El autobús
Nadie podía verme, podría pasar por el parque más lleno del mundo y aún así pasaría desapercibida, faltaba poco tiempo para volver nuevamente a las penumbras del purgatorio, así que lo último que hice ese día fue subirme al autobús en el que siempre viajaba al colegio en busca de enseñanza, me senté en el lugar donde siempre iba en vida, los últimos puestos para que nadie me notara; Por otra parte, podía darme cuenta que era el puesto más visible hacia las personas de los demás lugares ¿Cómo es que nunca lo noté? Al parecer mantenía en mi burbuja, una burbuja que mis padres estallaron con un fino lazo en el cuello.
Decidí bajarme y volver al que ahora era mi hogar, tenía que entender que ya no pertenecía a éste lugar y que tenía una meta por alcanzar, si lograba vengarme de aquellas personas que causaron mi muerte, podría volver a ver a mi hijo y al fin ir a ese lugar hermoso del que todas las almas buenas hablan. Cuando el bus paró, me levanté para bajar, pero el director del colegio se levantó con un micrófono y empezó a hablar de mí y mi supuesto suicidio. Malditos.
—Lucí era una chica muy buena e inteligente, sus amigas la apoyaban en todo dando a entender que tenían una amistad sincera y buena — dijo mientras señalaban a mis amigas las cuales estaban hechas un mar de lágrimas. — pero cometió un error ¿Enamorarse es un error? No, es el momento más hermoso de todos, siempre y cuando sea de la persona correcta.
—Lamento corregirlo señor director — podía reconocer esa voz, esa chica era la que estaba en mi funeral junto con Richard —, pero toda la culpa la tiene Lucía, no es de una dama estar abriendo las piernas por necesidad a cualquier hombre que le diga palabras endulzantes.
—Mia tiene razón, — canturreó otra chica con vos chillona al parecer amiga de ella — aparte de que engañó a Richard con otro hombre, quedó embarazada de él y quería hacerse la víctima diciendo que Richard la había dejado.
—¡Mi amiga nunca engañó a ese idiota! — gritó Sara — ella se entregó a Richard en cuerpo y alma.
—Lamento bajarte de la nube querida Sara, pero tu amiga se acostó con Eric y de paso quería hacerme creer que el hijo era mío. — se defendió — fui tan buena persona que acepté cuidarlo, pero la culpa fue tan grande que la muy tonta se suicidó.
No podía decir hasta que punto estaba la ira en mi cuerpo, solo podía decir que estaba a un nivel muy alto, tanto hasta el punto de perder el control y sacar mi guadaña. La chica que iba junto a mi puesto decidió mirar por la ventana, pero se quedó estática al ver una calavera sonriéndole con maldad y deseo de muerte, después de un segundo la chica gritó con todas sus fuerzas y cayó al suelo con brusquedad.
Podía ver el miedo en sus ojos cuando salí del reflejo de la ventana dispuesta a matar a todos aquellos que se burlaron de mí, trataron de salir pero la puerta no abría y nunca lo haría.
Nadie podía reconocerme, cuando sacaba mi guadaña mi cuerpo se convertía en una calavera terrorífica dispuesta a matar, pero cuando alcé mi arma para matar a Mia, alguien jaló de mi túnica haciendo que atravesará la ventana, nada se dañó, solo fui yo la que atravesó al otro mundo. Entre la oscuridad, la desesperación de las almas en pena y el frío recorriendo mi cuerpo, pude divisar el cuerpo de aquel hombre que me había otorgado su poder.
—No puedes ir por el mundo matando a cualquiera que se te antoje ¡¿Oíste Lucía Morgan?! — su gritó retumbó por todo el lugar, yo solo asentí con mi cabeza agachada — la muerte no mata por placer, solo cumple una labor y esa labor es matar a la persona a la cual su turno a llegado, no ha aquella que tiene toda una vida por delante.
—Lo lamento — susurré — no volverá a ocurrir.
—Por supuesto que no, si lo vuelves a hacer yo mismo me aseguraré de mandarte al infierno — su voz gruesa y firme, hacia que un temor recorriera mi columna vertebral — la próxima persona será Richard ¿Lo conoces? Por supuesto, es tu novio.
—No es mi novio — dije fría — será un placer hacerlo.
—Al parecer es un drogadicto y su fin está cerca, hazlo bien Lucí y si logras las muertes asignadas, dejarás de ser un aborto fallido e irás al paraíso con tu hijo — me aseguró para luego irse y perderse en oscuridad.
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