Narrador omnipresente

Jun Pyo estaba atónito. Su amiga de la infancia estaba allí, frente a él, con una sonrisa angelical y una belleza que parecía inigualable. Ninguna mujer que conociera podía compararse con ella. Su madre le había contado una vez sobre la idea de comprometerlo con Eun-yeong, y aunque nunca lo expresó, en el fondo deseaba que eso se hiciera realidad. Sin embargo, cuando supo que el abuelo Pak había rechazado la propuesta, se sintió desilusionado. A pesar de todo, ahora que ella estaba frente a él, ese sueño enterrado parecía cobrar vida nuevamente.

Woo Bin, por su parte, reconoció de inmediato quién era ella. Las empresas Pak eran famosas, especialmente por sus proyectos internacionales. Había escuchado a su padre mencionar su interés en asociarse con ellos. Pero lo que más lo sorprendió fue la presencia de Eun-yeong. Su elegancia e impacto eran innegables. Aunque tenía un aire inocente, algo en su porte y mirada le advertía que no debía subestimarla. Aquello solo despertó su curiosidad por saber más.

Para Yi Jung, ella era una obra de arte viviente. Su belleza parecía imposible de capturar en un lienzo, pero ese pensamiento lo inspiraba aún más. Cuando sus ojos se encontraron, sintió algo extraño, algo que no podía explicar. Era como si, por un instante, se encontrara frente a una musa que podría cambiar su forma de ver el arte para siempre.

Ji Hoo permaneció aparentemente indiferente, como siempre. Sin embargo, no pudo evitar lanzar miradas ocasionales hacia ella. Su mente estaba dividida, pero algo en Eun-yeong captaba su atención. No era solo su apariencia; había algo en su forma de moverse, en su energía, que hacía que incluso él, tan distante, se sintiera curioso.

El aula quedó en un incómodo silencio hasta que sonó el timbre, liberándolos de esa tensión. El maestro indicó a Eun-yeong que dejara sus cosas y se dirigiera a la cafetería.

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Eun-yeong

No le dije nada a Jun Pyo ni a sus amigos, simplemente dejé mis cosas y salí. Las miradas de los estudiantes se posaron en mí, y los murmullos comenzaron de inmediato. Sabía que mi llegada llamaría la atención, pero eso no me intimidó. Mientras bajaba las escaleras, noté que Jun Pyo venía siguiéndome.

—Oye, tú —dijo, pero no me detuve. Lo ignoré, sabiendo que eso solo lo frustraría más.
—¡Ey, te estoy hablando! —exclamó, y finalmente me tomó del brazo.

En cuanto lo hizo, sentí una descarga que recorrió todo mi cuerpo. Él también lo sintió, porque su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y confusión. Me solté de su agarre y lo miré fijamente, arqueando una ceja.

—¿Entonces vas a hablar? —pregunté, aburrida de la situación.

Jun Pyo pareció reaccionar al fin.
—¿Te acuerdas de mí? —su tono era casi suplicante, como si temiera mi respuesta.

Sonreí levemente.
—Sí, te recuerdo. Éramos amigos. —Su expresión se iluminó, como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros.
—¿Necesitas algo?

—Vamos, te invitaré a comer —dijo con determinación, tomando mi mano sin darme oportunidad de protestar.

—Bueno, ¿quién soy yo para rechazar comida gratis? —respondí, lanzándole una sonrisa traviesa.

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Narrador omnipresente

Mientras caminaban hacia el jardín, Jun Pyo explicó que tenían un espacio al aire libre donde solían pasar el rato. La charla entre ellos fluyó de manera natural, llena de preguntas y risas ocasionales. Eun-yeong sintió un alivio genuino al ver que Jun Pyo no estaba molesto por no haber podido contactarlo en el pasado.

Sus amigos también comenzaron a interactuar más con Eun-yeong. Aunque tenían fama de ser el temido F4, Eun-yeong notó que en realidad eran un grupo de adolescentes con deseos de disfrutar su juventud y los privilegios de sus vidas. Cada uno tenía una personalidad distinta que comenzaba a revelar con pequeños gestos y bromas.

Cuando llegaron al jardín, Eun-yeong notó a Jan Di y Min Ji comiendo helados cerca de su camino. Una idea comenzó a formarse en su mente.

—Jun Pyo, deberías visitar nuestra casa. Mi abuelo estaría encantado de verte —dijo Eun-yeong con tono casual, como si fuera algo que acababa de ocurrírsele. Luego, giró hacia los demás con una sonrisa radiante.— Ustedes también están invitados.

Los tres sonrieron de inmediato, agradeciendo la invitación con entusiasmo.

—Entiendo por qué me invitas a mí —dijo Jun Pyo, frunciendo el ceño—, pero ¿por qué a ellos también?

—¿Por qué no? —respondió Eun-yeong con ligereza, avanzando hacia Jan Di y Min Ji con pasos firmes.

El momento fue perfecto: Min Ji tropezó con Eun-yeong, manchando su uniforme con helado. Todo sucedió tan rápido que Eun-yeong apenas reaccionó antes de que los cuatro chicos la rodearan, revisando si estaba bien.

Sin embargo, su atención se desvió rápidamente hacia el suelo. Su collar, un objeto de inmenso valor sentimental, yacía roto en el pavimento. Jun Pyo lo notó primero, lo recogió y se lo entregó con una expresión de disculpa en su rostro. Eun-yeong sintió un nudo en la garganta al verlo.

—Lo siento mucho —se disculpó Min Ji con un tono genuino.

—Si "lo siento" fuera suficiente, ¿para qué existen las leyes y la policía? —soltó Jun Pyo, con un tono lleno de irritación.

—Detente, Jun Pyo. Fue un accidente —dijo Eun-yeong, intentando calmar la situación. Jan Di le lanzó una mirada agradecida, pero Eun-yeong la ignoró por completo.
—Vámonos.

Jun Pyo, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar.

—¿Sabes cuánto cuesta su uniforme? —preguntó, mirando a Min Ji con desdén—. Porque no estamos hablando de un uniforme común como el tuyo.

El silencio se hizo pesado. Era cierto: el uniforme de Eun-yeong estaba confeccionado con una tela de altísima calidad.

—Sus zapatos fueron hechos especialmente para ella —continuó Jun Pyo, señalando los elegantes zapatos de Eun-yeong, que llevaban la exclusiva marca de su familia.

Min Ji no supo qué responder. Justo entonces, los ojos de Jun Pyo brillaron como si acabara de tener una idea.

—Ya sé cómo compensarlo —dijo, con una sonrisa que solo presagiaba problemas.

Capitulo corregido ✅