CAPÍTULO TRES
—Sigues durmiendo.
—No, no —da un respingo cuando escucha su voz—. Estaba descansando los ojos porque hoy tengo que ver a los ángeles rebelados, Zamay.
—Tsk, cuando tú dices mi nombre se escucha como si fuera sinónimo de escoria y traición —bufa la chica de cabello medio verdoso—. Tenías que reunirte con los ángeles rebelados hace media hora, ¿qué demonios se supone que haces aquí?
—Alguien en su sano juicio no se va a despertar a las tres de la madrugada para una reunión con ellos que probablemente dure cinco minutos porque tienen una agenda muy ocupada.
—Tú lo has dicho, no van a ser una excepción por el demonio que es el reemplazo del verdadero líder —la chica se acerca con mucha tenacidad hacia el chico de piel canela—. ¿Cómo crees que ellos te harán una excepción en su ocupada agenda si ni siquiera tú demuestras ser un buen líder de reemplazo? —se muerde el lado izquierdo de su labio para hacer una pequeña pausa—. Con esto solo me das más oportunidades que pida su regreso y que yo sea la persona a cargo de todos los deberes como líder que tienes que hacer y el centenar de deberes que te faltan terminar.
—Ay —se da la vuelta para no verle la cara a la chica—, déjame dormir, ¿quieres? Y yo nunca pedí ser el líder del inframundo. Lo que me diferencia de ustedes dos, es que yo no soy una persona codiciosa y mucho menos benévola. Nadie me preguntó si quería esto. Ya ahora si vete, quiero recuperar las horas perdidas por tu culpa de mi sueño.
—¡El informe del día de ayer! Rápido que no tengo todo el día.
Se acerca ágilmente uno de los subordinados.
A leguas se nota que estuvo entrenando toda la madrugada, su espada en la cadera, su arco en su espalda, su cara totalmente sucia, sus manos maltratadas y con algunos rastros de sangre, su cuerpo luce cansado. Ni que decir de su voz, apenas tiene. Los entrenamientos en ese lugar nunca tienen un descanso prolongado.
Para algunos que les guste como hobby podría ser algo muy tentador y más si tiene una buena paga por algo que haces bien, te gusta y obtienes cierto poder.
—Silencio.
Ordena con mucho cansancio, estirando sus brazos y piernas.
—Que me traigan a otro informante. Tus piernas están temblando y tu voz casi no la llego a escuchar.
Con mucha rapidez entra otro de sus subordinados. Este luce mucho mejor que el otro, espalda derecha, ojos bien abiertos, voz clara y alta, un aspecto limpio y no trae ese olor a sudor encima de él.
Ella ya está pensando que debe seguir entrenando como antes.
Sus entrenamientos matutinos tuvieron un fin hace tres meses, por el hecho que el señor jefe de estado volvió de su viaje.
—...también se están viendo afectadas las personas que viven en la zona limítrofe de Qèkier con el territorio vecino, dicen "Los endemoniados ángeles que siguen a Dios no nos dejan vivir en paz. Todos los días escuchamos sus gritos desesperados que provienen de los límites de su territorio." Y, para terminar —el subordinado inhala todo el aire que puede para decir esa noticia—, su pareja política ha arreglado un encuentro entre usted para discutir acerca de su relación, el día del eclipse lunar, remodelaciones y mejoras en el castillo de aventureros...
Forma una línea recta con sus labios al borde de la desesperación y de los gritos. Lo mira fulminante en señal para que se vaya de sus aposentos.
Zamay prende una antorcha y deposita un poco del fuego en su mano como si nada. Recita unas cuantas palabras y el aura de un poderoso ser inunda toda la sombría habitación.
—¿Qué sucede?
«Debo ser ambiciosa con lo que propongo para que se dignen en discutir mi propuesta con otros caídos...», se mentaliza Zamay dando un profundo respiro.
—Supongo que es algo serio por presentarte ante mí en tu forma humana —afirma el ángel rebelado, aún sin presentarse ante ella.
La verdadera razón por la cual tiene su forma humana en un momento como este, es por el simple hecho que en unos años —si hablamos del tiempo humano, sería unos días— Zamay tendrá un viaje importante.
—Quiero que le conceda la mitad de mi poder demoníaco a nuestro representante en la tierra de la dimensión neutral —suelta confiada, mirando el lugar donde se supone que se concentra más energía del aura de su superior—. ¡Yo, ex jefa del inframundo! ¡Yo, ex cónyuge oficial del ex demonio desterrado acepto todas las consecuencias de mis acciones planteadas en esta charla!
Todo el inmenso poder se concentra en el centro, donde en un inicio Zamay estaba mirando con mucha tenacidad.
Ese ángel rebelado no es más que el mismísimo Luzbel, que con un rápido movimiento se pone detrás de la chica.
Este ángel rebelado fue uno de los primeros en dejarse llevar, por ser una ser muy ambicioso cuando representaba "la luz". Este ser en aquellos tiempos deseaba más y más sin importarle las consecuencias o represalias de su padre. Solo quería ser más poderoso de lo que ya era.
Zamay levanta la cabeza para verlo fijamente, el tamaño de estos seres, de cualquiera de estos seres depende mucho de su poder, a menos que sepan bien como esconderlos para engañar a su enemigo.
—Dímelo de nuevo, mi querida Zamay —habla desvergonzadamente mientras pasa su dedo pulgar por los rosados, suaves y voluptuosos labios de la chica—. Si tu propuesta me parece entretenida, me lo pienso seriamente —termina riéndose y apagando el fuego que estaba que ardía en la mano de la chica.
Zamay con solo verlo unos milisegundos puede recordar todo su aspecto humano sin ni siquiera tocarlo.
Una habitación oscura... Dos demonios, uno más poderoso que el otro... Un objetivo por cumplir, expectativas las cuales superar solamente hablando.
Zamay inhala toda la energía de la habitación que puede, para después exhalar. Así cuando la energía vuelva a invadir la habitación sepa el lugar. Y en este caso no iba a ser muy complejo porque solo está ella y el primer ángel caído.
Con sus ojos cerrados, guiada por sus instintos y lo primero que hace es estirar su mano y cerrarla cuando su mano se encuentra con la gabardina del rebelado.
Lo jala hacia ella, sin ningún ápice de delicadeza, lo primero que siente es como sus labios chocan con unas cosas suaves, ásperas y algo maltratadas. Seguido a eso siente como una respiración fría, muy tranquila circula cerca de su mejilla izquierda, pero cuando llega a su clavícula se siente caliente.
—¿Entretenido?
—Mucho, prosigue.
Zamay resopla y empieza a hablar:
—No me importan las consecuencias que haya en el proceso, dale la mitad de mi poder demoníaco a nuestro representante de la dimensión neutral.
—¿Tan desesperada estás?
—Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas, mi querido primer ángel caído —dice con una sonrisa en su cara—. ¿Lo harás o lo hago por mi propia cuenta, Satanás?
Al escuchar la última palabra, lo primero que se le ocurre hacer es salir de esa habitación.
Cuando Zamay siente que está volviendo a su forma original, mira la puerta.
«Maldito rebelado cobarde», dice en su cabeza.
Lo primero que se le pasa por la cabeza es ir detrás de él, pero tiene cosas mucho más importantes como para ir corriendo por alguien que ni le importa.
Resopla prendiendo la antorcha de nuevo.
—Si no quieres conversar sobre estos asuntos no debías haber venido...
Habla la chica en un tono tétrico mientras recorre la vacía habitación de reuniones.
Si bien es cierto que el hecho que el mismo Luzbel se haya presentado ante un demonio de un rango muy bajo es curioso y sospechoso a la vez. Era la primera vez que Zamay lo veía a la cara y en ambas formas sin pedirlo directamente.
Lo común en situaciones como la de pedir tertulias con los ángeles rebelados de por sí es muy difícil, y más si cancelan una y piden otra en cuestión de minutos. Todo el primer rango lo tomarían como una conducta insolente y que se es parte de las personas que piensan que los ángeles rebelados y cualquier demonio que se encuentre en altos rangos deben compartir sus fuerzas con los que se encuentran al final de la pirámide de clasificación de los rangos demoníacos.
—Ser condescendiente con los humanos... —ríe poniéndose la capucha de su capa, saliendo de la sinagoga— No suena tan mal después de todo.
Lo primero que hace Cali es quitarse los guantes y agarrar su espada y empezar a practicar.
Una y otra vez, haciendo cortes mortales al muñeco enfrente de ella con la afilada espada de plata.
Sus muñecas y brazos no se cansan, ya lo ha hecho por años, las lesiones que antes eran muy fáciles que aparecieran en su cuerpo, en estos momentos es algo normal para su cuerpo hacer movimientos bruscos o sin previo calentamiento.
A pesar de tener una complexión delgada, muy delgada, pálida y delicada, es la tercera persona en el gobierno de ese territorio que puede vencer a media nación sin esforzarse. La única desventaja de ella es que se desespera con mucha rapidez, por la que la posiciona en el puesto tres de su territorio.
¿Quiénes están en los dos primeros puestos?
Eso es muy pronto para que ya lo sepan... Pero son personas muy peligrosas y de temer si te equivocas con ellas.
Ya van tres horas desde que ella practica con la espada, no luce cansada. Las gotas de sudor sobre ella parecen artificiales. Es muy probable que en el poco tiempo que estuvo practicando, haya recuperado la resistencia física que perdió.
—Presidenta, hay problemas —entra corriendo el primer informante de la mañana que lucía cansado por haber entrenado por muchas horas—. El comandante de la caballería del pequeño territorio entre el imperio vecino y la nuestra nación ha convocado una asamblea totalmente privada, las únicas que pidió presente al comandante de la caballería de nuestra nación, la presencia de su esposo y de usted.
Esa noticia altera por completo a la jefa de estado.
El sonido de la espada resuena por todo el campo de entrenamiento. Sus pies titubean, si dar o no un paso atrás.
Ella se agarra la cabeza en busca de una rápida respuesta. No sabe qué pensar, no sabe cómo actuar. Solo sabe que no puede rechazar esa convocatoria porque traería graves consecuencias, o al menos es lo que ella piensa por ahora...
Su sonrisa se agrandó, procedió a quitarse la peluca negra y los lentes de contacto de color miel. Su sedoso y largo cabello se liberó al instante, reflejando su bella apariencia y atractivo natural. Verlo a los ojos es como ver el océano y escucharlo es como una suave brisa de aire o el sonido de las olas cuando rompen en la orilla.
—Presidente Loic...
Lo mira serio.
—La presidenta ya sabe sobre su llegada, ¿no sería mejor llegar con un regalo? —su subordinado pasa saliva cuando se cae en cuenta de lo que ha dicho— Para cuidar las apariencias, presidente, ya sabe que la presidenta ha estado dando paseos por la nación y el territorio limítrofe al nuestro —aclara su garganta y dice:—. Hubo algunos rumores raros de que la presidenta se está viendo con un chico, curiosamente no tenemos información sobre esa persona, pero nos han dicho descripciones físicas de como se ve.
Loic suspira hastiado recibiendo el portafolio que le brinda su subordinado.
—Primero pasaremos por la casa... —se toma su tiempo para mirar los datos personales de esa persona que osa perturbar con su tranquilidad del amor eterno que le tiene al jefe de estado— Del tal Aamon sin apellido —suelta una carcajada desde la garganta.
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