A veces me dan ganas de que nuestras manos se abracen
No sé cuándo empezó, pero el momento exacto en el que logré esquivar las minas y las flechas y tomé tu mano, algo dentro de mí empezó a arder como nunca. Deberías sentirte bien, eres la única persona que me puede incendiar con apenas tocarme. Eres como una semi diosa, pero sin la parte de "semi". Algún día de estos me deberían dar una medalla por ser veterano en recordar cómo nuestras palmas se rozaban y erizaban nuestras sonrisas. No te he olvidado tanto como crees, aún recuerdo algunos lunares y pozos por los que me he caído. A veces me dan ganas de que desvistas tus manos de púas y dejes que salgan a pasear un rato con las mías. Fantasías de esquizofrénico, no te preocupes.
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