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A-B-C-D, over and over again

Nayeon jadeó y se dejó caer sobre el piso frío de la sala de prácticas. Estaba cansada y agitada, pero sobre todo frustrada. Llevaba ya tres días ensayando con los bailarines, y la grabación del videoclip estaba a poco menos de una semana de distancia. El tiempo era exacto, si en Corea ya lo era, al estar grabando todo en Los Ángeles el cronograma de trabajo era más estricto aún.

Había aceptado realizar todo en el extranjero porque le pareció una buena oportunidad de conocer el sistema de trabajo de los bailarines americanos, y además, salir un poco de la rutina de grabar en un set. Cuando su manager le presentó la propuesta le pareció increíble: se quedaría en Estados Unidos dos semanas más luego de acabar su último concierto, de las cuales una estaría dedicada a ensayar con los bailarines y una a grabar el videoclip y todo el contenido extra que se necesite para prensa. Aceptó de inmediato, más cuando su única petición fue concedida: que Momo se quede con ella.

A nadie le pareció raro, sabían que la japonesa y ella eran inseparables, más aún desde que vivían juntas, y los directivos de JYPE esperaban que la presencia de su mejor amiga ayude a Nayeon a no estresarse tanto como con su primer álbum. Al final, resultó que Momo era demasiado dormilona como para acompañarla a sus compromisos por las mañanas, y totalmente nula en el inglés como para sentirse cómoda en las entrevistas, por lo que su función se basó en convertir las noches de Nayeon en una pijamada constante.

Al menos, eso creían todos.

Nayeon y Momo llevaban seis meses saliendo a escondidas de todos los de la empresa, incluso de sus compañeras de grupo. Los sentimientos mutuos se cocinaron a fuego lento desde que se mudaron juntas, tiempo en el cual descubrieron detalles de la otra que nunca antes habían visto. A Nayeon le fascinaba ver a Momo cocinar con tanta concentración, su cabello despeinado cuando se despertaba, la costumbre que tenía de comprarle flores sin motivo, y la sonrisa genuina en su rostro cuando Boo hacía un gesto tierno. Momo, por su parte, descubrió que adoraba la forma en la que Nayeon fruncía los labios cuando quería conseguir algo, la paciencia infinita que mostraba con sus mascotas, su manía de andar con pijamas tal vez demasiado cortos en la casa, y el hecho de que cuando dormía se acurrucaba contra su pecho sin pensarlo.

Todo se desató una noche de la gira en la que, al llegar a un nuevo país, encontraron un error en la reservación y tenían una habitación menos. Las chicas estaban ya acostumbradas a tener cada una su propia habitación de hotel cuando viajaban; sin embargo, ese día no había ningún otro espacio libre, y no había posibilidades de mover a todo el equipo hacia otro hotel. Nayeon y Momo se ofrecieron a compartir, pese a que solo había una sola cama. A nadie le pareció raro, vivían juntas y eran prácticamente inseparables, por lo que su mánager agradeció el gesto y las dejó en su habitación.

Esa noche Momo le robó un beso a Nayeon por primera vez. Esa noche Nayeon le dijo que la quería, y que no podía seguir fingiendo que solo la veía como amiga, porque lo que sentía por ella quemaba por dentro y rogaba por salir. Ambas estaban un poco nerviosas, en sus planes no estaban enamorarse de su mejor amiga y compañera de trabajo luego de tantos años, pero decidieron darle una oportunidad a lo que estaban sintiendo.

Desde ese momento, Nayeon esperaba con ansias al final del día para poder volver a casa con su novia, y dejar de pretender frente a todos que lo que tenían era solo una amistad. Habían acordado esperar por lo menos un año para contárselo a las chicas, y después verían qué seguía. A ambas les pareció adecuado esperar todo ese tiempo, debido a que la situación laboral era muy particular y comprometedora. No querían problemas, y tampoco querían crear incomodidad en el grupo. Pese a todo, eran felices juntas. Encontraron la una en la otra no solo una pareja, sino apoyo y contención. Momo tenía en Nayeon a su hogar lejos de su país, y para la mayor, la japonesa era su motivación para esforzarse el doble en el trabajo y así volver pronto a casa.

Es por eso que lo único que quería Nayeon para poder trabajar tranquila en Los Ángeles era la compañía de su otra mitad. Momo había sido de especial ayuda cuando todo se complicó al conocer a los bailarines, y sus besos nocturnos la ayudaban a despejarse del estrés de su comeback. Desde que le presentaron la coreografía y el concepto, a Nayeon le encantó. Era algo totalmente diferente a lo que había hecho Twice hasta ese momento, y estaba emocionada de que se le permita presentar un lado más maduro y sexy. Sin embargo, apenas pudo pensarlo con detenimiento, tuvo miedo. El baile nunca había sido su especialidad. Si bien había sido correctamente entrenada para ello, se consideraba a sí misma una vocalista sobre todo. Su nueva coreografía incluía hip hop, un estilo que había probado muy poco y solo durante sus años de aprendiz, y sobre todo representaba un reto a nivel de performance. Requería mucha actitud de su parte, y su personalidad introvertida le jugaba en contra.

Pensó que lo tenía todo controlado luego de aprender la coreografía en clases privadas, pero apenas llegó el momento de ensayar con los bailarines, todo fue a peor. La empresa había contratado a bailarines de alto nivel de Los Ángeles, especializados en ese tipo de puesta en escena. Nayeon se sentía torpe a su lado, y no podía evitar avergonzarse al notar que, aunque era ella la idol, estaba en notoria desventaja al lado de aquellos artistas. No podía concentrarse en cantar a la vez porque ponía todos sus esfuerzos en verse a la par que ellos, y eso resultaba en que se olvide de interpretar y termine siendo una coreografía bien ejecutada, pero que no lograba transmitir la verdadera esencia de la canción. Sumado a eso, se sentía muy tímida para utilizar el inglés que había aprendido en sus recientes clases, y le daba mucha vergüenza tener que llamar constantemente a su traductor, por lo que prefería evitar conversar y en los descansos se sentaba sola con su celular, en un intento de no perder la poca calma que le quedaba.

Era ya el tercer ensayo, y definitivamente no estaba resultando como quería. Nayeon lo notaba en la cara de sus supervisores, sabía que no estaba logrando lo que se tenía planeado, y la abrumaba saber que el tiempo se acababa. Cuando el coreógrafo notó su evidente cansancio y les indicó que podían descansar, corrió a la esquina del estudio donde había dejado su botella de agua y su celular. Vio que su traductor le hacía señas desde el otro lado del lugar, preguntando si necesitaba su ayuda, pero Nayeon negó con una sonrisa y marcó el número de su novia.

—Amor —susurró apenas le contestó. Nadie ahí hablaba coreano, así que se sentía segura-. Ya no quiero hacer esto.

—Nay, ¿qué pasó? ¿alguien te ha hecho algo? —la japonesa sonaba preocupada al otro lado de la línea.

—No, no. Es que... —su voz se quebró, pero se contuvo para no llorar frente a los bailarines—. No puedo, Momo. No lo hago bien. Todos aquí son mejores que yo, y siento que solo estoy arruinando esto.

—Respira, bebé. Inhala conmigo —Momo esperó a escuchar la respiración de su novia, y continuó—. Eso es, amor. Tranquila. Háblame despacio, dime lo que estás sintiendo.

—Sé que todos esperan mucho más de mí, pero en serio no sé qué más hacer. Es muy, muy difícil. Sabes que no estoy acostumbrada a bailar...

—Pero el video que me mostraste ayer estaba muy bien. Ya tienes la coreografía, ahora lo que tienes que hacer es confiar en ti. Los pasos te salen bien.

—Parezco un robot. No puedo relajarme porque estoy concentrada solamente en que no se me vea mal, en no equivocarme en nada, y me olvido de todo lo demás —sollozó despacio—. Esto debería ser para ti, amor. Solo puedo pensar en que tú lo harías increíble y que yo no me merezco nada de esto.

—No digas esas cosas. Te mereces esto más que nadie, Nay. Tú nos demostraste que se pueden hacer proyectos increíbles en solitario y que eso no afecta en nada nuestro desempeño como grupo. Tú abriste las puertas a todo lo que hemos hecho las demás en estos dos últimos años, fuiste tú quien propuso frente a la empresa que se trabaje nuestro crecimiento como artistas fuera de los conceptos de Twice. Te mereces todo y más, porque trabajas duro y te esfuerzas como nadie. No te preocupes por la coreografía, ya la tienes. Solo falta que lo sientas.

—No sé cómo hacerlo —susurró—. Y ya no queda tiempo. Quisiera estar contigo ahora.

Momo tarareó mientras pensaba. Quería ayudar a su novia como sea, sentía que no estaba haciendo lo suficiente para apoyarla en su trabajo, aunque la coreana le asegure que todo lo que necesitaba para estar bien era pasar cada noche entre sus brazos. Momo quería hacer todo lo que estuviera en sus manos para que Nayeon sea feliz, y eso incluía apoyarla en el trabajo. Se quedó en silencio unos segundos, y cuando escuchó a Nayeon llorar despacio, se le rompió el corazón.

—Bebé, no llores —la mayor sollozó más fuerte, y Momo comenzó a desesperarse—. Escúchame, mi amor, necesito que te calmes y me escuches. ¿Puedes intentarlo? Vamos, respira despacio.

—Sí —susurró con un hilo de voz.

—Bien. ¿Cuántos ensayos te quedan?

—Hoy y mañana, y el general con vestuario en dos días, pero sólo serán dos pasadas.

—¿Hay posibilidad de que dejes que los bailarines se vayan a casa temprano hoy?

—Pero necesito practicar. Ellos ya lo tienen, el problema soy yo, pero hay mucha interacción en la coreografía, no puedo cancelar en ensayo y ya. Siento que les estoy haciendo perder el tiempo.

—Tú vas a seguir ensayando hoy, pero quiero que les digas a todos que se vayan en media hora. Incluyendo a la mánager unnie.

—¿Qué estás hablando? Esto es serio, Momo.

—Claro que lo es. En media hora estaré ahí, dile al equipo que me envíe un taxi porque no sé decir otra cosa que no sea hello.

—¿Qué...?

—Amor —la interrumpió—, me trajiste aquí para que pueda apoyarte, y no he hecho nada por ti.

—Has hecho mucho —susurró, su voz juguetona de repente.

—No me refiero a eso —rio suave—. Necesitas ayuda con el baile, yo puedo bailar. Vas a ensayar toda la tarde conmigo y no nos iremos hasta que no estés confiada y segura con lo que estás haciendo.

Nayeon suspiró y cerró los ojos. Momo siempre sabía qué hacer para darle paz.

—¿Estás segura? No quiero molestarte.

—¿Crees que me molesta tener horas de horas a mi novia bailando solo para mí? —escuchó la risa de Nayeon, y sonrió al saber que su chica se estaba tranquilizando—. Tranquila, mi amor. Vamos a resolverlo juntas, ¿está bien? No estás sola, nunca lo estarás.

—Te amo —susurró, tímida.

—Yo te amo más. Ya, cuelga y dile a todos que se pueden ir ahora. Bueno, que se tienen que ir. No quiero encontrar a nadie cuando llegue, te tienes que concentrar.

—Sí, señora.

—Y me avisas lo del taxi, porfa. Pero que de verdad no me intente hablar porque si me pregunta qué es lo que más me gusta de Los Ángeles, probablemente le termine diciendo perra en vez de playa.

Nayeon rio más fuerte, y Momo se tranquilizó al saber que había logrado calmarla y ponerla de buen humor.

—Ya, está bien. Te veo en media hora.

—Hasta dentro de un rato, preciosa.

—¡Espera, espera! No cuelgues.

—¿Pasó algo?

—Gracias, Momo. Te amo tanto.

La mayor colgó con una sonrisa, sabiendo que su novia seguramente tenía una las mejillas rojas y el corazón latiendo a mil por hora.

Nayeon estaba sentada en el centro de la sala de baile. La última persona que quedaba, su mánager, la había dejado cinco minutos atrás luego de darle mil advertencias. Sabía lo caóticas y desastrosas que eran Nayeon y Momo cuando estaban juntas, su casa era prueba de ello, y tenía miedo que hagan algún desorden que las meta en problemas. La cantante le aseguró varias veces que sólo quería ensayar a solas con su amiga, que no por nada era considerada la mejor bailarina del k-pop, y finalmente su mánager terminó cediendo, no sin antes recordarle que las estaría esperando en una cafetería cercana y que al menor indicio de problemas iría corriendo a sacarlas.

Nayeon también se aseguró de que ninguna de las cámaras de seguridad de esa sala de baile estén activas. No entendía muy bien el por qué, pero Momo se lo había indicado por mensaje, así que decidió hacerle caso. Al fin y al cabo, pensó que era por precaución, serían varias horas de video de dos integrantes de Twice, y prefería que nadie las esté grabando. No conocía a ese estudio de baile, y si tenía en cuenta algunas malas experiencias anteriores, imaginaba por qué Momo desconfiaba.

Llevaba ya unos minutos absorta en su celular cuando la puerta se abrió suavemente. Su novia entró con un pantalón holgado, un hoodie que le quedaba enorme, y una gorra para el sol. No traía maquillaje, y a Nayeon le encantaba eso. Sabía que Momo no se sentía muy cómoda con que se la vea así en público, pero la coreana se derretía por ella cuando la veía sin maquillar y con las casi imperceptibles pecas de sus mejillas y nariz. Volteó en dirección a ella, levantó los brazos y puchereó. Momo dejó sus cosas a un lado y se apresuró en abrazarla con fuerza.

—Ay, amor —Nayeon suspiró y su voz amenazó con quebrarse de nuevo—. Estoy en crisis.

—Estoy aquí para solucionarlo, vamos a trabajar en esto juntas, ¿está bien? —la mayor asintió y la miró a los ojos. Momo se debilitó al tener tan cerca sus labios rosados— ¿Las cámaras están apagadas?

—Sí.

—Bien.

Se inclinó y le dio un beso suave. La sostuvo entre sus brazos y la besó con calma y amor, con todo su esfuerzo puesto en demostrarle que con ella estaba segura. No importaba qué tan terrible le pareciera la situación, su novia estaría siempre para hacerla sentir mejor. Luego de unos segundos, la coreana se separó con una risa suave.

—¿Para esto querías que corte las cámaras, verdad?

—En parte —le guiñó un ojo-. Después te enterarás el resto. Ahora, a lo que vinimos.

Nayeon suspiró fuerte y dejó caer su cabeza.

—Está bien —se quejó, derrotada— Ilumíname.

—Primero quiero verte bailar, ¿puedo?

—Me da vergüenza.

—¿A qué vinimos, entonces?

—Pero... si me vas a estar viendo...

—Tú solo baila como lo estás practicando, ¿ok? Quiero entender qué es lo que te molesta.

Nayeon bufó y se puso de pie.

—Está bien. Pon la música en mi celular, está conectado a los parlantes.

Momo se sentó en el sofá que había en un extremo de la sala, pegado a la pared frente al espejo. Esperó a que Nayeon se ponga en posición, y reprodujo la canción. La mayor rápidamente se concentró y comenzó a bailar, con todos sus esfuerzos puestos en ejecutar bien cada paso. Momo la miró con detenimiento, y no tardó mucho en ver qué era lo que pasaba. Nayeon estaba tan absorta en no equivocarse que la coreografía le salía técnicamente perfecta, pero no expresaba absolutamente nada. La canción hablaba sobre deseo y seducción, la seguridad de saber que vas a conquistar a alguien, y los movimientos de su novia no reflejaban nada de eso. Ni siquiera la había mirado a los ojos en ningún momento, y en las partes en las que tenía uno o dos tiempos libres para coquetear con la cámara, tenía la mirada perdida o peor aún, fija en el piso. Esperó a que termine y la llamó para que se siente junto a ella en el sofá.

—¿Y bien? —la mayor susurró, agitada.

—Amor, la coreografía está bien. No tienes nada más que practicar en eso, te la sabes y está bien ejecutada.

—¿Entonces?

—No estás interpretando. Lo que cantas dice una cosa, pero tu cuerpo dice otra. Es por eso que sientes que no queda bien.

Nayeon se encogió en el sofá. Llevó sus rodillas a su pecho y abrazó sus piernas.

—¿Y eso cómo se arregla?

—Tú ya sabes cómo interpretar, Nay. Siempre lo has hecho bien, desde que debutamos. Creo que esta vez no estás pensando en lo que dice la canción, y por eso te cuesta conectar.

—¿Cómo lo hago?

Momo pensó unos segundos. Su novia tenía la mirada fija en ella, con sus ojitos brillantes esperando una respuesta. Sabía que sería difícil lograr que la mayor exponga su lado sexy y audaz, pero Momo sabía perfectamente que ese lado existía, y estaba determinada a lograr que vea la luz.

—¿Qué es para ti el baile, Nay?

—¿Eh?

—Sí, eso. Si te preguntan qué es bailar, ¿cómo lo definirías?

—Pues... moverse al ritmo de la música, supongo.

—Sí y no. Esa es una definición muy limitada. Moverse al ritmo de la música, ejecutar una serie de pasos, seguir cierta técnica para conseguir un movimiento, todo eso es lo que estás haciendo, pero no lo es todo. Bailar va mucho más allá.

—¿Entonces...?

—Bailar es hacer la música visible. Todo eso que quieres transmitir en tu canción lo puedes decir con palabras. Ahora, ¿cómo lo comunicarías si no se pudiera escuchar? Es ahí a donde tienes que apuntar, amor. Lo mismo que estás diciendo con tu boca lo tiene que expresar tu cuerpo. Tienes que hacer que todo eso no solo se escuche, sino que se vea, y que quede claro de ambas formas.

—¿Y cómo se hace eso?

Momo suspiró y se llevó una mano al cuello, mientras pensaba en la mejor forma de explicárselo con palabras. Para ella era natural. Cantar se le complicaba, pero el movimiento fluía por su cuerpo como si hubiera nacido con ello. Nunca había tenido que esforzarse en comunicar mediante su baile, y le costaba encontrar las palabras precisas para ayudar a su chica. Nayeon la miraba expectante, con todas sus esperanzas puestas en ella.

—Ehm... ¿sí sabes lo que dice la letra, verdad?

La mayor rodó los ojos.

—No soy tan estúpida, por si acaso.

—No me refiero a eso. Lo que quiero decir es que lo que tienes que hacer es entender exactamente qué es lo que estás cantando, y ponerle esa intención a tu baile.

—¿Por ejemplo?

—Mmm, bueno, la canción es sobre seducir a alguien. No solo eso, es sobre estar completamente segura de que vas a seducir a alguien, que consigues todo lo que quieres. Esa misma confianza la tienes que transmitir en el baile. No es lo mismo caminar hacia el frente solo por hacerlo que caminar con la intención de coquetear. No sé si me estoy explicando bien.

Nayeon asintió, despacio. Entendía lo que le decía Momo, pero no sabía cómo llevarlo a la práctica.

—¿Y cómo logro hacer eso?

Momo la miró unos segundos. Nayeon tenía un top rojo de tiras que exponía la parte superior de sus pechos, y un pantalón ancho de tiro bajo que dejaba al descubierto todo su abdomen trabajado. Sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo, sus labios rosas eran abultados y suaves, y sus ojos brillantes eran la mezcla perfecta entre dulzura y coquetería. No era posible que esa mujer no fuera consciente de lo sexy que era. Toda ella transmitía lo que la nueva canción quería decir, y se lo había demostrado bien en sus momentos a solas, pero necesitaba darle un empujón de confianza suficiente para que deje salir esa faceta en público. Se puso de pie, la tomó de la mano y la llevó al centro del salón. Nayeon obedeció, confundida, más aún cuando su novia jaló una silla y la puso frente al espejo.

—¿Qué haces?

—Vas a volver a bailar, pero esta vez no quiero que pienses en la coreografía, ¿está bien?

—Pero...

—No, nada. Ya te sabes la coreografía y eso no está en discusión. Quiero que me mires a los ojos y cantes.

Nayeon se sonrojó al instante.

—Momo...

—Hazme caso, amor. Vas a hacer todo lo que sabes pero con dos condiciones. Primero, no quiero que quites tus ojos de mí en ningún momento. Y segundo, coquetéame. Cántame de verdad, dime a mí todo lo que dice la canción.

—Me da vergüenza.

—Vamos, Nay. De todos modos tendrás que hacer esto en televisión, y quiero que sepas que de verdad puedes ser sexy y seductora. Eres maravillosa, perfecta, solo tienes que creerlo. Eres capaz de seducir a quien quieras.

—Yo solo te quería seducir a ti, y listo.

Momo rio.

—Quiero que cantes pensando en mí, ¿está bien? Sedúceme. Mírame a los ojos y dime que es imposible que no me enamore de ti.

La vio dudar, así que decidió darle un pequeño empujón. Se acercó con una sonrisa y le puso las manos en las caderas. La atrajo contra su cuerpo, y la mayor jadeó suave. Momo suspiró y llevó sus labios a besar su cuello con suavidad, mientras sus manos se deslizaban lentamente hacia su trasero.

—Hazlo como cuando estamos solas en nuestra casa -susurró en su oído—. Como cuando te despiertas con ganas y me besas en la cama hasta que logras que te haga mía —Nayeon gimió fuerte ante las sucias palabras, y la japonesa sonrió con confianza—. Como cuando llego cansada del trabajo, pero te encuentro en mi habitación con esa lencería roja que tan bien te queda y soy incapaz de decirte que no —le dio un apretón en el trasero—. Eres mi pequeña traviesa, mi chica sexy que consigue todo lo que quiere. Baila para mí y déjame claro a quién le pertenece mi corazón.

El corazón de Nayeon se aceleró. Ya no pensaba coherentemente, movió el rostro e intentó atrapar los labios de su novia en un beso. Momo fue más rápida y retrocedió, la soltó y fue a sentarse sobre la silla, dejándola acalorada y sonrojada en medio de la sala de baile.

No le dio mucho tiempo de reaccionar. Le regaló una sonrisa coqueta y llena de amor, y Nayeon asintió con suavidad mientras se acomodaba la ropa. Se puso de espaldas y esperó a que su novia reproduzca la canción. Cuando la música llenó la sala y la coreana volteó, Momo supo que había hecho exactamente lo que su novia necesitaba.

slow mo, te veo mirándome y me gusta...

Nayeon caminó hacia ella mientras le sostenía la mirada. Balanceaba sus caderas con el equilibrio perfecto entre técnica y sensualidad, y miraba a Momo como si fuera una presa, lista para ella. La japonesa suspiró y se mordió el labio inferior sin pensarlo, lo que hizo que a su novia se le escape una sonrisa de satisfacción.

no más, esperar a que te acerques no es una opción...

La mayor ejecutaba la coreografía a la perfección, pero además estaba ese toque extra que tanto había buscado. Momo sentía su corazón acelerado, en parte por la actitud seductora de su chica, y en parte por el orgullo de que lo haya logrado. Se notaba que Nayeon se estaba esforzando, pero no podía distinguir si era por hacer bien la presentación, o porque realmente quería seducir a Momo. Sea como sea, a la menor no le importaba. Tenía a su novia bailando solo para ella, y con el brillo particular en sus ojos que salía cuando intentaba llevarla a la cama. No había escena más perfecta que esa.

escúchame ahora, vas a ser mía

cada vez que me mires, te enamorarás más profundo...

La japonesa cruzó las piernas y se recostó sobre la silla, disfrutando del espectáculo. Sus ojos oscuros y penetrantes hacían que Nayeon se ponga nerviosa, en especial cuando esa sonrisa coqueta se rompió porque Momo pasó la punta de su lengua con lentitud por su labio inferior. Nayeon suspiró, pero no se detuvo. Tomó el gesto como un incentivo para esforzarse más. De repente, todos el estrés por el comeback había desaparecido. Es más, ni siquiera recordaba que estaba ensayando. En su mente solo existía Momo, y estaba dando todo de sí para lograr atrapar a esa belleza que se la comía con la mirada.

no es necesario hablar, múevete hacia donde nos lleven nuestros sentidos...

La coreografía se le hacía eterna. Quería lanzarse a los brazos de Momo, no entendía la facilidad con la que la provocaba y la dejaba ansiosa por más. Su novia la miraba con deseo y admiración, y Nayeon estaba encantada por lo que provocaba en ella. Sabía perfectamente cómo hacer que esa chica bonita coma de la palma de su mano, y amaba sentirse adorada y protegida por ella. Estaba muy enamorada, tanto que no podía pensar con claridad. Para ella, Momo era el ser más perfecto del mundo. Bailó como si la canción hubiera sido escrita solo para que ella pueda cantársela a su chica, bailó con confianza y sensualidad, conocedora de lo que causaba en la mujer de sus sueños. La mirada fija de su novia la tenía nerviosa y necesitada, y en pocos segundos decidió que no podía seguir esperando, mucho menos a regresar al hotel. Cuando llegó casi al final de la canción, no pudo aguantar más. Caminó hacia Momo con pasos seguros y se sentó a horcajadas sobre ella. La menor abrió los ojos con sorpresa, pero reaccionó al instante y la sujetó por las caderas para darle estabilidad. Nayeon se inclinó para cantarle al oído con voz ronca.

I don't care and I like —empujó su pecho hacia en frente para rozar su cuerpo con el de su novia-. A to Z, you're my type.

Momo enredó una de sus manos en el cabello largo de su chica y la dirigió para poder besarla. Nayeon se retorcía en su regazo mientras la música terminaba de sonar, y tener la voz de su novia en los parlantes mientras la besaba con rudeza era más sexy de lo que se imaginó que sería. Pensó que tal vez desde ahora le pediría poner alguna de sus canciones cuando la tenga en su cama, pero Nayeon la regresó a la realidad cuando, sin detenerse a juegos previos, tomó una de sus manos y la dirigió al elástico de su pantalón. La menor jadeó al darse cuenta de la silenciosa petición.

—¿Estás segura?

Nayeon asintió.

Te enseñaré cómo enamorarte —susurró sobre sus labios, y Momo deslizó su mano derecha dentro de su ropa deportiva, mientras que con la otra rodeaba su cuerpo delgado por la cintura. El pantalón era suelto y ancho, y Nayeon separó más las piernas al sentir a su novia, por lo que tuvo suficiente espacio para acariciarla.

No la provocó, encontró el borde de su ropa interior y al instante metió la mano. La coreana gimió agudo, y Momo se sorprendió por la cantidad de humedad que encontró.

—Tan mojada, bonita —jadeó—. Siempre estás así de lista para mí, ¿verdad?

Nayeon se meció contra sus dedos, desesperada por las caricias lentas que le daba su novia. Los finos dedos jugaban con sus labios vaginales, ignorando su clítoris duro y su entrada ansiosa. Sentía como sus paredes se contraían en el aire, y se sentía vacía y necesitada de ser llenada por Momo.

—Deja de jugar —gimió cuando Momo obedeció y comenzó a frotar su clítoris con rapidez—. Méteme los dedos.

La menor sonrió, totalmente complacida ante la confianza de su novia. Usualmente le costaba mucho que sea así de explícita y decidida, incluso en sus momentos más atrevidos. Obedeció al instante, quería consentir a su chica favorita. La penetró con tres dedos de golpe, y Nayeon tiró la cabeza hacia atrás ante la inesperada intromisión. Su interior estaba tan húmedo y apretado como siempre, y a Momo se le hizo agua la boca con deseo de desnudarla y chuparla en ese mismo instante.

—Móntame —ordenó y le pasó la punta de la lengua por el cuello.

Nayeon se sostuvo con una mano en el hombro de Momo, y con la otra levantó su top para liberar sus pechos, con una sonrisa traviesa en el rostro. Comenzó a dar pequeños rebotes sobre su regazo, encantada de tener la mirada de su novia fija en sus pezones duros, con esa expresión hambrienta que la volvía loca. La música había dejado de sonar y ahora todo lo que llenaba el ambiente eran los gemidos suaves de ambas, y el sonido húmedo de sus pliegues siendo invadidos por la japonesa.

—Eres tan sexy —Momo jadeó en su oído—. Eres perfecta, mi amor. Mírate, por favor.

La mayor levantó la vista y se encontró con el gran espejo de la sala de baile frente a ella. El cuerpo de Momo la cubría en parte, pero podía ver claramente sus pechos rebotando y su rostro sonrojado y jadeante. Sus mejillas quemaron aún más, nunca se había visto en una situación tan vulnerable, pero ver a través del espejo cómo Momo se inclinaba para besarle el cuello la encendió y la animó a saltar con más fuerza sobre sus dedos.

—Vas a hacer que me corra -susurró con esfuerzo sin dejar de mecerse.

—Córrete, bebé. Dámelo todo.

Escucharla fue el último impulso que necesitaba para dejarse llevar por completo. Tomó más velocidad, rebotó con fuerza sobre el regazo de su novia, y gimió más fuerte cuando la menor se inclinó y atrapó uno de sus pezones entre sus labios. Se movió con desesperación, hasta que sintió que el placer le recorría la columna y explotaba con más humedad sobre la mano de Momo. Arqueó la espalda, gimió fuerte y dejó que su orgasmo la domine por completo mientras su novia la sostenía.

Se quedaron en silencio unos segundos. Momo acariciaba sus pliegues con delicadeza y cariño, mientras le daba besos suaves en los hombros. El corazón de Nayeon se llenó de calidez al sentir la suavidad con la que era tratada. Luego de unos minutos de suaves caricias y besos perezosos, Momo retiró la mano y la miró a los ojos.

—¿Qué tal lo hice? —musitó la mayor.

—Nunca te había visto bailar así en toda tu vida.

Una sonrisa engreída llenó el rostro de Nayeon.

—Bueno, ahora te necesito al lado de la cámara cuando grabe el video. No es broma. Y también voy a solicitar un camerino privado para las dos.

Momo sonrió y la besó de nuevo.

—Lo que quieras, mi artista preciosa.

HOLAS, espero que les haya gustado este one shot <3 amé demasiado el comeback de mi Naye, de verdad la quiero y admiro muchísimo, significa demasiado para mí. Y bueno, ya saben que aunque no shippeo Namo, son mi ultimate visual power couple, de verdad preciosas y perfectas ambas, así que necesitaba hacer esto sí o sí. Los tkm, gracias por esperar y leerme!

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