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Un fatídico resfrío

—Britter, el señor Coleman quiere verte. —El tutor se acerca al joven—. Te espera en dirección.

El hombre habla entre sollozos. Buscó al muchacho por toda la escuela. Qué tonto. Un estudiante como él no pudo haber estado en otro sitio más que en la biblioteca.

¿Por qué me busca el señor Coleman? —Frunce el ceño, deja los libros en el estante y va hacia dirección.

Un suave golpe es suficiente, el director abre la puerta, invitándolo a pasar. La figura imponente del presidente Coleman es lo primero que nota. Parecen ser de su talla, aunque claro aún tiene ventaja de ser más alto. Con un ligero movimiento con la cabeza muestra sus respetos. El señor toma asiento y le indica que él lo haga también.

El director permanece en la entrada esperando la conversación que gran curiosidad despierta en su instinto chismoso.

El presidente le señala la puerta.

—¿Desea que la cierre? —pregunta el falto de sentido común.

—Que nos permitas privacidad —recalca el padre de las "reinas" de la escuela, con voz suave pero gruesa.

Por un momento el despistado director no comprende hasta que milagrosamente entiende el pedido.

—Eh sí sí claro —carraspea—, eh, me fijaré que nadie  escuche tras la puerta. —Sale con las justas.

Theo sonríe burlón.

—Debes estar sorprendido —inicia el hombre.

El muchacho junta sus manos sobre las rodillas.

—Un tanto curioso.

—He oído que no irás al campamento en Escocia.

—No señor.

—¿Es por dinero?

—Exactamente, no es un lujo que me puedo dar.

Una afable sonrisa se dibujó en el maduro rostro del señor Coleman.

—Si es el motivo, no es problema. Mi hija Joory me pidió que costeara tus gastos. Un buen alumno merece ser recompensado, así que asiste con tus compañeros a aquel viaje.

—Lo siento señor, pero no puedo aceptarlo, no hay motivo para que me premie de ese modo, si soy buen estudiante no es para recibir honores, es por mí y por la preparación que deseo obtener.

El presidente sonríe y, cruza sus brazos inclinándose hacia tras.

—Tal como lo supuse. Lo cierto es que deseaba que esa fuera tu respuesta, sin embargo hay algo en lo que te necesito. —Se pone de pie, dirigiéndose al muchacho que aún permanece sentado—. Digamos que es un pago por adelantado —dice recostándose en el escritorio—. Cuando regreses de Escocia te daré un pequeño trabajo. No admito un no por respuesta. —Le da una palmada en la espalda, saliendo de dirección, sin darle oportunidad de responder.

🐝🐝🐝

Todos se quedan sorprendidos, sin poder despegar la vista del muchacho. Joory sonríe al verlo, sin embargo su sonrisa se desaparece al ver hacia donde se dirige.

Divisa el único asiento vacío, y se sienta en el. Becky lo queda mirando igual de sorprendida.

—¿Vas a confesarte? —la fastidia.

La joven vuelve en sí, girando su cabeza de golpe hacia la ventana, frunce el entrecejo y vuelve su mirada.

—Busca otro asiento, no suelo viajar acompañada.

—Tampoco quiero acompañarte, pero es lo que toca. —Mira hacia atrás, los otros salones ocupan los demás asientos.

Becky se limita a resoplar.

—Siempre te escondes todo. —Mario le da un pequeño golpe en la cabeza, desde su asiento, que está detrás del suyo.

—De eso se trata —responde Theo sonriendo.

—La pasaremos genial viejo —sonríe con picardía, aunque sabe que su amigo no será parte de sus planes.

—Haz como que no existes Britter, respira en silencio. Dormiré, y si me despiertas date por muerto —habla con seriedad Becky. El chico se limita a resoplar.

La mayoría de estudiantes se quedan dormidos hasta la llegada, el tutor coge un megáfono y empieza a despertarlos de asiento en asiento.

—Pequeños bribones, despiértense.

Entre bostezo y bostezo los alumnos despojan su sueño y se alistan para aterrizar.

El cambio de aires es evidente. El aeropuerto lleno de turistas de toda parte del mundo. Las estudiantes alborotadas por los chicos guapos, coquetean sin la más mínima discreción. Becky resopla y camina delante de todos. Un bus espacioso los recoge en dirección al lugar campestre cerca de las montañas.

Todos fotografían lo que pueden ver de la ciudad a través de las ventanas. Seguramente para el instragam. Salvo la pesada de Becky que se concentra en seguir durmiendo.

La verde vegetación, valles y montañas, les da la bienvenida a los estirados estudiantes de la más conocida escuela de secundaria.

—Llegamos, bajen en orden —indica el tutor.

El hermoso paisaje de Escocia del sur les abre sus senderos. El amplio campo lleno de hermosas praderas, bajo montañas inmensas y un lago extenso. Los árboles y plantas silvestres adornan perfectamente la vista.

—Qué terrible sol —se queja Charlotte.

— ¿Cuándo iremos a la ciudad?

—No lo sé Jane, los mosquitos me están acechando —responde la rubia—. A primero y tercero los llevaron a otro sitio.

—Dejen de quejarse. —Becky voltea y las mira fulminante.

—Todos hagan cuatro filas. —El profesor de deporte habla por el megáfono—. Tres dos uno ¡ya!

Los alumnos vuelan a obedecer la indicación, como siempre Becky y Joory son las últimas en llegar haciendo notar que el maestro no las intimida.

—Uh que rápido. Muchachos les daremos las reglas una por una —toma la palabra el tutor—. Todo aquel que desobedezca será castigado y si vuelve a desobedecer será expulsado del campamento y, yo personalmente lo mandaré de regreso.

—Regla número uno —habla imponente el profesor de deporte—. Prohibido actos amorosos en el campamento, regla número dos, nadie puede salir del campamento, regla número tres... —continúa enumerando las enormes reglas—. Bien esas son todas, ahora empiecen a armar sus carpas.

—¿A quién le importa las reglas? Las reglas están para romperlas —parlotea el amigo de Theo.

—Cuenta conmigo Mario. —Daniel choca un puño con el rubio—. Viejo me quedaré en tu carpa.

—Por mi normal, ¿tú que dices Theo?

—Me da lo mismo —responde mientras captura el paisaje en su móvil. Es la primera vez que pone un pie fuera del país, y visitar un país tan hermoso como ese debe vivir no solo en su memoria, sino también en en la memoria de su celular.

Los jóvenes arman la carpa de Mario, o más bien intentan armarla, ya que no tienen ni la más mínima idea de como hacerlo. El tutor los ve y resopla.

—Mario y Daniel vienen tres años asistiendo a campamentos y no saben como armar una triste carpa. —Los aleja y empieza armarla con destreza—. Theo, pásame las estacas.

El muchacho obedece sin rechistar. El profesor engancha las estacas con la carpa y las clava en el suelo.

—¿Viste? Te dije que era así Daniel —recalca el rubio.

—Eso lo dije yo, Mario —interviene Theo—. ¿Realmente fuiste un boy scaut?

El tutor les da un coscorrón a cada uno y va hacia las chicas. Niega con la cabeza al verlas, Becky y Joory permanecen sentadas mientras esperan que sus amigas armen las carpas por ellas.

La mayoría se toma más del tiempo necesario para armas las carpas.

El sol empieza a brillar con más resplandor, calentando las cabezas de sus inferiores.

—Hey muchachos, es hora del almuerzo —los llama el profesor de deportes, invitándolos a sentarse junto a una enorme mesa de madera, bajo la sombra cómoda de una pareja de frondosos árboles—. Este campamento les servirá para soltarse de las faldas de sus madres, con suerte aprenden atarse los cordones de los zapatos.

—¿Qué hay de menú querido maestro? —Daniel levanta la mano.

Haddock.

—¿Qué rayos es eso? —Diana intenta repetir la extraña palabra mas se le es imposible.

—Un plato típico de Escocia. —El tutor toma la palabra—. Dado que estamos en este precioso país, disfrutaremos a fondo. Señora Riazzie —se dirige a la cuarentona rechoncha, de blanca piel y mejillas rosadísimas. Hace brillar su cabello rubio bajo los rayos dorados del sol—. Pueden servir.

Inmediatamente los platos son servidos frente a los hambrientos jóvenes. Por un instante los reciben animosos, pero al verlos su apetito parece disiparse en un parpadear.  Algunos se atreven a pinchar el potaje intentando averiguar cuál es la parte comestible, sólo una estudiante parece conocerlo, Becky. La joven empieza a comer con destreza disfrutando del extraño plato. Todos se quedan viéndola con extrañeza.

—Guau ella sabe de Escocia — pronuncia uno de los estudiantes.

—Es el otro hogar de nuestra Becky. — Jane la pelirroja se apresura a opinar—. Ella es tan refinada.

Joory escucha con desidia y obviamente no puede quedarse atrás. Inmediatamente finge conocer a la perfección y come con fingida elegancia, mirando de reojo a su hermana. Todos empiezan a imitarla y atacan el potaje.

El sol brilla bronceando la piel de los estudiantes. Pero deben seguir el cronograma establecido.

—¿Todos se han puesto los uniformes? —pregunta el tutor—. ¿Están listos para el paintball?

—Maestro, ¿por qué tenemos que jugar un juego de niños? —pregunta uno los muchachos.

—¡Silencio! Ya verán que será divertido. Ya conocen las reglas, el sobreviviente de cualquiera de los equipos es el ganador. Vamos a entreverarnos todas las secciones, mitas para el equipo rojo y la otra mitad para el equipo verde. Que empiece el juego.

Joory del equipo verde reúne a todos y elige a Theo como subir líder.

—Prohibido perder —determina la pelirroja.

El juego comienza y todos se infiltran en el bosque, muchos se lo toman en serio y otros prefieren hacer nada como Becky. Los del equipo verde pierden a sus jugadores a paso acelerado, sólo quedan Theo y Joory quien no se despega del primero. El joven elimina a cinco del equipo rojo. Camina en la espesura del bosque sin pisar fuerte para no hacer ruido con la hojas caídas, de pronto divisa a uno del equipo contrario, apunta con la pistola de pintura directo a la espalda.

—Es Mario —susurra Joory.

—Lo siento —expresa Theo y dispara.

Mario salta de sorpresa, voltea y mira con dramatismo a su amigo.

—Hoy me habéis enterrado —imita el acento español y se tira al suelo.

Theo sonríe y camina en dirección contraria seguido por Joory.

🐝🐝🐝

Becky cierra sus ojos y respira el fresco aroma de la naturaleza. Ese olor fresco le recuerda a su madre, todo la lleva a ella. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué? Nunca la comprenderá, ni mucho menos la perdonará.

El crujido de las hojas la alertan y se esconde detrás de un grueso árbol. Mira a los costados y divisa a Theo y Joory. Curiosa se esconde y los mira sin hacer el menor ruido.
La pelirroja recibe un mensaje en su intercomunicador.

—¿Qué ocurre?

—Soldados caídos, solo quedan tú y Theo —comunica Rita.

—¿Y del equipo rojo?

—Sólo Becky.

El intercomunicador de Becky suena haciendo bastante ruido. La pareja se alerta. Theo voltea y Becky dispara, Joory se coloca delante del joven bloqueando el disparo con su pecho.

Becky resopla y se esconde en los arbustos. Theo inmediatamente la sigue dejando atrás a Joory. La pelinegra al escuchar sus pasos sale de imprevisto apuntando a Theo, mas él es rápido y la apunta también, ninguno parece ceder. Entonces Joory se acerca. Los ve mirarse fijamente y desafiándose intensamente con los ojos.

—¡Una serpiente! —grita Theo. Becky voltea asustada y tropieza en una piedra cayendo sentada, el joven aprovecha para dispararle, manchándole el chaleco de pintura verde.

Becky lo mira fulminante.

Joory sonríe de medio lado.

—Perdiste —la fastidia Joory.

Theo se acerca y le tiende la mano para ayudarla a ponerse de pie, pero la joven la golpea.

—Tramposo. —Se pone de pie y camina hacia el campamento. Theo sonríe de costado.

🐝🐝🐝

El sol empieza a caer poco a poco. El maestro de deportes y el tutor encienden la fogata con ayuda de Theo y Daniel. Luego de varios intentos lo consiguen.

—Hey muchachos vengan —llama el tutor.

Los jóvenes empiezan a salir uno a uno, y como era de esperar Joory se sienta junto a Theo.

Becky y sus amigas salen de la carpa, su mirada se cruza con la de Theo y la voltea demostrando su molestia.

—Ven por aquí. —Daniel toma de los hombros a Becky y la sienta junto a él—. Ponte esto, hace frío. —La cubre con su abrigo.

Theo observa sin querer y prefiere mirar a otro lado.

—¿Alguien sabe tocar guitarra? — pregunta el maestro de física.

—Yo sé. —Daniel la pide—. Sólo falta alguien que cante.

—Yo —dice Joory.

—¿Qué canción?

"Tú" de Noelia, en La menor.

La joven empieza a cantar al son de la guitarra, su voz capta la atención de Becky y la lleva al pasado.

Yo te esperaba, imaginando a ciegas el color de tu mirada...canta la señora Coleman, en medio de sus hijas. Joory se une a la canción.

—Qué bonito —aplaude Becky—. Me gusta mucho la canción.

—La cantaba mucho cuando las tenía en mi barriguita.

—¿Mamá por qué mi hermana sabe cantar y yo no? —riñe Becky.

—Porque salí a mamá y tú a papá —interviene Joory.

—Es cierto. —El señor Coleman ingresa a la habitación—. Nuestra Becky es buena en los instrumentos.

—¡Papá! gritan las niñas al unísono, lanzándose a los brazos de su padre.

—Guerra de cosquillas. —as acuesta en la cama y las hace reír junto a su madre.

El mismo color de voz —piensa Becky. Escuchar a Joory es como escuchar a su misma madre cantar. Los ojos se le tornan vidriosos, se levanta de golpe, deja caer el abrigo de Daniel y se retira a su carpa.

—¡Becky! —la llaman sus amigas.

—No vengan, solo tengo sueño.

Todos la miran alejarse. Theo la observa curioso.

🐝🐝🐝

—¡Todos arriba! —grita el maestro de deportes con una bocina.

Los jóvenes abren sus carpas somnolientos.

—¿Por qué tan temprano? —refunfuña Charlotte.

—Porque no tendremos tiempo para realizar todas nuestras actividades. ¡Vamos en marcha!

Las competencias entre los dos equipos continúan. Esta vez en juegos de resistencia de velocidad y otros más.

—¿Te estás divirtiendo? —Mario codea suavemente a Theo.

—Bastante.

—Mira que linda se ve Jane. —El rubio dirige su mirada a la pelirroja—. Iré a verla.

Theo lo detiene del gorro de la capucha.

—Recuerda las reglas, nada de encuentros amorosos, sino serás castigado.

—Déjalo en mis manos —guiña un ojo y va tras ella. Theo prefiere ir al estanque en medio del bosque.

🐝🐝🐝

Becky coge un racimo de uvas verdes y decide alejarse del campamento. Los mosquitos la fastidian volando a su alrededor y alimentarse de ella. De palmada en palmada los desaparece. Sin darse cuenta llega al estanque. Reconoce la espalda de Theo, está en cuclillas mojando sus manos en el agua. Sonríe maliciosa y camina sin hacer ruido. Estando muy cerca de él,
lo empuja con su pie. El joven cae sorprendido y se pone de pie, limpiando el agua de su cara.

—¿Estás loca? —refunfuña viendo a su victimaria.

La joven sonríe y camina de regreso.

Theo sale del estanque bastante molesto, camina lo suficientemente rápido y se interpone frente a Becky.

—Hey.

—¿Qué?, ¿te molesta? —Lo esquiva y continúa su camino. Theo se saca el polo mojado y coge del brazo a su compañera y la arrincona contra un árbol.

—Toma la responsabilidad, no puedo volver así al campamento.

Becky se sorprende por su reacción e intenta no mirar su tonificado abdomen.

A unos metros el maestro de deporte los busca y no tarde en dar con ellos. Ante la escena se sorprende y como era de esperar pensó incorrectamente.

—¡Hey! ¡¿Qué hacen?! —Corre hacia ellos—. Pequeños bribones, ¿cómo se atreven a romper las reglas?

—Maestro, no es lo que piensa. —Theo se apresura a explicar.

—Mis ojos ven perfectamente. ¿Quéue dirá tu padre de esto? —se dirige a la chica.

—Profesor, ¿cómo se atreve a pensar de tal modo? —responde indignada.

Un estornudo interrumpe la acecha, Theo parece haber obtenido las consecuencias de mojarse sudoroso.

—Encima juegan en el agua, terribles mocosos. Vengan en silencio tendrán su castigo.

Theo fulmina con la mirada a Becky.

Los chicos esperan aburridos a los faltantes.

—Oh ahí están —señala una chica de la segunda sección—. Un minuto, ¿por qué Theo está sin polo?

Joory mira con recelo a la pareja.

—¿Que hace ese tipito con mi reina? —Daniel pierde la fuerza en sus piernas.

—Maldita golfa. —Joory balbucea, llena de furia.

—Sus queridos compañeros han roto una de las reglas más importantes, ya se imaginan cual, por lo tanto recibirán su castigo sin más ni menos —interviene el profesor de deportes.

Los alumnos murmullan sin poder creer.

—Charlotte, ¿es realmente Becky?

—Jamás me hubiera imaginado que tenia algo con el guapito, Jane.

Las dos se quedan estáticas sin poder reaccionar.

— ¿Cuál era el castigo Tutor? — pregunta el maestro de deportes.

El tutor se limita a sonreír de costado.

🐝🐝🐝

Los platos parecen aumentar. Theo realiza el aseo de la cocina con rapidez a diferencia de Becky. El sonido de platos estrellados en el suelo es más frecuente.

—¿Es tan difícil lavar un plato? —El joven gruñe.

—No soy sirvienta para hacerlo.

—Es tu culpa que estemos aquí.

—Tú lo empezaste.

—Rayos.

Le da la espalda y busca un pañuelo para limpiar, lo hace en el dispensador.

— ¿Qué es esto? —Observa un objeto brillante, y lo saca con cuidado—. Es una gaita. —La limpia y se pierde en sus notas.

Al otro lado Becky escucha la melodía escocesa. Sus pies la dirigen a la otra habitación. Las melodías, aquella canción le recuerda a su madre. ¿Cómo puede sonar exactamente igual? Grandes gotas de lágrimas resbalan por sus frías mejillas. Theo toca el último acorde y nota la presencia de su compañera. Está apunto de hablarle mas su extraña expresión lo detiene.

¿Porqué llora?

Sin poder detenerlo un estornudo trae de vuelta a la chica, inmediatamente se seca las lágrimas y sale corriendo.

— ¿Terminaste tu castigo? —Daniel la intercepta. Becky sigue su camino—. ¡Espera! —La coge del brazo—. Ven conmigo —La lleva fuera del campamento.

Theo sale de la cocina buscando a Becky, revisa su carpa, mas solo ve a sus amigas. Levanta la mirada y la divisa junto a Daniel adentrándose en el bosque. Sus pies se caminan tras ellos sin saber porqué.

—¿Por qué me traes aquí? —Se suelta de su agarre.

—Mira esto. —Daniel presiona un pequeño control y una tienda parece iluminarse, dentro de ella muchos peluches.

A unos metros Theo se guía por las luces, se acerca y se esconde para no ser visto.

—¿Qué significa esto? —Se inquieta la joven.

—Decidí hacerlo aquí.

—¿Hacer qué?

—Confesarme, no ignoras lo que siento por ti, te conozco y me conoces hace años, nadie más que yo puede comprenderte. ¿Vas aceptarme? —La toma de los hombros.

Theo siente incomodidad, se arrepiente de haberlos seguido, da un paso para regresar, mas la voz de la joven lo detiene.

—Aunque jamás te lo he dicho, eres valioso para mí Daniel. —El joven sonríe ilusionado—. Tiempo atrás quizá te hubiese aceptado, porque no había nadie mejor que tú. Pero ahora es distinto —su sonrisa se desvanece poco a poco—. Ahora existe alguien más que le ha puesto sabor a mi vida.

—¿Quién? —titubea su amigo.

La curiosidad se intensifica en Theo.

¿Porque me interesa saber quien es?

Lo siento Daniel. —La joven regresa al campamento.

Daniel se mete en la tienda desalentado mientras Theo sale de su escondite, volviendo al campamento.

🐝🐝🐝

—Jóvenes hoy es el último día, daremos un paseo en la ciudad —dice el tutor.

Todos se apresuran a subir al bus, emocionados

Visitan cada hermoso lugar de la capital de Escocia. El castillo de Glamis, el lago nes, skye y glencoe.

Terminan en el mirador más grande de Edimburgo.

Suben contentos y agotados también.

El resfrío de Theo parece empeorar.

—Te compré estas pastillas. —Joory se apresura a dárselos.

—No debiste molestarte.

—No es ninguna molestia.

—Gracias —estornuda.

El click de los teléfonos celulares suenan uno tras otro. La vista es hermosa, y de noche mejor.

Becky se sitúa lejos de los demás, observando la hermosa ciudad, sin darse cuenta Theo se aproxima, estornudando vez tras vez, realmente se ve mal. Se apoya en la pared. Becky vacila si debe ayudarlo o no.

—Hey.

—Qué.

—El aire es muy fuerte aquí.

—Por eso estoy bajando.

Ella va tras a él hasta que llegan a la segunda planta. Acerca su mano a su frente y la compara a la suya.

—Tienes fiebre, estás pestoso.

—¿Pestoso?

—No quiero contagiarme, volveré.

—Es tu culpa mi estado ¿y me llamas pestoso? —Se aproxima a ella a pocos centímetros.

Sus mejillas están rojas al igual que sus labios. No luce nada bien. Y Becky odia estar enferma.

—No te acerques, pestoso.

—Vas a enfermarte también, debes sufrir al igual que yo.

—Soy inmune.

—Eso lo veremos.

Se acerca a ella, la toma del rostro y pega sus labios a los suyos.

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