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🌧 『 Capítulo 4 』


El viento hacía volar la camisa mojada del pelinegro. Sin embargo en lugar de darle frió, le parecía refrescante y por alguna razón le producía paz sobre sí mismo. En alguna curva o aceleración por parte de la motocicleta, no podía evitar abrazar al pelirrojo por la cintura, aquello le hacía sentir seguro, sin darse cuenta, por inercia recargó su cabeza en su espalda, cerró sus ojos y se dispuso a disfrutar el resto del viaje.
La motocicleta se estacionó frente a un edificio de más de 15 pisos, y sin decir nada bajaron de ella y entraron a él.

—Buenas noches Señor Min—mencionó el recepcionista alegre una vez lo visualizó a la entrada

—Buenas noches señor Choi—contestó con voz casi inaudible

A Min YoonGi le daba envidia el viejito.
Había perdido a su esposa hace apenas unos meses, pero el día de hoy ya se encontraba saludando a las personas alegremente. ¿Algún día el podría llegar a ser así? ¿Actuar como si nada hubiese pasado? ¿Podría volver a ser tan feliz?
Miles de preguntas así aparecían en su cabeza.

El pelirrojo por su parte solo se dedicó a darle una reverencia como saludo, además de regalarle una de sus hermosas y brillantes sonrisas.

Cuando el ascensor llegó a la planta baja, subieron a el presionando el botón hacia el piso 14.
Caminaron por el pasillo en medio de las paredes color guinda dando pasos cortos sobre la alfombra café.
El pelinegro se detuvo frente a la puerta número 303, colocó la clave.

—Entremos, prepararé café—mencionó mirando al pelirrojo de reojo y entró quitándose los zapatos.

—Primero deberías atender eso—hablo por fin el chico señalando la mano de Suga e imitando su acción.

—Claro...—susurró acercándose a un cajón donde aquel guardaba un pequeño kid de primeros auxilios, tomó un algodón y lo humedeció con agua oxigenada.

—Déjame ayudarte—dijo J hope.

—No hace falta—contestó bajando la mirada.

—Por favor, quiero hacerlo—insistió a lo que el pelinegro no pudo negarse—Soy un experto en curar heridas .

—Gracias—contestó dándole aquel trozo de algodón—¿Has salido lastimado muchas veces?

—El boxeo es así—contestó con una sonrisa de boca cerrada—Pero no lo dejaría por nada, me ayuda a liberarme.

—Liberarte—susurró el chico de tes pálida mirando hacia otra parte.

—No sé qué fue lo qué pasó—habló limpiando con delicadeza sus nudillos, interrumpiendo sus pensamientos —Tampoco sé lo que cruza por tu mente en este momento, no tengo idea de que estás pensando, oh lo que estás sintiendo, pero si me dejas ayud...

—No—interrumpió con voz queda.

Ni siquiera lo había dejado terminar.

—¿No?

—Nadie puede ayudarme.

—Min...—suspiró y nuevamente una sonrisa apreció—¿Te ha pasado que no encuentras tu celular, lo buscas como loco por todas partes y resulta que siempre lo tuviste en tus manos?—preguntó riendo—Bueno...lo mismo pasa con la felicidad.

Min alzó la mirada topándose con los ojos del contrario.

—Tienes la felicidad entre tus dedos, siempre ha estado ahí—dijo nuevamente terminando de limpiar su herida—Sin embargo, sumido en pensamientos, con la ceguera a flor de piel, no has sido capaz de encontrarla.

Dicen que la vida es una aventura, que en ella se aprende, se crece, cambias. Su desafío es superarse, atreverse.
La belleza de esta vida es dar. La alegria es el amor.
Pero...¿Qué pasa cuando el amor para ti ya no existe?.

—La felicidad no te va a llegar si la sigues esperando aquí Suga—dijo nuevamente el chico—Llegará cuando por fin disfrutes lo que tienes.

—No tengo nada...

—Te tienes a ti—sonrió con dulzura— Y si quieres, yo puedo asumir la responsabilidad de tu propia felicidad...

Solo si me dejas hacerlo.

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