Capítulo 13: Hablar claro
Despierta por el ruido de su madre en la cocina. No tendría problema en seguir durmiendo, sobre todo con lo cálido que lo mantiene Kazutora abrazado a su cuerpo, pero es justo por eso que no puede permitirse tardar mucho más en levantarse.
—Kazutora. —Para espabilarlo, le aparta el flequillo para besarle la frente. No suele gustarle que le despeje la cara, solo está aprovechando su somnolencia.
—No. —Apenas lo escucha. Es adorable.
—¿No qué? —Continúa jugando con su cabello.
—Es temprano. —Se acurruca más contra él. Todavía suena como si no abriera bien la boca.
—Sí, pero mi madre ya despertó. No puede vernos así.
Hay un pequeño sonido perezoso de disgusto antes de sus siguientes palabras.
—Creo que ya me da igual que nos descubra.
—Claro. No voy a confiar en tu mente recién despierta de mala gana.
—Es en serio. Quédate aquí.
—Hablaremos eso cuando no sea un intento de convencerme de quedarme. —Le revuelve el cabello—. Volveré, ¿vale? Solo le dejaré claro que no moleste porque sigues durmiendo.
—Apúrate. —Se despega por completo de él tan repentinamente que teme que se golpee con la pared, mas no ocurre.
—Seré tan rápido como me deje.
Baji va directo a la cocina, donde la encuentra lavando algunos utensilios. Ni siquiera tiene que anunciar su llegada, ella lo nota por sí sola y gira hacia él.
—¿Y Kazutora?
—Sigue durmiendo, así que no hagas tanto ruido.
—Bueno, de todos modos, no lo haré en un rato. —Lo fácil que ha sido no le inspira ni un gramo de confianza, y solo empeora al ver su sonrisa—. Siéntate conmigo un momento.
—¿Ah? —Esto huele realmente mal, pero será peor si no la escucha, por lo que toma asiento frente a ella.
—Que Kazutora esté dormido es perfecto, ya no tendré que esperar hasta la tarde.
—¿De qué hablas? —Frunce el ceño.
—¿A Chifuyu le cae mal Kazutora?
—¿Ah? —Tanto la pregunta como el tema en sí le resultan inesperados—. ¿A qué viene eso?
—Me dio esa impresión ayer.
—No... —Tampoco debería impactarle tanto. Anoche, por un segundo, se le cruzó la idea de que tuvieran alguna riña interna, por no ser más específico—. Quiero decir, apenas se conocieron esta semana, así que tampoco es como que ya sean amigos.
—¿Apenas se están conociendo? —Arquea una ceja—. Pero si van a la misma escuela.
—Sí, pero, ya sabes, habíamos quedado en no vernos tanto allá este año, así que no se habían cruzado. Además, creo que me habrían dicho algo si se odiaran.
—Oh, entonces es lo otro que pensé. —El regreso de su sonrisa, más sospechosa ahora, lo pone alerta.
—¿Qué es lo otro? —pregunta con cautela.
—Chifuyu se fue porque no quería ser tercera rueda.
—¡¿Ah?!
—¡Tengo razón —aplaude una vez—, te pusiste rojo!
—¡No estoy rojo! —Una mentira miserable. Puede sentir su rostro arder.
—Llevaba tiempo sospechando que se gustaban, pero no sabía que ya eran algo —continúa como si lo ignorara.
—¡Madre!
—Está bien, Keisuke. No hay problema mientras no descuides los estudios y espero no lo hayan hecho estando yo aquí.
—¡No-...! —Técnicamente, no completo, y eso solo ha sido anoche. Aun así, se sentiría hipócrita negarlo del todo, solo que tampoco puede admitirlo.
—Aunque —por suerte, lo irrumpe— supongo que debo felicitarlos si lo han hecho, porque no me he enterado de nada. Sigan así, no dudaré en interrumpir si los escucho.
Solo logra cubrirse parte del rostro con las manos, lo que la hace reír.
—¿Cómo te diste cuenta? —Solo despeja sus ojos.
—La respuesta de Chifuyu ayer cuando le pregunté si se quedaría fue rara de su parte. Como sé que no tenía nada que hacer con su madre, imaginé que tenía que ver con Kazutora.
—Ah... —Ya puede descubrir el rostro—. No fue por nosotros...
—Hey, por algo empecé a sospechar, pero tardaría mucho explicándolo y tengo un desayuno que hacer. —Se levanta—. Prepararé para Kazutora también, quiero que comamos juntos.
—¿Qué?
—¿No le vas a decir?
—Pero él aún...
—¡Que no tema! Ve con él, tocaré la puerta cuando esté lista.
A veces le asusta lo que una madre es capaz de deducir.
Cuando regresa a su habitación, Kazutora está esperándolo sentado al borde de su cama.
—Eso tomó más de lo que pensé... —Inicia como algo parecido a un reclamo, mas se calla al verlo detenerse después de cerrar la puerta—. ¿Qué?
—Ya no hay que hablarlo.
—¿De qué estás hablando?
—Nos descubrió.
—¿Nos...? —Casi nota cómo los puntos se conectan en su cabeza—. ¡¿Qué?! ¿Hicimos algo?
—Nosotros no... no exactamente. Fue por cómo se negó Chifuyu ayer a quedarse.
—Pfft. —Incluso se tapa la boca. Es obvio que quiere reírse más.
—¿Qué es tan gracioso?
—Es que... —intenta explicar, pero la risa se lo impide.
—¿Qué?
—Que haya sido por alguien más... —Se deja caer acostado, todavía risueño.
—¿De verdad es tan divertido? —Solo se acerca lo suficiente para seguir mirándolo—. Pudo ser bastante malo si no fuera porque mi madre es... mi madre.
—No voy a preocuparme por eso si ya salió bien.
—¿Y si te digo que quiere que desayunemos los tres juntos?
—¿Qué? —Cualquier rastro de entretenimiento desaparece y vuelve a sentarse.
—Lo que escuchaste. —Camina hasta poder agacharse justo frente a él—. Espero que hablaras en serio cuando dijiste que ya te daba igual que se enterara, porque estamos a punto de tener nuestra primera comida en familia como pareja.
—Cuidado con lo que deseas, ¿eh? —murmura.
—¿Es un sí o un no?
—Creo que estará bien...
No vuelven a conciliar el sueño, aunque no es como que hayan perdido demasiados minutos. El desayuno resulta ser de lo más ameno si omite las preguntas incómodas que su madre les ha hecho, suerte que no han sido mayoría. Se dio por accidente, pero es un gran paso, y cree que podría ayudarle a Kazutora con las inseguridades que dejó al aire ayer.
Lo más contraproducente, tal vez, es que le ataca una extraña vergüenza luego de que ella se fuera. Que los haya dejado a solas sabiendo lo que seguramente harían con todo ese tiempo regalado le llena de un pudor que jamás había sentido en su vida. Aun así, sus ganas no se han ido, por lo que le encarga a Kazutora —que encuentra ridícula la situación, para qué endulzarlo— hacer que se le olvide ese detalle. Es un éxito rotundo y casi inmediato cuando recuerda que aún no le había revelado qué era el regalo de Pah.
Más tarde, después de incluso bañarse, es el turno de Kazutora de irse. La soledad no le dura mucho a Baji, pues Peke J entra por su ventana antes de que siquiera decidiera qué hacer ahora.
—Hey, qué bueno que llegaste ahora y no un rato antes. —Opta por quedarse allí, junto al gato—. ¿Jugamos a encontrar a Kazutora? Creo que todavía debe estar terminando de bajar.
Aunque no le haga mucho caso al solo acurrucarse a su lado, Baji sí que mira abajo. En un inicio, no hay nadie, mas no tarda mucho en distinguir a Chifuyu salir a sacar la basura —supone que Peke J aprovechó ese momento para escapar— ni en escuchar un motor encenderse, que debe ser el de la moto de Kazutora.
—Creo que gané, Peke J, parece que está por arrancar —presume sin importar que sea el único jugador de su competencia inventada.
También cree que están por verse. Si se saludan con buena cara —aunque no es que las detalle mucho desde un quinto piso—, será una prueba más de que pensar que se detestan es solo una conclusión apresurada.
Kazutora entra a su campo visual después de arrancar la moto y, como estuvo esperando, frena a poca distancia de Chifuyu, solo que él le queda de espalda. De todos modos, nada más que con el perfil de su novio, distingue una sonrisa. Es un intercambio breve, mas suficiente para él. No hay manera de que estos dos se repelan.
Ojalá pudiera regresar dos semanas atrás para seguir tan lejos de Kazutora como solía estarlo. Mejor, a las vacaciones de verano, cuando aún no tenía idea de que él suponía un problema. En cambio, aunque admite que el día del desfile fue su punto más bajo, siente que todo ha ido en picada desde el momento en que el frío llevó a Baji a ser suspendido.
Soportarlo en la escuela o en situaciones más sociales es algo que puede tolerar, pero que incluso se aparezca justo afuera de su apartamento es el colmo. No, el colmo es el motivo por el que siquiera se le acercó.
Mentiría si dijera que no lo había notado en el momento que giró de vuelta a la entrada luego de dejar la basura, pero estaba tratando de ignorarlo; con suerte, él no lo vería por estar más concentrado en poner la moto en marcha. Además, fijarse demasiado en su presencia lo haría pensar cosas innecesarias para justificar que apenas se estuviera yendo, sobre todo porque sabía que llevaban solos un buen rato, ya que la madre de Baji había salido al mercado con la suya.
Creyó que se había salvado cuando empezó a acelerar, pero parece que solo fue una jugarreta de su parte.
—¡Chifuyu! —Intentó no respingar ante el llamado. Qué suerte que le daba la espalda, así pudo cambiar la mueca de desagrado a una expresión más neutral antes de girarse.
—¿Qué?
—Gracias. —Su sonrisa le generó desconfianza, aún más que la palabra.
—¿Por qué?
—Por ti, ya no tenemos que escondernos de la madre de Baji.
En cuanto fracasar en esconder la impresión en su cara delató que había procesado el significado oculto, Kazutora comenzó a reír a la vez que aceleró de nuevo. Sin oportunidad de reclamo, Chifuyu solo pudo subir las escaleras corriendo. Tal vez, la velocidad es la culpable de que ahora pasara de largo hasta hallarse tocando una puerta que conoce muy bien del quinto piso, en lugar de abriendo la suya en el segundo. Es muy tarde para retractarse si ya siente movimiento del otro lado; por muy ágiles que sean sus piernas, no hay forma de desaparecer tan pronto cuando son escalones lo que deben recorrer.
—¡Oh, Chifuyu! Justo acabo de verte por la ventana. —Baji lo saluda con una sonrisa. La apreciaría más si no estuviera acribillándose internamente por actuar sin pensar.
—¿Me viste?
—Fue casualidad. Veía a Kazutora irse y estabas ahí.
—Oh. —¡¿Vio eso?! Bueno... por donde estaba, cree que no le daba la cara, pero eso le recuerda el evento que lo impulsó a subir—. ¡¿Los metí en problemas?!
—¿Ah? —Alza una ceja—. ¿De qué hablas?
—Kazutora me contó que Ryoko-san los descubrió por mi culpa.
—Ah, eso. —¿Es su imaginación o se pone algo rosado?—. No te preocupes. Lo único que le importa a mi madre es no encontrarnos cogiendo. —Chifuyu solo hace una rara mueca de sonrisa en respuesta. Baji suelta una risilla y le revuelve el cabello—. Le diré a Kazutora que sea más preciso la próxima vez.
—¡No, no! —Sacude las manos frente a él—. No hace falta. Solo me pregunto por qué fue por mí que lo notó, si no dije nada sobre ustedes, que recuerde.
—No lo hiciste —confirma—, fue mi madre sacando conclusiones por su cuenta solo porque le extrañó que pasaras de quedarte aquí ayer.
—¿Qué?
—Nunca voy a entender cómo lo hacen las madres, ¿la deducción gana fuerza al parir? Pero ni siquiera eres su hijo y se dio cuenta de que estuviste raro... —Frunce el ceño, la mano izquierda bajo el mentón. Cuando divaga en confusión es de lo más adorable, por inusual que sea usar esa palabra para describir a Baji—. Hm, ¿se extiende a los amigos también?
—Ryoko-san da miedo si lo descifró solo porque no quise quedarme con ustedes.
—Bueno, también pensó que no te caía bien Kazutora, pero eso no es. —Eso también es, Baji-san. Da el doble de miedo—. Ya tenía sospechas, eso solo se lo confirmó.
—Ah, tiene un poco más de sentido así. Suerte que esté bien con su relación, no me gustaría meterlos en problemas por accidente.
—Solo nos adelantaste preguntas incómodas, tranquilo.
En ese momento, escuchan un maullido a sus pies. Ambos descienden la mirada.
—¡¿Peke?! Te dejo cinco minutos y ya estás en otra casa.
—Oh, sí, por él me acerqué a la ventana. —Baji se agacha a recogerlo—. ¿No vas a entrar? Es raro que hablemos en la puerta.
—No, me encargaron varias cosas en casa. —Mentira, pero la idea de estar ahí justo después de Kazutora es incómoda, por decir poco—. Peke J puede quedarse contigo si quieres compañía.
—Sí, jugaré con él.
Chifuyu baja de regreso a su piso después de despedirse. La cantidad de veces que se ha lanzado a su cama a mirar el techo con impotencia tan solo esta semana le aplasta el orgullo. Justo cuando pensaba que hoy tendría un descanso, Kazutora se le acerca para burlarse de él.
Está feliz porque Baji tampoco conocerá el rechazo de parte de su madre por su orientación, pero esto también es un paso importantísimo para cualquier noviazgo y el éxito está inflando a Kazutora.
Desde su conversación con Mikey ayer, piensa más en cómo se ve la situación desde su perspectiva. Decir que comprenderlo le es inconveniente es subestimarlo todo. Su forma de actuar encaja con la de alguien que marca su territorio ante amenazas con la esperanza de alejarlas, y si lo considera una persona a la que ahuyentar, es porque no confía. Es incómodo reconocerse como el malo en ojos de otro. ¿Debería aclararle sus intenciones? ¿Le creería? Después de todo, que la recomendación haya sido llevarse bien con él en lugar de sincerarse debe ser por algo.
Si es por conseguir calma, está dispuesto a tratar de mejorar su relación con Kazutora, pero no demasiado pronto. Con golpes prácticamente diarios por toda la semana, se merece unas vacaciones de él.
Las vacaciones le fueron denegadas, al parecer.
Tal como prometieron, los del Club de Periodismo anuncian el lunes que ya pueden retirar las fotografías que tomaron del evento. En el caso de los participantes del desfile de disfraces, se les preparó un paquete con todas en las que aparece cada uno y una copia gratuita del periódico correspondiente al festival. Además, cualquiera puede comprar las fotos adicionales que desee.
Chifuyu decide pasar después de clases, aun si incluso dijeron que habría un par de miembros del club disponibles durante los recesos para los retiros. No tenía apuro.
No hay señales de Kazutora en el salón del club cuando entra, así que va tranquilo a pedir su parte y les echa un vistazo a las demás, solo por encontrar las de sus amigos entre el montón.
Hay unas cuantas con Hina o Hakkai como protagonistas, pero la mayoría son de los que lograron ganar alguna de las votaciones. Su madre estará contenta con solo ver la altura de su lote, aunque cree que antes debería filtrarlas por si en alguna se le nota la cara de tragedia. Se asegurará de que eso sea lo primero que haga al llegar a casa.
No detalla mucho en las que el foco es Kazutora; aún le molesta quién lleva el traje de vampiro. Quizás se le haya proyectado el disgusto en el rostro, porque siente un brazo sobre sus hombros en solo segundos.
—Si tan solo hubiera de Baji-san, las compraría... —susurra en una pésima imitación lastimera de su voz.
—Estás sordo si crees que sueno así. —Maldita sea con la manía de Kazutora de invadir su espacio personal. Lo mira de reojo, ahora sí que percibe su propio ceño fruncido.
—¿No negarás lo otro?
—Agh. —Voltea los ojos—. No pensaba comprar nada.
Oye más de lo que ve la sonrisilla ajena. Juzgó mal al pensar que se contendría de hacer una de sus escenas frente a varias personas en la escuela, uno de los motivos por los que también escogió recoger sus fotos a esta hora. Comienza a creer que aprisionarlo así es su táctica de disimulo, pues los terceros podrían considerar que es un simple gesto amistoso.
—¿Estás libre? Quiero hablar contigo.
—Si es para seguir burlándote de mí, me niego.
—No, será una conversación seria.
No siente que esté mintiendo. ¿Acaso pretende aclarar las cosas entre ellos para llegar a la tregua? Le es difícil creer que sea el de la iniciativa en eso. No descarta que sea una trampa, pero quedará mal parado si lo rechaza y se supone que no va a rendirse en caerle mejor.
—Estoy libre.
—Bien. —Hace más fuerte su agarre y da media vuelta—. Vayamos a un lugar más privado.
—No lo hagas sonar así. —Entrecierra los ojos.
—¿Eh? Pequeño pervertido.
—Habla el que me dijo que no me imagina arriba.
—¿Todavía piensas en eso? —La diversión en su voz es molesta—. ¿Te gustó la idea?
Con la movilidad limitada que tiene con su brazo todavía rodeándolo por los hombros, Chifuyu opta por hundirle el codo en el abdomen. Kazutora se dobla y aprovecha ese momento para zafarse.
—Ya veo, te quedaste con ganas de más pelea —comenta con la voz un tanto ahogada.
Después de eso, el camino es callado, tenso y sin contacto físico.
—Entonces —Kazutora rompe el silencio cuando llegan a un parque vacío—... ¿te gusta mi novio?
Más que la pregunta en sí, las palabras elegidas son las que le dan escalofríos. Es un reto y una acusación. Hace lo posible por mostrarse relajado, parado frente a él.
—Pensé que estabas seguro de eso por cómo me tratas.
—¿Y qué si solo quería ver si tenías las agallas para decírmelo a la cara?
—Y yo creo que solo actúas por impulso sin siquiera pensar si hay razón para ello.
—¿Me equivoqué?
Ojalá poder decir que sí.
—No. —Aunque le cueste, le sostiene la mirada. Desviarla sería perder.
—Ja. Además, ¿acaso Baji no es impulsivo también y te gusta?
Maldita sea, sabe atacar.
—¿A dónde quieres llegar? —Mete las manos en los bolsillos del pantalón.
—Quiero que te defiendas.
—¿Ah?
—Reconozco que te he tratado con la certeza de que te gusta Baji, pero no te he dejado hablar mucho, así que quiero oírte.
—Exactamente, ¿qué?
—¿Qué es lo que me concierne? —Su tono se vuelve plano. Vale, duda tonta—. Si crees que estoy mal, dame razones para parar.
Suspira. Esto podría ser peligroso. No le tiene ni le inspira la confianza para abrirse con él, pero debería ganarse la suya. Si ya sabe lo peor, ¿por qué detenerse en un par de detalles?
—Todo lo que te interesa es que no tengo intención alguna de robarte a Baji-san.
—¿Y ya?
—¿Qué más quieres?
—Te estoy dando la oportunidad de defenderte, ¿y eso es todo lo que vas a decir?
—Se resume en eso.
—No quiero un resumen.
Lo intentó.
—Creo que no he hecho nada tan alarmante como para tantos celos.
—Pasas más tiempo con Baji que yo.
—Somos vecinos, es inevitable, a menos que alguno vaya a otro sitio. Además, Baji-san está comenzando a pasar más tiempo contigo en la escuela. ¿Me has visto impedírselo?
—Pero quisieras. —Se cruza de brazos.
—Sí, no lo voy a negar. —Se encoge de hombros, aun si el otro luce un tanto más tenso que hace unos segundos—. Lo importante no es lo que sienta, sino lo que haga con eso. Sí, admito que yo también siento celos, pero me los trago, porque me interesa más que Baji-san sea feliz y lo es contigo. —Los ojos de Kazutora se suavizan, también le parece distinguir un tenue tinte rosa en sus mejillas—. Por eso mismo no tengo intenciones de interferir.
—¿Aunque mueras de celos? —Tampoco suena tan arisco como antes.
—No sé qué imagen tengas de mí, pero no soy ese tipo de persona. Cuídalo bien y jamás me meteré, rómpele el corazón y te las verás conmigo.
—Descuida, dejarlo ir no está en mis planes. —Sonríe con demasiada confianza para su gusto.
—Entonces, no deberías preocuparte por mí. Sé que paso más tiempo con él, pero no uso esa ventaja para tratar de enamorarlo ni nada por el estilo. No quiero convertirlo en un infiel y repito que no soy ese tipo de persona. Si me has visto a la defensiva, ¿qué esperabas?
—Entiendo. —Asiente despacio con la cabeza. ¿Así de fácil va a conseguir la tregua? No quiere ilusionarse—. Solo estás esperando a que me equivoque.
—¿Qué? —Sus manos finalmente salen de los bolsillos de la impresión.
—No te meterás mientras lo haga feliz, así que estás esperando a que tengamos una discusión para quedártelo. —Se inclina, casi invade su espacio personal de nuevo. Su sonrisa da miedo ahora.
—Eso no es lo que quise decir. —No retrocede, sin embargo.
—¿No? Porque así se escucha.
—No. Me refiero a... —Demonios, no hay forma de explicárselo sin que sea incómodo.
—¿A qué? —Ladea la cabeza. Escuchar el tintineo de su cascabel es inquietante en este momento.
—No es a ponerlo en tu contra si discuten. Cualquier pareja discute en algún momento. Me refiero a que le hagas un daño imperdonable, y solo dije que te las verías conmigo, no que aprovecharía.
—O sea que me patearás el trasero y luego aprovecharías.
Respira hondo para no darle un puñetazo en la nariz.
—Que no. No hay nada que pueda hacer si Baji-san no siente más que amistad por mí.
—Ah. —Vuelve a enderezarse—. Eso es un caso hipotético en el que terminamos, ¿no? Da igual, no dejaré que eso suceda. Quédate esperando.
—¿Me estás escuchando?
—Sí, te escuché muy bien. Tomo todo en cuenta, pero no te conozco. ¿Cómo pretendes que te crea de una vez? Aunque se supone que eres inofensivo por ahora, debo seguir previniendo.
¿Para qué pregunta si no va a confiar? ¿Esa es la trampa, simular ser justo para hacerlo confesar?, o puede que solo esté armando una base desde la cual juzgarlo de ahora en adelante. Por el bien de una futura paz entre ellos, decide creer lo segundo.
—Imagino que es difícil confiar en alguien a quien le guste tu novio, pero conóceme bien. No me pongas tanto a la defensiva, trátame como a cualquier otra persona y... tal vez así dejes de preocuparte por mí.
Kazutora se acerca y posa una mano sobre su hombro al quedar uno al lado del otro.
—Demuéstramelo. —Con eso, avanza.
Chifuyu gira para confirmar que se está yendo y, por ende, el fin de la conversación. Él no voltea más que a los lados antes de cruzar la calle. De verdad ha acabado.
A pesar de no haber estado preparado para un cara a cara así tan pronto, cree que no estuvo tan mal. Un par de momentos tensos, pero logró abordarlos. Queda en Kazutora decidir qué hacer con la información.
No estaba en sus planes, pero después de clasificar sus fotos, le parece buena idea subir a mostrárselas a Baji. Después de todo, le había dicho que quería verlas, y considera que visitarlo unos minutos lo relajará. El encuentro con Kazutora todavía lo tiene un poco tenso por la incertidumbre de lo que vendrá a partir de ahora, necesita olvidarlo por unos momentos.
—¡Son un montón! —exclama Baji cuando las saca del sobre en el que se las entregaron, ya sentados en la sala. «Y eso que escondí las que me enfocaban más de cerca en el desfile principal».
—Ganar tiene sus privilegios. —Sonríe. La mayoría de sus fotos son de después de las votaciones, por lo que sale ya más calmado y eso le gusta.
—Hm, ¿o sea que Kazutora también tendrá tantas como tú? Aunque quedó de segundo lugar...
—Es probable. —Está preparado para un par de menciones del tatuado, ya que aparece en algunas. Son las que más le frustran si recuerda que pudieron haber sido de él y Baji, mas no las descartó porque las de ellos retándose «falsamente» deben ser de las que más quiere ver.
—¿Ya las viste tú?
—Sí, tenía que... —En ese momento, el timbre lo irrumpe. Ambos voltean en dirección a la puerta—. ¿Esperabas a alguien?
—No, pero creo saber quién es. ¡Está abierto!
A Chifuyu le encantaría que el piso lo tragara hasta escupirlo en el suyo cuando ve al nuevo visitante.
—Ah, nos volvemos a ver. —La sorpresa no dura más de dos segundos en sus facciones.
—¿Hm? —Suerte que, por estar mirando al recién llegado, Baji quede detrás de él—. ¿Se vieron en la escuela?
—Coincidimos al buscar las fotos y ahora parece que tuvimos la misma idea —responde Kazutora.
—Pudieron haber venido juntos, llegaron casi al mismo tiempo.
—Nah, compré unas cosas primero. —Alza la bolsa que lleva en una mano para resaltarlo.
—No sabía que iba a venir.
—Bueno, ahora tendremos golosinas también; eso es lo que trajiste, ¿verdad?
—Hm, sí —una vez descalzo, camina hacia la mesa para unirse a ellos, al lado de Baji—, aunque ahora se quedarán cortas entre tres.
—¡No importa!
Cada vez que Baji se pone tan contento junto a ellos dos, piensa en cuánta razón hay en eso de que en la ignorancia está la felicidad.
Quería que esta actu fuera la última del año pasado, pero las consecuencias de mi procrastinación me cayeron encima a mitad de camino y apenas ahora pude regresar a este fic ;-;)9 ¡Feliz Año y Feliz Reyes! (y ya estamos a nada de ver a Kazutora adulto en el anime, más celebración aún 🥳).
Aquí he agregado una escena en lugar de quitarla al final, como suele suceder. Es pequeñita, pero idk, se me ocurrió a media discusión TrFy y quise incluirla aunque no sea la gran cosa.
¡Hasta el siguiente (o los comentarios)! ^0^/
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro