Largo latido
Un hermoso castaño yacía semi desnudo entre las suaves sabanas de seda. Su abultado vientre de 5 meses se notaba a todo su esplendor.
—Amor despierta— dijo besándole entre el cuello y el hombro.
—mghh— gimoteó, y se giró un poco.
—Kōki—comenzó a masajear los glúteos de su esposo.
Abrió rápidamente los ojos —Seii.
—Arriba. Hoy vamos al ultrasonido— dijo jalando las sabanas.
—Ughhh tengo sueño— dijo removiéndose.
—Lo sé, pero tenemos que ver a nuestro bebé— dijo ayudándolo a levantarse.
—Está bien— susurró y con mucho cuidado se sentó correctamente, y luego Seijūrō lo ayudó a levantarse.
—¿Ducha o bañera?— preguntó cuándo llegaron al baño.
—Ducha— respondió. Seijūrō se ha gachó y le deslizó el bóxer fuera de sus piernas —Esto es vergonzoso.
—No sé cuantas veces te lo he quitado en todos estos años durante el sexo— dijo sonriendo.
—Sí, pero durante el sexo no pongo atención a estas cosas— dijo con sus mejillas teñidas de rojo.
—¿A que le pones atención entonces?— preguntó de forma sugerente.
—... Sal— dijo avergonzado y desviando la mirada.
Seijūrō negó y se dirigió al guardarropa por ropa para ambos. Al regresar Kōki estaba abriendo la llave del agua fría —No entiendo por qué te gusta bañarte con el agua helada.
—Porque hace demasiado calor— respondió vertiendo shampoo en su mano. Seijūrō lo ayudó a lavarse las piernas.
En esos dos meses y medio habían cambiado bastantes cosas. Entre ellas Kōki no iba a ningún lado solo, Shiba o Kenshi tenían que estar con él. Los medios de comunicación ya sabían de próximo bebé Akashi, y ahora los seguían a todos lados.
La universidad era lo mismo, pero ahora era vigilado por 4 mamás gallinas, que no lo dejaban ni un segundo sólo.
Su bebé... Su bebé no se dejaba ver en los ultrasonidos hasta ahora y su pequeño corazón se escuchaba muy rápido, algo que los tenía preocupados. La obstetra lo mantenía en vigilancia y una dieta especial para calmar su corazón.
—Espera. Te ayudó a vestir— dijo secándose rápidamente y envolviéndose la toalla en la cadera. Rápido secó al castaño y ayudó a vestir.
—Gracias— dijo besándole la mejilla, y se dirigió por sus zapatos.
Seijūrō tomó un pantalón y una playera blanca. Se vistió y salió con Kōki hacia el hospital.
—¿Podemos ir por unas crepas?— dijo al ver el pequeño local rumbo al hospital.
—Regresamos por ellas— dijo tomándolo de la mano.
—Gracias— dijo sonriendo y colocando su cabeza en el hombro de su esposo.
Seijūrō sonrió. Desde que Kōki estaba embarazado se había vuelto algo infantil, lloraba sin la menor preocupación y le gritaba al menor error. Tetsuya le había explicado que era normal por las hormonas, al igual que los antojos y el sexo. Kōki pedía mas dejándolo exhausto, pero tenían mucho cuidado pues no querían lastimar al bebé.
—¿Qué piensas, Sei?— preguntó al verlo distraído.
—Nada amor— dijo besándole la frente.
Tras 10 minutos Shiba los dejó en el hospital, mientras se iba a estacionar. Al entrar, como siempre, recibieron miradas indiscretas. Fueron directo al consultorio y esperaron a que los llamaran. Mientras esperaban Kōki leía una revista de maternidad, si algo le molestaba era el hecho de que existieran pocas cosas para donceles, y tenía que hacer algo al respecto.
—Akashi Kōki-san— dijo la enfermera llamándolos.
—Nosotros— dijo Seijūrō y ayudó al castaño a levantarse.
A pasos lentos llegaron con la doctora —Bienvenidos. Mejor de una vez a la báscula— dijo indicándoles el lugar. Kōki hizo una mueca y subió a la báscula —¿7 kilos? ¿Sigue la dieta?— preguntó apuntando.
—Sí, al pie de la letra— dijo Seijūrō.
La doctora hizo unas preguntas más y le revisó la presión arterial. Todo estaba bien —Vamos a la cama. Veamos si el pequeño ahora si se deja ver, y de paso monitoreamos su corazón— dijo dirigiéndose hacia el cuarto trasero.
Kōki y Seijūrō la siguieron a la doctora. Al llegar junto a la cama, Kōki se subió con cuidado, y con ayuda del pelirrojo se acostó en ella. Se levantó la playera y bajo su pantalón chándal a la zona de la pelvis. Seijūrō no pudo evitar sonreír y besar el vientre de su esposo.
—Haces cosquillas— dijo riéndose.
—Pero a nuestro bebé le gusta— dijo, sintiendo las patadas del bebé —Hola pequeño, hoy veremos si eres una niña o un niño. Déjate ver— le dijo al vientre frotando suavemente.
La doctora sonreía al ver al serió y amargado pelirrojo hablarle de forma amorosa al castaño y a su vientre. Después de que separaron, se acercó regó el líquido frío en el vientre. Lo esparció y con la máquina comenzó a mostrarse el interior del castaño.
Seijūrō y Kōki veían atentos la pantalla. El tono sepia comenzó a mostrarse la silueta de su gran bebé, y el corazón comenzó a resonar. Las lágrimas en ambos comenzaban a surcar sus mejillas.
Frunció el ceño y se acercó más.
Kōki notó la mirada de doctora y entró en pánico —¿Qué tiene mi bebé?— preguntó en medio de la preocupación.
—Espere...— dijo mientras observaba de diferentes ángulos y notó algo muy importante. Tomó los audífonos y se los colocó, escuchó atentamente. El pequeño corazón que resonaba iba a diferentes ritmos, pero parecían sólo uno. El bebé se movió al sentir la preocupación de su madre y la doctora confirmó sus sospechas.
—¿Qué sucede doctora?— preguntó Seijūrō preocupado. Sostuvo la mano de Kōki para calmarlo.
—El bebé no está enfermo del corazón— ambos se aliviaron —La razón del que su latido se escuche largo es porque hay otro bebé.
—¿Son dos?— dijeron ambos al unísono. Kōki acariciaba su vientre mientras trataba de encontrarlos en la pantalla.
—Sí. El corazón de ambos late casi al mismo ritmo con unos segundos de diferencias, por ello se escuchaba un largo latido— dijo señalando a cada uno de los bebés —También que este pequeño— señalo al bebé que se movió — cubrió a su hermano. Por eso no se veía en los ultrasonidos. También es la razón por la que Akashi-san subió mucho de peso— explicó con una sonrisa.
—Sei... Vamos a tener dos bebés— sollozó feliz.
—Kōki— dijo abrazándolo y besándolo —Tendremos dos bebés. Dos frutos de nuestro amor.
La doctora aprovechó el momento e imprimió diferentes ecografías para ellos y el expediente. Kōki miró una vez más a sus bebés y se levantó. Seijūrō lo ayudó a bajar y regresaron al consultorio.
—Habrá muchos cambios. Comenzaremos por la dieta— dijo sonriendo.
Al salir del hospital fueron directo a las crepas. Kōki se emocionó al verlas y pidió 3: fresas y crema, chocolate y platano, jamón con queso y salsa de fresa con zarzamoras. Claro, todas al doble del tamaño de lo usual. Seijūrō sonrió y pidió una salada.
Después de comerlas se dirigieron a la casa. Al llegar vieron los autos familiares, Kōki sonrió a Seijūrō y éste asintió.
—Kōki— dijo Ayumi saliendo a recibirlos.
—Mamá— dijo abrazándola.
—Cariño. Que hermoso te ves— le besó las mejillas y luego acariciándole el vientre.
—¿Están todos?— preguntó su Seijūrō.
—Seijūrō-kun— le besó las mejillas —Nada más falta Kōen. No pudo venir por sus clases de maestría.
Entraron a la casa y fueron recibidos con regalos para el bebé. Después de ver los regalos, Seijūrō llamó la atención de todos —Bueno....— Kōki a Kōki de la mano —Hoy la doctora nos dijo el porqué del latido rápido de nuestro bebé y...
—¿Qué está mal Seijūrō?— preguntó inmediatamente Masaomi, interrumpiendo a su hijo.
—¿Qué tiene nuestro nieto/bisnieto?—preguntaron los Namikaze y Furihata al unísono.
—Verán...— comenzó a decir Seijūrō y miró a Kōki.
—Son nietos. Esperamos dos bebés— dijo Kōki con una hermosa sonrisa.
Los gritos y festejos no se hicieron esperar. Kōki y Seijūrō les relataron lo que sucedió con el ultrasonido y les mostraron las ecografías. La doctora les había dicho que eran mellizos gemelares, ya que cada uno tenía su propia bolsa amniótica pero compartían sus misma placenta.
Kōki y Seijūrō sonrieron al ver a su familia discutir por quiénes se quedarían las ecografías. Ya no podían esperar más y ver a sus bebés.
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