Es doloroso ver cómo alguien puede estar sufriendo tanto sin que nadie alrededor lo note. En el caso de Adela, su habilidad para ocultar su dolor hizo que fuera muy difícil detectar la profundidad de su angustia. Este tipo de situaciones son un recordatorio triste de la importancia de estar atentos a los signos menos evidentes de sufrimiento. Desafortunadamente, a veces, el sufrimiento profundo se oculta de manera que incluso los profesionales capacitados pueden pasar por alto las señales más sutiles.