la televisión.

— Le avisaré a Nath que no me espere en el edificio —Advirtió ella hablando en voz baja.

— No sabía que eran amigos —Contesté en el mismo volumen, ¿no quiere que nos escuchen sus padres desde la cocina?

— Uhh, ya no tanto, no más que se comprometió a ayudarme a estudiar porque tras mi accidente he tenido lagunas mentales, pero fuera de estudiar no hablamos.

— Entiendo... Por eso no me reconociste cuando iba camino a tu fiesta...

— Y lo aprovechaste para hacerte el desconocido.

Suspiré.

— Lo siento, Su, lo hice por razones mayores a mí.

— Entiendo... —Esbozó una mueca.

— Por cierto... ¿Cómo te sientes de lo que te hizo Amber?

— Estoy bien...

— ¿Físicamente? —Insistí.

— Siento dolor en los brazos... Y no sé si pueda comer bien —Soltó. Lo sabía.

— Me lo imaginaba... Te están apareciendo moretones en los brazos —Acoté—. ¿Le dirás a tus padres? —Negó.

— Iré a ponerme algo encima, entonces... —Se levantó del sillón y la ayudé a colocarse en su silla.

— ¿Te molesta si mañana pongo la denuncia en la federación?

— No, tranqui... Parece que Melody escuchó todo.

— ¿Y no hizo nada?

Justo se asomó su padre por el marco de la puerta de la cocina.

— Pa, iré a abrigarme, me dio frío aquí dentro.

— Sí, hija.

— La baja de presión que le dio debe ser —Excusé y él asintió. Uff...

Sucrette regresó y la asistí en que se pusiera cómoda en el sillón.

— No hizo nada —Recalcó mi anterior punto, con la vista fija en el programa de televisión.

Su padre de nuevo se asomó y decidí imitarla, no estoy seguro si nos vigila porque escuchó lo anterior o porque cree que vamos a hacer algo 'indebido'. Él se devolvió y ella rozó mi mano con sus dedos, lo hizo tan suave que me dieron cosquillas. Aguanté la risa por un segundo.

— ¿Habrá tenido miedo?

Conozco a Melody de puro nombre, sé que pasa pegada a Nathaniel, no sé si es su novia o qué onda, no puedo opinar nada sobre por qué no actuó siendo una autoridad.

— No lo sé —Entrelazó sus dedos con los míos y yo apreté su mano.

— Mañana iré a ocuparme de eso, tú ten tu examen, tranquila.

— ¿Tú no tienes semana de exámenes también?

—Estoy bien con eso, lo juro.

Mantuvimos el silencio viendo el programa por un rato, hasta que su progenitor apareció de nuevo y alcanzamos a soltarnos las manos.

— Perdona, mi papá nunca es así de sobreprotector, no sé qué está pasando...

— No te preocupes, es normal que piense mal cuando ve a alguien con ropa de militar fuera de servicio.

— Oh, no pienses así de ti...

Otra vez tomó mi mano, ahora con fuerza.

— O tal vez piense que somos... —La miré por un segundo y cuando conectamos, guiñé. Reí por su nerviosismo y volvimos a enfocarnos en el programa.

— Puede ser... ¿Soy muy obvia con que me gustas?

Dios, tengo mariposas en el estómago.

— ¿Se nota que me muero por besarte ahora?

Me soltó y colocó su extremidad sobre mi rodilla, aferró fuerte sus uñas. Giré mi cara y sus mejillas rosadas me fascinaban.

— Eres pésimo disimulando...

— Y tú también...

Al cabo de unos minutos, nos llamaron para almorzar. Aquello transcurrió con normalidad. Cuando terminamos de comer, le pregunté a ella si quería que la acompañara mientras estudiaba o no. Aceptó, mierda, ojalá Nathaniel no arme un quilombo. Vimos una película en la sala, estando ella apoyada en mi hombro. Me moría por abrazarla y ser cursi, sólo porque su padre nos vigilaba no le devolví el cariño.

Justo a mitad del filme tocaron el timbre y entró el susodicho.

— Hola, Su, Melody me habló que tuviste un problema con mi hermana y... —Su expresión cambió radicalmente al percatarse de mi presencia— ¡¿QUÉ HACE ÉL ACÁ?! —Chilló.

— Si Melody te habló qué pasó, seguro sabrás qué hago aquí —Sí, sé que dije que no quería agarrarla con ella, pero él la tiró al agua primero.

— Nath, Ken vino a defenderme de tu hermana y me trajo a casa porque me desmayé tras el examen, tuve un tumulto de emociones que me hizo colapsar —Explicó en una voz tan dulce.

— ¿Ken...? —Cuestionó confundido.

— Me llamo Kentin —Aclaré. Supongo que al notar que a una chica sí le revelé mi nombre y a su hermana cuando fue mi novia, no lo hice, se enojó y es por algo.

— Supongo que se va a quedar mientras estudiamos, ¿no? —Cruzó sus brazos.

— ¿Quieres que me vaya? —Desafié.

— Estoy mejor tras mi desmayo, por si te importa —Increpó ella al rubio. Mierda.

— Oh, lo siento... —Rodó los ojos, molesto porque lo pusieran en su lugar— Bien, vamos a estudiar, entonces.

En el comedor nos colocamos, dejé que ellos estudiaran lo suyo, mientras yo me ocupaba de revisar un texto que evaluarían pronto en mi carrera. Las cosas tal cual: Yo sobraba ahí y no me sentía cómodo tampoco, sólo me importaba ella. Me quedé a cenar, en silencio, y con el rubio nos despedimos. Coincidíamos en que debíamos caminar por la misma dirección.

— Te gusta Sucrette, ¿verdad? —Rompió el hielo.

— Lo mismo te pregunto.

— No, sólo soy su amigo desde primer año de carrera. Quiero protegerla de patanes.

— Y yo soy su amigo desde la primaria —Contradije—. Yo no 'quiero' protegerla —hice burla de sus palabras—, yo la protejo mediante mis acciones.

Gruñó.

— Fuiste una mierda de novio con Amber, no voy a despegarte la mirada —Amenazó.

— Tú fuiste una mierda de amigo por permitir las burlas de Amber, sabiendo que ella la molestaba desde el colegio. Ya ni siquiera quiero hablar de lo mierda que fue ella conmigo hace años.

Dejó de caminar.

— ¿De qué hablas?

Paré también y de espaldas, apreté el puño por lo bajo.

— Pregúntale a tu hermanita —Lo miré a los ojos, serio—: "¿Te acuerdas del chico que se le salió el jodido fémur?" Dile, a ver qué historia te cuenta, y a ver si yo soy el patán por romper una tonta valija de maquillaje.

Cubrió su cara, avergonzado. Lo rodee con mi argumento anterior.

— Lo siento, realmente no sé qué historia hay ahí entre ustedes. Supongo que Sucrette ni Amber han hablado la historia completa entre ellas tampoco. No debería meterme ahí.

— Bien.

— Pero no quiero hacer las paces contigo todavía, hasta que me demuestres qué tienes que ocultar hacia Sucrette, 'cadete' —Menospreció aquel cargo mío.

—No tengo nada relevante para ti, 'presidente' —Degradé su cargo de la misma manera—. ¿Melody vio lo que hizo tu hermana y no hizo nada?

— Melody me contó que Amber le quitó su silla a Sucrette.

— La golpearon —Corregí—. Y cuando yo interferí porque justo había dejado mis cosas en mi casillero, se llevaron la silla.

— Pensé que había sido una broma pesada —Negué—. Maldita sea.

— Mañana iré a poner la denuncia en la federación, si es que Melody no dejó constancia.

— No estoy seguro si lo hizo, pero haz la denuncia de todas formas.

— ¿No te opones?

— Amber será mi hermana, pero si dices que hubo agresiones... No puedo negar lo evidente.

— ¿Y Melody?

— ¿Qué hay con ella?

— Ella le dijo a Rosa que vio lo que pasó. Nos vio.

— Tal vez tuvo miedo, digo, si ya tienes esa mala reputación y te ve metiéndote en una pelea, también tendría miedo.

— Pudo ser mucho peor para Sucrette si yo no entraba.

— No lo sé, no estuve ahí —Suspiró—. Dejemos esto así. Pone la denuncia y haremos la seguidilla del caso contra Amber y sus amigas, y le diré a Melody que si ve alguna situación de peligro, que por lo menos llame a alguien si le da miedo ella tomar el mando.

— Gracias.

— No somos tan diferentes después de todo, queremos el bien para el resto, sólo que por medios distintos.

— Wow —Proseguí la caminata y él me siguió.

— No me respondiste lo anterior: ¿Te gusta Sucrette?

—¿Por qué tan interesado? ¿Te amenaza que alguien esté enamorado de ella?

— Mira, no me gusta, sólo he visto las estupideces que ha hecho mi hermana cuando se enamora y no quiero que Su la pase mal como Amber.

— Viste lo 'malo' que fui —Reí sarcástico.

— Y si a ti te 'amenaza' que te pregunte algo tan simple, es por algo —Me la devolvió.

— Sí, me gusta y yo gusto de ella también —Ahí saqué mi mayor sonrisa de hijo de puta.

— Demuestra que no eres un mal novio y que lo de Amber fue un caso aislado, 'cadete'.

— Demuestra que no eres un mal amigo y que no te estás proyectando, 'presidente' —Desafié antes de cambiar de camino hacia mi casa.

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