21. Sororidad
«Mira aquel pájaro, Tesoro —dijo Leoncio alzando a su pequeña hija de ocho años en brazos—. ¿Ya lo viste?
—¡Qué bonito, papi!
—Justo como tú, Tesoro. —Besó una de sus regordetas mejillas—. Algún día te veré, desde la ventana de mi habitación, alzar las alas y volar en busca de una vida llena de luz, justo como la que imaginé cuando todavía faltaba para conocerte; y no te imaginarás lo feliz y orgulloso que me sentiré.
—Tú irás conmigo, papi, sino no iré a ningún lado.»
§
Respirar le dolía. Sentía que cada uno de los moretones y las suturas en su cuerpo se desgarraban desde adentro cada que inhalaba y exhalaba el aire. Era un proceso tortuoso que añoraba dejar de hacer.
La noción del tiempo la había perdido de la misma manera que todas las pocas pertenencias que Gustavo le dio el día de su ingreso. Sus ojos sólo alcanzaban a dilucidar, luego de largos minutos, que la luz sobre ella era un foco y que los sonidos guturales a su alrededor en realidad eran murmullos de las enfermeras que entraban y salían luego de la revisión de rutina a la que la sometían.
Al parecer, para evitar que el dolor la volviera presa de espasmos, preferían mantenerla sedada y no le permitían pasar más de diez minutos lúcida.
Para Andrea quizá habían transcurrido un par de días desde el atroz enfrentamiento en el que se vio inmersa por defenderse y seguir siendo esclava de sus impulsos arbitrarios, no obstante, ella en realidad llevaba dos semanas metida en una celda de castigo, ya que trasladarla al seguro representaba un riesgo para el director del penal. Todos dirían que no tiene control sobre las presas.
En ese momento estaba en compañía de la enfermera más joven, su nombre era Leticia, la única que, aparte de inspeccionar su estado y administrarle el sedante, la bañaba con paños húmedos, evitando que las heridas se infectaran, de vez en cuando tarareaba canciones con el afán de calmar el dolor mental que su paciente estuviera experimentando en la profundidad de sus sueños.
Ver a Andrea en ese estado hacía que su corazón se rasgara de a poco. Prefería encargarse del papeleo, pero ser consciente de que sus compañeras sólo pasaban para sedarla le generaba conflicto.
Una vez terminó de abrocharle la blusa a Andrea, jaló el banco de la esquina. Detalló su rostro ya menos hinchado y lacerado. Su belleza era innegable, un poco extraña por momentos y lejos del estándar que los medios de comunicación se empeñaban a promocionar, aún así, disfrutaba apreciarla.
Miró la jeringa y el frasco del sedante en la orilla de la cama. Aunque la orden era seguir suministrando hasta que el director indicara lo contrario, Leticia sabía que el uso prolongado terminaría matando a la paciente. ¿Eso era lo que buscaban acaso? La culpa a fin de cuentas no caería sobre ellos en dado caso se iniciara una investigación.
Se armó de valor y escondió las cosas en las bolsas de su suéter. Aceptaría el castigo de ser descubierta. Y ahora debía esperar la respuesta de Andrea al enfrentarse sin ayuda al dolor.
El regreso de la consciencia de Andrea demoró más de lo esperado, por ratos abría los ojos y al segundo siguiente volvía a dormir, a veces soltaba quejidos en forma de suspiros y en otras las lágrimas se deslizaban por sus sienes hasta perderse en sus cabellos negros. Leticia estaba segura de que había despertado cuando le pidió agua, fue por ella afuera de la celda y la ayudó a levantar un poco la cabeza.
Sin duda fue una odisea para Andrea sorber sin ponerse a maldecir por el ardor que sentía en su abdomen, le quemaba, y su cabeza no paraba de punzar. Veía borroso, el exceso de luz no le permitía enfocar nada, y el agua le raspaba como lija el interior de su garganta.
«¡Vaya mierda!», pensó para sus adentros.
El frío contenido en esas cuatro paredes le cayó como balde de agua a los pocos segundos que sus sentidos salieran del letargo en el que los sumió la sedación.
Trató de bajar de la cama, pero la enfermera se lo impidió.
—Todavía no te puedes sobreesforzar —le advirtió—. Muchas de las heridas siguen sin cerrar, lo mejor es que permanezcas recostada unos días más.
—Quiero ir al baño.
—Adelante. —Se percató de la confusión en el rostro de Andrea y procedió a explicarse mejor—. Debido al estado de inconsciencia en el que te hallabas optamos por colocarte pañal.
Andrea se limitó a fruncir el ceño. No tenía idea de cómo debía reaccionar ante tal explicación. Se preguntaba si molestarse, discutir o simplemente ponerse a llorar por ser tan desgraciada y miserable estaba bien.
Con ayuda de la enfermera volvió a recostarse.
Estaba hecha un desastre de los pies a la cabeza, olía raro y sentía su cuerpo pegajoso, su cabello le pesaba tanto como si llevara un tocado enorme o un peinado extravagante de esos que usan las participantes a reinas de feria. El impulso por levantarse y buscar la manera de asearse le arañaba el cráneo, pero decidió seguir el consejo de la mujer a su lado, quien no parecía dispuesta a irse. Su presencia comenzaba a incomodarla.
—Todos creímos que no pasarías de la primera noche —dijo Leticia con la mirada fija en sus dedos—. No eres la única en padecer el ataque de la Legión, algunas sobrevivieron, otras no. Pero tú les hiciste frente, eso es nuevo.
La palabra "Legión" eclipsó todo el padecimiento en Andrea. Escuchar de sus agresoras, y ahora enemigas, hizo que su cuerpo entero se estremeciera y los recuerdos de ese momento se arremolinaran como un tempestivo tornado; la reacción no pasó desapercibida por Leticia.
Era entendible, la malicia en las heridas daban testimonio del miedo que ahora la carcomía. Cualquier otro estaría temblando, quizá aún en shock, en busca de una forma fácil de escapar de ese infierno, incluso...
Se atragantó con la idea, poniendo en alerta a Andrea que giró la cabeza hacia ella. Apenada, comenzó a poner los paños en el interior de la vasija con sumo cuidado, temerosa de terminar la labor demasiado rápido y tuviera que volver a la enfermería.
Los años que la respaldaban en el interior de aquel penal la hacían fiel creyente de que la atrocidad a la que esa jovencita fue expuesta no tendría castigo, al contrario, quedaría en el olvido de la misma manera que con las otras presas, y lo peor de todo es que no la moverían de módulo hasta que comenzara su proceso ante tribunales. El peso del conocimiento constantemente le atenazaba la garganta, en especial durante la madrugada en medio de pesadillas, pero que en ese momento le estaba sucediendo y la presión comenzaba a dificultarle respirar.
Algo debía hacer. Algo debería decir. Algo... Algo que la pudiera ayudar a sobrevivir entre tanta mierda.
—Disculpa que me entrometa —dijo acercándose a la orilla de la cama—, pero si quieres sobrevivir aquí debes de mantenerte al margen de todo. Vuélvete ciega, sordomuda. Y... —Tragó saliva. Lo que diría iba en contra de lo políticamente correcto como funcionaria pública—. Si vuelves a sentir que tu vida corre peligro, búscame, te ayudaré en la medida de mis posibilidades, señorita Andrea.
No pudo agradecer la fuerza y calidez en sus palabras, la estrechez de la tráquea no se lo permitió y el fuego con el que las lágrimas inundaron sus ojos lo hizo aún más difícil.
La vio partir en silencio con la vasija en mano y algunos trapos en los hombros, el sonido de la cerradura fue lo único que perduró en sus oídos a parte del latir de su corazón.
Ya no sabía si le dolía más su cuerpo o su espíritu doblegado. Su vida misma le pesaba y a cada segundo se preguntaba si valía la pena soportar tanto. El sólo existir generaba molestias a las personas que la rodeaban, fueran conocidas o no.
Odiaba sentirse indefensa.
Odiaba no hallar la manera de no depender de nadie.
No había ni un rincón de ella misma que no odiara.
Sin embargo, en el recoveco más profundo de sus entrañas, las palabras de la enfermera la reconfortaron y esa noche las pesadillas desistieron de atormentarla, como si su estado también les evocara lástima.
***
NOTITA DE AMOR
Holaaa, preciosas y preciosos, ¿cómo han estado? Espero que muy bien.
En estos tres meses me costó volver a sentarme para continuar la historia de la niña Andy, pero por fin he salido de mi bloqueo escritor jaja y espero que se mantenga muy alejado en este segundo arco. Eso sí, tampoco les prometo actualizaciones frecuentes 😬, el trabajo me está consumiendo debido a la explotación a las que nos someten jaja, además de que acaba de comenzar mi proceso de admisión para una plaza de gobierno. Ando ni que yo misma me aguanto la verdad jaja, pero estaré trabajando llena de alegría para traerles capítulos colmados de amor 🫰🏻🩷
Bueno, ya volviendo a la trama de la historia, en este arco veremos como Andy forja su carácter a través de las pruebas que vivirá dentro del penal, así como su lucha por demostrar su inocencia ante tres bandos que la detestan. Espero le sigan dando una oportunidad y le den mucho mucho amor ✨
Canción que representa el capítulo ❤️🩹
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
¡Nos leemos en la próxima actualización!
Los tqm, Magda 🎈
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