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Capítulo 12: Indicio

Sabe muy bien que está siendo un poco bastante evidente en el trato que le da a Chifuyu, pero esa es la idea. No quiere enviar ningún mensaje a medias. Sus acciones deben gritar que no está contento con lo cercano que es a Baji hasta que se aturda o se aleje para no ensordecer. Mientras Baji no se entere, le da igual que el resto lo note. La presión social podría jugar a su favor.

—Kazutora, se siente como si quisieras que el cabello de Chifuyu comenzara a quemarse si lo miras así cada vez que está cerca de Baji. —Aunque, claro, no todos parecen estar de acuerdo.

—No estaría mal. —Aparta la mirada del par con una sonrisa burlona por imaginarlo. Es lo opuesto a los ojos desaprobatorios de Mitsuya.

—¿No estás excediéndote un poco? No creo que vaya a hacer algo.

—¿Lo conoces lo suficiente para afirmarlo?

—Si lo que necesitas para dejar de desconfiar es conocerlo, háblale como a cualquiera.

Chasquea la lengua. Les da un vistazo de nuevo, con lo que solo se gana un pellizco del otro.

—¿Por qué tanta defensa? —protesta.

—No creo que quieras que Baji se dé cuenta y, a este ritmo, lo hará.

—¿Lo crees? Apenas es el segundo día que coincidimos.

—Llevas celoso desde antes. —Kazutora hace una pequeña mueca con la boca—. Sé que Baji es lento para esto, pero conectará los puntos en algún momento si le das tanto material.

—Me estoy desahogando, ¿de acuerdo? Después de hoy, no nos verá en el mismo lugar hasta que acabe su suspensión. Es suficiente tiempo para que lo deje pasar.

—Si tú lo dices...

—Espera. —Entrecierra los ojos—. ¿Por qué ni siquiera intentas negar que le guste? Es más, dijiste que no crees que haga algo, o sea que sí tiene razones para intentarlo y las sabes. —Percibe cómo traga saliva—. ¿Te dijo algo? ¿Por eso lo defiendes?

—No, es que estás tan convencido que no voy a tratar de contradecirte.

—Claro. —Es completamente sarcástico—. Algo sabes, supondré que es que sí le gusta.

—¿Lo ves? No me creerás si te digo lo contrario.

—Porque estarías mintiendo.

Mitsuya solo resopla y cruza los brazos como respuesta directa a eso.

—Solo modérate, ¿bien? Baji no será ciego por siempre, sobre todo ahora que está acumulando experiencia contigo.

—Hm.

Entiende que, para cualquier otro, está metiéndose de más con un chico que no ha hecho la gran cosa, pero explicar sus motivos sería complicarse y tampoco es que les incumba. Sabe lo que está haciendo. Por ahora, no le interesa que sepan por qué.

Es seguro, a su parecer. Su novio aún es inexperto y guarda lo peor para cuando aísla a Chifuyu. ¿Eso que le dijo cuando peleaban? Nadie tiene pruebas. Tampoco le conviene quejarse con Baji, ya que se delataría por no ser capaz de mentirle cuando le pregunte si tiene motivos para tratarlo así; duda que ese chico pueda negar sus sentimientos y considera que es lo suficientemente inteligente para darse cuenta del error que estaría cometiendo si lo acusara. Mientras nadie más se lo mencione, solo podrá descubrirlo por sí mismo.

Al menos, por toda la gente que hay hoy, a Baji lo acompañan dos personas como mínimo cada vez que lo busca con la mirada si no está con él, lo que significa que no ha estado solo con Chifuyu. Espera que siga así. Tampoco es que le guste tener que marcar territorio todo el tiempo, ni siquiera debería tener que hacerlo.

—¿Qué les parece si abro los regalos ahora? —Y, por aún más suerte, esto significa que no deberá estar pendiente de su compañía por otro rato.

Se van a la sala de la casa, pues ahí fueron dejando los presentes antes de que llegara Baji, y se sientan donde pueden. El cumpleañero, por su parte, se queda de pie a un lado de la mesa con cada uno de los regalos.

—Iré al azar... —Extiende un brazo hacia una de las cajas.

—¡El mío es el de rayas! —Kazutora señala.

—... a menos que haya un voluntario que me diga cuál es el suyo. —Desvía su mano para agarrar el indicado. Sonríe con orgullo por lograr que empezara por él e ignora los ligeros codazos que Mikey le da al costado; puede ver sus cejas elevándose pícaras sin siquiera voltear.

No le toma mucho tiempo despegar la cinta adhesiva para levantar la tapa de su regalo. No se distingue su contenido por el ángulo, así que solo se concentra en su rostro. Percibe cómo sus ojos se abren un poco más y sus labios se estiran hacia los lados antes de que eleve la mirada.

—Kazutora —qué bien se oye su nombre en voz alta ante todos—, pónmelo.

No tiene que revisar su alrededor para saber que ahora lo están mirando, pues la sensación lo ataca por casi todos los flancos. No es nada malo en este momento, solo le toma por sorpresa la petición.

—¿Y te quito el que llevas también? —pregunta al erguirse.

—Solo el choker.

—¿Es otro choker? —Algunos ya no pueden con el misterio. No le sorprende que Mikey sea el primero en tratar de averiguarlo.

—Ya lo verán.

Una vez detrás de Baji, aparta su cabello hacia el frente para desenganchar el que sabe que es su choker favorito: ese que parece varios collares de distintas longitudes en uno. Se lo pasa, él se lo intercambia por el nuevo. Tan cerca de su nuca, puede oler ese jabón milagroso que usa como champú y debe contenerse con toda su voluntad para no cerrar la distancia con un beso allí, en la piel que está por volver a cubrir. Se conforma con estar bastante seguro de que debe estar sintiendo su respiración.

—¿Aquí está bien? —Busca confirmación antes de acabar para no ponérselo tan apretado.

—Sí.

Hay algo en esto que se siente genial —a falta de una palabra más precisa por no comprenderlo del todo—, cree que es gracias a hacerlo con público. Se pregunta si Baji comparte el sentimiento o si resulta ser mucho para él. Ya quiere ver su cara y cómo le luce su regalo.

—Listo. —Echa su cabello de vuelta a donde estaba para que no le estorbe ahora que se para frente a su novio a admirar el resultado.

—Gracias. —Le sonríe e inclina la cabeza a un lado un poco más enérgicamente de lo que debería. Ambos abren la boca al escuchar un pequeño tintineo. Conque por eso fue—. ¡Sí suena!

—No te molesta, ¿o sí?

—No creo, ya estoy acostumbrado al tuyo.

Se le escapa una risilla. Detallarlo de cerca es tan maravilloso como imaginó. Es un collar negro como otros tantos que tiene, pero lo que lo vuelve especial es el cascabel plateado que cuelga del medio. A pesar de que su plan ideal desde un principio era darle un accesorio como ese que fuera a juego con su arete, había casi descartado la opción por creerla imposible. Seguramente, de haberlo buscado adrede, habría sido así, por lo que fue un golpe de suerte hallarlo al tratar de dar con otra cosa.

Va bien con el otro collar que lleva puesto. ¿Será el regalo de su madre? No recuerda que tuviera uno de llave y parece muy nuevo.

—¡Pero déjanos ver, Kazutora! —Mikey le lanza un cojín, le da en la espalda.

—Ya voy, metiches. —Voltea y patea el cojín hacia el rostro de su amigo.

—¡No somos metiches si lo íbamos a ver de todos modos! —Bloquea su contraataque, como esperaba.

—Mírenlo bien. —Es todo lo que dice, sonriente, al regresar al sofá.

Oír la sorpresa general de los demás es más que satisfactorio. Por no dejar, intenta echarle un vistazo a Chifuyu, pero fracasa porque la cabeza del chico le da la espalda. Le gusta pensar que es para esconderse de una mirada curiosa como la suya por razones que solo les puede mostrar a sus amigos, quienes deberían ser los únicos al tanto.

—A ver, ¿quién sigue?

Como le dejan elegir al azar, descubre de quiénes son los regalos al leer la etiqueta —si es que se han acordado de añadirla y puede leer el nombre— o cuando se delatan solos por sus reacciones al verlo levantar el suyo. Entre lo más destacable está el juego de ligas y bandas para el cabello de Sanzu, un llavero en forma de gato de Emma, un libro de animales extraños de Mitsuya y otro de los misterios del día: lo que sea lo de Pah.

—No quieres abrir eso aquí —advierte justo antes de que despegara el adhesivo de la bolsa.

—¿Ah? —De todos modos, desobedece, más o menos. No se lo enseña a los demás, pero husmea el contenido. Su ceño fruncido pasa a segundo plano cuando sus mejillas se encienden, aun si es solo lo mínimo. Sus ojos se dirigen a los de Pah sin que mueva nada más—. ¿De verdad compraste esto para mí? —pregunta como si pretendiera que solo él lo escuchara.

—Me esforcé. —Alza el mentón, orgulloso de su trabajo.

—Pero ¿qué es? —La curiosidad lo mata, así que intenta sacarle la información. No debería tener problema en contarle si lo tiene justo al lado—. ¿Algo como las 48 posiciones, pero gay?

—Solo diré que también puedes disfrutarlo, Kazutora. —Le da dos palmadas en la espalda.

Al menos, él sí tiene permitido enterarse de qué es más tarde, aunque duda que no traten de fisgonear ese regalo cuando nadie esté viendo. El rubor, cada palabra al respecto y de quién están hablando le dan las pistas suficientes para hacerse una idea.

Continúa sin pausas. Cuando Baji abre el último y Kazutora comprueba que falta uno para completar la cantidad de personas que han venido, algo le huele raro.

—Y esos son todos.

—¿Y cuándo abriste el de Chifuyu? —Mikey tenía que ser el chismoso en resaltar lo que tal vez más gente ha notado, incluido él, pero que no se atrevían a decirlo.

—Justo antes de venir —responde con todo relajo lo que le quita el suyo. Sí, recuerda que son vecinos, es normal que se adelante, pero no deja de molestarle, de cierto modo.

—¿Y qué era?

—Uno lo están viendo, este collar. —Toma el dije de llave y lo eleva un poco.

¿Qué?

¿Uno? —se le escapa. Por suerte, a su pequeño amigo metiche también.

—Es que son tres. —¡¿Cómo que tres?!—. Otro son unos guantes para la moto que verán en un rato y lo último lo dejaré como sorpresa para cuando lo use.

—Así que tres, ¿eh? —Mikey voltea hacia el rubio.

—No pude decidir y acabé comprando todo —se excusa.

Bromean por su derroche, mas su atención se centra en el cuello de su novio. ¿Le están diciendo que ha llevado algo que le dio Chifuyu y no su madre todo este rato? ¿Que también vino con unos guantes que le acaba de entregar? ¿Que lo suyo no es lo único que se ha puesto al instante? Imagina que, si recibió sus regalos justo antes de venir, ya se había arreglado con otros collares completamente diferentes a los que carga ahora. Si al menos usara lo de una persona más, tal vez no le irritaría tanto. Eso sí, le queda pendiente ver las otras dos cosas, pero su choker es más original.

—¿Kazutora? —Siente nudillos en su cabeza. No impactan muy fuerte, solo lo suficiente para sacarlo de sus pensamientos. No eran necesarios, la voz de Baji justo frente a él basta y sobra para respingar—. Te quedaste callado de repente, ¿pasa algo?

—N-...

—Creo que quería ser el único del que estrenaras algo ya mismo. —Traición. De parte de Pah, debe ser un descuido de su intelecto comúnmente de vacaciones, pero eso no va a ablandarlo. Le cuesta disimular la mala impresión en su rostro; ahora tendrá que cuidar sus reacciones.

—¿Era eso? —Esta vez, su entrecejo se frunce con un toque de diversión—. No te pongas celoso por algo tan simple. —Se limita a mirarlo mientras intenta que su puchero luzca más lindo que molesto. Que le peine el flequillo con los dedos para despejarle el ojo izquierdo lo ayuda un poco—. Por si quieres saberlo, solo a ti te pedí ponerme el regalo.

Casi se le va una risilla. No iba a preguntarle eso por temor a la respuesta; es un alivio que llegase por sí sola y fuera la que quería oír.

—No era eso, pero me gusta saberlo.

—Tonto, ya me enteré, no disimules. —Pellizca su mejilla. Kazutora le da un manotazo en la muñeca para apartarlo—. Pudieron ser celos peores, está bien.

«Mucho peores, sí». Agradece que Mikey no estuviera muy pendiente de la conversación por estar ocupado metiéndose con alguien más; no confía en lo que pueda llegar a comentar sobre este tema. También es una suerte que Baji lo arrastre a la cocina después para servir bebidas, así puede reclamarle sin tapujos a Pah.

—Te voy a patear las bolas.

—¡¿Por qué?!

—Por tu bocota.

—¡¿Ah?!

—Estás avisado.

Aunque es más divertido dejarlo sin mucho contexto.

A pesar de que llega al momento de cantarle el cumpleaños sin mayores inconvenientes, la impresión de estar compartiendo sentimientos —de cierto modo no tan exacto— con Kazutora no lo deja en paz desde que le puso su collar. Si tuviera que ser preciso, en realidad sería desde que hizo público que el de llave fue su regalo, pero eso no elimina que ya estuviera intranquilo desde antes. Es extraño.

No consideraba imposible que se probara lo de alguien más si resultaba ser un accesorio que combinase con su atuendo, por lo que el agravante de la situación es que haya sido el de Kazutora y que justo sea también un collar, no importa que de otro tipo. Nadie lo superó en cantidad, mas puede que él haya conseguido lo más singular de todo. No debe ni terminar de creerse el haber encontrado un choker con un cascabel como el de su arete. ¡¿Cuánta suerte es esa?! Nunca había visto uno así que no fuera para mascotas; solo sabe que no está haciendo pasar uno de gato por uno de humano por su tamaño.

No fue capaz de ver por completo su colocación, no con la aparente mínima distancia que los separaba durante el proceso. Escuchó bromas sobre que ahora podrán apodarse tigre o gatito —y similares—, no pudo más que retorcerse por dentro. Alrededor de un minuto después fue que se percató de la posible coincidencia de sensaciones. Si él está disgustado porque su regalo comparte espacio con el de Kazutora en su estreno inmediato, el chico debe estar igual o peor. No puede juzgarlo. Lo entiende.

El otro podrá tener más derecho a sentirse celoso, aun así, considera que están en condiciones muy similares con el estatus como su mayor diferencia. Pensó que solo lo trataría peor desde ese instante, pero ha sido todo lo opuesto. A menos que le esté dedicando miradas asesinas cuando no lo está viendo, Kazutora se ha mantenido al margen el resto de la tarde y lo que va de noche. ¿Acaso se dio cuenta de que estaba siendo muy evidente? ¿Se lo advirtieron y se lo tomó en serio? ¿Cree que Baji lo habría descubierto si seguía? Sea cual sea el motivo, agradece el descanso.

Eso sí, no se ha salvado de verlos muy juntos en más de una ocasión, solo que luce como la cercanía usual que tendría una pareja. Esa imagen también está presente mientras cantan alrededor del pastel. Puede que sea una nueva forma más sutil de marcar su territorio. Aunque ya no le hace acumular lágrimas en los ojos, todavía le ocasiona estragos tenerlos así frente a él tan a menudo, y si es que ha notado esa debilidad, podría estar aprovechándola.

Adrede o no, Chifuyu se esfuerza en no caer. Dirige la mirada hacia el pastel, no al cumpleañero, por mucho que le llame la atención que se haya atado el cabello a media canción. Afina la voz lo mejor que puede; no se considera el mejor cantante, pero tampoco cree que sea desagradable de oír cuando le pone ganas. Está pendiente de que ninguno de los chicos a su lado —sea Kazutora o Mikey, más sospechas sobre el segundo— le estampe la cara en la crema en cuanto sople las velas que, de hecho, es el momento que está por venir.

Con la última nota cantada, Baji se inclina a apagar las velas agrupadas a un lado. Se yergue tan rápido cuando no quedan más llamas que le sorprende que no se maree. Lo siguiente que hace es girar el rostro hacia Mikey con un toque de extrañeza.

—¿No vas a...?

—¡Tú lo pediste!

El empujón es muchísimo más veloz. En ese preciso instante, entiende que todo ha sido un plan —fracasado— para evitar acabar justo así, con la cara en el pastel. Chifuyu solo queda boquiabierto. Baji, por su parte, parece estar procesando el saboteo.

—Pero no te quedes ahí. —Impaciente, Kazutora tira de su cabello recogido para volverlo a enderezar.

—Ugh —escapa de Baji.

—Oigan, no en público —ríe Mikey.

Maldita sea con los chistes de sus amigos que le hacen imaginar cosas innecesarias, en serio.

—Debí imaginar que ibas a hacerlo cuando te preguntara. Nunca te saltas esto —masculla, prácticamente, después de limpiarse alrededor de los ojos con las manos.

—Pero estabas prevenido, ¿eh? —Es su turno de halarle el cabello.

—¡No hagas eso! —Baji aprovecha la crema que sigue en sus dedos para embarrarle la cara a Mikey y alejarlo.

—¡¿Y Kazutora sí puede?! Favoritismo.

—No vayan a empezar una pelea de crema. —Draken atrapa al más bajo por la parte de atrás de su camisa de una vez.

—¡No estaría mal!

—Ustedes límpiense —Emma se abre espacio para tomar el pastel y llevárselo a otra mesa—, nosotros vamos a comer.

Su hermano y el cumpleañero quedan casi atónitos —sobre todo el primero—. Esa misma sorpresa es la que usa Kazutora para deslizar dos dedos por la mejilla de Baji y luego llevarlos a su boca.

—Está buena.

No se le ve bien el color de la cara, pero su coleta le deja las orejas enrojecidas al descubierto.

—No vuelvas a hacer eso. —El puñetazo que le da por encima de la cabeza no parece nada fuerte.

—¿Por qué no? —juguetea.

—¡Que alguien me ayude a repartir! —grita Emma desde la cocina.

Chifuyu decide acudir al llamado para no tener que ver más de esto.

Después de la traición de Pah, Kazutora se ha obligado a mantener un perfil más bajo. La advertencia de Mitsuya comenzó a cumplirse demasiado rápido, porque para que Baji le haya preguntado por su silencio, debe haber sido por percibir que algo iba mal, aunque no estuviera seguro de qué. Que lo hayan delatado es el motivo principal tras su recato, pues ahora estaría más alerta a cualquier indicio de celos en él, al menos por hoy. Cree que limitarse a invadir su espacio personal está siendo un éxito, sin embargo, están a punto de poner a prueba su control.

Todos los que quedan están dirigiéndose hacia sus motos para partir a donde Baji, que los ha invitado a unirse a comer un segundo pastel allá. A pesar de que sienta a Chifuyu como un intruso entre los chicos de siempre en este grupo, ese no es el problema actual. Sus alarmas se encienden cuando las matemáticas no cuadran. Hay seis vehículos para ocho personas. Sabe que Draken llevará a Emma, pero alguien sigue sobrando.

—¿Esos son los guantes que te dio Chifuyu? —Mikey siempre tiene que ser el de las preguntas inoportunas.

—Sí. —Les enseña ambos lados de la mano donde ya se ha colocado uno.

—Unos así eran los que necesitabas el lunes.

Pfft. —Kazutora se cubre la boca para no reírse. Por la cara de Baji, es evidente que le ha tocado un punto todavía sensible.

—¡No son para el frío, imbécil, son sin dedos! —Camina en zancadas hacia el rubio risueño, pero Draken lo intercepta para evitar una pelea a puños.

—Los compré el fin de semana pasado sin pensar en el frío. —Chifuyu está muy cerca de la moto de Baji para su gusto, ¿y qué con esa mirada a la defensiva?—. Esa solo fue una mala coincidencia.

—No decía que fuera adrede, pero ya sé qué regalarle la próxima vez.

—¡Mikey-...!

—No peleen ahora y suban a las motos de una vez. —Draken vuelve a detener a Baji—. Tu mamá nos quiere ahí antes de las doce, ¿no?

—No es como si fueran horas de aquí a mi casa, no es tan tarde —dice eso, pero sube a su moto y se pone el otro guante, de todos modos.

Los demás también comienzan a sentarse. La persona que sobra es más evidente ahora.

—Oye, ¿y tu moto? —No logra quedarse callado. Nota que, de inmediato, casi todos se tensan. Le da igual.

—No tengo.

—¿No? O sea que te trajo Baji.

—Sí.

Suerte que el ojo al que le da un tic es el que no se ve tanto.

—¿Y qué te parece si hacemos un intercambio de lugares y me dejas darle un paseo de cumpleaños?

—Es que aún no sabe conducir —interviene Baji.

—¿Y es que no puede llevarlo alguien más? Mitsuya es seguro, por ejemplo.

—¿Por qué me metes a mí?

«Porque eres su aliado, ¿no?».

—¿Prefieres que Mikey o Pah lleven a un novato?

—Oye, no tengo problemas con la velocidad. —Chifuyu ya está de brazos cruzados—. Estoy acostumbrado a ir en moto con Baji-san.

—¡Y yo ya soy un profesional en esto! —reclama Mikey también—. Que vaya rápido no me vuelve inseguro.

—Cómo conducen no es el tema... —Draken parece harto.

—¿Cuál es el problema aquí? —Baji tampoco luce muy contento—. Ya lo traje, puedo llevarlo de vuelta, y si es por el paseo, sabes bien que prefiero conducir. Ya hasta me puse los guantes para eso.

—Pero... —calla. No esperar a que se ofrezca y decir que entonces lo lleve a él rayaría en lo sospechoso, ¿cierto?

—Aunque no tendría problema con llevarte —¡bien!—, solo que creo que eso complicaría el regreso porque alguna moto se quedaría aquí y tampoco creo que eso sea lo que quieres ahora mismo.

¿Tenía que resaltar los inconvenientes? Ahora se van a quejar o volverá a verse como un extremista si acepta.

—Además —agrega—, pasarás la noche conmigo, ¿no? Eso es mejor que un paseo de unos minutos.

Los silbidos casi simultáneos de Mikey y Pah, la cara de no haber sido consciente de cómo sonaba eso hasta ese preciso momento de Baji y la forma en que Chifuyu resopla lo satisfacen. Suspira, resignado y lleno de anticipación a la vez. Le ha gustado que él mismo lo propusiera.

—Me leíste la mente. —Se muestra más relajado—. Está bien, pero me debes darte un paseo cuando te dejen salir.

—De acuerdo. —Le hace una seña de perfecto con la mano. Recordar quién le dio el guante que la cubre a medias es algo molesto, sobre todo porque no puede negar lo bien que le sienta. Que esa misma persona esté subiéndose detrás de él tampoco le agrada, pero saber que le ha contagiado parte de su fastidio le basta por ahora.

Para no empeorar, solo tendrá que asegurarse de ir delante de ellos por el camino y pensar en cómo se desahogará más tarde, no en lo mucho de Chifuyu que rodea a Baji —collar, guantes, él mismo atrás en este momento.

Ah, solo recordar esas cosas un segundo es suficiente para dar el primer acelerón.

Siempre es más tranquilo cuando cantan el cumpleaños con su madre presente. Si alguien se atreviera a hundirle la cara en el pastel, ella se vengaría dejándolo aún más embarrado para luego gritar sobre cómo no deben dañar la comida, no importa que sea postre. Sus amigos lo aprendieron por las malas, así que todos se comportan como nunca en esas ocasiones.

Tantas personas no tienen mucho que hacer en un apartamento pequeño sin molestar a los vecinos, por lo que no duran mucho tiempo en retirarse.

—¿Alguno pasará la noche aquí? —pregunta su madre antes de que salgan.

—Yo. —Kazutora se mantiene a su lado, mas no tan cerca como antes. Aún guardan apariencias ante ella.

—¿Y tú, Chifuyu?

—No, paso. Gracias.

Le parece notar un toque de sorpresa en sus cejas, pero no comenta nada al respecto.

—Así que solo Kazutora.

—Sí.

—Ten presente que solo lo estoy permitiendo como cierre de su cumpleaños, porque sigue castigado. Mañana saldré temprano, así que espero que Keisuke esté solo de nuevo cuando regrese. ¿Entendido?

Tan implacable como siempre.

Luego de despedirse de todos, su madre les advierte que no hagan mucho ruido porque ya se va a dormir y se encierra en su habitación, por lo que ellos se van a la de Baji. Kazutora se sienta al borde de su cama, mientras que él empieza a quitarse los collares.

—A tu madre le agrada más Chifuyu, ¿verdad? —suelta de la nada.

—¿Ah? —Voltea a verlo un momento—. ¿Por qué preguntas eso?

—Solo me dio esa impresión justo ahora.

—Hm, es que es distinto. Creo que a Chifuyu lo ve como si fuera mi hermanito, ¿tal vez?

—Pff, ¿hermanito?

—Ya sabes, es un año entero menor que nosotros. También le agrada su madre, así que supongo que eso influye. —Guarda los accesorios en sus lugares.

—Todo lo opuesto a mi caso, ¿eh? —murmura.

—¿Qué? Oye —se acerca hasta sentarse a su lado—, ella no te odia. Te patearía fuera de aquí si lo hiciera.

—En estos meses, solo he venido estando ella aquí en nuestros cumpleaños. Quizás solo sea una excepción por el día.

—La conoces bien como para saber que le daría igual que fuera el cumpleaños de alguno de los dos. —Kazutora solo lo mira sin mucha convicción—. ¿Es que aún crees que te tiene resentimiento por lo de repetir el año?

—Sería lo normal.

—Es consciente de que fue principalmente por mis notas. De todos modos, ¿qué importa que mi madre prefiera a otro amigo? Con que le agrades me parece suficiente.

—¿Qué pasaría si nos descubriera?

—Ah, es eso. —Se detiene a pensar unos segundos, luego reposa su cabeza sobre su hombro y le toma la mano, dedos entrelazados—. En realidad, no creo que le moleste que seamos dos chicos.

—¿Y que sea justo yo?

—Mientras no vuelva a saber de más problemas en la escuela contigo, debería estar bien. De todos modos, a menos que se dé cuenta por sí sola y me lo pregunte directamente, no pienso decirle nada mientras no estés listo.

—Hmm, supongo que tendremos que esperar a ver cómo sales en los exámenes de diciembre —dice con un tono bromista.

—Idiota. —Le da una patada como puede, pero acaban riendo juntos.

Permanecen sentados así, en calma, quizás por unos minutos. A pesar de que, normalmente, no habría perpetuado la quietud hasta el punto de comenzar a adormilarse, de cierto modo siente que era necesario compartir un momento de paz hoy.

No termina de encontrar la razón, pero la actitud de Kazutora se le hizo extraña de a ratos durante el día. Es como si dudara algo. Más bien, como si algo le inquietara. Acaba de hacerle varias preguntas que no entiende bien de dónde vienen y, si lo piensa, todas esconden alguna inseguridad. También se le pegaba más de lo usual en el dojo. Eso último podrían ser solo ganas de presumirlo, solo que no termina de encajarle; casi todos eran sus amigos de hace años como para insistir tanto en eso y, de los que no, dos son pareja y el que queda es Chifuyu.

¿Acaso...? No. Ve comprensible el que le desilusionara no ser el único del que estrenase su regalo al instante y, si es por esa rara discusión por los puestos en las motos, pudo reclamar por cualquiera al que hubiese tenido que llevar.

—Baji —Kazutora lo devuelve al presente. Levanta la cabeza para verlo—, no vine aquí solo a dormir, ¿no?

—¿Hm?

Recibe un beso como respuesta, luego otro. Apenas se separan, sus labios vuelven a los otros, como arrepentidos de haber partido tan solo un segundo. Sin darse cuenta del todo hasta que sus codos sostienen su peso también, Kazutora avanza sobre él hasta casi acostarlo. Esa posición lo pone alerta.

—Espera. —Lo agarra por los hombros y empuja, por lo que vuelven a sentarse—. Mi madre está aquí. Es mañana temprano que va a salir, ¿lo olvidas?

—No, pero si va a estar durmiendo, solo tenemos que ser silenciosos.

—No confío en que podamos ser tan silenciosos.

—Eso pensé, así que ya tengo eso cubierto. —Sonríe.

—¿Ah?

—Como el ruidoso soy yo —baja de la cama y se arrodilla—, solo tengo que ocupar mi boca.

La pose habla por sí sola, mas no evita que abra más los ojos cuando desabotona y baja la cremallera de sus pantalones.

—¿Qué hay de ti?

—Dame todo lo que tengas que reprimir ahora en la mañana.

¡Este sí es su Kazutora!

Déjenme decir una cosa primero: VAN UNOS DIEZ DÍAS DESDE QUE NOS ENTERAMOS POR LOS SPOILERS Y TODAVÍA NO TERMINO DE CREER QUE AHORA ESTE SHIP SEA UN COMBO CANÓNICO Y NO SOLO WHAT IF'S!!!!!!!!!!!!!! El contexto podrá ser muy ¿?, pero me vale.

Ahora sí, del capítulo: ha vuelto la longitud habitual, al punto que ahora me siento rara por eso, DJKFHGKDSJGH. Otra vez he mudado una escena al inicio del siguiente, pero esos son detalles.

Dejaré que el regalo de Pah sea a imaginación suya(? pero lo que son los de Tora y Fuyu (al menos parte) los pueden ver en la foto que tengo de perfil ahora, que la he dibujado yo~ Igual la dejaré abajo para cuando cambie de icon y alguien lea en el futuro:

¡Hasta el siguiente (o los comentarios)! ^0^/

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