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Capítulo 6: Vías de escape

Dato aleatorio que deben saber y tendrá sentido en algún punto del capítulo: Blancanieves en Japón es Shirayuki.

Su —según Baji— ansiada pelea llega casi dos semanas después. No la buscan; simplemente, en su regreso a la residencia, se cruzan con cuatro tipos que atormentan a un pobre perro perdido y ni siquiera necesitan mirarse para tirar sus cosas y correr al mismo tiempo a detenerlos. Nadie va a salir ileso si hacen que una mascota meta la cola entre las patas, no en su guardia.

Dos y dos; mitades, como siempre. Baji noquea a los suyos bastante pronto para evitar que se les escapara el caniche, o al menos eso es lo que intuye cuando, en lugar de unirse a él como a veces hace, corre hacia la izquierda mientras le grita que le encarga el resto. Chifuyu le responde con un pulgar en alto antes de transformarlo en su siguiente puñetazo certero al rostro de uno de los tipos.

Es verdad que también podría acabar con ellos muy rápido, pero debe admitir que Baji tenía razón. Repartir golpes a un par de sujetos con los que está enfadado le permite también liberar todo lo que ha estado acumulando desde mediados de septiembre, así que no le dan ganas de acabar tan pronto. No es como si estos sujetos lo forzasen a emplear toda su fuerza, de todos modos, quizás solo un tanto de agilidad porque son dos. Mientras no lo sorprendan con algún arma —improvisada o real—, no son nada para él.

—¡Se meten con animales porque las personas los superan sin esfuerzo, ¿ah?! —vocifera junto a su patada final.

Cuando sus dos oponentes están en el suelo y Chifuyu pisa la espalda de uno, le gustaría que aún tuvieran fuerzas para levantarse con tal de asestar más variedad de golpes. Todavía hay tensión por sacar de su sistema.

—¡Chifuyu, ya volví! —Sin embargo, escuchar a Baji le hace olvidar aquello—. Veo que terminaste con lo tuyo.

—¡Lo encontraste! —celebra al darse cuenta de que trae al pequeño perro en sus brazos—. ¿Está bien?

—Lo revisé y creo que está más asustado que nada —lo dice, sonriente, mientras voltea a ver al perrito, que también lo mira y trata de lamerle la cara—. Tuve que enamorarlo con croquetas para que me dejara tocarlo, eso sí.

—¡Como es de esperarse! Por eso siempre llevas croquetas para mascotas contigo, ¿verdad, Baji-san?

—Nunca se sabe cuándo me encontraré con un amiguito que las necesite. —Acaricia la peluda cabeza con energía—. Tiene collar, pero no pone el número de sus dueños, así que tal vez debamos preguntar puerta por puerta o buscar si hay algún cartel por ahí con su foto para encontrarlos.

—Podemos empezar por allá. —Señala una zona residencial frente a él con un gesto de la cabeza—. Puede que acabe de perderse y aún no haya carteles.

—Sí, no parece que lleve mucho afuera. —Chifuyu se acerca a rascar detrás de una de sus orejas. Aparentemente, se ha olvidado del miedo previo a su intervención, pues se deja mimar sin problemas—. De todos modos, échale un ojo a los carteles. Yo me encargo de ir puerta por puerta con el pequeño.

—¿Por qué no la llamas por su nombre? —Se da cuenta de que es hembra al leerlo—. Está en la placa.

Baji demora en contestar, así que Chifuyu levanta la mirada y lo descubre con la misma expresión con la que busca palabras en el diccionario.

—No sé cómo se dice —murmura. Chifuyu le da una sonrisa comprensiva. No le extraña en absoluto si se trata de un nombre extranjero largo.

Snow White, Baji-san.

—¿Ah?

Blancanieves en inglés.

—¿Por qué no simplemente le puso Shirayuki?

—Quizás solo le digan Snow. Snow —llama con la voz aguda. La perrita lo mira al instante—. Sí, creo que sí.

—Para eso solo le ponía Snow.

—¿No sería muy simple? Es como si yo le hubiera puesto Sword a Peke J al inicio.

—¿Suo qué?

Espada.

—Patético.

Chifuyu ríe por la espontaneidad de la respuesta y, en un par de segundos, Baji se le une. Un momento como este, solo ellos dos siendo felices con un par de moretones frescos sin que nada más que el justo ahora importase, es lo que le hacía falta. No hay preocupaciones por clases incomprendidas o celos por mantener ocultos; lo único en mente es colaborar para reunir a la pequeña caniche con sus dueños, aun si no estaba entre sus planes hasta hace pocos minutos.

Sin demoras más que una nueva patada a uno de los bastardos porque se estaba levantando e ir a recoger sus bolsos tirados a unos metros, ambos se dirigen a la zona residencial para iniciar su búsqueda.

Se acerca el anochecer cuando toman asiento en un banco y largan un suspiro casi sincronizado. Aún no tienen éxito. En el mejor de los casos, les cuentan de vecinos con perros iguales; en el peor, les gritan pura basura por el animal o por el aspecto general de ambos. Es una mierda que el largo cabello suelto de Baji —en el que siempre quiere enredar sus dedos— o su tinte rubio junto a la perforación del lóbulo espanten a ancianos gruñones... aunque quizás sea porque a él llegaron a pegarle en la cara una vez, solo que no ha visto qué tan feo es el moretón.

—Estoy a un insulto más de que me valga que sea un viejo —masculla—. Si se ve robusto, le voy a pegar.

—Será mejor que sigas cargándola para evitarlo. —Ríe por lo bajo.

—¿Qué vamos a hacer si no aparecen sus dueños hoy?

—¿No te la puedes quedar mientras tanto?

—No sé cómo sea con los gatos callejeros, pero podría encargársela a Pah. Tiene un perro afgano muy bonito, ¿lo sabías?

—¡¿Un afgano?! —Abre muy bien los ojos—. ¡Quiero verlo!

—Debo tener una foto, espera. —Le pasa a la caniche para sacar su celular—. Wow.

—¿Qué?

—Tengo un montón de mensajes de Mikey y Kazutora.

—¿Por qué? —Arquea una ceja.

—A ver, ¿qué hora-...? —Inhala rápidamente—. Mierda.

—¿Qué?

—Con esto, se me olvidó que a las cuatro y media iba a reunirme con los chicos y ya son más de las cinco.

Mierda.

—Sí... Ni modo, esto es más importante. —Se encoge de hombros, despreocupado—. Se molestarán conmigo, pero no voy a... ¡Oh! ¿Y si les pido ayuda?

—¿Cómo? —Eso lo pone alerta. Espera que lo confunda con desconcierto.

—Puedo ponerlos a revisar carteles y a preguntar en cada puerta con fotos que tomarían antes porque ya la tenemos. Sería más rápido, aunque si a nosotros nos está yendo mal con los ancianos, a ellos les irá peor. —Lleva una mano al mentón. Chifuyu reiría si no estuviera sintiéndose amenazado por lo que implica la posibilidad de conocer a los amigos de Baji hoy.

—Entonces, mejor...

—¿Snow? —Lo interrumpe la voz de una mujer. Ambos voltean hacia ella al instante. Chifuyu siente a la perrita tratando de zafarse de su agarre para correr, por lo que se levanta y se acerca a la señora.

—¿Es la dueña de Snow White?

—¡Es ella! —exclama de emoción con los brazos extendidos, por lo que Chifuyu no alarga la espera y se la entrega. El reencuentro lleno de lamidas lo enternece—. ¡Estás bien! ¿Dónde la encontraron?

—Unas cuadras hacia allá. —Baji camina hacia ellos. Supone que estará señalando la dirección de la que vinieron—. Unos chicos la estaban correteando y lanzándole cosas, así que los detuvimos antes de que le hicieran daño.

—Oh, por eso están golpeados. Lo siento mucho.

—Descuide. —Chifuyu sacude una mano en el aire y sonríe. Es mejor que piense que el estar lastimados sea algo único de su heroísmo—. Como la vimos tan bien, pensamos que no debía llevar mucho tiempo perdida y comenzamos a preguntar por la zona.

—Ya estábamos haciendo planes por si no aparecían sus dueños.

—Qué suerte que la encontraran ustedes. Sí, fue hoy mismo, ni siquiera me di cuenta, solo... de pronto ya no estaba en casa. Salí a buscarla apenas lo noté. En serio, muchas gracias. —Hace una reverencia.

—De nada.

—Cuide que no vuelva a salirse, ¿sí? Ya vimos que hay tipos peligrosos por ahí.

—No volverá a pasar.

Un agradecimiento tan sincero luego de toda la descortesía es realmente satisfactorio. Para cuando se despiden de la señora y de Snow, vuelven a dejarse caer en el banco, exhaustos.

—Creo que dormiré en cuanto me acueste.

—Y yo, que aún tengo que ir con los chicos; pero estoy tan feliz. —Suspira, la mirada en el cielo. Su cabello se mece ligeramente con el poco viento que hace. Chifuyu podría contemplar la imagen frente a sus ojos por lo que queda de día.

—Sí, igual yo.

Se quedan en silencio por unos momentos. No sabe si Baji solo ignora que lo contemple todo ese rato o si, como Chifuyu, ni siquiera se da cuenta de su vista fija en él hasta que gira la cabeza y sus ojos coinciden.

—Volvamos.

—Sí.

Chifuyu espera que el golpe en su mejilla oculte el rubor que cree sentir allí.

El alivio por reunir a dueña y mascota hace que se le olvide que, justo antes de que los viera, Baji le estaba sugiriendo sumar a sus amigos a la búsqueda. Lo único que logra recordarle de qué se ha salvado es su tono de llamada irrumpiendo la caminata a casa.

—Sí que me extrañan, ¿no puedo llegar tarde? Solo vamos a jugar un videojuego —dice al sacar el celular del bolsillo, luego atiende sin saludar—. Sí voy, dejen de molestar. —Chifuyu ahoga una risilla. No sabe cuál de todos lo estará llamando, eso sí—. ¿Ah? No, no estoy ignorando sus mensajes si ni siquiera los leí... Sí, sé que Mikey y tú me bombardearon de mensajes, pero estaba en medio de algo importante... Chifuyu y yo rescatamos a una perrita de unos tipos que la iban a lastimar y se la devolvimos a su dueña hace nada... Sí, aún estamos camino a casa. Me cambiaré apenas llegue para ir allá.

No es por escuchar conversaciones ajenas, sino porque pronuncia su nombre... y porque la evidencia le dice que le ha marcado Kazutora. Le es inevitable fijarse en cómo le habla.

Desde aquel día, su mente ha comenzado a susurrarle sus celos en forma de comparaciones. Es muy molesto, sobre todo porque el enojo va contra sí mismo por pensar así. No puede controlarlo. En un momento está leyendo un nuevo capítulo de algún manga y un diálogo dispara una idea. Que si Baji considera a Kazutora guapo y eso le da ventaja sobre él, a quien encuentra solo lindo. Que si con él comparte más horas juntos. Que él sería más romántico, más cuidadoso. Si ni siquiera debería aceptar esa clase de cuestiones, que no haya base alguna que sustente tales conclusiones es un total descaro.

Lo que oye de la llamada introduce una nueva duda: ¿Kazutora tiene alguna opinión sobre él? Hasta donde tiene entendido, los amigos de Baji saben de su existencia porque a veces les cuenta lo que hacen, así que el que ahora es su novio debe tener cierta noción suya. ¿Qué tanto habla Baji de él?, porque a cualquier pareja celosa seguramente le afectaría que se vean tan a menudo.

—Creo que pensaron que me había metido en problemas porque olvidé contestarles, pero no les extraña para nada que me esté tardando por un perro.

—Ah, ya colgaste. —Le toma por sorpresa que se dirija a él. No le parece muy bueno que su cabeza vague por las nubes tan fácilmente.

—Justo ahora. Al menos no pueden decir que atendí la llamada solo porque era Kazutora, porque él también me escribió. Los veo bromeando con eso si llega a pasar algún día.

—La estrategia novio, ¿eh? —Hay un ligero pinchazo en su pecho.

—Sí, no quiero que la usen. Es como lo de dejarnos solos. No quiero que piensen que él es mi prioridad solo porque es mi novio. —Duele mucho más dicho de su boca—. Lo único que ha cambiado por eso es la cantidad de cosas que hacemos juntos; de resto, no es como si lo considerara un miembro aparte de mi grupo de amigos. Lo incluyo cuando hablo de ellos.

—Hm, son cosas de que tu pareja sea parte de tu grupo de amigos, supongo.

—Puede ser... Aunque seguiría sin gustarme, creo que lo soportaría más si fuera alguien aparte, como tú, quizás.

Chifuyu se habría ahogado si estuviera comiendo ahora mismo.

—No digas eso tan de repente.

—¿Qué? ¿Tan terrible es? —La sonrisa de lado y la ceja alzada con las que lo mira son demasiado juguetonas.

—No, es porque se siente raro porque ya estás con alguien más. —«Porque no quiero que el ser novios sea solo un caso hipotético».

—Pero creo que aplica hasta siendo amigos, ¿no te parece? Cuentas como alguien aparte porque no te conocen. He notado que Mikey a veces se pone irónico cuando no tengo planes contigo.

—Huh, ¿y Kazutora no?

—Se ha molestado un par de veces, pero era entendible por la situación.

—¿En qué situaciones me mencionas, Baji-san? —Arquea una ceja.

—Lo que importa es que no se molesta siempre.

—Hm... —Concluye dos cosas: Baji ha sido imprudente, tal vez por descuido, y Kazutora sí ha sentido celos por él también, probablemente más veces de las que su amigo cree. No sabe cómo sentirse al respecto.

—Como sea, esto me ha hecho pensar, ¿no quieres conocerlos?

Vaya forma de desviar el tema.

—¿Eh?

—A mis amigos.

—No, sí entendí, pero...

—No me refiero a justo ahora, por supuesto —aclara, aunque no le hacía falta—, sino a cualquier otro día en el que podamos vernos todos. Incluso pueden ir Hakkai, Takemichi y Hina.

—Ah, no estaría mal. —Si ignora que incluye a Kazutora en el grupo, como dijo antes, claro.

—Estoy seguro de que deben tener curiosidad por conocerte. —Sonríe—. Lo más probable es que no sea hasta mi cumpleaños, pero te avisaré si se puede antes.

—Está bien. —Y grita por dentro.

Se ha salvado por hoy, pero ahora arrancó un temporizador que alcanzará el cero en poco menos de un mes si es que algo más no lo apresura a finalizar su cuenta otro día. Qué regalarle ya no es su única preocupación para esa fecha.

Solo diré que en el siguiente sale alguien 👀

¡Hasta el siguiente (o los comentarios)! ^0^/

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