Están juntos...
—Joder—dijo mientras seguía caminando cerca de la bahía. Ya era domingo, había pasado desde el viernes buscando por toda la bahía y nada.
—Hijo ¿Estas bien?— preguntó un pescador al ver joven dando vueltas desde la mañana.
—Si... estoy bien, gracias— respondió con dificultad.
—Me alegró, como has estado toda la mañana dando vueltas pensé que estabas perdido— dijo sonriendo.
—No estoy perdido. Estoy buscando a una familia, a los Furihata— comentó.
—¿Furihata? Tenía tiempo que no escuchaba ese apellido— dijo el señor.
—¿Los conoce?— preguntó esperanzado.
—Los conocía. Los Furihata fallecieron hace unos 20 años. Su hijo, la esposa y su bebé se mudaron a Tokio después del accidente. Hasta ahora no han regresado— explicó señalando una casa antigua —Esa era su casa, la vendieron hace 10 años.
—¿Recuerda cómo se llama el hijo de los Furihata?— preguntó esperanzado.
—Sí, era Kō-kun y su esposa Ayu-chan. El bebé no recuerdo su nombre.
—Gracias, muchas gracias— respondió. Se despidió y camino al hotel completamente molesto. Era obvio que los chicos nunca iban a decir así nada más, a donde se mudó Furi. Llegó al hotel, pagó la cuenta y abordó el tren bala.
El lunes llegó a la escuela y se encontró con que Fukuda ya estaba en el salón.
—¿Te divertisteis en Osaka?— preguntó sonriendo.
—Maldito, sabias que estaba escuchando— dijo aproximándose al castaño.
—Por supuesto. Ha caso creíste que iba a decir a donde se mudó Furi— sonrió —Por mi nunca lo sabrás. Cierto, nadie más sabe dónde está Furi. Así que evita molestar a los demás. Ya deja lo en paz y veté con tú amante— dijo mirando detrás del pelirrojo.
—Fukuda-kun —dijo desolado Kuroko.
—No me hables—Se colocó los audífonos y miró a la ventana.
Tetsuya sollozó, nadie los quería. Sólo lo toleraban por el equipo de básquet, y eso apenas, ya que rara vez recibía un pase. Estaba consciente de lo que había hecho, pero jamás pensó que tomaran tal aptitud.
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Había pasado un mes desde que descubrieron la infidelidad. El peli celeste se había presentado en las instalaciones de Rakuzan a esperar a que saliera.
——————— Flash back——————
Seijūrō caminaba hacía la salida cuando se percató del peli celeste. Tomó el celular y le mando un mensaje a Kōki, y luego a Suzuya para que acompañara al castaño.
—Akashi-kun— dijo al ver al pelirrojo.
Seijūrō pasó de largo y se dirigió a la camioneta.
—Akashi-kun deja me explicarte. Yo te amo. No debí hacer esto pero— estaba diciendo hasta que se vio interrumpido.
Seijūrō volteó —¿Me amas? No Kuroko, si tú me amarás jamás me hubieses engañado con Kagami. Entiende, no quiero saber más de ti. Haz lo por las buenas o me veré obligado a mandarte a la cárcel por acoso. Si de verdad me quieres deja me tranquilo, ya he sufrido bastante como para que ahora me vengas a molestar aquí.
Kuroko estaba por replicar hasta que se escuchó una voz.
—Akashi-kun... Nishi-sensei te habla— dijo uno de sus compañeros.
—Gracias, Andi— abrió la camioneta, dejó sus cosas y dijo a Shiba que los esperaran. Qué cuando se marchará el peli celeste le mandara un mensaje. —Espero que esta sea la última vez que vienés aquí— dijo al ver aún al peli celeste.
Seijūrō camino hacia la sala de profesores, después de que salió recibió el mensaje de Shiba. Subió por Kōki y éste estaba llorando.
—Tranquilo.... Todo estará bien— dijo abrazándolo.
—————————fin Flashback———————
—Esto es aburrido, hubiese ido con Kōki— dijo Seijūrō.
—Ya Seijūrō. Tienes que aprender del negocio. En unos años heredarás todo y tendrás que manejarlo— dijo Masaomi leyendo un informe.
—Lo sé, pero quiero saber cómo esta Kōki— dijo leyendo otro estado financiero.
—Le mandas un mensaje y listo. Mañana lo verás en la escuela— dijo exasperado. Le gustaba la amistad que su hijo había hecho con Furihata Kōki, Seijūrō se veía más calmado y sonriente a pesar de que aún sufría por el peli celeste, y de esa estúpida locura que estuvo por hacer —¿Ya pensaste que hacer con Kuroko?
—Nada. Lo que me hizo jamás se lo perdonaré. Hubiese preferido mil veces que me dijera 'Esto se terminó, quiero a otro', a lo que hizo— dijo serió.
—¿y Furihata-kun que te ha dicho?— preguntó curioso.
—Los odia. Dice que ha dejado de querer a Kagami y siento que una parte de él creer que tuvo la culpa. Eso es lo que más me molesta— dijo frotándose su cuello.
—Ya veo— dijo y continuaron leyendo.
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—Estas mucho mejor— dijo Kishimoto.
Los dos suspiraron aliviados —Gracias, sensei— dijeron al unísono.
Ayumi le sonrió a Kōki —Ves, cariño. Todo va bien— dijo sonriendo.
—Sí mamá— respondió a la sonrisa.
Ayumi vio a su hijo, en este último mes había estado más tranquilo. Las primeras tres semanas había estado llorando, la escuela y Akashi lo distraían, y cada vez se veía más animado. Su sonrisa aún no eran las de costumbre pero se veían mucho más naturales.
—Bueno eso es todo. En un mes es tú siguiente cita— dijo mientras le entregaba el karnet.
—Gracias— respondieron. Abandonaron el consultorio y abordaron el auto.
—Oh cierto, tengo que comprar un regalo para una amiga. Vamos al centro comercial— dijo Ayumi.
—Claro, aprovechó y paso a librería— respondió mientras su mamá daba una vuelta en U.
—Claro, nada más ten cuidado. No quiero que secuestren a mi adorable hijo doncel— dijo riendo.
—¡Mamá!— dijo con sus mejillas sonrojadas —¡No soy adorable!— exclamó con un puchero.
—Sí, sí. Lo que digas— dijo riéndose, pero su hijo realmente se veía adorable. Últimamente su cuerpo estaba adquiriendo curvas y su voz estaba cambiando.
Al llegar al centro comercial ambos se separaron. Kōki fue directo a la biblioteca y para llegar tenía que pasar por el sector de ropa deportiva, camino lentamente escuchando su música. Se detuvo a mirar en algunas tiendas, unas muñequeras llamaron su atención —Éstas les gustarán a Seijūrō-kun — murmuró mientras entraba a la tienda, las compró y pidió que las envolvieran para regalo.
Retomó el camino hacia la biblioteca cuando los vio juntos, ellos se sonreían y reían de algo, observó cómo iban alejándose —...Nunca me quiso— con lágrimas visibles para quienes pasaban a su lado, dio la vuelta y regresó, tenía que buscar a su madre y marcharse.
Caminaba rápidamente hasta que lo detuvieron —¿Kōki que sucedió?— preguntó Ayumi al ver a su hijo caminar deprisa.
—E-Estan j-uun-tos. E-Están aquuí— logró decir.
Ayumi buscó con la mirada y no los vio, sujetó la mano de Kōki y lo arrastró —Tenemos que salir de aquí.
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—Recuérdame... ¿Por qué estamos aquí?—Cuestionó Taiga al peli celeste.
—Para distraernos y comprarme el libro que destruiste ayer.
—Joder. Mejor te hubiese dado el dinero— dijo enojado.
—No, está bien. Además necesitas salir del encierro que mantienes, no puedes seguir así— dijo caminando hacia la librería del centro comercial.
—¿Qué quieres que haga? No encuentro a Furi por ningún lado, y Fukuda no me quiere decir donde esta— dijo jalando se el cabello.
—Lo siento— dijo bajando la mirada —Ellos nos odian. Akashi-kun no quiere verme, la última vez que fui el guardia de la escuela no me dejó pasar y ni se diga la de su casa— comentó.
—Estamos pagando lo que hicimos Kuroko, pero amo a Furi y lo buscaré hasta encontrarlo y hacer que me perdoné— comentó serió.
Ya no siguieron hablando porqué entraron a la librería. Tetsuya fue a buscar sus libros y el comenzó a revisar los estantes hasta que encontró la segunda parte del libro que Furi quería, lo tomó y se formó en la fila. Cuando salió de pagar se unió a Tetsuya quien lo esperaba.
—¿Qué compraste Kagami-kun?— preguntó viendo el paquete.
—Un libro para Furi— dijo sonriendo mientras comenzaban a caminar —Él lo quería, estaba esperando a que saliera.
Tetsuya sonrió —Le gustara, no te preocupes Kagami-kun. Lo encontrarás— Kagami asintió.
Continuaron caminando cuando iban llegando a la planta baja (la librería estaba en el primer piso) aquellas personas atrajeron su atención —Kagami-kun...ese no es Furihata-kun— dijo señalándolos.
Taiga lo buscó con la mirada y lo vio. Rápidamente bajo las escaleras eléctricas a pasos agigantados y salió del centro comercial. Buscó entre los autos hasta que los encontró, Furihata-san subió al auto al igual que Furi, pero Taiga se percató de las lágrimas que llevaba el castaño —Oh no— Corrió en su dirección pero el auto salió y no lo pudo alcanzar —Furihata— gritó pero no se detuvieron.
—Kagami-kun que...— quiso hablar pero taiga lo interrumpió.
—Creó que nos vio juntos, iba llorando— dijo pateando la acera. Tetsuya sólo miró en dirección donde iba el auto.
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—Cariño, te hará daño llorar así— dijo Ayumi preocupada.
—Están juntos mamá— dijo sollozando.
—Lo siento, cariño. Toma tú medicamento, tienes que estar tranquilo— dijo estacionándose.
—Sí— respondió, y con sus manos temblorosas saco sus pastillas. A los pocos minutos estaba profundamente dormido. Ayumi siguió conduciendo a Kioto.
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