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👻 Capítulo 5


Dos semanas y aun nada. Magnus había desaparecido, y Alec era un completo desastre, volviendo loco a Jace con sus comentarios y suspiros. Claro, aun ayudaba en el caso, pero a parte de eso, evitaba cualquier contacto humano, o fantasma.

Se las arreglaron para resolver el caso rápidamente. El asesino era el mejor amigo de la víctima, porque no le había regresado su dinero, y el amigo había decidido tomar cartas en el asunto, envenenándolo. El caso había sido resuelto con la ayuda del fantasma. Alec había intentado no ser un imbécil con el fantasma, pero en esos días no podía evitarlo. No dejaba de pensar en Magnus.

Alec se sentía culpable. Magnus no se había merecido que le tratara así. Era su culpa el no saber controlar sus emociones y palabras. Magnus siempre quería ayudarle y este no dejaba de gritarle que le dejara solo. Le había prohibido acompañarle a la estación, se enojaba por cualquier cosa. Al final era normal que Magnus se hubiera ido.

El corazón de Alec se hundió mientras abría la puerta de su departamento. Lo odiaba. Tenía recuerdos tristes ahí, si tuviera suficiente dinero se mudaría. Era un bonito lugar, pero ahora se sentía solo. Solo con Magnus había sido capaz de seguir adelante. Pero ahora de nuevo se sentía solo. Había arruinado todo con Magnus

El detective entró a su departamento y prendió las luces, dejándose caer en el sillón. Fue ahí cuando escuchó algo en la cocina y sintió un olor a quemado. Alec se incorporó rápidamente y corrió a la cocina y era Magnus... ¿cocinando? Aunque todo parecía un desastre, se las había arreglado para tirar dos botes de agua, romper dos platos y la estufa se quemaba.

Pero a Alec eso no le podía importar menos, todo lo que importaba es que Magnus estaba ahí.

– ¡Magnus! – Alec exclamó y Magnus se giró, viéndose completamente culpable.

– ¿Y-ya has vuelto? – preguntó Magnus preocupado. – Siento el desastre. Y-yo quería sorprenderte con la cena. Creí que ya podía controlar mejor mi energía, pero al parecer no. Traté de limpiar pero ya no tenía energías y...–

– Has vuelto, – susurró el detective, acercándose más al espíritu. Realmente quería abrazarle. – Gracias a dios, pensaba que te habías ido para siempre, – tartamudeó Alec y Magnus le miró confundido. – Siento tanto lo que te dije. No era verdad. Tu solo me intentas ayudar y yo siempre soy un imbécil. No quería gritarte. –

– ¿De qué hablas, Alexander? – Magnus preguntó confundido.

– Desapareciste, – Alec dijo. – Creí que había sido porque...–

– ¿Desaparecí? – preguntó Magnus, viéndose sorprendido. – ¿Por cuánto tiempo? –

– Dos semanas, – balbuceó Alec. – ¿No recuerdas? –

– ¿¡Dos semanas?! Oh por dios, – susurró Magnus. – No lo recuerdo. Te vi esta mañana, pensé... pero sabía que algo estaba raro. Sentía como si estuviera atrapado y todo dolía, no podía hablar ni respirar bien. Y luego estaba ese sonido como un pitido como pip-pip y muchas voces a mi alrededor, – confesó Magnus. – Pero ¿por dos semanas? No tenía idea. Siento haber hecho que pensaras eso. Nunca te dejaría así. –

¿Pitido y voces? Alec intentó enfocarse en la información recién obtenida, pero finalmente decidió pensarlo después.

– Ya no importa. Solo estoy feliz de que estés de vuelta, – dijo Alec, con voz rota. – Siento haberte gritado. No tenía derecho ni te lo merecías. –

– Esta bien, te perdono. Tengo que admitir que me pasé de molesto esa mañana. El sueño que tuviste sobre mi... no debí haberme burlado, – sonrió, y luego vio había la cocina. – Y sobre este desastre...–

– Déjalo, no importa, – Alec dijo. – Estas aquí, y eso es lo que importa. Me sentía muy solo sin ti. – Magnus le veía sin poder creerlo, los ojos de Alec tenían lágrimas. – Desde mi ruptura me he sentido miserable y solo, pero tu fuiste capaz de hacer desaparecer el dolor. Y que te fueras... fue horrible. –

¿Ruptura? Magnus suspiró, eso explicaba mucho.

– Shh, está bien, – dijo Magnus. Viendo a Alec hacía le hacía querer abrazarlo. Y eso iba a hacer. – Cierra tus ojos. –

Alec cerró sus ojos, aun con el cuerpo temblando. Magnus mordió su labio y lentamente se acercó a Alec, quien tembló al sentirle. Al ver que Alec no se hacía para atrás, Magnus sonrió y enrolló sus brazos en el cuerpo de Alec, dándole algo parecido a un abrazo, que definitivamente estaba disfrutando.

Magnus suspiró, el calor del cuerpo de Alec calentaba el suyo. Y a pesar del frío cuerpo, Alec se relajó, sabiendo que era Magnus. Podía sentir los fuertes brazos de Magnus y sintió la necesidad de devolver el abrazo. Así que levantó sus brazos y enrolló al fantasma entre ellos.

– Estoy aquí. ¿Te sientes mejor? – preguntó Magnus y Alec abrió los ojos. Mientras lo hacía, sintió como los brazos de Magnus le soltaban, dado que no quería incomodar a Alec.

– Si, bastante mejor. Gracias, – Alec suspiró.

Se giró hacía la cocina para ver el resumen de los daños y alzó una ceja al ver la cacerola. Alec pudo imaginar que Magnus había intentado preparar huevo, pero el color de la cacerola era café.

– ¿Así que... querías sorprenderme con la cena? – preguntó Alec y Magnus asintió.

– Tu has hecho tanto por mi, así que quería devolverte el favor, – dijo Magnus, intentando recoger el desastre del suelo, pero las cosas simplemente le atravesaban. – Diablos, odio no poder hacer nada. –

– No es verdad, – Alec le dijo suavemente y Magnus sonrió.

Alec volvió a ver el contenido de la cacerola. Aunque no se veía muy apetecible, Magnus se lo había cocinado para él. Después de no haberle visto por dos semanas, no podía simplemente tirar su comida. Además, Magnus se veía cansado, probablemente por toda la energía que usó para lograr hacerle eso.

– Además, gracias a ti ya no tengo que cocinar, – añadió Alec, y Magnus vio con horror como Alec se servía la comida en un plato.

– No puedes comer eso, ¡Alexander! – Magnus exclamó.

– Lo haré, – dijo Alec, obstinadamente. – Hiciste esto para mi y eso te cansó. Puedo verlo. Así que no tiraré todo tu esfuerzo a la basura. –

– Bueno, si terminas envenenado y muriendo a causa de esto, nadie puede culparme de asesinato porque ya estoy muerto, así que no tengo nada que perder, – bromeó Magnus.

– Además, terminaré contigo en la otra vida si muero, así que es una doble ganancia, – dijo Alec riendo, y dando la primer mordida al huevo quemado, intentando no hacer caras cuando sintió el sabor, y sonriendo al pasarlo. – Yum. –

– No me engañas, – dijo Magnus divertido, pero realmente feliz de que Alec se estuviera comiendo lo que le preparó. Le hacía sentir un sentimiento cálido en el pecho.

– No está tan mal, – Alec le sonrió y continuó comiendo, entre cada bocado daba un trago al vaso de agua, hasta que finalmente logró terminar. – Aun es mejor que la comida de mi hermana. –

– No te burles de calabacita, – Magnus intentaba contener la risa, dado que aunque no se conocieran totalmente, a Magnus le agradaba la hermana de Alec.

– No me burlo, – Alec sabía lo mala que era la comida de su hermana, y aunque ella lo sabía también, eso no la detenía de intentar preparar nuevos alimentos. – Puedes considerarte con suerte al saber que nunca tendrás que probar uno de sus platillos.–

Magnus hizo un puchero al ver que Alec no bromeaba. No podía ser tan malo. Pero finalmente no dijo nada. La felicidad que sentía en ese momento no quería que terminara.

– ¿Sabes que he aprendido sobre ti? – preguntó Magnus y Alec alzó una ceja. – Que eres como una cebolla. Eres gruñón, si, pero esa solo es tu primera capa. Conforme vas quitando las capas, tu verdadero ser va siendo descubierto. Y en el fondo eres realmente bueno. Es triste ver que te escondas detrás de esa máscara de... amargura. –

– Tengo mis razones, – dijo Alec, llevando el plato al fregadero, decidiendo que después lavaría.

– ¿Cuáles son? – preguntó Magnus, decidiendo presionar un poco. Alec quería decirle que se metiera en sus propios asuntos, pero no pudo. – ¿Esto tiene que ver con la ruptura que mocionaste antes? –

– Si, – soltó Alec. Desde la ruptura, no lo había hablado con nadie. Sus hermanos y amigos sabían lo que había pasado, pero nunca lo mencionaban.

– ¿Quieres hablarlo? –

– No, – dijo Alec, demasiado rápido, pero al mismo tiempo, sentía que necesitaba desahogarse.

– Okey, – Magnus asintió, decidiendo respetar los deseos de Alec. – No tienes que hablarlo si no quieres. –

– Creí que le amaba y él a mi, – soltó Alec, y Magnus se quedó en silencio, esperando que continuara, dándole tiempo. – Por primera vez decidí confiar en alguien. Aceptarme por quien era y no por lo que querían que fuera y él solo me engañó. –

– Oh dios, – Magnus susurró, viendo como de nuevo los ojos de Alec se llenaban de lágrimas. Si fuera por él, se aseguraría de que Alec siempre fuera feliz y nunca volviera a sufrir. – ¿Qué hizo ese bastardo? –

– Me engañó, muchas veces. – dijo Alec. – Supongo que me engañaba a mi mismo. Fue mi culpa, siempre sentí que nadie me iba a querer por ser como soy, y cuando alguien lo hizo, me cegué. Creí que me quería, simplemente dijo que los otros no significaban nada para él, que yo era al que él realmente amaba. Pero que como no estaba dispuesto a dale todo, lo había que buscar en otra parte. –

Magnus estaba enojado. Odiaba a las personas que engañaban y mentían en las relaciones.

– No fue tu culpa, – dijo Magnus, viendo como Alec limpiaba sus lágrimas. – Nunca debes culparte porque un idiota te engañó. –

– Incluso estaba convencido a dar el siguiente paso. Sentí que en parte había sido mi culpa por ser tan mojigato. Así que le pedí que se mudara conmigo, – Alec continuó. – Y el día que me había decido, le encontré de nuevo con otro aquí. –

– Mataré a ese bastardo, – Magnus de nuevo sentía crecer el odio dentro de él. Las luces del departamento comenzaron a prenderse y apagarse por su furia.

– ¿Magnus? – Alec le llamó y Magnus hizo todo su esfuerzo para controlarse. – ¿De verdad valgo tan poco? Quiero decir...–

– Por supuesto que no, – Magnus no le dejó terminar. – Ese chico era un pedazo de mierda. Tu eres increíble, Alexander... cualquier chico sería afortunado de tenerte. – Magnus se sentía afortunado de tenerle. – Te mereces todo y mucho más.

– Bueno, ya no importa, – dijo Alec, encogiéndose de hombros. – He decidido que el amor no es para mi. Supongo que siempre lo supe pero me quise engañar por un momento, – Alec se dejó caer en el sillón. Se sentía mejor después de haberlo hablado con Magnus.

– No puedes hacer eso, no puedes rendirte con el amor. Solo tienes que encontrar a la persona correcta, esa que te amará sin importar que. Todo el mundo tiene su alma gemela, – Magnus hablaba, sintiendo en su corazón una tristeza al saber que el no podía ser la de Alec. – Alguien que derrumbará todas tus barreras y te hará sentir lo que es el verdadero amor. –

Magnus podía sentir que estaba repitiendo esas palabras, dichas por alguien más, pero no podía recordar quien

– No, – dijo Alec, obstinadamente. – Las barreras son buenas. Así nadie te hace daño, –

– Eso suena como una vida solitaria, – Magnus negó. – Eres joven y tienes toda una vida por delante. Yo te envidio. Daría lo que fuera por otra oportunidad. –

– Magnus...–

– Está bien, – Magnus se encogió de hombros. – Olvida eso. El punto es que no debes hundirte por una mala relación. Eso no te hará feliz. –

– Gracias Magnus, – dijo Alec, quedándose sentado en el sillón y cerrando los ojos por un momento.

Magnus solo se le quedó viendo, maldiciéndose a si mismo. Magnus trataba de convencerse que lo que sentía por Alec era solo amistad. Pero el imaginar a Alec con alguien más, le hacía sentir celoso, sentir nauseas en el estómago.

Sabía que comenzaba a enamorarse, pero también sabía que tenía que detenerse. En algún momento entre los inocentes coqueteos y las profundas charlas con Alec, sus sentimientos habían comenzado a creer.

Pero no podía ser tan estúpido.

Alec estaba vivo y él estaba muerto.

Una relación así esta destinada al fracaso.




Ya adivinaron que le pasa a Magnus? Por qué desapareció?


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