– Alexander, ¿podrías dejar de ignorarme? – preguntó Magnus, molesto.
Estaban en el trabajo de Alec. Habían pasado dos días desde el beso y desde entonces Alec se la pasaba ignorando a Magnus lo mejor que podía. Al parecer pretender que ese beso no había pasado era la solución del detective.
No sabía como había permitido que ese beso pasara. Fue un momento de debilidad. En otras circunstancias, nunca hubiera permitido que Magnus le besara.
– Shh, – susurró Alec, mirando mal a Magnus, quien estaba sentado en un escritorio vacío. ¿Qué se supone que debía hacer? Quizá ser un adulto y hablarlo, si... pero huir de ello parecía más sencillo.
Por otro lado, Magnus estaba molesto de ver como Alec le ignoraba, pero esta vez no se iba a rendir. Estaba determinado a hacer que lo hablaran.
Sabía que presionarlo no era la mejor idea, pero estaba desesperado. Alec aun no reanudaba su investigación. Una de las razones era el caso actual en el que Alec trabajaba. Otra era que se lo había prometido a Magnus, y aunque le estuviera ignorando, no había roto la promesa. Magnus estaba agradecido por ello, pero odiaba que Alec le ignorara. Pero de cierta forma le entendía. Magnus no estaba vivo. Su tiempo estaba contado.
Además, continuaba escuchando unas voces llamándole, pero no sabía de donde. Y no le había contado eso a Alec porque no quería preocuparle.
– No me calles, – dijo Magnus enojado, apareciendo al lado de Alec quien estaba escribiendo un reporte . – ¡¿Puedes dejar de escribir por un momento y prestarme atención?! – Magnus perdió la compostura.
– Estoy en medio de una investigación. Una muy importante y tu estás distrayéndome, – dijo Alec, también molesto.
– ¿Y esa investigación es más importante que yo? – soltó Magnus. Sabía que estaba siendo infantil pero no podía evitarlo. – Dijiste que querías ayudarme y lo último que haces es trabajar en mi caso. –
– ¡Tu fuiste el que me pidió que lo dejara por un rato! – le recordó Alec, finalmente dejando de ver su computadora. – No te entiendo, ¿qué quieres de mi? –
– Que dejes de ignorarme, – Magnus sonaba desesperado. – Y que me hables. –
– Ahora no puedo, – dijo Alec. Magnus se molestaba más a cada segundo, hasta que las luces comenzaron a parpadear, haciendo que hasta Jace saltara. – Magnus para. Hablaremos después, ¿okey? Cuando volvamos a casa...–
– Después, después. Como siempre, – Magnus sonaba obstinado y el hecho de que Alec le dijera que se calmara solo le enojaba más.
– Alec, ¿qué pasa? – preguntó Jace, cuando su computadora se apagó de repente.
Alec se giró para ver a Magnus, quien le devolvió la mirada enojado. La computadora de Alec también se apagó, y sobre la pantalla en negro comenzaron a aparecer unas letras rojas.
Basta. Basta
Habla conmigo.
Idiota.
Jace tembló al ver eso. – Alec esto comienza a asustarme. Dile que pare, – susurró Jace.
– ¿Ahora podemos hablar? – Magnus sonrió victorioso al ver la computadora apagada.
– Idiota, – contestó Alec. Gracias a Magnus, había perdido todo el trabajo del día, horas y horas para nada. – ¿No ves lo que hiciste? Trabaje por horas. Ya casi terminaba, – Alec comenzó a alzar la voz, pero cuando vio que todos le miraban raro, la bajo. – Luke va a matarme. –
– Okey no se que pasa aquí, pero ahora si te pasaste Magnus, – dijo Jace, acercándose a su compañero. – Te ayudaré, ¿okey? Así terminaremos antes y Luke ni se enterará. –
Magnus comenzó a sentir algo de culpa, pero al mismo tiempo sentía celos del rubio. No podía haber sido peor ¡Alec y el rubio ahora estaban trabajando juntos!
– Alexander...–
– Ya basta, Magnus, – Alec le cayó.
– ¿Qué está pasando entre ustedes? ¿Problemas en el paraíso? – preguntó Jace, intentando sonar gracioso, pero fallando completamente. Ese comentario solo hizo que Magnus hiciera volar una engrapadora, asustando aun más a Jace.
– ¡Magnus, para! Para tus estúpidos celos, – Alec ya había tenido suficiente.
– ¡No estoy celoso! –
– Claro que si. Y Jace no tiene nada que ver, así que déjalo en paz, – dijo Alec. Cosa que solo hizo que Magnus se sintiera más celoso. – Ahora vete. –
– ¿Qué? – el estómago de Magnus cayó al piso.
– Vete, – dijo Alec más suavemente. – Hablaremos cuando llegue a casa. Me esperas ahí, ¿okey? – Alec intentó calmarse. Aun recordaba como Magnus había desaparecido la última vez que le gritó.
– Bien, – Magnus intentó desaparecer lo más orgulloso posible.
Pero no se fue a casa. Fue a visitar a Sheldon para quejarse de lo traidor que era Alec. Mientras que Alec volvía a hacer todo su trabajo, Simon estaba atrapado con un Magnus que no dejaba de quejarse.
Para cuando Alec volvió a casa, ya era de noche. Pero había logrado terminar todo su trabajo. No le molestaba llegar tarde, porque sabía lo que le esperaba al llegar, tendría que hablar con Magnus. Un Magnus que probablemente aun estaría molesto.
Y tenia razón. Magnus no entendía porque Alec aun no llegaba, pero estaba determinado a esperarle frente a la puerta. Tenían que hablar.
Finalmente la puerta se abrió y las luces se prendieron. Alec se veía sorprendido de ver a Magnus esperándole de frente.
– Um, hola, – Alec dijo, incómodo, mientras se quitaba la chaqueta. – ¿Has estado esperándome? –
– ¿Tu qué crees? – Magnus aun seguía molesto. – ¿Por qué llegaste tan noche? ¿Por evitarme? –
– Lo creas o no, no todo es sobre ti, Magnus, – Alec le cortó, tratando de controlarse. – Tuve que quedarme más tiempo porque Luke necesitaba que hiciera un trabajo, – cosa que era mentira. Pero no quería recriminarle a Magnus el haber apagado su computadora. Ya no quería pelear.
– Oh, – la molestia de Magnus comenzó a desaparecer. – ¿Entonces no me estuviste evitando? –
– No esta vez, – Alec admitió. – Lo siento. No debí de haberte ignorado así, ignorado la conversación sobre... sobre el beso... pero... no lo se. Tenía miedo. –
– Yo también lo siento, – Magnus dijo. – No debí haberle hecho eso a tu computadora. era tu trabajo. No fue justo. –
– Si, – Alec se encogió de hombros. – Creo que ambos nos comportamos infantilmente. – Magnus asintió.
– También me molestó verte con ricitos de oro, – admitió Magnus.
– ¿Estás admitiendo que estabas celoso? – Alec sonrió, satisfecho.
– ¿Celoso? Claro que no. No seas tonto. Los fantasmas no nos ponemos celosos, – dijo Magnus, obstinadamente.
– Mmm, claro, claro, – Alec rió. – Estabas súper celoso. –
– Bueno, ¿y qué importa? – Dijo Magnus, haciendo, haciendo que cayeran en un silencio, sin saber que decir. Ninguno sabía como comenzar la conversación. – Entonces...–
– Entonces...– dijeron al mismo tiempo, haciendo que ambos rieran.
– Entonces, sobre lo que pasó hace unos días... entre nosotros, – Magnus tartamudeaba y Alec se veía nervioso. – El beso... ¿lo odiaste? –
– No, no lo odié, – Alec admitió, sin poder verle a los ojos.
– Bueno... eso es bueno. –
– ¿Lo es? – susurró Alec.
– ¿Qué quieres decir? – preguntó Magnus confundido.
– Fue un error Magnus, – balbuceó Alec. Magnus sintió dolor en su corazón al escuchar eso. – Yo solo no quiero...– la voz de Alec se desvaneció. Salir herido. – Yo quiero enfocarme en tu caso. – corrigió.
– ¡Bien! No tenemos que pasar más tiempo juntos ¡Ve a seguir investigando para que así te puedas deshacer de mi! – Magnus exploró. Realmente no quería decir eso, pero estaba enfadado y dolido porque Alec no sentía lo mismo que él.
– ¿Por qué actúas así? Sabes que me gusta pasar tiempo contigo. Solo intento ser razonable, – Alec le miraba confundido.
– ¡No quiero que seas razonable! –
– No tiene sentido lo que dices. –
– ¡Lo se! – Magnus gritó. – ¿Quieres saber que más no tiene sentido? ¡Que mee haya enamorado de ti! – soltó sin pensar. Y la expresión de Alec lo dijo todo: el no sentía lo mismo.
Alec se sorprendió por las palabras de Magnus, quedando en shock por un momento. ¿Magnus estaba enamorado de él? ¿Enamorado? El corazón de Alec brincó y una gran sonrisa cubrió su rostro. Alec había intentado contenerse, convencerse de que solo le quería como un amigo. Pero escuchando a Magnus, no pudo evitar sentirse feliz y mandar al demonio todos los obstáculos.
– ¿Estás enamorado de mi? – preguntó Alec, suavemente. Necesitaba confirmarlo. – ¿Cómo? –
– ¿Cómo que cómo? – Magnus frunció el ceño confundido. – No lo se. ¿Y qué tiene de nuevo? Por algo te bese. Además no es algo difícil enamorarse de ti. Se que es una locura. Yo estoy muerto y tu no. Y antes de que digas que soy un idiota, créeme, ya lo se. –
– Yo también lo se. Y para que conste, tu también eres fácil de querer. Hasta el punto de no saber si lo que siento por ti es solo amistad, – Alec se inclinó contra el sofá.
– ¿De verdad? – preguntó Magnus.
– Si. No se si sea amor, pero definitivamente es algo más, – admitió Alec, haciendo que el enojo de Magnus desapareciera. – Si las circunstancias fueran diferentes, me encantaría enamorarme de ti. Pero no podría soportar que me rompieras el corazón. No podría, – añadió.
Alec tenía razón. Sabía que no tenían futuro a largo plazo. Y esto solo terminaría hiriendo a Alec. Cosa que Magnus nunca haría. Nunca.
– ¿Entonces que hacemos? – preguntó Magnus, triste.
– Nada. Seguimos siendo amigos. No podemos hacer nada, – dijo Alec, derrotado.
– Okey, – dijo Magnus, deseando que las cosas pudieran ser diferentes.
Durante el resto de la noche, ambos se quedaron en silencio, batallando contra sus propios corazones y sentimientos, y la realidad.
Dos pasos para atrás en el Malec... pero no se preocupen(:
Gracias por su apoyo y hasta la próxima!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro