Capítulo 19: Sorpresas de cumpleaños
Cuando Baji le advirtió que no se sorprendiera si se enfermaba en los siguientes días, Chifuyu estuvo al borde de un infarto, y conocer los motivos también le hizo cosas a su corazón. No le quedan dudas de que ya ama a Kazutora. Prefirió ignorar ese pensamiento para enfocarse en recordarle todas las recomendaciones para evitar una indisposición en el momento más inoportuno.
Todo quedó en un susto, por suerte. Sin hipotermia ni resfriados que postraran a alguno de los dos —o a ambos— a la cama, las sesiones de estudio fluyeron sin problemas mayores al propio hartazgo de Baji. Así, la semana de exámenes llega sin nada que lamentar y, junto a ella, el cumpleaños de Chifuyu.
El día inicia como lo recuerda cada año: su madre le prepara alguno de sus desayunos favoritos, luego le entrega su regalo, que hoy ha sido un avión a escala para armar. Las diferencias comienzan al salir. Por lo general, no recibiría más felicitaciones hasta cruzar la puerta del salón de clases, así que le toma bastante por sorpresa que la segunda llegue en cuanto abre la de su apartamento.
—¡Feliz cumpleaños! —Lo escucha antes de siquiera registrar que Baji está justo afuera, sonriéndole con una bolsa de galletas caseras en la mano. Debe haberse paralizado con una cara graciosa, pues ríe a los pocos segundos—. ¿Qué pasa? ¿No esperabas que te saludara así?
—Sinceramente, no sé qué estaba esperando. —Apenas ahí se percata de que ha soñado tanto con el momento en el que le entregue esa carta que les está escribiendo a sus amigos por sus cumpleaños que no se detuvo a imaginar cómo sería cuando se vieran en la mañana. Casi se sonroja por eso.
—Sorpresa, entonces. —Le pasa las galletas. Chifuyu abre su bolso para guardarlas ahí—. Son de parte de mi madre. Te daré mi regalo en la tarde.
—Recordaré agradecerle cuando la vea.
Hablar mientras bajan el corto tramo de escaleras también es rutinario, solo que esta vez el tema de conversación es de cumpleaños. Le está contando por qué es tan especial el avión del modelo que le han regalado cuando finalizan los escalones; entonces, sin verlo venir, Baji le rodea los hombros con un brazo. Parpadea, mas evita congelarse para no quedarse atrás, pues continúa caminando.
—¿No seguirás hablándome del avión? —Sin embargo, su repentino silencio delata la impresión que se ha llevado.
—Ah... —Cualquier pensamiento coherente en su cabeza ha sido reemplazado por una voz que recalca cuánto se están tocando, incluyendo las zonas que se rozan con el andar, como sus muslos o el brazo izquierdo, que ha quedado atrapado entre sus costados—. No, no me quedaba nada importante que decir.
—Hmm.
Técnicamente, un abrazo como este no tiene nada de alarmante. Baji le ha dado muchos así, mas es raro que lo haga si no están quietos en un sitio. Le echará la culpa al frío de que hoy se sienta más abrumador que nunca, con el calor que comparten de esa manera y lo mucho que le encanta ese recurso en las historias románticas. También siente un ligero nerviosismo sobre lo que ocurriría si se topasen a Kazutora, aun si no hay forma de que coincidan hasta más adelante. Casi al instante de notarlo, entrecierra los ojos. ¡Este contacto físico es inocente! ¿Por qué cambiar los gestos amistosos entre ambos solo por un novio que no controla bien los celos?
—Estás tenso. —Que venga de la nada sin un tono interrogativo solo lo empeora.
—Es el frío. —Para tratar de ser más convincente, sube la capucha del abrigo que usa bajo el uniforme. Que le sirva para esconder el rubor que surge en su rostro al responderse que el problema en su caso son sus sentimientos no tan ocultos es aparte.
—Es raro que seas tú el que se queje del frío —dice con cierta gracia.
—No soy inmune. Quizás la nevada te hizo ganar resistencia.
—Ugh. —Siempre pone una cara graciosa cuando se la menciona—. Que no me enfermara después de eso fue un milagro navideño anticipado.
Chifuyu ríe un par de segundos. Comentar que gracias a eso pudo terminar de estudiar todo el contenido de los exámenes los lleva a hablar de los que presentarán hoy.
El brazo de Baji lo deja cuando llegan a una pasarela; el hueco que creció momentáneamente en su pecho se suma a las cosas que prefiere ignorar.
—Es tu cumpleaños, ¿verdad? Felicidades.
Si un saludo desde la espalda sorprende a cualquiera, no deberían culparle por girar con una ceja arqueada al reconocer esa voz como la de Kazutora.
—Gracias... —Suena casi interrogante, a lo que el otro inclina la cabeza a un lado con una sonrisilla.
—¿Qué? ¿No lo esperabas de mí?
—No sabía qué esperar, realmente. —Relaja su porte con una sensación de déjà vu. Son solo ellos y los estudiantes que caminan por los pasillos más pendientes de ir a comer que de lo que ocurre a su alrededor, no hay nada de qué alarmarse.
—Pero si estoy invitado a los bolos más tarde, ¿o es por cortesía?
—No. —Exhala, no quiere razonar una reacción que duda poder explicar con algo ajeno a la costumbre—. Solo olvídalo.
—No te pongas tímido, conozco tus motivos —Chifuyu hace lo posible por no dirigirle una mala mirada. ¿Para qué pregunta, entonces?—, y por eso mismo te estoy felicitando ahora, solo los dos, antes de dejarte a Baji hasta la tarde.
—¿Huh? —Es su turno de ladear la cabeza—. ¿Se supone que es un regalo de cumpleaños?
—Almorzarás más tranquilo sin mí ahí, ¿no?
Hay algo en esto que le causa conflicto, mas no logra definir qué. Quizás sean varias cosas a la vez, más bien. El tiempo con Baji —o Baji mismo— como premio canjeable, el que Kazutora renuncie a compartir con su novio como si él lo hubiera obligado, el que aún considere que no es bienvenido a su círculo. Sí, es verdad que prefiere estar preparado para su presencia, mas no cree tener derecho a echarlo mientras no se pase de la raya. No ve por qué tendría que excluirlo si va a comer en la escuela con varios de sus amigos. Una persona más o una persona menos no haría mucha diferencia.
Kazutora ondea una mano frente a sus ojos, así se percata de que se está tardando en responder.
—Puedes almorzar con nosotros.
—¿Ah?
—Y no sé si solo lo dijiste así para jugar conmigo, pero no trates a Baji-san como si fuera un intercambiable.
—Ah —parpadea, perplejo—, no lo vi así...
—Te golpearía si se enterara.
—Sí... —Es interesante lo aturdido que ha quedado. El regaño, su decisión o ambas cosas deben haberlo tomado desprevenido.
—Pero de verdad no hay problema —reitera—. Hemos demostrado que podemos convivir mientras no se interpongan nuestros sentimientos, así que solo evita una escena de celos o ponerse muy melosos y estará todo bien.
—Hm —suena pensativo, mas sigue costándole leer sus expresiones—, ¿se solucionará si te sientas entre nosotros?
—¡No! —Sacude las manos en señal de negación. La sola idea lo pone nervioso—. Me sentiría la manzana de la discordia así.
—Es broma. —Le da un leve empujón con el puño en el pecho—. ¿Baji en medio es mejor?
—Kazutora.
Él solo ríe y luego pregunta dónde comerán. A veces, Chifuyu no logra entender a este chico.
Al final, Chifuyu acaba sentándose frente a ambos, pero es solo por cuestiones de espacio disponible al haber llegado de último junto a Kazutora. Aunque todo fluyó sin problemas, no faltaron miradas desconcertadas o sorprendidas por la presencia del otro, de ahí que no le extrañe que Takemichi lo busque al salir de clases. Si quiere preguntarle en persona, es probablemente la única oportunidad que tiene de hacerlo a solas hoy.
—Me llevaré a Chifuyu unos minutos —avisa, pues ya estaba dirigiéndose a la salida con Baji. Le asombra la firmeza con la que lo anuncia, eso sí—, será rápido.
—Ah, claro. —Baji, en cambio, no muestra contrariedad alguna—. Te esperaré en el salón, no quiero pasar frío afuera.
A Chifuyu solo le da chance de hacer una ligera seña para disculparse antes de que Takemichi lo hale del antebrazo para arrastrarlo a donde sea que tenga pensado.
—¿Por qué tan urgente? —reclama con el ceño fruncido una vez alejados de Baji.
—Creí que Baji-kun se iba a molestar.
—Ya viste que no, ¿por qué me sigues halando?
—No me voy a arriesgar a que lo haga si tardo.
—Dependerá de qué tan rápido me entiendas.
—Espera, ¿sabes qué te voy a preguntar?
—No disimulaste nada en el almuerzo.
—¡Porque no lo entiendo! —Finalmente, se detiene fuera de una cancha y lo suelta—. En los bolos es pasable, ¿pero el almuerzo? Hay mucha menos gente.
—Sigue siendo más gente que solo Baji-san, él y yo, que tampoco es insoportable.
—Eso me has dicho, pero no veo cómo. De paso, ¿darle permiso hoy no es una invitación a que se nos una cada vez que esté Baji-kun?
—No cada vez, no lo creo, e insisto que no veo el problema.
—¿No te duele?
—Solo si se pone cariñoso o celoso, así que le dejé claras mis condiciones para que se uniera. Las cumplió, no me hizo pasar un mal rato y, si se une de nuevo, creo que será para fastidiarte a ti.
—¡Hey!
—Te molesta más a ti que a mí, socio. ¿Le temes más que a Baji-san?
—Razones hay. —Lo mira como si la pregunta ofendiera.
—Y te dará más si lo sigues viendo como hoy.
—¿De qué lado estás, Chifuyu? —Su tono es decaído.
—Da igual —coloca una mano en su hombro—, realmente dudo que sea muy recurrente, y si me equivoco, quizás se dé cuenta de que no es tan bienvenido al grupo, de todos modos.
—¿Y tú no te estás haciendo el fuerte de repente? —Alza una ceja.
—Que no —rezonga, aunque cede un poco en unos segundos—, quizás solo cuando los veo más amorosos, pero no pasó eso hoy. Ya no me duele verlos juntos, si a eso te refieres. En estas semanas ya me he acostumbrado a Kazutora y ya no es tan celoso como al inicio, así que está bien. Si convivir con ellos es lo que me está ayudando con eso, no debería evitarlo tanto, ¿no crees?
—Hm... —Piensa por unos instantes—. No sé si eres fuerte o masoquista.
—Tal vez ambas. Admito que no sé cómo sentirme con todo esto de estarme acostumbrando a él, ¿sabes? Se está volviendo más fácil ignorar mis pensamientos sobre cómo me afectan sus avances, que supongo que es bueno, pero ¿por qué? No sé si me estoy rindiendo o lo estoy superando, y aunque sé que debería resignarme, no me gusta la idea de perder la esperanza. —Respira hondo. Necesita un momento, decir eso sí le oprime el pecho—. Creo que solo me estoy cansando.
—Ah —se lleva una mano a la nuca—, no debí preguntarte por esto hoy. No quiero hacerte llorar en tu cumpleaños.
—No voy a llorar —protesta, incluye un puñetazo sin mucha potencia al hombro—, y descuida, sabía que me cuestionarías por eso. Sigo deseando estar en su lugar, pero Kazutora en sí ya no me causa problemas.
—Si estás tan seguro, no te volveré a preguntar.
—De todos modos, aprecio la preocupación. —Sonríe con ligereza—. Pero hablo en serio, deja de ver a Kazutora como si de verdad fuera un tigre si no quieres problemas con él.
—Sí, sí —bufa, ojos entrecerrados—. Ya ve con Baji-kun, lo estamos haciendo esperar mucho. Nos vemos más tarde.
—¡Hazme caso! —insiste mientras da la vuelta, risueño—. Nos vemos.
Concentrarse en los estudios lo ha mantenido distraído, por lo que no sabría decir desde cuándo perdió la noción de lo que significa su sentir actual. Que se le facilite no ahondar en pesares podría ser simple obra de estar ocupado, no de que haya avances, o quizás solo tiene miedo de descifrar lo que ocurre, porque el camino hacia la superación debe ser agridulce, y no está listo para soltar lo único que permanece inalterado: lo mucho que le gusta Baji.
Como el centro de juegos cuenta con varias máquinas aparte de la sección de bolos, algunos se entretienen compitiendo en ellas mientras llegan los demás. Cuando Chifuyu entra junto a Baji, Mikey enfrenta a Draken en el hockey de aire; unos metros más adelante, Pah y Peh no parecen tan habilidosos para el fútbol de mesa. Luego están Emma, Mitsuya y Hakkai, que simplemente esperan sentados. Ellos son los primeros en notar su presencia, aunque el resto no tarda en saludar.
Chifuyu se une porque Mikey lo reta, mas no estaba preparado para los reflejos tan agudos de su rival también sirviéndole para tapar goles. Tras su aplastante derrota, Baji sugiere que la revancha sea en el juego de baile porque es el mejor, imbatible. Gana, pero se vuelve un el que se atreva contra él gracias a esa publicidad. No es que le moleste, en realidad, mucho menos si se debe a elogios de su parte.
Entre rondas, llegan los demás invitados. Estaría mintiendo si dijera que no es un poco gracioso que Takemichi —de la mano con Hina— y Kazutora ingresen casi al mismo tiempo, sobre todo cuando el primero se detiene a señalarle a su novia un peluche en una de las máquinas de garra en un evidente intento por mantenerse lejos del otro. Le funciona, porque Mikey lo elige como su nuevo contrincante en un juego de puntería apenas termina de saludarlos a todos.
Se entretienen tanto con las máquinas que tardan varios minutos en notar que ya están completos. Takemichi y Hakkai, como los más expertos, se encargan de los preparativos mientras el resto se cambia los zapatos.
—Pfft —Chifuyu está atándose los cordones cuando escucha a Mikey reír a su izquierda. Cuando alza la mirada por curiosidad, descubre que señala a Kazutora y a Pah, que ya terminaron de calzarse—, los zapatos resaltan lo patéticas que son sus camisas.
—¡¿Hah?! —Es un reclamo doble, mas eso no lo detiene. De hecho, Mikey gana aliados.
—Los zapatos de alquiler siempre son feos —Mitsuya explica mientras los ve de pies a cabeza—, súmenle a eso los colores extraños que llevan hoy.
—¿Qué tienen? Mi camisa es genial. —Pah luce muy confundido.
—Nunca están felices con el animal print. —Kazutora, en cambio, se cruza de brazos.
—No, el estampado no es el problema, me has visto diseñar con él. Es cómo lo usas.
—Y el tipo que eliges, también —añade Draken—. Tu camisa tal vez estaría bien si fuera en blanco y negro, pero... —Hace gestos poco precisos para indicar lo que sea que lleva puesto, y es ahí que Chifuyu no resiste más las ganas de reír.
—¡¿Estás con nosotros, Chifuyu?! —Mikey no lo deja pasar, emocionado—. Te conocemos hace poco, pero no te hemos visto usar algo desastroso, así que debes tener buen gusto.
Se congela un instante al volverse el centro de atención tan de repente, luego procesa un gran detalle: lo están alentando a sumarse al chiste. Por Baji, sabe que burlarse de la pésima moda de ese par es común para ellos, mas tiene dudas de cómo se tomarían que alguien externo lo hiciera. Este permiso es una forma peculiar de sentirse aceptado.
—Draken tiene un buen punto.
—¡Es de los nuestros! —celebra, acercándose a él para chocar los cinco con ambas manos.
—Aunque no es peor que lo que usa Takemichi en un día soleado.
—¡¿Oh?! —La información adicional solo alimenta el aire juguetón que rodea a Mikey, que se gira hacia donde está la mayoría—. ¡Baji, sé más como Chifuyu y critica sin miedo en lugar de quedarte tan callado ahora!
—No es lo mismo, Takemichi sigue allá con Hakkai.
—Takemichi sabe lo que pienso de sus shorts con estampados en lugares extraños.
—¡Uuuh! —Nadie como Mikey para avivar fuego, ¿eh? Vuelve a verlo a él, mas habla a un volumen audible para todos—. Verás, Chifuyu, como nunca dice algo directo, creo que Baji le tiene miedo a Kazutora en esto.
—¡No le tengo miedo!
—¿No? A ver, opina.
—Uh —por mucho que intente disimularlo, se nota que esta es una situación incómoda para Baji. No diría que es por miedo o porque le molesten las burlas, sino por renuencia. No parece ayudarle la intensidad con la que ambos aludidos lo observan—, es como si Pah llevara una versión a bloques de color de la de Kazutora.
—¿Y cuál es más fea?
—No sé, no creo que luzcan tan mal si combinan con ellos.
—Reformulo: ¿cuál no te pondrías?
Pocas veces ha visto tanta indignación en la cara de Baji como ahora. Cree que lo habría golpeado de haber estado en la calle, pues se percata de que aprieta el puño derecho.
—¡Que no lo digas de inmediato es porque es la de Kazutora! —exclama Pah con una suficiencia muy alta para alguien que sería el segundo peor vestido en caso de vencer.
—Que lo diga él. —Kazutora retiene el festejo de su amigo, mas no despega la mirada de Baji, quien resopla.
—Si fuera para mí, supongo que preferiría usar parches de colores y no un montón de estampados multicolores. Te ves guapo, de todos modos.
Eso último no evita que la indignación pase al rostro del tatuado. Vale, un halago en ese contexto no le hace mal a Chifuyu, solo debe llevarse una mano a la boca en una mezcla de sorpresa y diversión por las expresiones que está viendo.
—¡Te voy a patear el trasero en los bolos incluso si quedamos en el mismo equipo!
—Si quedamos en el mismo equipo, que saques una gran ventaja de puntos sigue siendo una victoria para mí. —Baji se encoge de hombros con una sonrisa, lo que solo irrita a Kazutora todavía más.
—¡No seas inteligente ahora! —Y si alguien aún no se reía, después de eso nadie se contiene.
Takemichi y Hakkai llegan a indicarles las pistas que les asignaron en breve, lo que también implica revelar quiénes forman cada equipo una vez están entre los asientos de ambas.
—Takemicchi —eso sí, no sin antes vivir un episodio más de Mikey siendo Mikey—, ¿podríamos ver lo que llevas bajo el abrigo?
—¿Qué?
—Ya todos nos quitamos los abrigos, ¡faltas tú! —Mueve los brazos de forma que señala al grupo entero. Tal como argumenta, la temperatura dentro del establecimiento les permite ir más ligeros—. ¡Quiero ver qué usa un experto!
—Ah... —Sin mucha demora, desabotona su abrigo y lo abre como en una gran revelación—. Es nueva.
Chifuyu jamás esperó que existiera un suéter feo navideño con temática de bolos. El fondo negro está tan repleto de detalles que necesitaría verla de cerca para identificarlos todos, pero la protagonista es una bola roja con un gorro de Santa delante de varios pines que la enmarcan en el centro. No es de extrañar que varios de los chicos se estén riendo.
—Mientras más lo miro, peor se pone. —Mikey apenas logra decir entre risas.
—¡¿Peor?!
—¿Qué piensas ahora de mi camisa, Baji? —pregunta Kazutora.
—Me la pondría. —No duda ni un segundo.
—¡Es tan patético que se reconciliaron! —Mikey podría quedarse sin aire en cualquier momento si sigue así.
—No, aún pienso aplastarlo.
—¿De qué están hablando?
Luego de explicarles de lo que se perdieron mientras armaban los equipos y de que Takemichi intentara defender sin éxito su suéter, retoman lo que iban a hacer desde un principio.
—Antes de que lo pregunten, elegimos los equipos según como creímos que sería más divertido competir —inicia Hakkai.
—Como solo se pueden seis jugadores por pista, si no están de acuerdo con su equipo, la única solución será que juguemos individualmente sin considerar cada pista como un equipo o que intercambien con alguien de la otra pista, pero jugarían bajo su nombre y podrían confundirse.
—¿Por qué no ambas? —Mikey levanta una mano—. Seamos equipo, pero también hagamos un ranking individual.
—Oh, está bien. ¿Están de acuerdo? —La mayoría asiente, por lo que continúan—. Entonces, ya que nosotros dos somos los mejores jugadores, lo justo es que cada uno esté en un equipo distinto. Los de Hakkai van a la pista 4 y los míos, a la 5. Ubíquense mientras los llamamos. Chifuyu, tú vienes conmigo.
—Taka-chan. —Hace una seña para que se acerque.
—Draken-kun.
—Mikey.
—¡Nos separaron! —Mikey extiende una mano hacia Draken con falso drama.
—Pah.
—Hina.
—¿Cómo que no en el nuestro, Takemichi? —Chifuyu murmura, pero su amigo solo le hace una señal de silencio.
—Peh.
—¡Estamos juntos! —El par choca los puños como celebración.
—Emma.
—¿Qué? —Mikey extiende la vocal, mas suena emocionado de competir junto a su hermana—. ¿Nosotros contra Kenchin?
—Fíjate en quiénes quedan. —Emma, en cambio, se ha dado cuenta de lo mismo que él. En el centro, Baji y Kazutora aguardan su llamado—. Separaron a todas las parejas.
—Bueno —al menos, la riña por la camisa colorida parece estar jugando a favor, pues Kazutora luce satisfecho con esta oportunidad, aun si cree que todos saben dónde acabará cada uno—, ahora podré aplastarte sin darte ningún gusto.
—Recuerden —Takemichi respira hondo, lo que solo le da a Chifuyu más pruebas de que sus sospechas son acertadas—, nos basamos en lo divertido que sería enfrentarnos así. Si lo normal sería dejar a las parejas juntas, aquí decidimos separarlas, ni yo me salvé. Por eso, el último miembro de mi equipo es Baji-kun.
—Lo que me deja a Kazutora.
—Hmm. —A pesar de la sonrisa, los ojos ligeramente entrecerrados dirigidos hacia él le dan escalofríos que debe ocultar cuando se le acerca—. Estoy contento con haber quedado separados esta vez, pero esto no será arreglo tuyo, ¿o sí?
—Juro que no tengo nada que ver.
—Sería tonto de tu parte, te creo. Bueno, si lo pienso bien, aplastarlos a ambos será aún más satisfactorio. —Su sonrisa se torna más pícara.
—O podrías llevarte una sorpresa. —Acepta el reto, sonriente también, aunque es más un intento por esconder el desorden en su interior.
Le sirve que Kazutora siga de largo para escoger su bola, así puede deshacerse de la máscara e ir derecho hacia Takemichi, que no tiene que buscar una al contar con equipamiento propio. Es perfecto, nadie le presta atención como para darse cuenta de que lo hala del brazo para apartarlo más del grupo.
—¡Hey! —Trata de zafarse—. ¿Por qué tan fuerte, estás molesto?
—¿De quién fue la idea de ponernos a Baji-san y a mí en el mismo equipo?
—¿Te molesta? —Arquea una ceja—. Pensé que te gustaría.
—No lo digas como si Baji-san fuera un regalo —susurra, solo por si acaso. Takemichi parpadea, perplejo—. No me malinterpretes, atesoro el tiempo con él, pero ¿cómo crees que se ve esa elección de parte de justo dos de las personas que me conocen desde hace más tiempo aquí?
—Oh.
—De paso —continúa sin pausas—, justo hablé de esto con Kazutora al mediodía. No iba a almorzar con nosotros para «dejarme a Baji hasta la tarde». No me gustó lo que insinuaba, así acabé invitándolo, ¿y eso para que ahora hagan esto?
—Oye, esa parte no la sabía.
—Lo sé, solo te lo pongo en perspectiva para que me entiendas. Por supuesto que Kazutora lo vio sospechoso, ¿y sabes qué? Esta vez ni me molesta que haya roto la regla de no hacer una escena de celos porque está justificado.
—Vale —a pesar de todo el espacio a su alrededor, Takemichi luce acorralado—, ya entiendo. ¿Estará bien si los intercambiamos?
—¿Y jugar bajo su nombre? —Se señala a sí mismo.
—A ti no, a Kazutora y a Baji.
—¿Y que jueguen bajo el nombre del otro?
—Chifuyu.
—Déjalo así. —Sacude una mano. Ya se siente más tranquilo—. Solo quiero que tengan más cuidado desde ahora. Me ha costado bastante que Kazutora confíe en mí como para que lo echen a perder.
—Está bien. —Por su parte, Takemichi aún se ve como cachorro regañado.
—Pero ¿por qué creo que quedamos así porque solo pensaste en alejar a Kazutora de ti?
Que su amigo haga una mueca dolorida con la boca y desvíe la mirada lo dice todo.
—Pude mandarte al otro equipo, pero no quería a Baji solo y tampoco me pareció que te gustaría estar en el de Kazutora —confiesa. Chifuyu solo suspira, para nada impresionado—. Creímos que separar a todas las parejas solucionaría lo de parecer trucado.
—A lo mejor sí en cualquier otro día o si no hubieran sido ustedes. —Le da una palmada en el hombro y comienza a dirigirse de vuelta al grupo—. Seguiría muy molesto si Kazutora pensara que fue obra mía.
Lo escucha inhalar rápidamente, mas sigue adelante como si no sintiera que Takemichi lo está viendo con cara de dime que es mentira. Más tiempo apartados del resto retrasaría el juego, además de ser raro. Por suerte, aún faltan algunos por escoger su bola cuando se reintegra.
Al ser el cumpleañero, lo anotaron en la cima de su equipo y, de entre ambos, le dejan el primer lanzamiento a él. Aun si está seguro de quiénes ganarán individualmente, no quiere quedarse tan atrás en la puntuación, mucho menos luego de desafiar a Kazutora casi por impulso, por lo que sube a la zona de acercamiento respirando hondo.
La última vez que jugó, se salvó de acabar en los últimos puestos solo porque Takemichi invitó a sus amigos de la secundaria y ninguno de ellos tenía la mitad de su habilidad para los bolos. Como consecuencia, Chifuyu se situó en un brillante tercer lugar, aunque bastante lejos de la marca del segundo. No había vuelto aquí con tal de no perder con tanta diferencia, lo que significa que tampoco ha mejorado desde entonces. Es posible que ni siquiera sea tan bueno como estima. Oh, vaya. Mientras no sea el peor del equipo, su dignidad permanecerá intacta, ¿no?
Lanza. La trayectoria no es perfecta, pero logra derribar seis pines. No está tan mal. Los cuatro restantes están en la misma esquina, por lo que debería ser sencillo conseguir el spare. Espera tranquilo a que vuelva su bola, la toma y apunta sin apartar la mirada de su objetivo, como recuerda que le recomendaron aquella vez. El lanzamiento parece ir bien encaminado, mas nota que tiene más rotación de la que pretendía cuando empieza a desviarse. Aguanta la respiración, como si su aliento pudiera influir. Es inútil, pues cae al canal poco antes de alcanzar los pines.
Más vale que el resto no salga así.
Regresa a los asientos sin prestar tanta atención a las reacciones ajenas. Solo debió afectarle lo que pensó justo antes de iniciar. Ya irá recuperando la técnica conforme pasen los turnos.
—¿Cómo que de antepenúltimo? —O, al menos, estaba bien con esa idea hasta ver que solo hay dos personas con menos puntos que él al final de la primera tanda, y una fue solo porque pisó más allá de la línea de foul por muy poco en su segunda oportunidad. Claro, va empatado con Emma y la mayoría logró entre siete y ocho, pero no está feliz con que Kazutora sí haya anotado un spare.
—¡Vamos, Chifuyu! —Baji lo alienta con una palmada en la espalda, como si lo empujara a la pista. Es una buena forma de expulsar esos pensamientos de su cabeza, aun si momentáneamente—. ¡Mejora esa marca!
—¡Sí! —¡No va a defraudarlo!
Sube con su ánimo haciendo eco en sus oídos, incluso cree que su postura es más confiada esta vez. Debe ser genial en su cumpleaños, no está aquí para destacar por lo opuesto. Un comienzo regular no determina una conclusión igual. ¡Va a ganarle a Kazutora!
—Ugh. —Quizás no en esta ronda, sin embargo. Ha vuelto a derribar seis, pero ve imposible que los cuatro restantes caigan en un solo lanzamiento por lo separados que están.
—¡Concéntrate en los de la derecha! —sugiere Takemichi cuando recoge su bola de la máquina que las transporta. Asiente, es la opción más favorable al haber más pines de ese lado.
Apunta, pero por más que lo intente, no consigue que la bola vaya más recto. De los tres que esperaba, solo golpea uno.
—¡¿Por qué?!
—¡Siete están bien!
Resopla al volver a sentarse y, de nuevo, evita mirar u oír a los del equipo contrario.
—¿Por qué esa cara? —Baji, en el asiento de al lado, no pasa desapercibido su humor—. Mejoraste tu marca.
—Por un solo punto. —Se sorprende al escucharse menos frustrado de lo que pretendía.
—Pero cumpliste —resalta con una sonrisa suave. Chifuyu agradece que justo esté por lanzar Mitsuya, le da una buena excusa para voltear la cara.
—Supongo que sí —acepta con un leve revoloteo en el pecho—. Solo no quiero perder.
—Yo tampoco, pero a los que hay que presionar de verdad es al par de tontos.
—¡¿Cómo nos llamaste?! —Pah reacciona al instante.
—No dije nombres, idiota, tú mismo te pusiste el saco y le regalaste el otro a Peh.
—¡Serás...! —Alza un puño, mas se contiene ante Draken aclarándose la garganta.
—Perderemos de verdad si echan a alguno de aquí.
Chifuyu empieza a pensar que su equipo está bastante desequilibrado. Tal vez deba olvidarse de la victoria grupal; después de todo, vencerlo por su cuenta tiene más mérito, ¿no?, mas la sensación de que algo anda mal con su técnica no se va en lo que avanza la segunda ronda.
—Baji-san —llama su atención cuando vuelve de haber sumado nueve puntos a su marcador—, ¿crees que puedas ayudarme con mi tiro?
—¿Ah? —Inclina la cabeza a un lado—. ¿Takemichi no es mejor que yo para eso?
—Siempre termina hablando en términos y movimientos que no termino de entender.
—Ah, lo típico de los expertos.
—Sí. Es igual con Hakkai. ¿Puedes?
—Lo intentaré.
—Lanzo más curvo de lo que quiero y no sé por qué si no creo haber cambiado nada de mi forma de jugar. ¡Era mejor antes!
—Ah... —Hay una breve pausa en la que ven el primer lanzamiento de Kazutora. Nueve puntos. Auch. Luego de eso, Baji camina hacia el mostrador a unos pasos de los asientos con las distintas bolas a escoger—. ¿Cuál estás usando?
—Esta. —Señala una igual a la suya—. Es del peso que usé la última vez.
—¿Y hace cuánto fue eso?
—Eh, en mayo o junio.
—Hace medio año —sonríe como si hubiera dado con la solución, pero lo que le desconcierta es que lo agarre de los brazos y los palpe—, ¿y crees que tienes la misma fuerza que entonces?
—¿Eh?
—Ya te conocía en ese tiempo, y te aseguro que has ganado músculo.
—Ah. —Y si las manos de Baji tanteándole los bíceps ya habían sobrecargado sus sentidos, interpretar eso como un halago indirecto lo descompone. ¿De qué otra forma se explican sus ganas simultáneas de huir y de quedarse por siempre así?
Es probable que no haya durado más de unos segundos, pero Chifuyu siente una eternidad pasar. Aunque trate de mantener una expresión neutral, ¿qué tan posible es bajo estas circunstancias? No debería dejar que Baji lo vea si percibe calor en las mejillas. No tiene excusas no incriminatorias ni la voluntad para zafarse. Podría solo voltear hacia la pista, mas teme descubrir si Kazutora los ha atrapado.
Con Baji al frente y el juego andando a la derecha, el único lugar seguro al que dirigir la mirada sin moverse es hacia el mostrador. Casi de inmediato, el agarre se deshace.
—Mi punto es que creo que te iría mejor con una más pesada. —No sabe si es porque sigue aturdido, pero Chifuyu nota algo extraño en el otro. Quizás esté hablando más rápido o puede que sus movimientos sean un tanto erráticos mientras ojea las bolas hasta seleccionar una—. Prueba esta, deberías poder con ella.
—De acuerdo. —Al tomarla, se sorprende de no tener que hacer mucho esfuerzo para sostenerla con una mano.
—¿Es cómoda? —pregunta mientras la prueba como si fuera una mancuerna. Chifuyu se da cuenta de que tiene la vista fija en la bola; fuera de eso, Baji ya parece el de siempre. Tampoco es que crea que sea del todo raro que alguien mire la bola que acaba de sugerir en un caso así.
—Sí.
—Bueno, no sé si mi teoría sea correcta, pero quizás el problema sea un exceso de fuerza que podría contrarrestarse aumentando el peso.
—Suena lógico. —Sonríe, satisfecho con la prueba hasta ahora—. Gracias.
—Agradécemelo si funciona.
—Lo hará.
Baji exhala con tintes de humor, luego mete las manos en los bolsillos y regresa a los asientos.
Chifuyu les echa un vistazo a las pantallas con las puntuaciones antes de seguirlo. Kazutora se quedó con lo que había hecho cuando lo vio, Takemichi anotó una chuza y Hakkai, ahora en la pista, está a punto de lanzar. Si también logra un pleno, será su turno en menos de un minuto.
—Oh, ¿cambiaste de bola? —Takemichi se da cuenta al instante cuando vuelve.
—Tengo que experimentar, yo no lanzaba tan mal.
—Es verdad. —Oír los pines caer distrae a Chifuyu de reclamar por esa admisión tan veloz. No queda ni uno en pie.
—Ah, me toca.
Ya que la suposición es que la bola era el problema, no cambia nada más respecto a los lanzamientos anteriores. En cuanto rueda, le impresiona la velocidad que toma. La trayectoria es más fiel a su idea, también. Impacta muy bien centrada, con potencia, y solo un pin lo separa del diez.
—¡Funciona! —Aun así, le emociona el resultado. Da la media vuelta de un salto, busca a Baji con la mirada y le da los pulgares en alto.
—¡De nada! —Comparte su entusiasmo con el mismo gesto.
A pesar de que falla el segundo intento, que no haya sido por una distancia catastrófica hace que su ánimo no decaiga. Está mucho mejor que antes cuando se sienta con el resto del equipo, quienes lo felicitan por su buena marca.
—Así te recordaba. Pensé que Hina iba a ganarte por paliza si seguías así, pero ahora pueden quedar igualados.
—¿Hina-chan? —Frunce el ceño, luego ve la tabla. Ocho y nueve—. ¿Qué? ¿No me habías dicho que no era muy buena y por eso no fue la otra vez?
—Se ha vuelto increíblemente buena en estos meses —dice con orgullo.
—¿Cuántas citas de bolos han tenido?
—¿Debo contarlas?
—Muchas, entiendo.
—Tampoco creo que más de una al mes, oye.
—¿Te parece poco?
—Yo vengo-...
—Ah, vale. —Con solo ver la cara de obviedad de Takemichi y oír eso le basta. No está tratando con el usual jugador ocasional.
—Hm, traería a mi novia aquí si fuera mejor en esto. —Ah, Chifuyu se había olvidado de que casi todos los de su equipo son los que tienen pareja.
—Pero no tienes que ser tú el bueno en los bolos —opina Draken.
—Sí, creo que Mori Yumi te sacaría el doble de puntos —concuerda Peh.
—¡No quiero que Yumi me saque el doble de puntos!
—Está mal que no quieras que tu chica te gane. —Draken le da un golpe ligero encima de la cabeza.
—¡Estamos hablando del doble! ¿No te sentirías herido si Emma te ganara así ahora?
—No.
—Hm, debe ser fácil decirlo cuando llevas más puntos que ella y lo ves poco probable. —Entrecierra los ojos, luego señala a Baji—. ¿Y tú...? No, Kazutora y tú no cuentan.
—Si me ganara así, se la cobraría la siguiente vez —contesta de todos modos.
—Exacto, son unos locos competitivos. De paso son buenos, no hay forma de que uno saque la mitad que el otro. A ver —mueve el índice en lo que decide quién sigue en el interrogatorio—, Takemichi tampoco cuenta porque es el mejor acá.
—Lloraría —suelta sin más.
—¿Ah? —La confusión tan grande en el rostro de Pah obliga a Chifuyu a contener la risa.
—Sería un momento muy emotivo si pasara.
—No es tu hija ganando un campeonato.
—Pero yo le enseñé a jugar. —Pone una mano en el pecho.
—Agh, siento que va a llorar de imaginarlo.
—Pfft.
—¿Y tú, Chifuyu? —Ser el próximo le corta la risa.
—¿Le preguntas al soltero? Parecía que solo querías la opinión de los que pudieran realmente empatizar.
—Preferiblemente, pero hasta el gay participó.
—Oye. —Baji le da una patada por debajo de la mesa.
—Así que ¿por qué tú no? —continúa como si nada.
¿No que todos sabían de su situación? O era información falsa o se le olvidó o es muy bueno disimulando. Debe ser alguna de las primeras. Como sea, le seguirá la corriente.
—Hm, normalmente no me gustaría perder así, pero si me gana a quien amo, estaría bien sea como sea. No tengo que ser el único genial de la relación.
—Cursi.
—¿Querías mi opinión o no? —Cruza los brazos.
—Debí esperar algo así sabiendo que te gusta el shoujo.
—¿Y eso qué-...?
—¿Y tú, mi hermano? No sé si Yasuda juegue, pero...
—¡Yasuda no es mi novia! —Peh estalla—. ¡Ni siquiera me gusta!
—Oh, vamos, ¿todavía crees que lo puedes esconder de mí?
—Esperen —Chifuyu ignora la molestia por haber sido interrumpido antes por este nuevo dato—, ¿Yasuda, como la vicepresidenta de Mitsuya?
—¡Es ella! —Es una confirmación triple de parte de Draken, Baji y Pah.
—¿Cómo es que se conocen?
—¡Baji, ¿no le contaste eso?! —Pah no parece creerlo.
—No me termina de convencer que le guste. —Se encoge de hombros.
—Gracias. —Peh apunta a Baji con las manos para enfatizar su punto. Pah voltea los ojos y decide contarlo él mismo.
—Íbamos a la misma secundaria.
—¡Oh! —¿La vicepresidenta estricta y Peh? Jamás se le habría ocurrido esa pareja—. Lamento decir esto, pero la tienes difícil. ¿Quieres consejos?
—No voy a recibir consejos de alguien que no ha tenido novia. —Mierda, qué directo. Al menos, que hablen de chicas ayuda a que el golpe no se sienta tan bajo.
—Eso es solo porque no he puesto nada en práctica.
—¿Y entonces cómo sé que funcionan?
—Si no fuera por mí, este chico habría fracasado varias veces. —Señala a Takemichi con el pulgar.
—¡Shh, Hina está cerca! —susurra.
—No lo dije muy fuerte, no nos va a oír.
—No negaste la ayuda por no necesitarla, sino por la confiabilidad de la fuente, por cierto —resalta Draken justo antes de levantarse porque llega su turno y, pasados unos segundos de silencio entre inhalaciones dramáticas, se desata el caos en su mesa sin nadie que pueda controlarlos.
Es refrescante hablar de amores complicados ajenos.
Que los mejores fueran los últimos en lanzar fue una decisión estratégica, de modo que ningún inexperto tuviera que atravesar los nervios de ser el responsable de la victoria o la derrota definitiva de su equipo. Muy bien pensada, pero es inútil cuando la diferencia de puntos es mayor que el máximo alcanzable en un turno.
Aunque no con una ventaja significante, el equipo de Hakkai triunfa, mas eso no es lo que le interesa a Chifuyu al haberlo visto venir. De hecho, lo que le importa está definido desde el último tiro de Kazutora. Cinco puntos lo mantienen por debajo. Eso es más o menos lo que perdió antes de cambiar de bola. Ugh. Al menos, logró colarse en la mitad superior del ranking general. De sexto, pero ahí está.
—No puedo creer que empatamos. —Baji muestra una decepción distinta.
—Ni yo —Kazutora la comparte en menor medida—, pero mi equipo ganó.
—Debieron incluir a Pah y a Peh como otra pareja que separar. —Resopla.
—Excusas. Pudiste haberles dado una nueva bola también.
Chifuyu respinga. ¿Sí vio eso? Uh. Mejor mirar a otro lado, no vaya a enrojecer.
—Lo suyo es una falta de puntería natural, habría dado igual.
—Hm. Bueno, quién sabe si habría sido un triple empate si lo hubieras solucionado antes.
—¿Estás hablando conmigo? —Voltea solo al verse involucrado.
—Nadie más cambió de bola.
—Pero es cierto —dice Baji—. Estuviste muy cerca de nosotros con todo y mal comienzo. Tal vez me ganes la próxima vez.
—Será a ti, porque aún le falta para poder estar por encima de mí. —Kazutora se aleja en cuanto termina con una risilla.
Ambos lo observan, aunque nota que Baji lo hace con más diversión que nada en el rostro.
—No le hagas caso, no ganarme lo frustró.
Sin embargo, la razón por la que lo sigue con la mirada no es su insistencia en darse por ganador, sino la forma en que lo declaró. Hay algo sospechoso. No cree que sea la costumbre de desconfiar esta vez. Fue una rara elección de palabras. ¿Por qué no «ganar», «vencer» o «superar», sino «poder estar encima»...?
—No... —Se pone de pie en cuanto lo entiende.
—¿Qué? —Entonces recuerda que Baji sigue justo ahí.
—Ah, nada. —¡Kazutora y su maldita broma! ¡Lanzó la piedra y lo dejó con el único con el que debe evitar reaccionar!
—¿Seguro? Parecías listo para golpear a alguien.
—Seguro. —Sacude las manos frente a él—. Solo me acordé de una apuesta.
—Ah, ¿la perdiste?
—Exacto. —Uf. Por si acaso, piensa algo más para distraerlo por completo del tema—. Ahora que lo pienso, casi no he recibido regalos.
—¡Ah! ¡Mikey! —Funciona, mas no como pensaba. ¿Por qué lo llama y le hace señas para que se acerque?—. ¿Qué hora es?
—Hm —saca el celular de su bolsillo y lo destapa—. ¡Oh! Ya deberíamos ir para allá.
—¿Allá? —Chifuyu arquea una ceja.
—Digamos que hay un lugar que queremos que conozcas —revela Baji.
—¿Qué? —Abre algo más los ojos.
—No te quitaremos mucho tiempo, no es muy lejos —asegura Mikey.
—¿Al menos me dirán a dónde iremos?
—Te harías ideas, no.
—Te va a gustar, descuida. —Baji le sonríe, como si necesitara recurrir a eso para que confíe. Solo lo tomaron desprevenido—. Estás bien con ir ahora, ¿no?
—Sí. Ya jugamos lo de las máquinas antes.
—Perfecto.
Mikey anuncia al resto que ya es hora —Chifuyu no ignora que incluso Takemichi y Hina parecen entender a qué se refiere, ¿cuánto tiempo estuvieron ocultándole esta sorpresa?—, por lo que salen después de cambiarse los zapatos de alquiler y de volver a ponerse sus abrigos. Es aún más evidente que todos saben lo que viene cuando ese mismo par sube a las motos de Mikey y Mitsuya sin que tengan que convencerlos de que es seguro, lo que sugiere que lo hicieron de antemano. Quiere preguntarles al respecto, pero quizás sea mejor más tarde, cuando puedan revelarle la verdad.
No había vuelto al asiento trasero de Goki desde justo antes de su prueba de conducción. Pasear ahí es uno de los tantos momentos emocionantes que comparte con Baji y, aun si ahora podrían intercambiar sus lugares, duda que se haga recurrente. Si se lo pide, le dará el gusto una vez para luego regresar a la costumbre. Sí, hay veces en las que desearía poder abrazarlo como en muchas escenas románticas que ha visto; aparte de eso, sin importar qué caminos transiten, ir a su espalda es algo que siempre disfruta.
Sin embargo, cierta curiosidad se instala en su mente cuando todo el grupo se une como una pandilla en las calles, como ahora. No le molesta ser pasajero, mas se pregunta cómo se sentirá conducir por su cuenta en este caso. Ha de ser genial. Baji le dijo que podrían darle una moto si ponía de su parte, así que cuenta con experimentarlo algún día.
El que algunos sean capaces de armarlas —con la ayuda del hermano mayor de Mikey— se le hace aún más increíble desde antes de siquiera conocer al resto. Claro, si no recuerda mal, un par sí fueron compradas totalmente nuevas, pero sigue siendo un detalle impresionante.
Sus pensamientos regresan al presente al fijarse hacia dónde se dirigen. Están en plena zona comercial, por lo que aún no podría tratar de adivinar; no cree que lo que quieran mostrarle sea una tienda, tampoco se le ocurre algún lugar por aquí que pueda resultar interesante.
—¡Ya casi llegamos! —Le confunde, entonces, que Baji le avise eso.
Confirma que no escuchó mal cuando estacionan en una tienda de conveniencia —que de una vez aclaran que no es el destino, es solo porque no hay más puestos disponibles cerca— y caminan un par de minutos hasta que Mikey se adelanta a entrar a uno de los establecimientos. Antes de que Chifuyu pregunte si es ahí o solo lo ha hecho por impulso, abre la puerta de nuevo para asomarse.
—¡Está libre, pasen!
—¿Sí es aquí? —Voltea hacia arriba para leer el cartel con el nombre de la tienda: S.S Motor.
—¿No se te ocurre aún qué es este lugar? —Baji lo incita a caminar empujándolo levemente por la espalda.
Es evidente desde afuera que se trata de una tienda de motos, mas no es hasta estar dentro que se da cuenta de que también es un taller. Frente a la caja, hay una moto en la que se nota que estaban trabajando hace poco, a juzgar por las herramientas a su alrededor; sin embargo, no ve a nadie más.
—Cuando dijiste que estaba libre, ¿te referías a que no están los empleados? —Oye varias risas al instante.
—No, no. Aunque no está de turno ahora por obvias razones, Kenchin es uno de ellos. Está bien que entremos así mientras no haya clientes.
—¿Draken es...? ¡Ah! —Echa un rápido vistazo alrededor otra vez. Motos, taller, parecen familiarizados al lugar—. ¿Es la tienda de tu hermano?
—¡Correcto! Eso significa que de aquí han salido todas nuestras motos, también.
Comienza a entender por qué es un sitio que querrían mostrarle. Aún no conoce a Shinichiro, pero ha oído muchas historias que lo involucran. Algunas se dieron aquí, como esa vez en la que atrapó a Baji y a Kazutora subiéndose a escondidas a las motos en exhibición después de la hora de cierre o pequeños accidentes mientras les enseñaba algo de mecánica a Draken o a Inui.
Entre varios de los chicos, le dan un recorrido al local que incluye datos sobre las motos que están a la venta. Resulta ser una distracción. No se da cuenta de que algunos se han escabullido al área de solo empleados en el proceso sino hasta que Emma los llama a pasar también. Está oscuro al principio, pero las luces se encienden justo después de que cierren la puerta tras él.
—¡Sorpresa!
A pesar de que no hay decoración de cumpleaños alguna en lo que identifica como el verdadero taller del establecimiento, el pastel en medio de la mesa que rodean sus amigos es suficiente para dejarlo boquiabierto.
—Nunca me habían preparado una sorpresa en mi cumpleaños.
—No nos alcanzó para mucha variedad, pero algo pudimos organizar. —Baji toma el mechero a un lado de la mesa para empezar a encender las velas.
—Y así está bien. —Chifuyu sonríe.
—La única condición que nos dio Shinichiro para estar aquí es no hacer mucho ruido para no molestar a los clientes, así que cantemos bajo —avisa Draken.
La canción de cumpleaños en susurros es una novedad también. Le agrega puntos de diversión a un momento en el que no suele saber qué hacer más que esperar a que acabe para soplar las velas. Al apagarlas, procura no agacharse tanto para defenderse mejor si llegaran a intentar estamparle la cara contra el pastel, pero se salva de esa parte.
Por supuesto, también tienen todo lo necesario para cortar, repartir y comer. En cuanto expresa lo delicioso que está el pastel, Mitsuya, Hina y Emma revelan que ellos la hicieron. Chifuyu ni siquiera se imagina en qué momento lograron reunirse para ello.
No puede evitar ver a su alrededor mientras come. El taller no es tan grande, algo de esperarse al tratarse principalmente de una tienda, pero hay espacio suficiente para trabajar en más de una reparación a la vez. De hecho, le llama la atención una moto que más bien luce como nueva.
—¿Te gusta?
—¡Ah! —Respinga al escuchar a Baji—. ¿Tanto la estaba viendo?
—Podemos acercarnos más, solo ten cuidado con la crema o las migajas.
—¡Tampoco pensaba acercarme tanto como para temer ensuciarla!
—¡Ve con confianza! —Una vez más, lo empuja con una mano en la espalda para que avance. Ya a un lado de la moto, realmente le sorprende que esté en el taller y no en la exhibición.
—Deben haber acabado de arreglarla hoy mismo.
—O ayer, a lo mucho. —Asiente—. Sé quién debe saberlo. ¡Draken!
—¿Sí? —No estaba tan lejos, por lo que se une a ellos en breve. A diferencia de ambos, ya terminó de comer su porción de pastel. Eso sí, llamarlo es como pedir un combo, porque Mikey se invita a la conversación. Él sí tiene su plato aún.
—Trabajaste en esta moto, ¿cierto?
—Ah, sí. —Sonríe con orgullo—. Aunque recibí algo de ayuda también.
—O sea que de verdad no es nueva. —Chifuyu alza las cejas.
—No, pero tampoco es que tenga mucho uso.
—¿Se averió tan rápido?
—No. Es una devolución.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Su primer dueño tuvo un accidente a los pocos meses de comprarla. Él está bien, pero no quiere volver a subirse a una moto y, como tampoco quería pagar los arreglos que necesitaba para venderla a un buen precio porque no le pareció rentable, simplemente la devolvió.
—Por supuesto, al necesitar reparaciones, solo se le devolvió un porcentaje de su precio —resalta Mikey entre bocados.
—¿Qué tan mal estaba?
—No mucho, realmente —continúa Draken—. Fueron arreglos estéticos, más que todo, aunque sí debimos cambiar una de las luces porque se había roto. Ayer se le dieron los últimos toques, así que ya está lista para volver a la calle.
—Ooh... —Vuelve a mirarla con más detalle. Solo fijándose bien en las ruedas podría encontrar pruebas de que no es una cero kilómetros—. No sabía que vendían de segunda mano.
—No lo hacemos —dice Mikey a secas.
—¿Qué-...?
—Sí lo hacemos —corrige Draken con un codazo incluido al otro—, pero este idiota tiene razón a medias. No pondremos esta a la venta.
—Pero si les quedó perfecta... —En eso, se percata de que todos están prestando atención a su charla. No cree que sea del todo raro, pero algo tiene que lo pone alerta.
—Chifuyu —Baji habla antes de que sus ideas puedan ir más lejos—, ¿y si te decimos que aún nos queda una sorpresa para ti?
—¿Qué...? —Lo mira directo a la cara. Su sonrisa es sincera, no está jugando—. Si me lo están diciendo ahora... —Para abruptamente. Imposible. Ve a su alrededor, los demás lucen entre expectantes y emocionados. La incredulidad comienza a manifestarse en su cara.
—Es lo que estás pensando —asegura justo después de que ojeara la moto—, no tengas miedo de decirlo.
—¿Qué? —La señala con el tenedor en la mano—. ¿Es mía?
—Considérala nuestro regalo colectivo para ti.
—¿Cómo...? —A pesar de que sigue boquiabierto, su expresión se mezcla con una sonrisa—. ¿No tenía que pagar yo por lo que le faltara a la moto que pudieran darme?
—Es lo normal —confirma Mikey—, pero que casi todos tengamos contacto con el dueño es una gran ventaja. —Eso le saca una risilla—. Ya, fuera de bromas, tuviste muchísima suerte.
—Cuando les conté que iba a enseñarte a conducir, también hablamos sobre la posibilidad de darte una moto más adelante si querías una. Como fue de lo primero que dijiste antes de iniciar y aprendías muy rápido, les avisé para que Shinichiro supiera que en cualquier momento le preguntaríamos si nos podía ceder alguna.
—La suerte es porque la devolvieron a los pocos días —indica hacia la moto con la cabeza—, así que lo vimos como una señal de que tenía que ser tuya. Claro, el plan original era lo que decías, pero eso cambió cuando Baji mencionó que tu cumpleaños no estaba tan lejos.
—¿Fue tu idea?
—Dije medio en broma si te la podíamos dar en tu cumpleaños si estaba lista para entonces y Mikey se quedó con la mitad que iba en serio.
—Y yo pensé que estaban enloqueciendo porque, en esta época, Shinichiro suele pausar cualquier moto que no sea para el negocio por la cantidad de trabajo que tiene —agrega Draken.
—¡Pero aceptó si pagábamos el resto y le dábamos una mano! —Mikey exclama como si no hubiera sido la gran cosa—. Era demasiado para solo Baji y yo, así que, si íbamos a acabar comprándote algo cada uno de todas formas, ¿por qué no juntarlo todo para algo más grande?
—¿Y todos estuvieron de acuerdo? ¿También los incluyeron a ustedes? —Señala a Hina, Takemichi y Hakkai.
—Todos los que estamos aquí, Chifuyu —recalca Kazutora como si supiera que justo se preguntaba cómo lo convencieron. No tiene idea de cuándo pudo mencionar Baji su cumpleaños, pero si fue el mes pasado, aún no estaban tan en buenos términos como ahora. Al menos ya estaba sorprendido desde antes, por lo que no hay diferencia en su rostro.
—¡Con razón nadie me regalaba nada! —Provoca algunas risas con esa revelación—. No era tan raro de los que me conocen hace poco y Baji-san avisó que me daría su regalo en la tarde, ¡pero de ustedes me extrañaba muchísimo! —Vuelve a apuntar a los tres de antes.
—Pero no te quejas, ¿verdad? —pregunta Takemichi.
—¡¿Cómo me voy a quejar?!
—Y, oye —Pah sí suena a que va a protestar por algo—, los que te conocemos hace poco igual sentimos que te conocemos desde abril por Baji.
—Pfft. —Mikey se cubre la boca en un mísero intento por contener la risa.
—Ah, en eso tienes razón —admite Kazutora.
—Son unos exagerados. —Aunque intente transmitir molestia, Baji suena avergonzado.
—Shh, recuerden que no podemos alzar tanto la voz. —Mitsuya consigue que se callen, pues parecía que iban a empezar a meterse con Baji—. Dejémosle hablar a Chifuyu, chicos. Es que ni siquiera le hemos dado chance de tocar la moto.
—Todavía no termino de creerlo —confiesa.
—Por eso mismo.
Le queda solo un bocado de pastel en el plato, por lo que se lo come para desecharlo de una vez. No tiene que buscar el basurero; Draken se ofrece a recoger los de todos los que han terminado su porción para tirarlos él mismo. Ya con las manos libres, se cerciora de que estén limpias antes de ponerlas en el manubrio, luego en el asiento. Se siente cómodo.
Mientras más la detalla, ahora consciente de que es suya, menos puede reprimir la emoción. No es solo el hecho de que se hayan organizado para entregarle un gran regalo, sino el sentido de pertenencia que lo llena al darse cuenta de que, básicamente, lo han acogido como a uno más del grupo. Nunca había celebrado su cumpleaños con tanta compañía. Es más, ¿cuándo pasó de referirse a los más recientes como los amigos de Baji a considerarlos sus amigos también?
Que sean capaces de tratarlo así de bien cuando podría representar un enorme riesgo para la relación de dos de los miembros más centrales sigue siendo algo inexplicable para él, pero no tienen idea de cuánto lo aprecia. Lo que han hecho demuestra que su apoyo va más allá de la cortesía, es genuino. Espera jamás traicionar esa confianza. Si llegase a pasar algo, ojalá sea un asunto en el que no sea necesario elegir un bando... ¡y basta de pensar en eso ahora! En este instante, lo esencial es lo feliz que está por sentirse tan bienvenido.
—¿Chifuyu?
Oh, cierto. Ha acabado de espaldas a ellos en lo que veía la moto, así que da media vuelta antes de responder.
—Dos cosas: gracias, en serio, muchísimas gracias, y... no es que quiera irme ya, pero ¿podemos dar una vuelta juntos? —Señala a la moto con ambos pulgares—. No puedo esperar.
Recibe varias afirmaciones distintas de los chicos, algunas risueñas, otras comprendiendo el sentimiento por completo. En pocos minutos, está experimentando lo que pensó que aún le tomaría meses hacerlo posible. Es más que genial. La complicidad de ir en grupo es asombrosa. La libertad también, aun si están siguiendo una ruta que establece Mikey.
A pesar de que la ciudad no es el mejor sitio para un paseo como este y de que evitan alargarlo por precaución, está satisfecho cuando lo dan por terminado. Los chicos elogian su buena conducción, también lo animan a sacarse la licencia pronto. Finalmente, cada uno se va por su lado al despedirse.
—Es genial verte en tu propia moto —comenta Baji cuando solo quedan ellos.
—Jamás pensé que la tendría hoy.
—Pero si sabes que hemos regalado algunas más.
—Sí, pero insisto, la mayoría me conoció hace poco.
—Así de rápido aceptamos a alguien cuando nos agrada. —Solo se encoge de hombros. Chifuyu sonríe y suspira.
—Será difícil superar esta sorpresa.
—Pero no por eso te va a gustar menos mi carta, ¿no?
—¡No lo decía por eso! —aclara de inmediato, alarmado.
—Lo sé, lo sé. —Se da cuenta tarde de que, en cambio, Baji solo bromea—. ¿Vamos?
—Sí-... ¡Ah! —Estar a punto de regresar a casa le hace recordar un punto importante—. Que tenga mi moto ahora no significa que dejes de llevarme si vamos al mismo lugar, ¿verdad?
Baji exhala, visiblemente entretenido.
—Primero obtén la licencia antes de preocuparte por eso, Chifuyu.
—¿Eso es un no?
—Seguiré llevándote si tú también me llevas a mí de vez en cuando.
—Ah... bueno.
—Pfft, ¿bueno?
—Es justo.
Baji pierde la batalla contra la risa con eso. Chifuyu sigue muy feliz en general como para que le importe que sea a su costa, o puede que simplemente le complazca escucharlo reír.
Por fin ocupar el puesto de estacionamiento que le corresponde en su residencia es satisfactorio a su manera. Es de lo primero que piensa al llegar, aunque una nueva duda surge con eso.
—Oye, ¿mi mamá sabe de esto?
Los segundos de silencio de Baji lo preparan para la inminente respuesta:
—No.
—¿Cómo hiciste para que Ryoko-san lo tomara bien?
—No lo intenté.
—¿Quieres decir que no hizo falta o que solo dejaste que se resignara?
—Lo segundo.
—Ah... —Ambos se miran con caras de nerviosismo contenido—. Debe haberlo visto venir, sabe que me estuviste enseñando a conducirla. —Se encoge de hombros y se encamina hacia las escaleras.
—¡Y ya está acostumbrada a que yo te lleve en la mía! —Chasquea detrás de él—. Sí, estará bien.
No, no estará tan bien, descubren con tan solo la mirada que les dirige su madre antes de ir a asomarse por el balcón. No ha dicho nada aún, pero se quedan congelados en la sala mientras aguardan por ella, uno al lado del otro.
—¿Me odiará ahora? —susurra sin moverse todavía.
—He visto peores —habla igual de bajo e inmóvil—. Creo que solo dará alguna advertencia porque es mi cumpleaños.
—¿Sí está funcionando acompañarte también?
—Fue tu idea, tenías que hacerlo.
—Punto a mi favor, entonces.
—Ajá. —No agrega más, pues la siente volver.
Cuando para frente a ambos, aun con el entusiasmo ausente en el rostro, no percibe tanto rechazo de su parte.
—Nunca olvides el casco y consigue la licencia pronto, solo te ayudaré en el primer intento.
—¡No harán falta más!
Su madre asiente con la cabeza una vez, luego se centra en Baji.
—Y me hubiera gustado que lo consultaras conmigo o, como mínimo, que me avisaras. Una cosa es que te confíe a Chifuyu cada vez que lo llevas contigo y otra muy distinta es que él mismo pueda aventurarse solo a la calle en un medio al que aún tiene que acostumbrarse.
—Entiendo, lo siento. —Es muy raro verlo encogido sobre sí mismo como si quisiera desaparecer, pero es comprensible; si hasta él se siente incómodo de que su mamá le esté llamando la atención, no se imagina cuál lado sea peor.
Los siguientes segundos transcurren en un silencio tenso. Solo se rompe al ella darles una palmada en el hombro a cada uno y dejar sus manos posadas ahí.
—Entonces, no les quitaré más tiempo hoy.
—Hoy... —repite Chifuyu casi sin abrir la boca.
—Sí —los suelta—, porque no he dicho todo lo que tengo por decir de esto, pero puede esperar.
—Ah...
—¡Quiten esas caras! No voy a pedir que la devuelvan ni a prohibirte usarla, sabía que llegaría este día desde que Ryoko me contó cómo es que Baji-kun tiene una moto. Solo me habría gustado saber cuándo con antelación para hablar algunas cosas.
Aunque sí que se relajan un poco, siguen callados y sin moverse mucho, por lo que su madre les hace señas con las manos mientras los anima a irse para que sigan con lo suyo.
—Hacía mucho que no me regañaba la madre de alguien más —admite Baji con un toque de vergüenza, ya en el cuarto de Chifuyu.
—Espero que lo de mañana sea solo conmigo.
—¿Estudiamos en mi casa mañana por si acaso?
—Mientras no me diga que quiere hablar más contigo, diría que sí.
—Vale. —Suspira. Para lo siguiente, ya luce más como de costumbre—. Subiré un momento a buscar la carta.
—¿Por qué no simplemente voy yo también?
—¿Y leerla con mi madre por ahí para que se entere de que escribo cartas? No. —La rapidez con la que declina le es divertida—. Querrá saber qué dice.
—Buen punto. Ve.
—No tardo.
Chifuyu se sienta en su cama una vez que Baji sale. La expectativa ya le está acelerando el pulso. Ha tenido ganas de que llegase este momento desde que le dijo que escribiría cartas para todos en sus cumpleaños. Por fin es su turno. Lo único que le preocupaba era la posibilidad de delatarse si sus sentimientos aún eran muy fuertes y, a pesar de que sigue siendo así, cree estar lo suficientemente acostumbrado a encubrirlos frente a él como para que su reacción suponga un riesgo.
Se pregunta qué podrá decir o qué tan larga será. Basándose en lo que le ha contado de otros casos, está bastante seguro de que el contenido es más emocional de lo que podrían esperar de su parte, de ahí que varios se avergüencen. Si Baji aspira a ese resultado hoy también, no le va a funcionar esa táctica. En realidad, le cuesta imaginar cómo podría lograrlo.
Apenas lo escucha volver, fija la mirada en la puerta de la habitación hasta que ingresa, instante en el que desciende al sobre que le pasa.
—Lo usual es que entregue la carta justo antes del regalo real, pero el tuyo es un caso especial por obvias razones —dice después de que la tome.
—Oh —alza las cejas, no recordaba ese detalle—, sí, imposible con tanta gente ahí.
—Y, bueno, como eres el único al que le pregunto por la ortografía para las cartas, esta vez me esforcé en escribir todo bien por mi cuenta y revisé el diccionario más de lo necesario —explica mientras abre el sobre. No lo decoró, solo está cerrado con una pegatina en forma de gato—. Quizás se me haya pasado algo, pero espero que no.
—Incluso si hay algún error, no me dejará de gustar la carta. —Le sonríe. Aún no ve los frutos de su esfuerzo, pero solo saber que hizo lo posible por no equivocarse en ninguna palabra lo conmueve.
—Solo léela. —Suena a que volteó hacia otro lado; no podría asegurarlo porque justo volvió a la tarea de sacar la carta del sobre.
—Ya casi.
Una vez fuera y desdoblada, lo primero que nota a simple vista es que no hay borrones, tachones ni señales de correcciones, por lo que no solo procuró que la ortografía fuera perfecta, sino que debió hacer uno o varios borradores hasta dar con esta versión. ¿Cuánto tiempo le dedicó a esto?
—¿Lo hago en voz alta o...?
—Sé muy bien lo que dice, no hace falta.
—Vale. —Respira hondo. Está listo para lo que sea que diga.
Lo preliminar está correcto, aunque en eso nunca hay inconvenientes. Tampoco es que vaya a leer como si se tratara de una asignación, solo no puede evitar pensarlo al inicio por costumbre. Lo más seguro es que eso pase a segundo plano conforme avance.
Empezaré hablando de mí, pero ya verás que tendrá sentido.
Desde el día en el que me dijeron que tendría que repetir primer año, pensé que había arruinado por completo mi año también. Sin contar lo mal que me sentí de hacer a mi madre llorar, creí que me perderían el respeto y que mis nuevos compañeros me verían mal al enterarse de que era un repitiente. Imaginaba que todos me tratarían como esos profesores que todavía no me tienen fe. No me emocionaba en absoluto este nuevo año.
Te he contado cómo mi determinación para no volver a hacer llorar a mi madre fue lo primero que me motivó en esos días, pero no de cuánto tuviste que ver tú también. Conocerte tan pronto inició el año escolar fue lo mejor que pudo pasar. No dio tiempo a que sintiera el rechazo de otros, sino que te volviste mi amigo de inmediato. Al final, casi nadie me trata mal por estar repitiendo, pero tenerte en esas primeras semanas me levantó la moral. No estaría solo en la escuela.
Creo que nos habríamos conocido tarde o temprano de todas maneras por Peke J, pero me parece que las cosas serían distintas así. Para empezar, ni siquiera me imagino cómo habrías acabado si no te hubiera salvado de esa pelea. No me gusta pensar en cómo habría sido este año sin ti. Claro, estarían mis amigos de siempre e incluso algunos en la misma escuela, pero ya sabes que no me junto tanto con ellos allá. Tampoco sé si mis notas habrían mejorado tanto sin tu ayuda porque eres el único que me aguanta sea cual sea la materia.
A estas alturas te debes estar preguntando cuál es la parte vergonzosa de esta carta. No la hay esta vez. Estoy seguro de que te gustaría cualquier cosa que te escriba, así que ni lo intenté y solo decidí ser sincero respecto a cosas que normalmente no mencionaría.
Eres un tipo increíble. Desde el inicio me viste como alguien genial incluso si esa época fue en la que menos genial me sentía. Podemos divertirnos juntos y también confiarnos cosas más serias. Es asombroso lo cercanos que somos para habernos conocido hace ocho meses. Te he dicho esto en otro contexto que estoy evitando nombrar, pero me atrevo a decir que tus amigos también somos afortunados de serlo.
Esta carta es para darte las gracias, me has ayudado más de lo que crees simplemente siendo tú. Este año no fue para nada como pensé que sería y en buena parte es gracias a ti. Espero contar siempre contigo así como tú también puedes contar conmigo.
Creo que esto es todo lo que quería decirte... ah, y claro, ¡feliz cumpleaños!
Quedan unas pocas palabras, seguramente su nombre o alguna posdata, pero no puede más. Se le distorsiona la visión. Ha estado conteniéndose desde hace párrafos atrás.
—H-hey, ¿tan mal está? —Asusta a Baji, por lo que retira la mano con la que se tapaba la boca y alza la mirada. Podrá tener los ojos llenos de lágrimas, pero su sonrisa debería darle a entender el motivo.
—Es perfecta. —De todos modos, se lo deja claro.
—¿Y por qué lloras?
Chifuyu suelta la carta sobre la cama y se pone de pie. Distingue perplejidad en Baji al estar justo frente a él.
—Es felicidad. Es que... —Abre y cierra la boca varias veces, apenas articulando el inicio de alguna sílaba entre intentos por explicarle su reacción. No sabe por dónde empezar ni qué omitir. Mientras más vueltas le da, más se conmueve, lo que intensifica el llanto.
—¿Es que qué?
Se rinde al escuchar su confusión. Nada coherente saldrá de su boca mientras no se descargue. Suspira, entonces lo abraza con fuerza. No le extraña que Baji se tense ni que le tome varios segundos corresponderle con un toque más bien inseguro; es raro que él inicie el contacto físico, así que esto debe empeorar su desconcierto.
—¿Está bien si me quedo así hasta que me calme? —pregunta contra su hombro, donde apoya la cabeza.
—Está bien, pero ¿tú de verdad estás bien?
—Sí, no te preocupes. Perdón si es incómodo.
—No pensé que fueras a llorar.
—No es por nada malo. Solo... he estado sensible hoy. Casi lloro cuando me dieron la moto también.
—¿En serio?
—Hm. —Asiente con la cabeza. Por suerte, este no es el tipo de llanto que vuelve complicado hablar—. Tuviste razón con lo de que me habría gustado lo que fuera, pero creí que tratarías de avergonzarme con una carta más juguetona, supongo.
—Ah, ¿no llegaste a la posdata?
—No, pero no puedo leer ahora. ¿Qué dice?
—Que lo único que te falta es que aprendas a pegarme para poder pelear contigo.
—Eso es mucho pedir, Baji-san —responde entre risas que disminuyen las lágrimas.
Podría retroceder ya para secarse mejor la cara, pero justamente se ha escondido contra su hombro para que no lo vea de más. Si lo hiciera, teme que le estaría dando la oportunidad de vislumbrar algo indebido.
Esta carta lo hace sentir especial, que venga de Baji vuelve lógico que colapse. No lo pensó al aferrarse a él, pero estar entre sus brazos es reconfortante, no porque necesite consuelo, sino porque nunca se había permitido este nivel de intimidad. Mientras sigan así, puede darse el gusto de compartir su calor sin ser cuestionado. Es casi culposo.
—No sabía que fuera tan importante para ti —dice con voz suave. Se arriesga a llorar de nuevo, pero siente que todavía le debe una explicación a Baji. No contesta, solo le parece que mueve un poco un pulgar—. Tú también eres de lo mejor de este año para mí, así que no tienes idea de cuánto me alegra que eso sea mutuo.
—¿Por eso fue? —pregunta luego de unos segundos.
—Por eso fue. —Baji suelta un sonido de entendimiento casi imperceptible. Se le hace curioso lo callado que ha estado. No lo culpa, debe seguir impactado por su llanto—. Y sé que no debería fijarme en esas cosas en un regalo, pero supongo que quieres saber si la ortografía está bien.
—Sí.
—La leí sin problemas. Solo te faltaron algunas comas. —Retrocede, en vista de que ya no hay un exceso de lágrimas en sus ojos.
—Ah —Baji ríe brevemente. Le llama la atención atraparlo con las mejillas rosadas, no tanto el que se rasque la nuca—, eso es como si estuviera perfecta, viniendo de mí. ¿Ya te calmaste?
—Sí, aunque debo verme terrible ahora. Gracias.
—No pasa nada. Creo que esta vez acabé avergonzándome yo por creer que la había cagado de alguna forma.
—Para nada. —Sacude la cabeza.
—Bueno, entonces, ya me voy. —Comienza a dirigirse hacia la puerta.
—¿Qué?
—Mi madre estaba preparando la cena cuando subí, así que ya debe estar casi lista.
—Ah, vale.
—Juega con Peke J para que se te pase rápido la cara de que acabas de llorar, y espero que el sitio al que vayas con tu mamá tenga buena comida. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana.
Que se fuera tan repentinamente lo deja con una sensación extraña. No es decepción, ni siquiera al percatarse de que se le olvidó preguntarle si volvería para comer el pastel —considerando que ya tuvo su porción de otro, quizás sería raro hacerlo repetir—. Se parece más a lo que notó cuando le aconsejó cambiar de bola. Tampoco es que dude del motivo, solo es inusual que se vaya con tanta prisa sin que lo hayan presionado. Prefiere no analizarlo mucho. Sabe que le incomoda ser el culpable del llanto de sus más allegados, así que es posible que quedarse abrazados por tanto sobrepasara lo que era capaz de soportar.
No ve a Peke J en la habitación, así que descarta jugar con él por ahora. No quiere que su madre lo descubra con la nariz y ojos enrojecidos si sale a buscarlo. En su lugar, levanta la carta y comprueba que la posdata es justo lo que le dijo antes de guardarla en su sobre para luego dejarla reposar en el escritorio.
Quiere descansar un poco, por lo que se acuesta en la cama después. Qué día. En retrospectiva, excusarse con que estuvo sensible no fue tan errado. Estuvo a punto de llorar otras veces, también hubo un par de momentos tensos; sin embargo, ha sido su mejor cumpleaños. No se había divertido junto a tantos amigos en años anteriores, tampoco recibió regalos tan sorprendentes como los de hoy y, lo principal, nunca se había sentido tan querido.
Su mente regresa inevitablemente a la carta. La estaría leyendo otra vez si no tratara de lucir como si no hubiese llorado. Sonríe si solo la recuerda, en cambio. Si fuera más lanzado y él estuviera soltero, quizás lo habría besado en lugar de abrazarlo; quién sabe si así Baji se llevaría una sorpresa también, porque por algo sus palabras son lo más cercano que ha estado de sentirse amado.
Se incorpora de un sobresalto y con los ojos bien abiertos. ¿A dónde se está yendo su imaginación? Una mano le cubre la boca. No, esto solo ha sido un pensamiento atrevido... pero también justificaría el par de veces que se puso raro. ¡No! Sacude la cabeza. Tiene que ser la esperanza volviendo con una conclusión desesperada. Lo que insinúa es imposible. Que Baji se pusiera nervioso en los bolos luego de soltarle los brazos fue porque Kazutora podía ponerse celoso; que estuviera un poco rosado al separarse del abrazo fue por la vergüenza de hacerlo llorar, lo mismo aplica a lo callado que estaba. Todo tiene una explicación más lógica.
Después de todo, no hay manera de que le guste a Baji, ¿verdad?
Un final de capítulo muy acorde a San Valentín, ¿verdad? :3c En cuanto me di cuenta de que me daba tiempo de terminarlo para esta fecha, me esmeré en lograrlo y ¡aquí estamos! Muchos momentos esperados acá junto a algunas sorpresitas, también se me ha vuelto a descontrolar la longitud (12 mil palabras, no recuerdo si es récord o si empata a otro, pero debe estar cerca si no es el más largo de todos hasta ahora), y yo que pensaba que esto iba a quedar bien corto porque no tenía del todo pensado lo que iba a ocurrir en los bolos, ja. Siento que hay alguna cosita que quería mencionar en esta nota, pero como no la recuerdo, lo dejaré así (?
¡Nos vemos en el siguiente (o en los comentarios)! ^0^/
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