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Capítulo Trece

—Puedes sentarte donde quieras —Le dije a Matthew mientras entrábamos al auditorio de la academia.

Era un espacio grande, tenía alrededor de trescientas butacas y se usaba para las presentaciones de las distintas clases. Danza, canto, teatro. Aquí se hacen los musicales y las presentaciones de la banda.

Hoy nos tocaba el primer ensayo general para el musical que se llevaría a cabo en unos meses. Ensayaríamos la mitad del repertorio.

—Yo estaré por allá adelante —Dije señalando el escenario. Ben, Nath, Vick, Aarón, María Paz y Jared estaban allí preparando sus instrumentos.

—Estaré pendiente de tí todo el tiempo. —Dijo mientras un hoyuelo se marcaba en su rostro.

Algo que me gustaba de él eran sus hoyuelos, sin duda. Siempre quise tenerlos pero no fui bendecida con ellos. Dejé mis cosas en una butaca a su lado y cuando me di vuelta Jared venía hacia mí.

—Hola Lex. —Dijo saludandome. —¿traes a un espectador? —preguntó amable.

—Hola, señor —Dijo Matthew mientras estrechaban sus manos.

—¿señor? Oh, pero si casi tenemos la misma edad —rió —Ven, si quieres puedes subir al escenario. ¿Tocas algún instrumento? —Le preguntó mirándolo interesado.

Miré a Matthew satisfecha. Sabía que tocaba guitarra y por lo que me contó me imagino que lo hacía muy bien.

—No por ahora, la verdad... —Dijo algo avergonzado —La música no se me da bien.

Lo miré con cara de pocos amigos. Mi ilusión se fue a la basura más pronto de lo que vino. ¿De verdad estaba saliendo con alguien que no le interesaba la música? Sonreí a Jared disimulando mi leve molestia.

—Ahora vamos... Tengo que hablar un poquito con Matthew. —dije en una sonrisa forzada a Jared. Él se fue rápido, al parecer se dio cuenta que metió la pata.

—Matthew, por Dios —Aquí vamos otra vez —Dijiste que tocabas la maldita guitarra. —lo encaré molesta.

—¿yo? Nunca dije eso —Respondió frunciendo el ceño. —Por cierto, luego del ensayo me gustaría que fuéramos a comer. Yo invito.

Habló rápido para despistarme, lo se y lo dejé pasar. Al menos una parte de mí lo dejó pasar, porque la otra jamás lo olvidaría. Asentí y nos tomamos de la mano hasta llegar al escenario. Comencé a saludar a todos de beso en la mejilla y Matthew por detrás iba estrechando manos. Hasta que llegué a Aarón.

Lo miré fijamente y él a mí. Nuestras miradas se conectaron en una sola, cómplices. No era necesario decir nada, lo sabíamos todo con solo cruzar el café y el verde de nuestras miradas. Me acerqué a él y le di un beso en el rostro, tal y como hace dos semanas lo había hecho. Me alejé rápidamente a pesar de que mis labios quisieran bajar un par de centímetros y tocar los suyos. No quería que nadie se diera cuenta de mis mejillas sonrosadas. Matthew miró a Aarón desafiante, y a diferencia de él, la mirada de Aarón hacia Matthew reflejaba cierta inseguridad que me hizo sentir culpable. Entonces estrecharon sus manos, y todo pasó como si de una escena grabada en cámara lenta se tratase.

—Vamos a empezar, pero antes debo informarles algo. —comentó Jared a través del micrófono. Su voz retumbaba en el auditorio. —Bartolomé dejó la banda por temas personales.

Un suspiro de sorpresa se escuchó por parte de todos. Ahora entendía por qué no había estado viniendo.
Nunca fui tan cercana a él, pero sin duda será muy difícil de reemplazar.

El ensayo comenzó y canté con ganas. De vez en cuando miraba a Matthew, en especial cuando tenía que hacer solos con Aarón. Miraba a Matthew a cada instante y al parecer eso le agradaba, porque no se veía molesto.
Yo estaba conforme con que todo marchara así. Aarón lejos y Matthew cerca. Así nadie saldría dañado.

—Chicos, qué dijimos. —soltó Jared algo frustrado. —Nada de teléfonos. —Dijo mientras se dirigía a Aarón.

—Lo siento, es importante. —Respondió mientras se ponía de pie. Se acercó a Jared apresurado y le susurró algo al oído. Jared asintió rápidamente y luego de eso Aarón se fue del auditorio como alma que lleva el diablo.

Me preocupé por su repentina actitud y mantuve mi mirada fija en su chaqueta de cuero hasta que desapareció completamente por la puerta. Sostuve mi mirada unos cuantos segundos más en esa dirección hasta que Matthew apretó mi mano y sonrió cuando lo miré. Le sonreí de vuelta pero no me sentía para nada tranquila.



—Y mi padre jamás ha estado para mí. Vive lejos y me importa una mierda su vida. —Mencionó rencoroso. —Mi mamá trabaja en el gobierno y mi hermana se fue de la casa con su novio.

—Al menos a tu mamá le importas —Dije mientras echaba una cucharada de helado a mi boca. No era un helado de un dólar, no. Era una copa gigante que Matthew insistió en comprarme.

—Supongo —dijo encogiendose de hombros mientras bebía un batido se naranja.

—y... ¿Cómo vas con el tema de las drogas? —pregunté interesada, pero entrando a terreno peligroso.

—Eso, bueno. —habló y se cortó de inmediato. Se tardó unos segundos en responder. —Estoy intentando dejarlo, por mis pulmones. Mis exámenes salieron muy mal. —comentó dolido.

—No te creo —dije sincera. —¿por qué no me pediste que te acompañe al hospital? ¿En qué momento te hiciste esos exámenes? —pregunté cuestionando la veracidad de sus palabras.

—Te envié una foto por whatsapp de mis exámenes, ¿cómo no me crees?

—No sé, Matt. —suspiré —Ya me has mentido lo suficiente.

—Te he pedido perdón —hizo un puchero —No quiero perderte, Lex.

—Está bien, no me perderás —Dije dando por finalizada la conversación. —Ven a mi casa para que conozcas a Margó. ¿Sí?

—Bueno, aunque me da nervios —Rió y nuevamente sus hoyuelos se marcaron. Mechones de su cabello caían por su frente.

—Tranquilo, solo estará ella en casa y quizás mis hermanos.

—Si es así —dijo encogiendose de hombros mientras se ponía de pie.

Dejé el helado hasta la mitad, porque no podía comer más. Me sentí mal por Matthew pero no pareció importarle mucho que hubiera desperdiciado el dinero. Al igual que no le importó pagar el taxi del centro comercial hasta mi casa, y no estábamos hablando de un viaje corto. Matthew nadaba en dinero y eso era algo que no me terminaba de agradar.

Golpeé la puerta y mientras tanto seguía insistiendole a Matthew que no debía tener nervios, que Margó era un amor de ser humano y que iba a agradarle. De pronto la puerta se abrió y mi mandíbula casi se cae al piso cuando vi quien abrió.

—¿papá? —pregunté sorprendida. ¿Hace cuanto que no estaba por casa? Al menos unas dos semanas. —¿Qué haces aquí?

—¿Qué hace él aquí? —preguntó mirando seriamente a Matthew, quien tragó saliva a mí lado.

Pasé por su lado ignorando su pregunta y tomé a Matthew de la mano. No era nadie para cuestionar mis decisiones, tampoco estaba en posición de hacerlo.

—Lexa, cariño. ¿Es tu amigo? —preguntó Margó cuando pasé por la sala. Se veía algo preocupada, como en apuros.

—Sí, se llama Matth...

—Mamá está furiosa, mejor devuélvete —Habló mi hermana Gabriela desde el sillón, interrumpiendo mi frase. No la había visto.

—¿Mamá? —pregunté sorprendida y a la vez, feliz. Pensé que volvía en dos días. —¿dónde está?

—Cocina. —Dijo apuntando el lugar desinteresada. —Por cierto, yo lo vi primero.

Fruncí el ceño confundida y tomé a Matthew del brazo. Lo llevé rápidamente a la cocina. No me importaba si mamá estaba enojada o no, solo quería verla y saber que no se volvería a ir dentro de mucho tiempo. Estaba feliz porque hubiese vuelto tan pronto.

—¡Mamá! —Exclamé, entusiasmada. —¿volviste? —Pregunté Abrazándola.

Estaba tan feliz, que ni siquiera me percaté de la presencia de alguien más en la cocina, hasta que me separé de mi progenitora y mi sonrisa se borró en segundos.

—¿Qué hace él aquí? —pregunté a mi madre mientras lo miraba, desafiante. Por otro lado, Matthew se veía igual o más confundido que yo. Mi madre respondió.

—Hija, Aarón se quedará a vivir con nosotros una temporada.

🌻🌻🌻

Solo voy a decir...

¡bienvenidxs los nuevos girasoles!

Gracias por el apoyo que me dan en un voto o un comentario. Lo agradezco del fondo de mi corazón, ya que así puedo saber si les está gustando la historia o no.

Abrazos apretados.

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