Capítulo Dos: Felicidad.
Habían pasado alrededor de cuatro años cuando Kageyama Tobio se enteró de que estaba embarazado y que su novio lo había abandonado. Fue un shock bastante fuerte para el menor enterarse que la única persona en la que confiaba se había ido.
Salió de su trabajo mientras se estiraba, su cuerpo pesaba pero agradecía que terminara a las cuatro de la tarde, valía la pena para volver a casa pronto con sus mejores amigos.
Recordaba como peleó con Miwa en el hospital una semana después de que su ex se escapara a otro lugar en el mundo, ella quería deshacerse de esa cosa que crecía en su interior. Kageyama era un fiel creedor de que el aborto era libre y para quienes quisieran pero... él aún sin hogar al cuál volver eligió a ese ser que crecía en su interior, su determinación lo llevó lejos y estaba feliz de decir que no luchó sólo ese tiempo.
Su hermana lo botó de la casa alegando que le abriría las puertas si daba a su hijo en adopción, se negó.
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A sus 17 años Kageyama Tobio estaba en su séptimo mes de embarazo, nadie en Karasuno habían vuelto a saber de él; nadie en general; había dejado el vóleibol, había dejado la escuela, había dejado de hablar con todos. Sus días en fiestas se habían acabado, su estilo liberal de vida se veía atado a una nueva vida.
Tsukishima Kei mimaba su vientre mientras le decía cosas al bebé, Yamaguchi Tadashi le daba mimos a su novio amando verlo en ese estado. El rey se había vuelto una parte importante en la vida de esos dos chicos que tenían un año más que él.
— Quiero que se llame Kei. —Dice el de anteojos mirando al ojiazul con seriedad, éste rodó los ojos y negó con su cabeza.
— Ya te dije que sería una mezcla entre mi nombre y el de Hinata, entiendo que estén enojados con él... También lo estoy, pero entiendo el por qué de sus acciones, debió haber estado muy asustado cuando se enteró. —Kageyama no trataba de suavizar el tema, claro que no, solo decía entenderlo, porque sus padres lo abandonaron a él y a su hermana cuando nació, su abuelo fué su único amigo todo un tiempo hasta que falleció.
— Algo como... Tosho o quizá Bioyo. —Habla Yamaguchi con su voz suave, dejando de mimar el cabello del rubio para levantarse del sofá donde estaban los tres, Tsukishima chasqueó su lengua y miró a otro lado molesto.
— Shoto... Kageyama Shoto. —Susurró algo avergonzado, tocando su vientre suavemente, el niño rápidamente dando patadas, era demasiado inquieto, podría jurar que su hijo sería futbolista.
— Shoto... Cómo el actor que hace de Todoroki en Boku no hero acamedia... Hablando de ese actor, se parece a ti. Creo que tu hijo sufrirá abuso por ello. —Habló Tsukishima con su lengua venenosa, la ironía en cada palabra que salía de su asquerosa boca.
— Cállate, maldito cuatro ojos. —Entre dientes respondió Tobio mirándolo con enojo.
— Chicos, no se pongan infantiles, intentemos tener un domingo tranquilo antes de que nos separemos el resto de la semana. Será Kageyama Shoto... —Murmuró una vez Yamaguchi, separando a su novio de Kageyama quien se acomodó en el sofá. — ¡Shotoooo! —Gritó luego de un silencio; Yamaguchi; intentando imitar a Endeavor cuando va a ver a su hijo. Kageyama no aguantó y se levantó para seguir al peliverde quién reía mientras corría por la sala. Tsukishima soltó un suspiro y comenzó a recoger las cosas en las que habían comido.
— Kageyama, no te muevas tanto, recuerda que el doctor dijo que debías descansar. —Dice antes de salir de la sala para ir a la cocina.
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No pudo evitar reír ante sus recuerdos, el como Yamaguchi daba todo de sí trabajando y estudiando en la universidad para ayudar a Kageyama o como Tsukishima había luchado para entrar en un equipo profesional de vóleibol sin dejar la universidad y el trabajo de la noche.
Miró el cielo que comenzaba a nublarse, en sus audífonos se podía escuchar la canción de mother mother, Arms Tonite. Recordaba a Yamaguchi cantándole a todo pulmón a Tsukishima esa canción un día domingo, los domingos eran los únicos días que antes podían verse. Ahora que Kageyama también trabajaba podía aportar mucho a la casa que compartían y no podía negar que hubo noches en las que se encontraba durmiendo entre los brazos de ambos.
No tenían una relación poliamorosa, sólo una noche por curiosidad habían tenido un trío que los llevó a reír por horas ya que habían terminado rompiendo la cama.
Kageyama Tobio tenía cuatro años en su memoria de momentos difíciles tanto como felices. Estaba tan feliz en su presente.
Se quitó los audífonos una vez pudo divisar el jardín en el que iba su hijo, "Guardería de Karasuno."
El día que fué a dejar los documentos de su hijo no pudo evitar asustarse al ver a Sugawara, su Senpai en Karasuno esperándolo sentado en su oficina. Esperaba un reto, enojo por parte del mayor por haberlos abandonado sin decir nada y sólo terminó siendo abrazo con fuerza mientras el mayor lloraba. Sugawara conocía a su hijo desde que éste tenía un año, actualmente tenía tres.
— ¡Papi! —Su pecho se infló de orgullo al oír la voz aguda de su hijo, el cual corría a su encuentro, se arrodilló en el piso y abrazo a su niño quién vestía su gorrito azul con orejas de gatito y su abrigo anaranjado.
Cualquiera podría decir que Shoto era una copia de Kageyama si no fuera por su cabello tan anaranjado como el de su otro padre y su hiperactividad, el pequeño no parecía cansarse nunca y hacía amigos muy rápido, daba saltos cuando corría y sonreía mucho con la gente que le agradaba. Pero tenía parecidos a kageyama, era competitivo, nunca parecía afectado por los retos de sus padrinos y solía tener la mirada de enojo de Kageyama. Esa mirada que hacía que te sobresaltaras junto con los mismos ojos azules de éste, también bebía mucha leche, siempre podrías encontrar a Kageyama bebiendo leche con su hijo a las cinco de la mañana en la cocina.
El pequeño no parecía tener interés en el vóleibol, era algo que los que ya lo conocían sabían. Era lo único que lo diferenciaba de sus padres, mientras sus padres eran unos amantes y dedicados al vóleibol, el pequeño parecía querer tocar el piano, muchas veces veía partidos de basketbol en la televisión, era un fanático de hacer carreras corriendo sin descanso.
A Kageyama solía costarle creer que su hijo con tres años tenía más energía y aprendía más rápido que cualquier niño a esa edad. Luego recordaba que nació de una mezcla de dos monstruos de alta resistencia y que sus padrinos son las personas más inteligentes que conocía. Ellos pasaban enseñándole cosas nuevas cada vez que podían.
Si Kageyama Tobio era el ex prodigio del vóleibol, su hijo era un prodigio en todo. Fútbol, basketbol, vóleibol, hasta podía distinguir notas musicales con facilidad solo escuchándolas una vez. Y sí, su hijo era su más grande orgullo.
— Shoto, papá te extrañó mucho, mucho, mucho. —Dice con voz empalagoso dando besitos en todo el rostro de su hijo, éste reía y abrazaba a su padre del cuello.
Tenían un lazo, un lazo demasiado fuerte. Para Shoto tanto como para Tobio era difícil estar separados.
¿Cuánto puede amar un padre a su hijo?
— Kageyama. —Ambos Kageyama levantaron la cabeza al oír la voz de Sugawara, el último mencionado soltó una pequeña risa y ayudó al mayor a levantarse. Se saludaron con un pequeño abrazo, el padre cargó a su hijo en sus brazos. Sintió la cabecita de su hijo en su hombro, tenía sueño. - Es agradable verte cada día, hoy se portó increíble, ayudó a cuidar a los bebés que estaban en otras salas de la guardería. Daichi estuvo aquí hoy, jugaron mucho.
— Puedo apostar que hasta Daichi como policía no pudo evitar cansarse por éste pequeño demonio. —Ríe Tobio, su hijo ya respiraba tranquilo, dormido en los brazos de su padre.
— No lo creerías, pero jugaron hasta ambos caer cansados. Daichi no pudo evitar mencionar que es igual a cuando Hinata estaba en su primer año en Kara... —Dejó de hablar ante su mención de Hinata, preocupado de haber afectado a Kageyama, éste sólo sonreía suave, Sugawara no podía estar más orgulloso de su pequeño cuervo.
— Suga San, está bien, no es como si no lo viera en televisión cada vez que quiero ver un partido de vóleibol. —Ríe suavemente, el nombre de Hinata Shoyo era conocido por todos, por pertenecer al equipo de los Black Jackals. Tenía un apodo diferente a carnada y no podía estar más feliz de que al menos uno de los dos haya cumplido su sueño.
— Lo siento de igual modo. Mañana haremos una reunión, ya sabes... Nunca asistes a ninguna y estaría feliz de que mañana vayas. Por favor. —Rogó el director de la guardería que estaba delante de ellos. El pelinegro se lo pensó, no tenía con quien dejar a Shoto y la verdad, no veía a nadie en esos cuatro años, soltó un suspiro y levantó la vista para negarse amablemente pero Sugawara tenía la mirada fija en él, casi asustandolo. Después de todo, Sugawara seguía siendo como un padre para él.
— Estaré ahí, Suga. Con Tsuki y mi fresita. —Susurró sujetando la cabeza de su hijo, hizo una reverencia y se retiró luego de la despedida de Suga.
Su casa no estaba tan lejos por lo que la caminata no fué de más de diez minutos y su hijo era de estatura pequeña y no pesaba nada, por lo que no se le dificultaba llegar a casa. Antes de abrir la puerta escuchó un desorden dentro, abrió la puerta con cuidado y vió como Yamaguchi agarraba la camisa de Tsukishima mientras le gritaba, tosió falsamente y ambos lo miraron. Al ver que venía con el niño se alejaron, Tsukishima subiendo al segundo piso y Yamaguchi ayudándolo a dejar sus cosas para llevar al pequeño a su habitación.
Sabía que el estrés estaba afectando la relación de esos dos, así como el tiempo que casi ya no compartían, tendía a culparse por no darles el espacio que merecían.
Una vez recostó a su hijo lo cubrió con la manta que amaba, tenía dos cuervos bordados. Besó su cabeza suavemente y le quitó el gorro y zapatos. Desordenó el lacio cabello de su hijo y salió de la habitación dejando la puerta entreabierta. Entró a la habitación de Tsukishima, éste tenía la cabeza entre sus manos, no pudo evitar sentirse mal, se veía decaído.
— Hey... ¿Qué pasó? —Murmuró quitando las manos de Tsukishima para arrodillarse frente al que estaba sentado en la cama, no llevaba sus lentes y sus ojos estaban rojos, quizá por el llanto. Sus mejillas estaban llenas de lágrimas.
— Tadashi... Creo que ya no me ama. —Susurró con su voz rota, Kageyama no pudo evitar reír, ganandose una mirada de enojo.
— Tsukishima... Llevan toda su vida juntos, amandose antes de que ustedes mismos supieran lo que sentían.
— Se está viendo con alguien, Kageyama. Y sabes que nosotros tenemos ésto de... hacer tríos con los chicos que llaman nuestra atención, pero jamás dejamos de lado al otro, es algo que ambos disfrutamos como pareja... él solo... se mensajea con éste chico, se ven a veces. Ni siquiera sé si tienen sexo o algo. Yamaguchi ni siquiera me besa. —Soltó una risa sarcástica, ahora Kageyama si se estaba preocupando, su única familia se estaba derrumbando. Su teléfono comenzó a sonar, Tsukishima le hizo el ademán de que podía responder. Salió de la habitación y contestó.
— Cuánto tiempo, Tobio Chan. - Rodó los ojos al oír la voz que solía irritar sus pobres oídos todos los días.
— Oikawa San, nos hablamos hace menos de treinta minutos. No olvide que trabajamos juntos. —Su voz se notaba cansada y fatigada. Como si no quisiera salir.
— ¿He? ¿De verdad? —Habló con sorpresa fingida. — Bueno, te llamaba porque Suga Chan me confirmó que irás a la reunión, estoy tan emocionado de poder verte en persona otra vez mi peque... No, no, oye. Suelta. ¡Iwa Chan! —Kageyama miró el techo mientras oída como Oikawa peleaba con alguien del otro lado de la línea. Soltó un suspiro y se sobresaltó al oír la voz de su jefe.
— Kageyama, lamento que éste pedazo de mierda te esté llamando para molestar. Ten un buen día. —Y cortaron, bajó la cabeza algo confundido y miró a otro lado en el pasillo. Yamaguchi estaba subiendo las escaleras. Se miraron en silencio unos segundos, quizá minutos.
Sonrió suavemente y se movió de la puerta para ver como el chico que estaba lleno de pecas entraba y le pedía perdón por la pelea que había presenciado. Que bajaría a preparar la cena una vez hablara con Tsukishima. Fué a ver si su hijo, seguía dormido, éste estaba todo destapado, tenía el mal dormir de Hinata. Se acercó para cubrirlo una vez más con la manta.
— Eres tan parecido a tu padre, Shoto. Él estaría muy orgulloso de ti, Shoyo no es una mala persona, tampoco eligió el mal camino, así es la vida. —Murmuró viendo a su pequeño con amor... Kageyama se preguntaba.
¿Cuánto podía un padre amar a su hijo? ¿Por qué Hinata no pudo amar a su hijo?
Era la hora de la cena, él y Tsukishima se encontraban sentados en el sofá de la sala, el mayor siendo mimado por Tobio.
— La cena está lista, a lavar sus manos y a la mesa. —Kageyama rápidamente se levantó y su hijo corrió por delante de él, era su típica carrera para ver quién era más rápido. El niño entró primero al baño y alzaba sus brazos en signo de victoria.
— ¡Gané! —Gritó, Kageyama comenzó a refunfuñar que había sido suerte. Tsukishima los veía con su cara seria preguntandose seriamente si eran padre e hijo.
Una vez todos en la mesa agradecieron por la comida y comenzaron a comer, Shoto llamando la atención de su padre cada vez que podía presumiendo que podía comer más que él. Kageyama peleando con él de igual modo.
Todo parecía ir bien entre Yamaguchi y Tsukishima porque se encontraban todo acaramelados entre ellos. En cuanto la comida se acabó y ambos Kageyama cayeron rendidos en sus asientos Yamaguchi se enderezó.
— Bueno, como ya estamos todos en silencio, tengo unas noticias que darles. —Comentó el pecoso, Tsukishima lo veía con orgullo, Kageyama pudo deducir que Tadashi había logrado algo grande. Se sentó mejor y lo miró con atención. — He estado éste tiempo viéndome con un representante de Schweiden Adlers. —Kageyama abrió su boca sorprendido. — Ellos aceptaron ponerte a prueba un mes en sus partidos de práctica antes de tomar la decisión de si te aceptan en el equipo, Kageyama... Es tu oportunidad.
— ¿Papi va a jugar vóleibol como el tío Tsukishima? —Preguntó el niño confundido. Veía a su padre quién estaba sin palabras, pero lloraba a mares. Agradeciendo y abrazando a Yamaguchi.
— Tú padre jamás se rindió, enano. Es algo que debes admirar de tu padre. —Habló Tsukishima, cargandolo para llevarlo a el baño para cepillar sus dientes mientras Kageyama y Yamaguchi hablaban. — Tu padre es la definición de luchar, pelear hasta obtener resultados positivos. Tu padre jamás dejó el vóleibol, excepto todo ese año que te crió desde que naciste. Cuando Suga llegó a nuestras vidas él pudo retomar todos sus sueños y vivirlos contigo. —Apretó la nariz del menor suavemente, dejándolo sobre el escusado. Le tendió su cepillo y tomó el de él, colocando las respectivas pastas de cada uno.
— Papá en el vóleibol hace boom y Gwaa. —El menor había visto a su padre jugar en equipos menores, Tsukishima no pudo evitar reír. Ese niño cuando quería usaba el mismo lenguaje que sus padres cuando se trataba de Vóleibol.
— Así es, tú papá vive por ti y en lo que vive disfruta de algo que también ama. Pero jamás te dejó, fuimos a todos sus partidos locales. Ahora, cepilla tus dientes, enano, mañana es sábado, podremos jugar por la mañana y ayudar a Tadashi con sus flores. —El niño obedeció. Sonriente.
Kageyama limpiaba su rostro mientras soltaba suspiros, había luchado los últimos tres años para ser reconocido una vez más en el vóleibol y uno de los más grandes equipos de Japón pedían verlo en prácticas. Yamaguchi y Tsukishima, sufrieron junto a él, pelearon junto a él y jamás lo dejaron, ahora le habían ayudado a cumplir sus sueños y tenía a su hijo para dedicarle cada partido y demostrarle que el esfuerzo y constancia en algo no eran patético, que daba resultados positivos.
— Ya, ahora como recompensa al menos deberías aceptar volver a tener un trío conmigo y Tsuki. —Dice Yamaguchi con voz dulce, y una sonrisa tan radiante como ver una noche oscura llena de estrellas brillantes.
— Hm... Pero mañana trabajo y conozco a Tsukishima cuando es complacido en gustos, seguro no me deja bien de las caderas, Yamaguchi. —Se quejó dejando caer su cabeza hacia atrás. — Mejor más adelante, pero no se acostumbren. Además me asusta que parezcas tan inocente y tierno pidiendo algo tan sucio.
— Oh vamos, solo lo hicimos una vez y pagamos las consecuencias. —Se quejó el peliverde, ambos chicos recogiendo los trastes sucios. — Ya lo sé, soy un pan de Dios.
— Amigo, hace mucho que te prohibieron la entrada al cielo, te aseguro que nos veremos en el infierno y si es que no estás siendo follado por satanás. —Ambos sueltan una risa mientras Tsukishima volvía diciendo que el niño ya estaba dormido.
— Vaya día...
— Así son los días en la casa de los Tsukishima. —Dice Yamaguchi viendo a su amado recargado en la puerta de la cocina, Kageyama no evitó reír mientras lavaba las cosas sucias.
— No me incluyan por ese lado, soy un Kageyama y con mucho orgullo. —Sonríe viendo a los chicos, éstos ríen burlándose de su sonrisa macabra. Rueda los ojos y sigue lavando, los mayores despidiéndose para ir a la cama y descansar.
Felicidad... Una felicidad que le hacía sentir que todas las decisiones que tomó en su vida estuvieron bien.
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